miércoles, diciembre 26, 2012

Liebster Award

Vale, confieso que soy presa fácil. Cuando veo un cuestionario de estos que abundan por Internet, caigo con sencillez. Y BkindZanks ya ha conseguido que haga de forma consecutiva dos que ha publicado en su blog... sin necesidad siquiera de nominarme. Aquí el enlace a su blog, Uno de estos días, y aquí a esa entrada en concreto por si quiere leerla alguien que no frecuente su más que recomendable espacio, que desde hace ya algún tiempo es para mí cita imprescindible.

Estas con las normas del premio en cuestión. Las pongo para que consten, pero, claro, como casi siempre me salto la mitad. No voy a nominar, que lo coja quien quiera contarnos algo de su vida.
1. Cada persona debe escribir once cosas sobre sí misma.
2. Debe responder a las once preguntas que le ha enviado quien le nomina.
3. Ha de crear once preguntas nuevas que le enviará a quienes nomine.
4. Tiene que elegir a once bloggers con menos de 200 seguidores para premiarlos.
5. Esos bloggers deberán contestar a las preguntas.
6. No se puede enviar una nominación de vuelta.

Ahí van, pues, esas once cosas sobre mí. Intentaré ser original y no repetir cosas que ya he dicho o casi todo el mundo que me conoce sabe...

1. Mi frikismo coleccionista no es tendente, por ahora, a artículos caros. Soy gastoso pero no derrochador. A mí alma friki le satisface con la misma intensidad tener la colección de latas de Pepsi que se vendieron coincidiendo con el Episodio I de Star Wars que una estatua de Darth Vader de 800 euros. Recordad que he dicho por ahora. Algún día haré un dispendio.

2. Ando mucho. Y lo hago por tres razones. En primer lugar, porque tengo tiempo para hacerlo sin necesidad de ir corriendo a todas partes. En segundo lugar, porque es un ejercicio sanísimo que no requiere grandes esfuerzos ni equipamiento adicional. Y en tercer lugar porque estoy harto de que el Gobierno de la Comunidad de Madrid me time con subidas abusivas de los precios combinadas con una alarmante reducción de la calidad y frecuencia del servicio.

3. Cada día que pasa, detesto más el tabaco. Y a muchos fumadores. No os deis por aludidos los fumadores que sois conscientes de que los demás no tienen por qué respirar el humo de vuestro tabaco. Los demás, sí, daros por aludidos porque me arruináis el día cada vez que no puedo evitar tragármelo. Lo siento, pero es así. Alabado sea el político (y sé quien es, pero no lo digo, que está mal visto...) que impulsó la Ley anti tabaco. Sobra decir que en mi vida ha dado una calada a un cigarrillo o similar.

4. No me importa que esté mal visto, que la gente me mire mal o que en algunos sitios nocturnos no me dejen pasar, mi calzado predilecto es un buen par de zapatillas deportivas. Obviamente, para las ocasiones que lo requieren, los zapatos caen, pero nunca estoy a gusto con ellos. Ni con una corbata. ¿Quién inventaría ese inútil trozo de tela y su endemoniado nudo...?

5. Me arrepiento enormemente de no haber guardado una redacción que hice con diez años en el colegio. Todos los lunes escribíamos un texto libre y la profesora escogía uno cada semana que después pasaba a un periódico que hacíamos sacando copias con gelatina o algo parecido. No sé si aquella la escogió, probablemente no, pero la recuerdo como si fuera ayer. Escribí sobre un partido de la Real en el Bernabéu que ganamos 0-4. Y recuerdo que el dibujo que acompañaba a aquel texto era el del cuarto gol, una maravilla de Bakero tirándose en plancha. Como si fuera ayer...

6. Cuando hago una entrevista o cubro una rueda de prensa, dependo en exceso de la tecnología. Me fío absolutamente de mi grabadora y apenas tomo notas. Mal hecho por mi parte, porque los accidentes suceden (solo recuerdo que me haya pasado una vez, y fue fácilmente subsanable), pero me sostengo en la grabación para poder prestar atención a quien habla, a lo que dice y a cómo lo dice. Me parece que eso también forma parte de sus palabras y es importante verlo.

7. Me pone de mal humor cuando alguien con quien estoy debatiendo tergiversa adrede mis palabras o mis argumentos. Ese es el momento en el que ya sé que la conversación está acabada, aunque sigamos hablando mucho tiempo después de eso. Para mí, hay pocas cosas peores en un debate que no querer entender lo que alguien quiere decir.

8. Tengo prohibido en las conversaciones con personas que valen la pena que ellas mismas se autoinsulten, infravaloren o se echen la culpa de lo que les sucede por circunstancias de la vida. Si vales la pena y sabes que lo pienso, no lo hagas. Porque no te dejaré.

9. No tengo ningún recuerdo memorable de profesor alguno más allá de quinto de la desaparecida EGB. En ese año y los dos anteriores tuve una maravillosa, pero a partir de ahí los he tenido mejores y peores, como personas y como profesores, pero nada que se haya quedado en mi memoria con especial reconocimiento de sus méritos. Ni en el colegio, ni en el instituto. El clásico maestro no forma parte de mi memoria.

10. Sigo disfrutando a día de hoy con cosas que me entretenían de niño. Releo los cómics que leí entonces, vuelvo a ver las series de dibujos animados que echaban entonces por televisión. Y me parecen hoy, como hace tantos años, entretenimientos tan dignos como los que he ido descubriendo según cumplía años. En su contexto, porque el contexto es importante.

11. No soy capaz de entender que la gente escriba mal a propósito. Ni falta de espacio en Twitter o SMSs, ni rapidez a la hora de escribir en Whatsapp. No me sirve como excusa. ¿Qué tiene la gente en contra del signo de interrogación o admiración de apertura? ¿Por qué nadie parece saber para qué sirve cada preposición y las usan indistintamente? ¿Tan difícil es saber qué se escribe con b y qué con v? Y ya cuando la "gente" es el "periodista", la hemos liado pero bien... Ver una falta de ortografía en un medio de comunicación es algo que tendría que ser intolerable. Pero, claro, sé por experiencia que los filtros no funcionan como deberían, así que...

Estas son las preguntas que incluyó BkindZanks para los insensatos, como yo, que decidiéramos recoger el guante, con sus correspondientes respuestas:

1. ¿Qué harías si te quedases una noche dentro de un centro comercial cerrado?
Al cine. De cabeza. ¿Quién no ha tenido ganas de trastear con un proyector? Vale, ya sé que eso es antiguo y que ahora va todo en formato digital. Pero mirar la sala desde una cabina de proyección es un pequeño sueño que algún día habría que cumplir... Como el de tener una sala entera para mí solito... Y de noche en un centro comercial me da tiempo a ver cuatro películas por lo menos...

2. ¿Si tuvieras que elegir tener un poder sobrenatural, en plan superhéroe, cuál sería?
Teniendo en cuenta que una de mis pasiones son precisamente los superhéroes y por tanto he leído historias de centenares de ellos con poderes completamente diferentes entre sí, es una pregunta realmente difícil... Y la verdad es que no creo que haya mejores secuencias en las historias de un superhéroe que cuando vuela por primera vez. Eso tiene que ser realmente impresionante.

3. ¿Qué canción pondrías ahora mismo?
Ahora mismo creo que me pondría cualquiera de los cuatro o cinco temas memorables que hay en la banda sonora de Conan el bárbaro, de Basil Poledouris. Siendo un compositor que no tiene tantas obras grandes, esta es sencillamente perfecta. Pero perfecta de verdad.

4. ¿Cuál es la mentira que no volverías a decir?
No soy una persona que diga mentiras, aunque algunos no quisieran creerme cuando lo proclamaba. Se me nota tanto, que me parece absurdo hacerlo. Puedo evitar una respuesta, pero no dar una falsa. Así que no se me ocurre ninguna mentira que no repetiría... Simplemente, es que no mentiría.

5. Descuelgas el teléfono, te ha sucedido algo, ¿a quién llamas?
Lo más normal es que fuera a mis padres. A menos que ese algo que me suceda lo pueda solucionar otra persona. Suelo ser pragmático para esas cosas.

6. Caminando por la calle, ves venir de frente a una persona de tu pasado, ¿quién te gustaría que fuese y en qué situación te gustaría que te encontrase?
Esta es buena... Hace no mucho se me pasó por la cabeza una compañera del instituto que me caía muy bien aunque tampoco tuvimos una relación muy estrecha, que no volví a ver desde que salimos de allí y de la que me gustaría saber algo... Sin pensar en situaciones especiales, simplemente por saber de ella. Y no, no he conseguido dar con ella a través de las redes sociales.

7. ¿Te han detenido alguna vez o similares?
¿A quién? ¿A mí? Con lo bueno que soy... Creo que el castigo más grande que he sufrido fue cuando tenía seis o siete años y me pusieron en el colegio contra la pared... Y creo que la causa era que estaba hablando en clase. Y, claro, ya se sabe que con esa edad los niños tienen que estar callados para escuchar las clases magistrales de sus profesores, imprescindibles a esas alturas para sacarse el doctorado...

8. ¿Cuál crees que es la solución para salir de la situación económica que angustia a este país?
Una solución doble. En primer lugar, un batallón de inspectores que acabara con todos los fraudes y gastos innecesarios. Eso sí sería ahorrar y permitiría no tocar las líneas rojas de lo que tiene que afrontar un Estado, además de que desenmascararía esos recortes "imprescindibles" que nos cuentan ahora mismo nuestros adorables gobernantes. En segundo lugar, equiparar de una maldita vez lo que ganan los ciudadanos y lo que le cuesta vivir en este país. Porque con el desfase actual me parece imposible salir de ninguna crisis.

9. Si pudieras corregir uno de tus defectos asumidos, ¿cuál sería?
Debida a mi resistencia a decir "no" cuando no tengo otra tarea apuntada en la agenda, mi excesiva disponibilidad para todo el mundo, y eso incluye a gente que no lo merece. Pero ya lo estoy corrigiendo. Poco a poco. Aunque sigo pensando que si puedo ayudar a alguien, ¿por qué no lo voy a hacer...?

10. ¿En qué película te gustaría vivir durante una semana?
Esta pregunta podría tener una respuesta diferente cada vez que alguien me la hiciera. Pero pensando en que hablamos de una semana, y dado que muchas de las películas que me venían ahora a la cabeza no abarcan tanto tiempo en su historia, me voy a quedar con siete días a bordo del Suprise, bajo el mando del capitán Jack Aubrey y con el doctor Stephen Maturin. La película, Master and Commander.

11. ¿Cuál es esa pregunta que siempre te hacen y nunca contestas?
No tengo una pregunta recurrente que no conteste por sistema. Y tampoco suelo evitar tipos de preguntas. No sé, probadme, preguntad y lo descubrís...

Y estas son las once preguntas que dejo por si alguien las quiere contestar, en los comentarios o en sus propios blogs...
1. Un personaje de ficción (película, libro, cómic, serie...) te ha enamorado para siempre, sin remedio y por encima de todos los demás. ¿Quién es?
2. ¿A quién y por qué has mandado a freír espárragos (o cualquier expresión análoga, reproducible o no) con mayor contundencia en toda tu vida?
3. ¿Qué no has hecho nunca que te gustaría probar en algún momento más o menos cercano?
4. Dejando al margen felicitaciones navideñas o de cumpleaños, ¿cuándo fue la última vez que enviaste una carta personal por correo físico y no por e-mail?
5. ¿Engañas mucho al escribir o dejas ver la persona que realmente eres?
6. ¿Cuál ha sido el mejor momento de tu vida que tenga que ver con el deporte?
7. Una manía que no hayas sido capaz de corregir a pesar de que todo el mundo te dice que tienes que hacerlo.
8. ¿Cuál es la última película que dejaste de ver y por qué?
9. Te toca un millón de euros en cualquier lotería. ¿Cuál es el primer gasto que haces con ese dinero?
10. ¿Crees en las casualidades?
11. ¿Cuál crees que es la principal razón por la que ahora mismo estás como estás en tu vida, sea bien o sea mal?

viernes, diciembre 21, 2012

Felices fiestas

Pues así como quien no quiere la cosa, resulta que nos hemos vuelto a plantar en los diez últimos días de diciembre y, obviamente, del año. 2012 se va y entramos en el peligroso terreno en el que, se celebren o no, todo el mundo se dedica a felicitar al prójimo por estas fiestas. Bueno, no, vale, no todo el mundo, que uno no tiene más que cruzarse con algunos de sus vecinos para comprobar que ni las Navidades les impide ser tan siesos. En el fondo da un poco igual. Los motivos por los que hay gente que adora la Navidad son tan comprensibles como los que tienen los que la detestan, aunque con estos últimos soy más comprensivo porque viven en un mundo sobrecargado de luces, felicitaciones y mensajes consumistas que no quieren.. Ni en uno ni en otro extremo, yo simplemente uso la Navidad como excusa para mandar buenos deseos a todo el mundo. Eso, desde luego, no hace daño, se sea creyente o no, se sea consumista o no, se sea feliz en estas fechas o no.

Esta que encabeza la entrada, con una de las miles de luces que adorna Madrid en estas fechas, es la felicitación que he mandado por correo electrónico a, creo, todo el mundo que tenía que recibirla. Igual se me ha pasado alguien porque ahora mismo el orden que hay en la libreta de direcciones de mi e-mail es, por decirte de forma eufemística, un auténtico desastre. Algunos de los que pueden pasar por aquí la tendrán ya en su bandeja de entrada, pero, como se trata de mandar buenos deseos para el próximo año que comienza en apenas diez días, la reiteración nunca está de más. Que paséis todos unos días muy felices y que 2013 os traiga todo lo que soñáis que puede suceder en los próximos doce meses. ¿Veis? Se puede decir sin siquiera pronunciar la palabra "Navidad". Y quien quiera me puede responder con un "paparruchas" que, aún siendo una palabra preciosa, la rebatiré lo mejor que pueda.

sábado, diciembre 15, 2012

Incontinencia viral

Otra vez, los medios de comunicación se han equivocado a lo bestia. Carme Chaparro lo cuenta en su blog mucho mejor de lo que yo lo haría, así que no voy a insistir en el relato de cómo durante unos interminables minutos se culpó de la horrible matanza del colegio de Conneticut a un hombre inocente, cuyo mayor delito era ser hermano del verdadero autor. Pero sí tengo claro que esa es una muestra del fracaso de los medios en esta era de Internet en la que la inmediatez se ha convertido en el único argumento a seguir, sin pernsar en las consecuencias. Se ha acabado, ya para siempre, aquello de la comprobación de la información, de la verificación de las fuentes, de asegurar que algo es cierto antes de difundirlo. Ahora lo que importa es llegar el primero y generar impacto. ¿Que no es verdad lo que se dice? Ya se desmentirá y, como mucho, se pedirán las oportunas disculpas.

Pasa en lo más anecdótico (me acuerdo ahora de Manu Carreño anunciando el pasado verano que el Málaga iba a descender a Segunda División B por deudas, cuando todos los organismos oficiales que tenían que ver con esa decisión estaban desmintiéndolo; por supuesto, Manu Carreño sigue en su puesto de trabajo, asumiendo cero responsabilidades por una metedura de pata así), y con casos como este es obvio que también pasa en lo más trascendente. Periodistas, comunicadores y responsables de medios de comunicación no se quieren dar cuenta del daño que pueden hacer. A Ryan Lanza, ese hombre acusado desde los medios primeros y desde las redes sociales después, no le pasó nada, pero imaginad que en un momento dado se llega a cruzar por la calle con el padre de un niño que va a esa escuela norteamericana. ¿Qué habría podido hacer ese hombre? ¿Qué hubiéramos hecho cualquiera de nosotros si tenemos la certeza absoluta (si lo dice la tele, será verdad) de que tenemos ante nosotros a un asesino?

Quizá el resultado podría haber sido similar al de la enfermera de la ya famosa broma de una radio australiana. Será muy divertido eso de ir gastando bromas radiofónicas, pero ¿alguien se para a pensar en las posibles consecuencias de dichas bromas? Obviamente, este caso es extremo. Poca gente se suicidará después de ser objeto de una broma, del calado que sea. Pero hay consecuencias de otra índole que podrían haber sucedido. Supongamos que esta enfermera no se quita la vida. Entonces no se habría producido revuelo mediático. Pero supongamos que la enfermera tiene un jefe severo que decide despedirla por revelar información confidencial. Supongamos que esa enfermera necesita imperiosamente ese trabajo para salir adelante, que tiene una hipoteca brutal, o familiares enfermos a su cargo, o niños pequeños que cuidar. Por unos minutos de despreocupado divertimento radiofónico, acabamos de cambiar por completo y de la forma más estúpida la vida de una persona. Por supuesto que no han cometido ningún delito. Pero olvidamos con frecuencia que muchas acciones reprobables no tienen por qué tener sanción en un código penal.

Eso sin contar con la presunción de inocencia, uno de esos derechos que todos sabemos que no existen ya en esta era de las nuevas tecnologías de la información. Carme Chaparro cita un caso espeluznante que todavía recuerdo. Muere una niña de tres años y rápidamente se informa, se confirma y se insiste en que el asesino es el padrastro de la cría. Se le detiene como sospechoso (que no como culpable). Se dice que la pequeña ha sido violada antes de ser asesinada. Y después se confirma que la muerte se debió a una caída desde un columpio, en la que la chiquilla se golpeó la cabeza. ¿Alguien puede ponerse en la piel de ese hombre? No sé si será una buena o una mala persona. Ni siquiera sé si quería a esa niña o a su madre. Pero además de perder esa vida que tenía antes del accidente porque nada es lo mismo tras una tragedia así, quedó marcado para siempre como un asesino. Lo dice la portada de un periódico. Lo dijeron en la televisión. ¿Eso cómo se repara? ¿No sería necesario tener paciencia y no llegar a conclusiones desde el comienzo?

Durante los seis años y medio que trabajé en una gran redacción, vi bastantes desmentidos de muertes. Hay un atentado de ETA y hay una víctima mortal. No, espera, no se ha muerto. A pesar del error periodístico, grave y en teoría imperdonable (obviamente, la verificación no ha sido correcta porque el hecho no se ha producido), el beneficio de la realidad es evidente. No hay muerto, todos felices. Eso pasa mucho, y los medios digitales se han sumado a esa tendencia de matar antes de tiempo a mucha gente, sean famosos ingresados por motivos de salud o anónimos en accidentes o atentados. ¿Pero qué pasa en casos como este? Vamos a otro caso. ¿Es capaz de imaginarse alguien que acabe probándose la inocencia del padre de Ruth y José, los dos niños de Córdoba que tantos minutos de televisión y tantas páginas de prensa han acaparado por su terrible desaparición? Digo probar su inocencia, no que se pueda demostrar su culpabilidad, que esa posibilidad es diferente. A ese hombre ya le hemos juzgado y condenado social y moralmente antes de que se siente en el banquillo de un tribunal. Y, sí, tiene toda la pinta de ser culpable. ¿Pero estamos dispuestos a asumir las consecuencias de haberle señalado tan claramente si es inocente?

Los medios de comunicación no entienden ahora mismo la situación que viven. Están anclados en el pasado, sin comprender las consecuencias de trabajar en un mundo con semejante inmediatez y, en ese camino, han perdido muchos de sus valores. Por eso es tan difícil ser periodista hoy. Porque al periodista se le empuja a ser el primero en dar una información, nunca a comprobarla y tener la absoluta certeza de su veracidad antes de lanzarla hacia un número incontable de destinatarios, que se multiplicarán en un tweet o un enlace que difícilmente se borrará completamente en caso de error. Tampoco se miden las consecuencias de la publicación de una información, y estoy convencido de que eso es algo que tiene que formar parte del trabajo de un medio de comunicación. Es una conducta irresponsable que, por desgracia, no creo que se vaya a detener. Y provocará episodios truculentos de esos que nos entretendrán durante unos días, unas semanas a lo sumo, y después caerán en el olvido. Hasta que se produzca el siguiente y la incontinencia viral, instigada en primer lugar desde los medios de comunicación, siga haciendo estragos.

lunes, diciembre 10, 2012

De Kevin Bacon y otros recuerdos laborales

Ha sido leer este post de Aliena y que me asalten de la manera más tonta unos cuantos recuerdos laborales. Veréis, cuando trabajaba donde trabajaba había que encontrar las formas más absurdas de convertir todo lo negativo que tenía aquel trabajo, tantas cosas que casi se merecen un libro, en algo bonito de vivir. No era fácil, no. Pero lo hacíamos, durante mucho tiempo logramos ese objetivo, porque de lo contrarios habríamos sido carne de psiquiátrico. Eramos un poblado irreductible de galos ante el asedio de esos locos romanos que nos rodeaban. Porque si nos parábamos a pensar en el raquítico sueldo que en otros ámbitos sería considerado bono basura, en la suciedad del lugar que amenazaba con devorarnos, en el escasísimo aprecio que tenía el resto de la redacción y las altas esferas hacia nuestro trabajo (porque no lo conocían) o en las nulas posibilidades de progresar en trabajo o salario, la cosa habría sido como para cortarse las venas. Y entonces, entre otras muchas cosas que nos buscábamos para entretenernos, se nos apareció Kevin Bacon. No literalmente, no, pero ahí estaba el actor en todo caso.

Encontramos una página web con una casilla en blanco en la que, introduciendo el nombre de cualquier actor que apareciera en el ingente y exhaustivo listado de IMDB (por si no lo sabéis a estas alturas de la película, toda una biblia de consulta sobre cine), te lo relacionaba con Kevin Bacon en seis pasos o menos. Es decir, tú escribías, por ejemplo el nombre de Chiquito de la Calzada y esta página en cuestión te contaba, así, para dejarte boquiabierto, que Chiquito ha trabajado con Leslie Nielsen en Spanish Movie, que a su vez ha trabajado con David Alan Grier en An American Carol, que a su vez ha trabajado en El leñador... con Kevin Bacon. Tres pasos entre Chiquito y Kevin Bacon. Impresionante. Después habrá hecho muchas películas, pero nuestra pesadilla era Mi perro Skip. Todo el mundo parecía haber trabajado en esa película o con alguien que haya salido en ella. Y sí, vale, venga, aquí tenéis el enlace para que jugueteéis con las relaciones de Kevin Bacon. Ya podéis divertiros poniendo los nombres más absurdos de actores. Y si llegáis a cinco pasos, por favor, decidme con quién lo habéis hecho.

Y ya que me he acordado de esto de Kevin Bacon, me he acordado también de la quiniela que echábamos todas las semanas y que pagaba el que menos acertara. Me he acordado de nuestro Desafío total particular, nuestra lucha por el aire (acondicionado) contra nuestros particulares Cohagen y Ironside. Me he acordado de esas brutales comidas en el desaparecido Actor's (que nunca tuvo a Robert De Niro en su decoración por mucho que lo pidiéramos). Me he acordado de los profiteroles, de la lasaña, de las hamburguesas y del helado de chocolate de las comidas. Me he acordado de los consejos de ministros, del cegepejota (qué forma tan bonita de abreviar Consejo General del Poder Judicial), de aquel narco que nos traía (sobre todo a mi mejor compañero de estos años) por la calle de la amargura... Me he acordado de las cenas de Navidad que al día siguiente tenían su particular crónica, escrita por un servidor como si fuera una de nuestras informaciones periodísticas. Me he acordado de las batallas de bolas de papel que organizábamos de vez en cuando entre crónica y crónica. No sé, me ha han venido tantos recuerdos laborales... De lo poco que sirvieron algunos y de lo mucho que sirvieron otros...

martes, diciembre 04, 2012

'Danza de Dragones', de George R. R. Martin

Price Minister ha organizado una interesante iniciativa para escoger el mejor libro de 2012 de entre una preselección de doce títulos confeccionada por tres blogs literarios. El que yo he escogido es Danza de dragones, la quinta entrega de Canción de Hielo y Fuego, la novela río de George R. R. Martin.
Entre los aficionados a la fantasía, en cualquier manifestación cultural, había pocos títulos tan esperados en 2012 como el de Danza de dragones. Canción de hielo y fuego vive su momento más álgido de admiración gracias a la serie de televisión, Juego de tronos, que mantiene el título de la primera novela y que ya ha tenido su segunda temporada. Además del éxito de la serie de la HBO, la saga ha dado el salto al cómic y triunfan los libros derivadas del original literario. Y, sin embargo, Danza de dragones no se acerca a lo mejor de la historia, que estuvo en el segundo libro, Choque de reyes, y sobre todo en el tercero, el impresionante y épico Tormenta de espadas. El cuarto, Festín de cuervos, y buena parte de este quinto libro transcurren de forma simultánea, y quizá ahí esté el primero de los problemas de este libro.

Martin ha ido configurando una expansión exponencial de su universo. Lo que en el primer libro parecía un duelo entre los Stark y los Lannister ha desembocado en una inagotable presentación de personajes, linajes y culturas diferentes. Lo que por un lado denota un descomunal trabajo de documentación y un brillante ejercicio de prosa como los ya vistos en los tomos anteriores, por otro arriesga la atención de un lector que pasa decenas, prácticamente centenares de páginas sin saber de los personajes que le han enganchado a la historia desde el principio. La minuciosidad de las descripciones es exquisita, pero se lleva por delante el ritmo de la novela. Y no es un problema de extensión, pues es ligeramente más corta que Tormenta de espadas, sino de intensidad.

Durante buena parte de la novela, y este es el problema fundamental de Danza de dragones, se pierde la salvaje capacidad de sorpresa que Martin había convertido en seña de identidad de la saga. Se echan en falta esos finales de capítulo que dejaban al espectador con la boca abierta, esos giros argumentales tan salvajes como extraordinariamente bien justificados, esos cliffhangers que impulsaban a devorar capítulos enteros hasta recuperar ese momento que había dejado sin habla ni aliento. Sí, se echan en falta... hasta el desenlace de este quinto libro. Porque Danza de dragones tiene un final espléndido y ahí radica su punto fuerte. La última media docena de capítulos recupera el pulso narrativo, la contundencia en los eventos narrados y lo más carismático de su ya extensísimo reparto de protagonistas. Ese final, al contrario de buena parte del desarrollo de la novela, sí hace desear por la pronta publicación de la sexta entrega, Vientos de invierno.

Y más aún. Ese final tranquiliza al seguidor más fiel de la saga. Porque las tres primeras cuartas partes de Danza de dragones hacían temer que lo mejor de la saga había pasado ya, que el futuro podía ser un lento languidecer hasta el final de la historia. Pero el último cuarto del libro hace renacer la esperanza con una fuerza impresionante. Es evidente que este quinto capítulo de la historia de George R. R. Martin es una lectura imprescindible para quienes sigan la saga, es una transición obligatoria para encarar la recta final de una de las narraciones más espectaculares de los últimos años, y su autor cuenta con ello. Esa es la razón de que se zambulla sin reparos en terrenos que no le habrían permitido construir la narración desde cero. Eso no oculta que haya mucho material prescindible en las más de 1.200 páginas de Danza de dragones, pero su desenlace, tan abierto como siempre en Canción de hielo y fuego, es esperanzador. Porque puede que lo mejor esté todavía por llegar.

domingo, diciembre 02, 2012

Expocómic 2012: ¡Qué grande es ser friki!

Expocómic 2012 ha cerrado ya sus puertas después de cuatro días frenéticos de firmas, charlas, visitas de autores, puestos de cómics y exposiciones. Pero me van a perdonar los profesionales, tengo que empezar hablando de los aficionados. En primer lugar, da gusto que cuando el salón madrileño del cómic tuvo que cambiar de ubicación por el cierre de los espacios municipales tras la tragedia del Madrid Arena (evitable, vergonzosa y muestra de cómo es este país... y una parte muy concreta de su clase política, pero eso es otra historia), la respuesta ha sido extraordinaria. La ingente cantidad de aficionados al noveno arte que abarrotaron el pabellón de Matadero Madrid que ocupó Expocómic ha sido una espléndida noticia. Sobre todo el sábado, la marea humana y las colas para entrar al recinto fueron considerable. Gentes de todas las edades y con gustos muy dispares, unidas por la afición a las viñetas y la defensa de un ámbito cultural que todavía sigue sin tener el mismo respeto que otras. Magnífico.
Si la presencia de gente da vida a un evento como este, que los aficionados acudan disfrazados (el famoso cosplay) es algo fascinante. Ellos se merecen un aplauso porque aportan colorido, cariño y entusiasmo a una cita que no solo va de vender cómics, sino de expresar el amor que algunos sentimos por ellos, por sus historias y por sus personajes. Es un lujo dar con gente tan abierta y simpática, charlar con una chica que llevó un disfraz diferente en cada día de Expocómic, y todos logradísimos; con otra que, vestida de Locura (de los Eternos del gran Sandman de Neil Gaiman, resignada por el hecho de que Muerte, su compañera de cosplay, sea más conocida pero no por ello menos encantadora que su compañera), me regaló un pez de papel (es la Locura, no lo olvidéis) porque fui uno de los seis primeros en reconocerla. O simplemente ver el entusiasmo que le pone la gente para hacer sus propios disfraces, independientemente de los fallos que tengan en su factura o de que no se acerquen sus dueños al imposible físico de los personajes del mundo del cómic, el cine o el videojuego. Grandes todos ellos. En este enlace podéis ver una galería de casi medio centenar de fotos de los cosplayers que han amenizado esta edición de Expocómic.

La organización, a cargo de la Asociación Española de Amigos del Cómic, se merece un gran aplauso. Cuando a tan poco tiempo del arranque se quedaron sin sede, que hasta ahora venía siendo el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, se temió que el salón tuviera que cancelarse o, al menos, retrasarse. Nada de eso. Y se han levantado de tan duro golpe en tiempo récord. Es verdad que ha habido imprecisiones, actividades que no han terminado de funcionar y detalles de los que siempre se queja el aficionado (la temperatura, la iluminación, el espacio...), que para eso paga religiosamente por su entrada, pero los organizadores se han ganado una mirada amable y un merecido aplauso. Sobre todo, además, por la enorme amabilidad y gran disposición de todo el staff que poblaba los pasillos del recinto para ayudar a profesionales y aficionados. Han estado de diez. Quizá lo más criticable haya estado en el siempre espinoso asunto de las firmas, muy difícil de manejar pero todavía a la espera de una fórmula que satisfaga a todos y evite problemas.

Y vamos con los autores, que es lo que da un toque personal a Expocómic para cada visitante. Junto a la convivencia entre aficionados (da gusto encontrar compañeros que se centran en difundir las bondades de Superman, tipos que quieren hacer cortos o simplemente lectores de cómic que, sin conocerse de nada, se ayudan o inician conversaciones sobre maravilloso y amplísimo mundo), los autores vienen a ser la salsa de este tipo de reuniones. Y ha habido de todo. La verdad es que no me voy a detener mucho en lo que no me ha gustado, pero procede lamentar la actitud de Simon Bisley, al menos el último día de firmas. Con síntomas evidentes de no haber llegado al domingo por la mañana en la mejor de las formas, decidió solventar con displicencia su sesión de firmas anunciando que no haría dibujos y que se limitaría a estampar un garabato en volúmenes realizados por él. Peor para él. Es muy bueno, pero no puede actuar así y no denunciarlo sería injusto. Tampoco me gustó mucho que Luis y Rómulo Royo pusieran pegas a dibujar en láminas y no solo en libros, porque la decisión la adoptaron a mitad de la sesión después de hacer algunas láminas, y que se marcharan los primeros y antes de que acabara el horario fijado para esta sesión. De nuevo, allá ellos. Así pierden seguidores, por muy buenos que sean.
En el otro lado de la balanza se situó el otro gran artista internacional, junto a Herb Trimpe (con el que no tuve la suerte de coincidir, y cuyo vuelo se retrasó, imposibilitando su presencia en la sesión de firmas del día inaugural del salón), que estuvo en el Expocómic, Tom Lyle (en la foto que encabeza este párrafo). Cierto que no muchos aficionados pudieron marcharse del salón con su dibujo por su dedicación, probablemente excesiva, a cada uno de los originales que hizo. En su primera sesión, apenas dibujó seis. Pero a todos los dio un trabajo de calidad, honesto y muy conseguido. Y les ofreció su charla y sus conocimientos, no solo a los que tuvieron la suerte de llevarse un original, sino también a los que solo pudo darles su firma en un cómic. Para mí siempre será el autor de las dos primeras miniseries de Tim Drake como Robin y fue una gozada compartir impresiones con él, por breves que fueran, sobre aquella aventura profesional. Se divirtió con los demás autores y con los aficionados. Hacía fotos de sus dibujos y se dejaba fotografiar por todos. Tom Lyle estuvo de diez y se ganó el cariño de todos.
En los stands de editoriales y tiendas también hubo muchas sesiones de firmas. El jueves y el viernes fueron días mucho más accesible que el sábado, e incluso en muchas casos el domingo, en los que la asistencia fue muy superior, pero hubo muchas y muy diversas opciones en este Expocómic. Se cayeron autores como Santiago Valenzuela o Florent Maudoux, pero a cambio aparecieron otros. Entre los más activos por días y por diferentes stands en que se le pudo ver estuvo José Miguel Fonollosa (en la foto anterior, a la izquierda). Y fue, de largo, el más puntual en acudir a todas sus citas. Tantas veces se falta al respeto al aficionado y su tiempo, que a veces se nos olvida agradecer esa disponibilidad. A Sergio Bleda (a la derecha de la misma foto) hay que agradecerle el detalle de los originales que dibujó, de entre los mejores acabados de todo este Expocómic. Y siempre dispuesto a conversar, como Víctor Santos, que mantuvo amenas tertulias con los aficionados sobre sus cómics y sobre series.
Para mí, los nombres de este Expocómic, lejos del listado de autores con los que se atrajo al aficionado con sus firmas en el escenario, fueron El Torres (en la foto superior firmando junto a uno de los brutales dibujos que me hizo su ilustrador) y Gabriel Hernández. No solo soy un entusiasta apasionado de su obra conjunta (El velo, El bosque de los suicidas; obras que recomendé a otros lectores en las esperas para las firmas), sino también de la de Torres con otros dibujantes (Tambores, Nancy in Hell). A Hernández, que me dio un original con acuarela hecho con un mimo exquisito, aún no le he visto nada sin El Torres. Pero caerá. Con ellos tuve la conversación más amena, sincera y agradable de los cuatro días de Expocómic y El Torres le puso el broche de oro con un detalle de los que hacen afición. Como también es de agradecer que Mortimer se comportara como un auténtico profesional, respetuoso con el aficionado con cuidadas ilustraciones de regalo y dándole algo que solo se le puede dar al lector en un salón del cómic. Llegó con su propio papel para dibujar y entregó a los fans chapas, pegatinas y un vistazo a bocetos de sus próximos trabajos. Así es, insisto, como se hace afición. A mí, desde luego, ya me tiene a la espera de nuevos trabajos gracias a su accesibilidad.
Con Uli Oesterle tuvo una muy agradable conversación sobre los  toques autobiográficos que esconde la psicodélica Hector Umbra. El alemán, que se comunicaba en un inglés muy fluido, pidió no una sino dos cervezas para pasar la hora de firmas y no dudó en pedirme que le hiciera llegar las fotografías que hice de los momentos en los que me estaba ilustrando el original que me llevé conmigo. En breve, en cuanto estén retocadas, las tendrá. Es grande la comunicación entre el autor y el lector. No puede faltar en un Expocómic el paso de un clásico como Azpiri, que siempre está dispuesto a hablar de proyectos futuros. Fue también una delicia tener unos minutos para ver trabajar a José Villarrubia o Daniel Sampere, dos dibujantes españoles ya consolidados en la industria norteamericana. Del segundo, por cierto, hay que decir que llegó tarde a sus últimas firmas, las del domingo por la mañana, pero retrasó también su hora de comer hasta que todos los aficionados que habían esperado su llegada se marcharan con su original. Y por apresurados que fueran, o incluso dibujando con una mano mientras hablaba por el móvil con la otra, su Joker, su Superman, su Batgirl o su Supergirl fueron sublimes.
No quiero olvidarme de dos autores más. En primer lugar, Rubén del Rincón (arriba). El autor de la magnífica Entretelas llegó tarde al horario de su firma en el stand de la tienda Comic Hunter. Uno de sus encargados (mil gracias por el trato, porque no todo el mundo se porta así) me ofreció amablemente que le dejara los volúmenes para que me los firmara, pues tenía hora en el escenario con otro autor. Cuando volví, ambos ejemplares estaban firmados y dedicados, y aunque estaba ya cercano el final de su hora de firma, Del Rincón se detuvo a hacer varios dibujos más que, encima, nada tenían que ver con su obra. A mí me regaló un Batman sin que yo le indicara nada. Telepatía, es sin duda mi superhéroe favorito. Y detrás cayeron un Joker y un Superman. Nos dijo que si veíamos por los pasillos al editor de DC le enseñáramos los dibujos. Sin duda, yo apuesto por un Batman de Rubén del Rincón, amigos de DC. El segundo autor en el que me quería detener es Jorge de Juan. Ha publicado hace no mucho Otra puta novela gráfica, que aún no he podido leer. Para mí es el dibujante de su primer trabajo, Moscas y dragones. Le hizo una ilusión tremenda ver el libro. Y más que le dijera que, honestamente, me había encantado aquel trabajo que hizo con Juan Luis Iglesias sobre el maltrato. Me encantó su cercanía y su honestidad. No paró de dar las gracias por mis palabras cuando somos los lectores los que tendríamos que dárselas a quienes nos entretienen con su buen trabajo.

Expocómic es uno de esos sitios que merecen la pena y al que lamento no haberme acercado antes. Tiene por supuesto sus fallos, pero es una cita que tiene que convertirse en imprescindible. En algún stand escuché que este salón es como los Goya y que el de Barcelona es como los Oscars. Por lo que dicen, y a la espera de que algún año me pasa por la Ciudad Condal para verlo, la comparación parece acertadísima. Así que nos toca trabajar desde la capital para que Expocómic sea cada día más grande, para que las editoriales quieran estar ahí y para que los aficionados tengan cada vez más un lugar de encuentro más bonito. Que por difusión no sea. Y, sí, ¡qué grande es ser friki!

lunes, noviembre 26, 2012

Sobrinos postizos

Hace ya algunos años -muchos, cómo pasa el tiempo-, un tablón de anuncios en la facultad tuvo la culpa de que conociera a un tipo que es hoy, y ha sido desde hace también muchos años, un amigo de los de verdad. Porque a lo largo de la vida uno se va encontrando amigos -¿por qué la gramática no obligará a que ese Amigos vaya con mayúscula inicial?- y esos que se dicen amigos pero que en realidad nunca lo han sido o en un momento dado han querido dejar de serlo, de esos con los que te cruzas en el metro o en la calle y no tienes ganas ni de cruzar un "hola". Este amigo, que son "esos amigos" porque ha tenido la inmensa suerte de dar con otra persona excepcional y son una pareja alucinante de esas que me dan una envidia descomunal, hace algunos meses nos dio la noticia de que se iban a convertir en "esa familia". Ya lo son. Y hoy ha sido el día en el que he conocido a su recién nacido. Mi sobrino postizo, que así es como llamo yo a estos críos que traen al mundo personas especiales para mí. Porque no es mi sobrino, no somos familia, no tenemos eso que llaman vínculos de sangre. Pero eso me da igual, lo que importa es el cariño y ese se gana por otros motivos.

Le tenía hoy en brazos -¡sus padres son unos valientes confiándomelo aunque solo haya sido durante unos minutos- y, antes de quedarse dormido otra vez después de lo que les ha costado despertarle, me miraba con sus ojillos entreabiertos. No sé qué estaría pensando. Igual "quién es el tipo este que me tiene en brazos". O "por qué me estará hablando como si le entendiera, si yo lo único que quiero es dormir". O igual es que ya se ha acostumbrado a nuestras voces, como decía hoy otro amigo de este brutal grupo en el que todavía no sé muy bien cómo he ido a caer -¿y eso cómo se agradece?-, y por eso está tan tranquilo ante semejante panda de tíos postizos raros. A saber qué le pasa por la cabeza a una criaturita que no tiene ni dos días de vida. Pero tengo muchas ganas de que me lo cuente.

Me acuerdo de mi primera sobrina postiza acordándose del autobús que yo cogía para volver a casa aunque nunca ha llegado a verme marchándome en él. O cuando esa misma chiquilla le preguntaba después a su madre qué le iban a traer los Reyes Magos si yo ya le había llevado un regalo antes. O cuando otro de mis sobrinos postizos me pedía que le leyera un cuento antes de irse a la cama y me decía que se lo leyera más despacio, que iba demasiado deprisa. O cuando este mismo se me ha puesto al teléfono y me ha contado algo sobre unas bolas de Navidad que no he sido capaz de entenderle y después me ha preguntado cuándo voy a ir a verle. Me acuerdo de cuando les he conocido a todos ellos, siempre en el hospital, porque no soy capaz de aguantar sin verles por primera vez en cuanto sé que ya están aquí. Y les vea más o les vea menos, siempre me acuerdo de ellos. Son mis sobrinos postizos, qué queréis.

jueves, noviembre 15, 2012

Perdimos todos... pero hay que ver lo importante

Ayer hubo huelga general. Sí, ya sé que llego tarde. Es que todavía estoy asimilando lo que pasó. Así, más o menos por orden, la huelga comenzó con los piquetes, las amenazas de siempre a quienes quisieron trabajar, la "normalidad" proclamada por el Gobierno y el "éxito" defendido por la oposición. Siguió con los detalles que unos y otros esgrimen sin piedad para mostrarse con más razón que nadie. Las redes sociales se inundaron de hechos más o menos graves que, se supone, debían demostrar que el otro estaba equivocado. Los más conservadores colgaban fotos y vídeos de gente insultando a comerciantes, de piquetes y huelguistas sobrepasando los límites de lo legal y de lo ético. Los más progresistas buscaban imágenes en las que la Policía se sobrepasara en su actuación, titulares reaccionarios y provocadores de los medios de derechas y falsedades en las cifras oficiales del seguimiento.

¿Y sabéis qué? Yo estoy convencido de que perdimos todos. La perspectiva se ha perdido. Ya no importa lo que se haga, sino quién lo haga. Ya no importan las razones, sino quién las esgrima. Y no vemos lo importante. En primer lugar, no nos damos cuenta de que la huelga ha dejado de ser un derecho. La gente no elige libremente si quiere sumarse. Algunos privilegiados sí, la mayoría no. Por supuesto, algunos piquetes coaccionan y hubo personas que tuvieron que cerrar sus comercios o no entrar en sus lugares de trabajo por miedo. Eso es grave. Pero eso se ve en las imágenes. Lo que no se ve es igualmente importante. No se ve, salvo que un jefe se vanaglorie de ello en las redes sociales, cuando un trabajador está abiertamente coaccionado por sus superiores para no sumarse o que tras tantos recortes no pueda permitirse el lujo de hacer huelga porque necesita cada céntimo que gana. ¿Hizo huelga todo el mundo que quería hacerla? No lo creo. La prueba está en que las manifestaciones, a decir de todo el mundo, fueron un éxito mayor que el paro.
Para mí es importante que quien se pase de la raya pague por ello. Ha habido muchos detenidos (para mí eso no es "normalidad", no sé por qué tiene que serlo), y me imagino que pagarán por ello. Pero también hay mucha impunidad. Y me refiero a quienes se supone que tienen que velar por la seguridad de todos. Parece que cuando hay una manifestación, las normas se olvidan. Es demasiada casualidad que en todas estas últimas concentraciones haya habido heridos de tanta consideración o casos de violencia alevosa e injustificable. Pero lo peor de todo es que, efectivamente, se justifique. Antes de saber que había un vídeo con un mosso golpeando en la cabeza a un crío de trece años, se hablaba de mala suerte. Yo lo que veo en el vídeo es un tipo repartiendo a diestro y siniestro, a la altura de la cabeza, con ganas de conseguir lo que consiguió de la víctima equivocada: sangre. He llegado a leer en redes sociales que el chaval se buscó el golpe por estar donde no debía. Con un par.

Pero es casi peor lo de la chiquilla de 16 años a la que agreden después. Ni les insulta, ni les amenaza, ni supone un riesgo para su integridad. Pero dos agentes, dos, le propinan un empujón y tres golpes con la porra ¿Una adolescente grita a un policía y la respuesta policial es la violencia? ¿Es eso admisible en un Estado de Derecho y en una democracia? ¿Lo es que un responsable policial lo justifique? ¿Significa eso que si pasa un delincuente a mi lado entonces estoy en peligro de recibir una cobarde agresión policial que quedará impune? No voy a generalizar. Yo valoro a la Policía. Muchísimo. Pero precisamente por la responsabilidad que tienen son los primeros que no pueden sobrepasar ciertas líneas. Algunos las están sobrepasando. Y lo que es peor, con la justificación (¿con las órdenes?) de sus superiores y con la comprensión de quienes no comparten las protestas. Eso es una fractura social brutal.
Como la que provocan los políticos. Olvidémonos por un momento de las razones de la protesta. Es decir, no condicionemos nuestra opinión en base al acuerdo o rechazo que sentimos por sus motivos. Todos tendríamos que estar de acuerdo en que la huelga y la protesta en la calle son derechos. Todos tendríamos que velar por su cumplimiento. No tendríamos que tolerar la mofa o el desprecio hacia quienes protestan, sea del signo que sea su protesta. Y sin embargo lo hacemos. Con estas protestas surgen términos como "perroflautas". Pero, aún más, asumimos sin más que se menosprecie su protesta. Indigna que la Delegación del Gobierno hable de 35.000 personas. Es un mal endémico aquello de que el Gobierno de turno falsee las cifras de asistentes a un acto o protesta. Pero en algún momento hay que decir basta. Ojalá hubieran contado con la misma precisión los asistentes a la famosa fiesta de Halloween en el Madrid Arena. Y basta ya de mensajes de "sí, pueden protestar pero voy a hacer lo que me da la gana". Ese era el peligro de la mayoría absoluta. Y eso es importante.
Lo es también el papel de los medios de comunicación. Una manipulación, una falacia, un insulto o un menosprecio a quien ejerce su derecho a la huelga, por el motivo que sea, tendría que tener una condena unánime precisamente porque es un derecho democrático. Portadas como la de La Razón tendría que conllevar una severa reprimenda del colectivo periodístico y, también, de la propia sociedad. Recibirla con forofismo solo conduce a una fractura social inevitable. "Fracasados", dice. Es un titular calculado para ofender a todo aquel que hizo huelga o la defiende, pero circunscrito a los líderes sindicales de la portada para que nadie le pueda decir que insultaba a los manifestantes (lo que recuerda a aquel argumento de Andrea Fabra y su famoso "que se jodan" que fue o no fue para los parados). Explicaba hoy Francisco Marhuenda, director de La Razón, que el titular era impecable, porque quien fracasa es un fracasado. En ese caso, supongo que aceptará que quienes piensen que La Razón es un panfleto que fracasa en su objetivo de informar y hacer periodismo, le llamen fracasado a él como director de dicho periódico.

Y luego está Hermann Tersch, que en una muestra de que el periodismo en España es ya una basura infumable e injustificable, grabó su evaluación sobre la huelga... antes de que la huelga tuviera lugar. Pensadlo fríamente. Un periodista hizo un artículo de opinión sobre un hecho antes de que el hecho sucediera. Le daba igual lo que sucediera porque su opinión vale más que el hecho. ¿Es lícito eso en el periodismo? No tendría que serlo. Pero lo es. La prensa de derechas ha convertido a Tersch en una especie de ídolo por su forma de oponerse a la huelga, cuando en realidad es aplaudido por voceros ideológicos a los que el periodismo no les importa lo más mínimo. Y ahora nos preguntamos porque el periodismo es la profesión con más paro y una de las peor valoradas por los ciudadanos. Por cosas como ésta. Porque la credibilidad es cosa del pasado. Porque Tersch jamás se saldrá de lo que se espera de él. Y puede que eso pase en todos los espectros ideológicos, que ya sabíamos que los sindicatos y su prensa afín venderían la huelga como un éxito, pero hasta que no veamos quienes son los que realmente abusan de estas reprobables prácticas no podremos solucionar el problema.

Ayer hubo huelga. Y la sensación que tengo yo hoy es que vivo en un país cada día más cercano al abismo social. Y me refiero a los motivos por los que se convocó la huelga, sí, pero también al hecho de que ninguno de sus actores, a nivel político, sindical, periodístico, policial y social actuó movido por el bien común. Qué mal vamos. Mal de verdad.

lunes, noviembre 12, 2012

Sunshine Award

La pereza y la falta de tiempo son malos consejeros a la hora de llevar un blog. Al menos no es una pereza por escribir (porque no paro), pero sí de escribir aquí. Esos temas políticos que tanto me gustan cada vez me parecen más deprimentes y sin solución, así que llevo unos días más volcado en mis otros rincones de la blogsfera y del mundo 2.0. Pero como he visto por ahí uno de esos premios que, en realidad, son excusas para hablar de cosas de las que normalmente no hablaría, pues he decidido apropiármelo y contestar a esas preguntas. Digo que me lo apropio porque del blog de donde lo he cogido no salieron nominados. Pero lo hago porque empieza a haber confianza entre la autora de dicho blog y yo, que ya llevamos un tiempo leyéndonos, y además me consta que no le importa que recoja el contenido de esta entrada desde su blog, porque para eso lo ha dicho ella en sus comentarios.

Por lo visto hay cinco normas.
1. Incluir el logo del premio en un post en tu blog.
2. Contestar a 10 preguntas.
3. Nominar otros 10 blogs.
4. Poner un link a tus nominados y comunicarles a través de sus blogs que han ganado.
5. Haz link a quien te haya nominado.

Me voy a saltar lo de nominar a otros diez blogs, que reine la libertad en la propuesta y que lo coja quien quiera. Lo del logo no, porque si no queda una entrada muy sosa con tanto texto. Y lo del link, obviamente, tampoco lo puedo pasar por alto, porque el lugar al que os lleva merece mucho la pena. Lo he cogido de Uno de estos días, de BkindZanks. No me seáis insensatos y pasaos por allí, que la muchacha sabe lo que escribe y a mí me alegra el día cada vez que sube algo a su rincón en Internet. He dicho. Y tras esta introducción, paso a contestar las preguntas de las que se compone este cuestionario:

¿Cuál es tu color preferido o con el que te sientes más favorecido?
Será que le tenía poco miedo a las supersticiones, pero de niño mi color favorito era el amarillo. Con los años me fui haciendo más sensato y provocaba menos a la mala suerte, por lo que me quedé con el azul. Sigo pensado que la culpa la tiene la camiseta de la Real, para qué engañaros. La segunda parte de la pregunta me lleva a pensar que esto, en realidad, no era una elección de color, sino de color de ropa. Y ahí la verdad es que tampoco tengo muchas preferencias. Para casi todo me suelen gustar los colores oscuros, pero no, no soy un gótico que va siempre de negro.

Si pudieras aparecer como por arte de magia en otro país, ¿en cuál sería?

El país en el que está el lugar en el que querría aparecer es demasiado grande, así que no empiezo diciéndolo, no vaya a ser que de verdad exista la magia suficiente como para mandarme para allá y, en realidad, aparezca a centenares de kilómetros de donde quisiera estar. Nueva York. Quiero ir a Nueva York. Sueño con ir a Nueva York. Y estoy seguro de que la palabra "magia" tiene otro significado desde allí. ¿Veis por qué no podía decir Estados Unidos? Mira que si me mandan... qué sé yo... a un pueblo perdido de Texas...

¿Cuál es tu película/serie preferida?

Soy y seré siempre un adorador de Star Wars. Es una parte inmensa de mi vida como espectador cinéfilo, un título que me hizo soñar, reír, llorar, emocionarme, disfrutar y tantas otras cosas positivas que si tengo que decir una película siempre diré esa. Y eso que siempre he dicho que para mí la película más perfecta que existe, se ría quien se quiera reír de mí, es E.T. El extraterrestre. En cuanto a series, tengo que decir Friends. Digo tantas veces que "todo está en Friends" (todo lo que te sucede en la vida entre los veintitantos y los treintaytantos) que no podría decir otra. Pero de nuevo me hago trampas jugando al solitario y menciono dos más, la serie que más me impactó de niño y la que más lo hizo de adulto. La primera es Canción triste de Hill Street (ya he pasado por la sensación de sentirme muy, muy, muy mayor al decirle ese título en una conversación a una amiga de 21 años) y la segunda es Battlestar Galactica. La moderna. Que el encanto de los 70 era grande, pero no tanto...

¿Con qué diseñador de moda o firma te encantaría trabajar?

Creo que esta pregunta no es adecuada para un tipo como yo y evidencia que el cuestionario estaba pensado para otro tipo de público... Pero si la entrevista es interesante y cuenta como "trabajar con", me apunto a lo que sea, que en el fondo sigo siendo periodista.

¿Tonos flúor o pastel?
Esta pregunta me recuerda estas maravillosas conversaciones en las que tengo que admitir que mi vida se rige a través de los colores primarios... Que no se me ofendan los expertos en moda ni los apasionados de los tonos flúor o pastel, por favor...

¿Prefieres el campo o la playa?
Soy urbanita, me temo, pero entre estas dos opciones tengo claro que el campo. Da más libertad, se pueden hacer más cosas, los paisajes son más variados... La playa siempre, siempre, siempre me ha cansado. Me refiero al concepto tradicional de playa, ese de pasar todo el día al sol, en la arena o bajo una sombrilla. La playa la adoro para pasear. Descalzo si el tiempo lo permite, aunque luego me esté acordando de cada uno de los granos de arena que no he conseguido quitarme de los pies. Pero es que me fascina eso de recorrer una hermosa plata paseando, sin mirar a ningún sitio en particular y escuchando el ruido de las olas.

Algo que te encantaría hacer pero por el momento no has podido:
¿Solo una cosa? Imposible. Hay tantas cosas que quiero hacer en la vida... La mayoría de ellas me las callaría por un motivo muy sencillo: son mías, personales e intransferibles, y de ser escuchadas tendría que ser por oídos muy, muy selectos. Esto es como los deseos cuando se soplan las velas de la tarta de cumpleaños o cuando pasa una estrella fugaz (por cierto, la del verano pasado en Torrevieja no me ha cumplido todavía el deseo que pedí...), se estropea si se cuenta. El hecho de firmar con nombre y apellidos también hace que la prudencia me impida contestar a esta pregunta. Que no se sabe quién puede estar leyendo...

Algún personaje histórico que te encante...

Hace algún tiempo me cayó otro meme en el que había que escoger al personaje histórico al que más se admirase. Y ya entonces no supe qué contestar, porque me falta información. Puedo admirar la imagen, las acciones o la trascendencia de un personaje, pero al personaje en sí mismo no lo creo. Me falta mucha información y todos tenemos cadáveres en el armario. Y creo que de estudiante me enseñaron tan mal la historia que no he sido capaz de encapricharme de nadie. Aunque, puestos a decir uno, me quedo con el Cid. Y es que impone eso de ganar batallas después de muerto...

¿Chocolate o fresa?
¿Hace falta responder a esa pregunta? Chocolate. Sin duda. Casi de cualquier manera, negro, blanco, con leche...pero le tengo cierta manía al chocolate con fruta (y mira que a la gente le encanta ese chocolate con naranja, oye...) y al chocolate con licor (abstemio que es uno, qué le vamos a hacer...). Y me gustan las fresas, que conste. Hace años las tomaba siempre con nata, pero no nata montada, sino nata helada, que siempre me ha gustado mucho más, pero ahora me he acostumbrado a tomarlas solas.

Alguien en quien inspirarte...

Creo que esta es la pregunta más difícil de todas... No creo que ahora mismo haya una sola persona en mi vida que se pueda llevar todo el crédito de mis inspiraciones. Cojo un poco de cada una de las personas que me han demostrado que son importantes y que me dedican unos minutos de su vida para que lo pueda entender.

Y esto es todo. Quien lo quiera coger, que se sienta libre de hacerlo...

miércoles, octubre 31, 2012

En una galaxia muy lejana...

Ayer me dio un subidón de adrenalina de estos que me producen las noticias sobre los temas que me apasionan cuando leí que Disney compraba Lucasfilm y, de paso, anunciaba una nueva película de Star Wars para el año 2015. ¡¡¡Una nueva película de Star Wars!!! Aquellos que me conocen, saben lo que es Star Wars para mí. Para aquellos que no, simplemente les diré que allá por el mes de mayo de 2005 estaba yo sentado en un cine viendo el pase de prensa del Episodio III, La venganza de los Sith, y, muy cerca del final, en un instante que no voy a desvelar por si acaso, no pude evitar que se me escapara una lágrima porque estaba viendo el final, para siempre y definitivo, de una saga que ha estado conmigo literalmente todo mi vida, y es que nací después de que se estrenara la primera de las seis películas y desde siempre hubo muñequitos de Star Wars en mi casa. Sí, volviendo un par de frases más atrás, derramé una lágrima hacia el final. Qué le voy a hacer. Soy un sentimental, y además un sentimental friki.

Y el caso es que después del subidón de adrenalina, me entró la duda de no saber qué pensar. Por un lado, es Star Wars. ¡Y si es Star Wars no hay discusión posible! Pero por otro lado, me siento un poco estafado, como cada vez que George Lucas sacaba una nueva edición que había que comprar porque tenía 35 segundos nuevos, porque yo soy de los que se creyó el discurso que Lucas mantuvo durante años que la saga cinematográfica era la historia de Darth Vader, y que estaba más que cerrada con esas seis películas. Pero, claro, las posibilidades de un universo tan amplio como éste... ¡son ilimitadas!, y se pueden hacer tantas películas como se quiera con montones de tramas y personajes diferentes. Eso sí, habría que hacerlas siguiendo los códigos de la saga. Pero muchos piensan, y, aviso, yo no estoy entre ellos, que Lucas se los cargó con la segunda trilogía. Y, claro, me entra el pánico de que le den esto a gente como Michael Bay. ¡¡¡Pero como se lo den a Joss Whedon y monte una como Los Vengadores, a J. J. Abrams y haga algo más grande que su Star Trek, o a Spielberg... y que haga lo que quiera, me vuelvo loco!!!

Vale, vale, ya paro, que el friki que hay en mí se desboca. Pero es que es Star Wars. Sé que ahora está de moda darle palos a esta saga (como en su día, por lo menos en España, se solventaba la universal contraposición entre los seguidores de Star Wars y Star Trek con palos a Spock y los suyos); que la crítica disfruta despedazando cada una de las películas de la segunda trilogía, que el favor que tenía este título en nuestra niñez y adolescencia, casualmente cuando dejaron de hacer estas películas, ha ido pasando a otros títulos y sagas (contra las que, por cierto, parece que eres un sacrílego si sueltas alguna mínima crítica). Y yo no, yo sigo siendo fiel. Para mí Star Wars es lo más grande cuando hablamos de cine. Sí, Jar Jar es un petardo para niños. Sí, no hay dios que se crea el repentino enamoramiento de la reina Amidala. Totalmente de acuerdo, hay escenas que parecen pensadas para lucir efectos especiales y poco más. Por supuesto, me parece una tontería que haya androides de combate que hablen de una forma tan poco carismática. Y el Boba Fett niño es insoportable. Ah, y los midiclorianos. Sí, eso también es una estupidez.

Pero me da igual. Star Wars es Star Wars. Y yo soy un friki. Así que ya estoy pensando dónde estaré allá por el año 2015 cuando la pantalla se quede un mágico segundo en silencio después de leer aquello de "hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana" (¡maldita sea, acabo de darme cuenta de que ya no sonará la melodía de la 20th Century Fox! Ya me han hundido en la miseria poniendo el castillo de Disney en ese momento memorable...), estalle en la pantalla el logotipo amarillo de Star Wars sobre el estrellado fondo negro y resuene otra vez en todo su esplendor la mejor fanfarria jamás escrita para el cine. ¿Se viene alguien a compartir ese momento... y todo lo que venga después?

jueves, octubre 25, 2012

El discurso del Rey

Suelo prestar atención al Rey en su mensaje navideño. Sí, sí, ya sé, soy uno de los pocos que lo hace junto con algunos dirigentes de partidos nacionalistas, deseosos de reaccionar a cámara al día siguiente. Suelo prestarle atención porque es el jefe del Estado y en algo tendría que contar esa condición. Pero cuando el jefe del Estado pierde la perspectiva de la situación del Estado en el que ejerce la jefatura se está ganando que nadie le haga caso. Entre su justificación tras saberse de su accidente de caza, los disgustos que le está dando la familia y su creciente adhesión a las políticas del Gobierno actual, algo que no forma parte de sus atribuciones constitucionales y obligaciones sociales con su pueblo, está sumando muchos puntos para que las ideas republicanas cuajen con fuerza en España. Y lo digo sin tener demasiado apego ni desafecto por la monarquía constitucional o por la instauración de una nueva república. Veo pros y contras en todos los sistemas políticos y no soy entusiasta de ninguno. Raro que es uno en este mundo frentista.

El caso es que hoy el Rey ha dicho en Bombay que "las serias medidas de política económica" ya han "comenzado a dar sus frutos". Vale. Como respuesta a esa afirmación, no voy a entrar siquiera en la contestación social que hay a esas medidas ni voy a juzgar si es o no mayoritaria. Simplemente voy a abrir un par de periódicos digitales de hoy en busca de esos primeros frutos de los que habla. El mejor ejemplo de que las palabras del Rey, por muy obligadas que sean para que fuera se crean el mensaje y traigan inversiones a España, no están muy cerca de la realidad lo da el suceso más triste del día. Un hombre se ha suicidado pocos minutos antes de que le embargaran su casa en Granada. A eso es a lo que nos está abocando la forma de responder a esta crisis. A estas soluciones deshumanizadas en las que el banco gana y la persona pierde. Lo pierde todo.Y al mismo tiempo no pasa nada. Todo parece normal. A este hombre no le importan ya las medidas económicas, por muy serias que sean o muchos frutos que estén dando.

Y mientras los jueces denuncian los evidentes abusos legales en este terreno, pero eso no parece urgente de reformar, porque importan más los bancos que las personas, los números que la dignidad de las vidas. Lo que sí es importante regular, como han dicho varios cargos políticos en las últimas semanas, es el derecho de manifestación. No para atender lo que dice Amnistía Internacional sobre el uso excesivo de la fuerza en algunos casos o la impunidad absoluta de quienes se exceden en el uso de la porra con un uniforme y un casco, no. Para proteger a esos que confunden la Ley con la represión. Que serán uno o dos, porque yo no voy a hacer un alegato contra la Policía, pero que, por muy policías que sean, tendrán que responder ante la Justicia como cualquier otro. Porque si hay que protestar contra la financiación ilegal de un partido político o contra la privatización encubierta de la sanidad, tantas veces denunciada como desmentida, para favorecer a amiguetes con dinero público, se hace. Sería mejor que las administraciones paguen los servicios esenciales, porque en Cataluña las farmacias están de huelga por eso. Para otros gastos hay dinero, para medicinas no.

España ofrece mucho más en un día en el que su Rey ve frutos en las medidas económicas, un día como el de hoy, sí. Hasta las cosas más absurdas, vistas desde luego desde el prisma colocado en las alturas. Si no tienes dinero para pagar el uniforme, te pueden expulsar del colegio. Esas cosas suceden, sí. Lo importante no es que un niño esté escolarizado, que ya ha habido noticias de sobra sobre este tema en días anteriores como para que hoy también estén entre los titulares, sino el dinero que tiene. Ojalá fuera eso todo lo grave que sucede en la educación, pero estamos contentos, que para eso Wert dijo con informes de 2010 (gobernaba él entonces, claro) que es mentira que se haya recortado en Educación. Lo de la educación digo yo que alguna importancia tendrá, cada vez menos, eso sí, pero leo que hay un millón de personas sin estudios está en paro, cuando en 2007 eran 400.000. Supongo que ellos tampoco están viendo los resultados de las medidas económicas.

Y resultados tiene, ya lo creo. Los que se veían venir y que todos los meses se concretan en las estadísticas de paro. Así, concretamente y en el día de hoy hemos sabido que desde que se aprobó la reforma laboral, una de esas "serias medidas" de las que habla el Rey, se han disparado los ERE llevados a cabo en España. Gente sin trabajo. En la calle. Sin dinero. Puede que sin futuro. Y sin nada de eso, podemos volver al tema de las hipotecas o de la educación. O a lo de los impuestos, que ya hay propuestas en las que se habla de retirar toda ayuda a la compra de vivienda, incluso con carácter retroactivo o incluir muchos más productos en el IVA normal (el que ahora está en el 21 por ciento), porque si no, y eso se da casi como un hecho que hay que asumir, habrá que congelar las pensiones.

Ya me contará donde están los frutos. Porque yo leo el periódico y hoy no los veo. Si cogiera titulares de ayer creo que tampoco los vería. Y estoy seguro de que con los de mañana seguiré sin verlos. Quizá convendría que el Jefe del Estado abandonara sus discursos escritos por no sé qué asesor, mirara a los ojos a cualquier de los afectados por estas noticias y les dijera que todo lo que acabo de citar no tiene importancia, que es verdad que hay ya unos primeros frutos. Y si no puede o no quiere sacarnos de nuestra ignorancia, porque supongo que seguirá viviendo a cuerpo de rey (¿quién inventaría esa expresión y por qué...?), no creo que sea el único que le agradecería que no pronunciara frases más apropiadas para uno de esos políticos de medio pelo que han provocado la desafección de tantos ciudadanos hacia la política. Porque si eso lo hubiera dicho el portavoz adjunto de no sé qué partido que gobierne en cualquier lugar habría conseguido el titular de prensa que buscaba. Pero creo que el jefe del Estado está para otras cosas. Voy a mirar la Constitución que tengo aquí al lado, en mi estantería, para ver qué dice sobre esto.

martes, octubre 16, 2012

Batasunizados

"En el País Vasco estamos padeciendo las consecuencias de grupos como Nunca Máis. Lo que estamos padeciendo es la batasunización de la sociedad por parte de ETA. Su estrategia siempre ha sido crear estructuras sociales que, sin llamarse ETA, estaban al servicio de ETA". La frases de Jaime Mayor Oreja y la pronunció el 12 de febrero de 2003.
"Yo cuando iba al instituto, las huelgas las organizaban los de Batasuna. En Vitoria, había muchas huelgas, las huelgas los organizaban los de Batasuna, nunca las organizaban los padres y yo por eso creo que por eso los representantes de la CEAPA tienen que pensar si realmente están representando en este caso o no a los padres". La frase es de Alfonso Alonso y la pronunció hoy.

Todos los que no estamos de acuerdo con ellos estamos batasunizados. Somos todos unos radicales. Unos indeseables. Por supuesto, no tenemos razón. Es más, estamos en contra de la razón. Da igual que protestemos por los recortes, por las ayudas a los bancos, por la precariedad de la educación, por la muerte lenta de la sanidad pública y universal, por la insostenible situación de la justicia, por tener que pagar más medicamentos que nunca, por el trato a los inmigrantes, porque los culpables de la crisis no sean juzgados o por el mayor desastre medioambiental de la historia en forma de hilitos de plastinina. Y, sí, estamos batasunizados. Somos como la izquierda abertzale más violenta. Quizá incluso peores. Al menos no somos terroristas. No somos etarras. Todavía. Démosles tiempo, que con sus imbecilidades oratorias se lo merecen. Semejantes estupideces solo pueden mejorar cuando se está tan convencido de que la gente es idiota y no se da cuenta de que nos gobiernan con esta mentalidad retrógrada y tan poco democrática.

miércoles, octubre 10, 2012

Los abusones y lo diferente

¿Puede una mujer de 37 años con sobrepeso presentar un informativo en televisión? Obviamente, no le veo el problema. Un espectador del informativo matinal de la norteamericana WBKT considera que sí. Entiende que Jennifer Livingston, que así se llama la mujer protagonista de este caso, es un mal ejemplo para la comunidad, en especial para las chicas jóvenes, porque, a su juicio, lo que muestra apareciendo en pantalla es "una de las peores elecciones que una persona puede adoptar y uno de los hábitos más peligrosos que mantener", la obesidad. Jennifer Livingston decidió responder en directo al e-mail que recibió de este espectador cabreado, el vídeo ha cogido una fama creciente, nombres destacados del mundo del entretenimiento norteamericano han salido en su defensa y el vídeo ha recibido tropecientas mil visitas en Youtube. Vamos a contribuir con alguna más, aquí tenéis el mencionado vídeo, siento decir que en inglés y sin subtítulos, aunque después adjunto traducción de buena parte del mismo.



"No sabes nada de mí y soy mucho más que un número en una escala. (...) Las palabras de ese hombre no significan nada para mí. Pero lo que realmente me enfada sobre esto es que hay niños a los que sí, que reciben e-mails tan críticos como el que yo he recibido y en muchos casos incluso peores día tras día. Internet se ha convertido en un arma, nuestros colegios en un campo de batalla, y este comportamiento se imita, pasa de gente como la que me ha escrito este e-mail. Si estás en casa y hablas de la "mujer gorda de las noticias", adivina, tus niños probablemente van a ir al colegio y llamar "gordo" a alguien. Necesitamos enseñar a nuestros niños a ser agradables, no críticos, y es necesario hacerlo con el ejemplo. (...) Y me marcho con este mensaje. A todos los niños que os sentís perdidos ahí afuera, que batalláis con vuestro peso, con el color de vuestra piel, con vuestras preferencias sexuales o con vuestras discapacidades, incluso con el acné en vuestra piel, no dejéis que los abusones desafíen lo que valéis. Aprended de mi experiencia que las palabras crueles de uno no son nada en comparación con los gritos de muchos".

La respuesta me parece brillante y creo que pone el foco en lo verdaderamente importante de este asunto. En esta sociedad nos sentimos demasiado libres y con derecho para censurar el aspecto, el comportamiento o los problemas de los que nos rodean con una facilidad que da pavor. Y lo hacemos sin pensar en las consecuencias, en cómo pueden afectar nuestras palabras o nuestras burlas a la autoestima de los demás. Es tan fácil dar un empujón para derribar como para impulsar, y optar por uno o por otro define cómo somos. No parece sencillo que una mujer casada y con tres hijos como Jennifer Livingston haga de lo que piensan sus espectadores sobre su aspecto un pilar fundamental de su felicidad, pero podría haber sido el caso. Y, como explica ella, el abusón, acosador o simple gracioso de turno podría haber escogido una víctima que no tenga su entereza, una madurez que le haga ver que se trata de un ataque gratuito o un entorno que le ayude a sobrellevar unas críticas banales como las de este tipo que escribió el mail que desencadena la historia.

El mensaje de Jennifer Livingstone me parece inspirador. Supongo que será verdad eso de que la televisión puede ser algo más que una herramienta de manipulación. Supongo también que tendría que ser normal que una mujer con el aspecto físico que tiene ella puede presentar un informativo, aunque en España la tendencia es obviamente la contraria (y en caso de que se rompiera, sin duda sería una excepción, algo llamativo, una cuota, no el reconocimiento del talento de esa persona en cuestión). Y supongo que también tendría que ser normal que ante un impresentable que manda un mensaje ofensivo nadie se haya preguntando cuál es la línea editorial de la WBKT, si es un medio demócrata o republicano, si es conversador o progresista, a la hora de salir en defensa de la persona agredida. Igual es que todavía tenemos mucho que aprender.

jueves, octubre 04, 2012

La democracia tendría que estar triste

Llevo días pensando cómo escribir algo sobre las protestas cerca del Congreso, las cargas policiales, los delitos que se quería imputar a los detenidos y las reacciones de dirigentes del PP a todo este asunto. Creo que no lo he hecho hasta ahora por tristeza. Tristeza es lo que sentí mientras veía a través de la web de El País y en streaming las carreras de los antidisturbios y de los manifestantes, pero mucha más tristeza es la que me invade con lo que ha venido después. Si me pongo ahora a escribir es porque se ha cerrado el círculo vicioso de la ignominia y la desfachatez y tiene que haber algún momento en el que todo el mundo se plantee decir algo. El mío ha llegado hoy escuchando a ese gran estadista que ha demostrado ser Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso de los Diputados.
Vamos por partes. Hay manifestaciones porque hay un evidente descontento entre la población. No me importa que sean diez, cien, mil, diez mil o un millón de personas. Hay malestar. Eso parece evidente. Aunque se supone que se le paga para solucionar los problemas de los ciudadanos, para el presidente del Gobierno no hay problema, porque él cree que está viviendo una situación "fascinante". Eso lo dijo en una entrevista concedida a un medio extranjero y, supongo que siguiendo su costumbre, después de tomarse su whisky en el avión ante de irse, esta vez a Naciones Unidas a hablar sobre Gibraltar ante un auditorio abarrotado. Nótese que lo de "abarrotado" es una ironía, gracias. Sí, es el mismo presidente del Gobierno que solventó la manifestación independentista de media Cataluña con un ahora no toca porque hay que hablar de temas serios. Es decir, Gibraltar. Porque allí de la economía del español no habló.

El caso es que teníamos unas protestas en marcha. La idea era rodear el Congreso de los Diputados. Es evidente que estoy bastante de acuerdo con las quejas por la situación actual de España, pero no acabo de tener claro por qué se rodeó el Congreso. ¡Si allí no había ni un solo ministro del Gobierno en el momento de la protesta! No es que eso sea noticia, porque ahora el presidente se va a pasar un mes sin pisarlo, esa es la consideración que tiene por el Parlamento. Casi mejor, porque da más explicaciones cuando se marcha al extranjero que cuando está aquí. Nótese de nuevo la ironía. Supongo que la idea de rodear el Congreso pasa por esa extendida idea, no muy desencaminada pero a la que hay que hacer algunos matices importantes, de que todos los políticos son iguales. Y no, no lo son. En esto no.

¿Por qué? Pues por todo lo que ha sucedido a continuación que, moleste a quien moleste, no pasa cuando gobiernan las otras siglas y no las que ahora ostentan el poder. Lo primero es el despliegue policial para blindar el Congreso. Solo eso ya tendría que producir una tristeza inmensa a cualquier demócrata. No por quien protesta, sino por el hecho de que haya que recurrir a eso ante una protesta. Es el centro de la soberanía popular y el pueblo no lo siento como suyo. Algo estarán haciendo mal quienes se sientan allí, pero "autocrítica" es una de las dos palabras desconocidas para los políticos españoles (la otra es "dimitir"). Supongo que, por coherencia, este año no habrá jornadas de puertas abiertas. Digo yo. Palabras de tristeza sí se han escuchado de miembros de algunos partidos. Del que está en el poder no. Es más, se escucharon términos muy gruesos para definir la protesta. Los motivos de la protesta, obviamente, no les interesaban.
Con o sin razón, con o sin motivos, carga la Policía. La actuación acaba con decenas de heridos y con unos cuantos detenidos. Si eso, independientemente de las razones de unos y otros, no le produce tristeza a cualquier persona que lo vea, es que algo estamos haciendo mal. Rematadamente mal. Llegar a eso evidencia un fracaso social y democrático importante. ¿Qué hace el Gobierno? Felicitar efusivamente y condecorar a los responsables policiales que han coordinado la operación. Sí señor, con un par. Eso dará sin duda a la Policía Nacional el respaldo de los ciudadanos. Sobre todo de aquellos que recibieron palos sin hacer nada o los que vivieron lo que para mí son unas escenas terroríficas, las de los antidisturbios entrando en la estación de Atotcha. A mí me parecieron imágenes de otros tiempo con otro color en el uniforme de las fuerzas de seguridad.
La reacción del PP no acaba ahí. En primer lugar, se pueden encontrar noticias que explican en una llamadita de Moncloa que la protesta se cayera de la programación en directo del canal de información 24 Horas, de RTVE (con nuevos dirigentes desde que que los populares llegaron al Gobierno). Después sale Jaime Mayor Oreja, que fue nada menos que ministro del Interior y algo sabrá por ello de todos estos temas, y justifica que no se den por televisión porque no son imágenes edificantes. Lo de la libertad de prensa y el derecho a la información como que parece que no entra en los cálculos del ahora eurodiputado. Pero luego sale la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y lo supera, planteando la necesidad de legislar sobre el derecho de manifestación. Cifuentes no tenía inconveniente en manifestarse cuando gobernaban los otros, pero, ¡ah!, cuando gobiernan ellos las manifestaciones es que no son tan divertidas. La calle es suya. O de Fraga, no lo tengo claro.

Resulta que a los detenidos se les quiere imputar un delito contra las instituciones del Estado. Nada menos. Habría que saber a qué clase de gente se le ha imputado eso desde que España es democrática. Me gustaría saberlo. Quizá así entendamos que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, relacionara estas protestas con el Golpe de Estado del 23-F. Pero llega el juez Pedraz, que por encima de todo es eso, juez, y evidentemente archiva la causa porque no hay por donde coger el asunto. Si el Congreso ha celebrado su sesión sin interferencias, si al Congreso no han llegado los ecos de la protesta porque se ha impedido que los ciudadanos se acerquen, ¿qué delito contra las instituciones del Estado se puede perseguir? Ni idea. Pero, claro, no soy jurista. Y entonces sale el ya mencionado Hernando y dice que Pedraz es un "pijo ácrata" al que responsabiliza, porque él lo vale, de todo acto de agresión o coacción que sufra un político a partir de ahora. De la presunción de inocencia de los detenidos o del respeto a la justicia ese del que se habla cuando los procesados son del PP, nada de nada.
Todo esto evidencia qué hemos perdido de una legislatura a otra. Porque aunque Rajoy diga que estamos mejor que hace un año (¿en qué? ¿se lo pregunta alguien por mí?), no creo que hayamos progresado mucho en economía, educación, sanidad, justicia y otros terrenos básicos para la vida del ciudadano. En la pasada legislatura estaríamos mal, tendríamos unos gobernantes lamentables. Pero en esta estamos retrocediendo a otras épocas que a este paso nunca terminarán de olvidarse en España. Hemos perdido en democracia. Hemos perdido en derechos. Hemos perdido en libertades. Y, qué cosas, eso solo pasa cuando gobiernan unos. Cuando gobiernan los otros, hay manifestaciones que no acaban a golpes, se ponen por televisión y se respetan desde las instituciones, y a los jueces no se les lanzan insultos de patio de colegio cuando no gustan sus sentencias. La democracia tendría que estar triste, pero luego llega la hora de votar y las urnas no evidencian esa tristeza. A lo mejor que no hay tanta gente triste por todo esto.

lunes, septiembre 24, 2012

Extra de whisky y viva el vino

En el fondo es divertido. En España hablamos, debatimos, discutimos y jamás nos pondremos de acuerdo en nada que afecte a la política. Habrá quien se queje por los recortes mientras alguna relacione maliciosamente una protesta ciudadana, salga como salga, con un intento de golpe de Estado de hace treinta años. Habrá quien defienda como inevitables las reformas decretadas por el Gobierno de la mayoría absoluta como imprescindibles. Habrá quien crea que esto es una herencia de un presidente del Gobierno nefasto y quien vea al actual como alguien más nefasto todavía. Habrá quien defienda la necesidad de votar como parte del funcionamiento del sistema democrático y habrá quien piense que no vale para nada. Habrá quien considere imprescindible salir a la calle cuando algo no funciona y quien creo que eso, en realidad, no tiene efecto alguno. Habrá quien vote PP y habrá quien vote PSOE. Y habrá, aunque los medios hagan poco caso a esos, quien vote a alguien que no sea ni PP ni PSOE. De todo eso habrá y en nada de eso nos pondremos nunca de acuerdo.

Pero, además de todo, eso, siempre habrá quien esté volando en un Airbus o en un Falcon del Ejército tomando una merienda con jamón ibérico de 190 euros el kilo. Habrá quien se gaste unos 1.000 por vuelo en licores y vino. Habrá quien se gaste otros 1.000 euros, nunca los mismos porque lo que se gasta no se puede recortar, en una cena en uno de esos aviones para él mismo y otros cinco colaboradores consistente en solomillo, rodaballo, siete botellas de vino y diez cervezas (no me salen los cálculos por comensal...; ¿cuenta como delito la borrachera de Estado?) después de venir del fútbol, que no en este caso de una cumbre europea aunque también se hará, por supuesto. Habrá quien haya dado la orden de que haya "extra de whisky" cuando esa persona suba a un avión militar. ¿Y sabéis quien es esa persona? El presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy. Le pongo el don delante porque alguien que es capaz de dejar que sea un ministro de Economía anuncie un rescate a la banca por nosécuántosmil millones de euros mientras él se planifica un viaje a Polonia para ver un partido de la selección española en la Eurocopa de fútbol, con semejante menú y una copita de whisky en la mano para...
...cantar gol de esta manera, porque sin duda es un golazo, por supuesto que se tiene merecido que le pongan el don delante de su nombre. Faltaría más que no tuviéramos esa consideración. Los datos los publica Interviú esta semana. Yo no digo más, porque para qué. Si esto mañana está más que olvidado y ningún periodista de este país que tenga acceso al presidente del Gobierno (NINGUNO) se va a atrever a preguntarle si no considera una sublime desfachatez ordenar recortes económicos y sociales que empeoran la calidad de vida de los ciudadanos, que amenazan su salud y que destrozan su modelo de vida y su futuro, mientras sabe que en su próximo vuelo va a tener garantizado, y pagado con fondos públicos de esos que no se pueden recortar o cuyo debate no procede, su jamón de 190 euros el kilo con su copita de whisky "porque no le gusta mucho ir en avión" y así se le pasa mejor el viaje. Y dicho eso, sólo puedo sumarme al debate con el único grito posible que se sostiene con esta situación:

lunes, septiembre 17, 2012

Madrid, esa anomalía democrática

En 2003, Esperanza Aguirre se convirtió en presidenta de la Comunidad de Madrid después de uno de los escándalos más grandes que ha habido en la política española en las últimas décadas. Y ha habido unos cuantos. Pero ninguno como el tamayazo. Eso de que desaparezcan dos diputados socialistas imprescindibles para la investidura de un presidente es algo que no sucedió antes y seguramente no sucederá más. Eso de que todavía no sepamos por qué esos dos diputados decidieron arruinar la posibilidad, ganada en las urnas (con otra anomalía, eso sí, la de que pueda gobernar alguien que no es el más votado), de que Rafael Simancas se convirtiera en presidente madrileño con los votos de PSOE e IU es algo que me tiene todavía perplejo. Hubo una comisión de investigación que Aguirre y su partido, ya en el Gobierno regional después de la repetición de las elecciones, dejó en nada para vergüenza de la democracia aunque a casi nadie le importara aquello.

Sé que habrá gente que lo pensará, pero para mí no era cuestión de partidos. No debieron repetirse esas elecciones. Si de verdad fue una pelea interna, Aguirre y el PP tendrían que haber mostrado grandeza y garantizar la investidura del único candidato absteniéndose en la votación, y lo hubiera dicho igual en caso inverso. Así se habría respetado lo que votó el pueblo. Pero no. Además, llamadme malpensado, pero tengo grabadas en la memoria aquellas declaraciones que ahora, con esta dimisión y el repaso a su carrera política, recuerdan algunos medios de comunicación, aquellas que hizo días antes de la investidura (en la que, y eso sí lo digo de memoria y sin total seguridad, ella no se presentó como candidata alternativa) en las que afirmaba que aún no daba por perdida la presidencia de la Comunidad de Madrid.

Desde entonces, y por una cuestión de creencias e ideales, ni mucho menos por una de color político, tengo un desapego absoluto por la política madrileña. Y ese desapego ha ido creciendo según se producían acontecimientos que lo aconsejaban por higiene mental y democrática. Comenzó Aguirre con aquella promesa de dimitir si había algún enfermo en la lista de espera para ser operado durante más de 30 días. Simplemente, cambió los criterios para entrar en esas listas para que no pudiera darse ese caso, y a correr. Como ahora ha cambiado del "más IVA no" y recoger firmas contra el Gobierno central del PSOE a callar cuando lo ha subido el del PP más aún. Luego llegó Gurtel, otro turbio asunto del que en realidad parece que sabemos mucho menos de lo que hay por detrás de las imágenes de la boda de la hija de José María Aznar y Ana Botella.

Y luego, para completar el cuadro de la anomalía democrática en la que se ha convertido Madrid, precisamente Ana Botella se convirtió en alcaldesa de Madrid sin que el pueblo la haya votado. Eso, evidentemente, no es una anomalía del sistema democrático madrileño, sino nacional, porque en toda España votamos listas cerradas y no candidatos a la Presidencia de las instituciones o siquiera por listas abiertas para cada escaño. Pero con esta situación de doble elección por parte de un poder político sin pasar por las urnas del pueblo, Madrid, la capital del Estado, es paradigma de lo mal hecho que está el modelo en algunas cosas. Ni su primer edil ni su presidente autonómico encabezaron ninguna lista en las recientes elecciones. No estuvieron en los carteles. No se votó pensando en ellos. El ciudadano en Madrid ya no pinta nada, votan ellos y punto.

Ahora Esperanza Aguirre dimite y deja la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Como sus explicaciones no han sido todo lo claras que creo que tendrían que haber sido para disipar las dudas, y teniendo en cuenta su historial de declaraciones, se abre la puerta de la especulación de par en par y sin posibilidad de ser cerrada con motivo. Yo no voy a entrar en ese juego, pues nada sé. Si son cuestiones médicas y personales las que le llevan a abandonar el cargo político para el que fue elegida hace año y medio, no tengo nada que decir. Solo mostrar mi más absoluto respeto y desearle que sea feliz con su vida, que ya pasa al terreno de la indiferencia pues sus decisiones no afectarán ya más a la mía. Pero veo muchos agujeros en las explicaciones y en el calendario. Y las dudas no aclaradas son las que alientan siempre los peores pensamientos sobre las razones que hay detrás de una dimisión de semejante relevancia política y mediática.

Y es que no me parece ni medio normal que tres días después del debate sobre el estado de la región, protagonizado obviamente por la presidenta, ésta presente una dimisión que, dice, lleva meditando mucho tiempo. Porque entonces, ¿para qué sirve ese debate? ¿Y para qué sirve la Asamblea de Madrid? En realidad tampoco me parece normal que dimita año y medio después de las elecciones, porque soy un firme convencido de que el mandato de las urnas tendría que ser sagrado salvo causa de fuerza mayor, pero las dudas sobre si achacar su marcha plenamente a su estado de salud hacen que ese argumento quede en suspenso. Lo que no me parece de recibo en ese caso es que no se convoquen elecciones. Porque, de haberse anunciado hace unas semanas, se podrían haber convocado junto a las vascas y a las gallegas. Pero Madrid, como Spain, debe ser different.

Todas estas dudas vienen dadas porque no se retira de la vida pública, sino de la primera línea política. Dice que va a pedir su reintegro al puesto como técnica de Información y Turismo. Es decir, quiere seguir trabajando. ¿Luego hay razones políticas y/o económicas para dejar su cargo que no se quieran hacer públicas? ¿Tienen algo que ver la precipitada convocatoria de la rueda de prensa en la que anuncio su dimisión (dos horas antes) con el contenido de la reunión previa con Rajoy en la que le comunicó su marcha? Porque, hasta hoy, Esperanza Aguirre había hablado de muchas cosas y la mayoría para oponerse al Gobierno. El caso Bolinaga o la ley antitabaco (por lo de Eurovegas) han sido los dos últimos ejemplos de una larga lista, pero evidentemente la situación económica y la realidad económica de la Comunidad de Madrid se ponen directamente sobre la mesa. Porque sigo sin ver a alguien que hace poco tiempo amagó con ser alternativa a Rajoy en el liderazgo de su partido o que siempre haya dicho que quería ser alcaldesa de Madrid anunciando una dimisión y una retirada así como así.

Tengo la sensación de que hay muchas cosas que no se han contado y una sensación aún más clara de que, por desgracia, nunca las vamos a conocer a ciencia cierta. Como con el tamayazo. Y como entonces, sólo podremos especular con lo que vaya sucediendo a partir de ahora. Pero al menos sí se puede decir abiertamente, con tanta rotundidad como pesar, que Madrid es una anomalía democrática por tener un presidente, en breve, y una alcaldesa que no se presentaron a unas elecciones como cabezas de lista. Cuánta falta hace la reforma de la ley electoral y qué poco interés parecen tener en reformarla los únicos que tienen la capacidad para hacerlo.