jueves, abril 26, 2012

Modo friki on

Soy un friki atípico. Friki, desde luego, porque entre mis cuantiosas aficiones está el cómic, el cine, la fantasía... Da igual que venga en formato de película, de libro o de cómic Esas cosas que les gustan a los frikis, vaya. Pero soy un friki atípico porque, por ejemplo, yo no iría a ver Los Vengadores como fueron estos muchachos de la foto. Tampoco soy de los que está deseando que llegue el día del estreno para ir a la típica sesión abarrotada del viernes por la noche. Sí por ver la película cuanto antes (¿en serio queda tanto para que se estrene el próximo Batman de Christopher Nolan?), pero es que en el cine lo que me gusta es ver la película con tranquilidad, sin que nadie me moleste. Estaréis conmigo en que, cuanta más gente haya en una sala, más probabilidades hay de que alguien se dedique a fastidiar la película, sea con un móvil sonando, sea levantándose todo el rato, sea molestándote desde el asiento de delante (¿tan difícil es percatarse de si molestas al de atrás?) o desde el de atrás (¿por qué hay gente empeñada en dar patadas continuamente al asiento?).

El pase de Los Vengadores en el que tuve la suerte de estar, hace ya dos semanas, tenía toda la pinta de ser justo lo que no me entusiasma. Un par de cientos de tipos que iban a comentar cada momento de la película, una sala llena, un patio de butacas antiguo y, por tanto, que no tenía esa disposición de graderío que tantas molestias nos a ahorrado a los cinéfilos en los últimos años. Y, sí, ese pase de Los Vengadores fue justo eso. La chica que estaba sentada en la butada de delante no dejó de gesticular en toda la película y de comentarla con su amiga de la izquierda. Todo el público, todo sin excepción, no paró de aplaudir cada vez que pasaba algo que lo merecía, desde la primera aparición de Iron Man hasta el mejor de los chistes que tiene la película, pasando por el cameo de Stan Lee o la memorable irrupción de Hulk en la batalla final (porque, ¿sabéis...? Hulk aplasta...). Hubo gente que no paró de salir de la sala por motivos que no soy capaz de comprender, incluyendo una mujer que se levantó hasta en tres ocasiones durante los 141 minutos que dura la película. ¿Pero sabéis qué? Creo que nunca había disfrutado tanto de una visita al cine como de ésta. Modo friki on y todo solucionado.

Y es que yo era uno de esos que no paró de aplaudir, de gritar, de vitorear cada momento inolvidable de una película que, aún a riesgo de que haya gente que piense que me he vuelto loco, considero irrepetible. Llevaba tiempo soñando con que fuera "la frikada padre". Lo entrecomillo porque esa es la expresión que he usado desde hace ya unos cuantos meses. Tenía fe en Los Vengadores, pero la comunión que se formó entre lo que pasaba en la pantalla y en el patio de butacas elevó la experiencia a niveles que no me podía ni imaginar. Durante toda la película. Y el momento brutal en el que todos descubrimos el epílogo fue memorable. En unas horas se estrena oficialmente la película en España. Y volveré a verla, claro. Es lo que tiene ser friki. Que cuando llega a los cines una de Star Wars, de El Señor de los Anillos, de Batman o, como ahora, de los grandes de Marvel, no sólo no te importa volver a verla, sino que lo estás deseando. Y estoy deseando el foro de debate posterior. Y después estaré desando volver a verla. No tendré el modo friki tan claramente on, pero, qué le voy a hacer. Soy friki. Creo que eso ya lo había dicho, ¿verdad?

Crítica de Los Vengadores en Suite 101, aquí. En La Sala de Cine, aquí. Y el resto de las fotos de los tipos que fueron a ver la película disfrazados, en A través del Objetivo, aquí. ¿La película? Donde vosotros queráis, pero creo que queda claro que yo la recomiendo a todo friki que ande suelto por el mundo, al friki de la condición que sea y a todo aquel que quiera disfrutar con algo más de dos horas de puro escapismo cinematográfico.

viernes, abril 20, 2012

Unos pocos euros al mes


Dice el presidente del Gobierno que la subida de las tasas universitarias o el incremento del pago en los medicamentos es un esfuerzo necesario de "unos pocos euros al mes". Unos pocos euros al mes. Mucho se mofaron los sectores que todos sabemos del anterior presidente del Gobierno cuando no atinó con el precio de un simple café. Aquello fue un asunto de trascendencia mundial, una evidencia de que no estaba capacitado para gobernar sobre los españoles, un drama de proporciones épicas que demostraba que los únicos caminos como Dios manda son los de la derecha. El hoy presidente del Gobierno, que por si alguien no lo ha notado no es ya la misma persona que antes, habla de "unos pocos euros. Y, sí, claro, no le falta razón. Lo de las tasas universitarias o los medicamentos son unos pocos euros al mes.

Con eso, ya son dos "unos pocos euros al mes". Pero también son unos pocos euros al mes lo que hay que pagar ahora por la luz. O lo del gas. Lo del transporte son unos pocos euros al mes. Lo del IRPF son también unos pocos euros al mes. ¿Lo del IBI?, unos pocos euros al mes. La tasa de basuras, unos pocos euros al mes. Todo son unos pocos euros al mes. Pero unos cuantos pocos euros, conjugados además con un recorte en todo lo que recibimos por esos pocos euros de más que pagamos junto con los que ya pagábamos, al mes acaban siendo muchos euros al mes. Claro que como Mariano Rajoy, cuando no era presidente del Gobierno, no sabía muy bien cuánto ganaba y sólo se atrevía a decir que era "mucho más" que los 300 euros que le dijo una pensionista que cobraba, ahora que tiene que sumar el sueldo de presidente del Gobierno lo más normal es que haya perdido toda noción de lo significan tantos números.

Igual por eso al ciudadano de a pie le pide tantos esfuerzos de "unos pocos euros al mes" y seguimos con la estrategia de colocación masiva de tipos a los que debemos favores, a pesar de haber prometido lo contrario en la pasada legislatura y en la campaña electoral. Como si eso de las promesas sirviera para algo, vaya... Lo que hay que hacer es lo que ha hecho el alcalde de la localidad madrileña de Tres Cantos. Un crack el tío. Que dice que se sube el sueldo para ganar más que un ministro porque el regidor de Colmenar Viejo gana más que él. Pero nos avisa que, tranquilos todos, no le va a costar ni un euro más al ciudadano. No, claro, simplemente recortamos todos los servicios sociales para que el colega gane más porque él lo vale, cual modelo de anuncio de champú. Y si no os gusta, pues ya sabéis, "unos pocos euros al mes" y con eso lo arreglamos todo. Aquí, hablando de la crisis y resulta que la solución era así de sencilla. ¿Cómo no se nos habrá ocurrido antes...?

sábado, abril 14, 2012

Silencio, se caza

Uno de los aspectos más curiosos de todo el debate, el diálogo y la crítica hacia lo que acontece en torno a la Casa Real es que se tiende a olvidar que el Rey Juan Carlos es el jefe del Estado. Yo no defiendo la pervivencia de la monarquía, como tampoco me desvivo por la reimplantación de la república. Qué le voy a hacer, nunca me ha gustado eso de elegir trinchera. Me considero bastante ajeno a ese debate, porque entiendo que muchas de las razones que se esgrimen para apoyar una u otra tienen otras muchas que auguran un futuro no demasiado maravilloso o diferente del presente. El debate, en todo caso, se aviva cuando pasan cosas como el último viaje del Rey para divertise. Lo que en el fondo me parece intolerable de este episodio en el que el monarca se ha rota la cadera mientras cazaba elefantes en Botsuana es que ni él ni el propio Estado se quieran dar cuenta del papel que juega la corona en el entramado institucional actual.

Ya me había venido a la cabeza una frase del Rey antes de que, muy acertadamene, la recordara el coordinador general de IU, Cayo Lara. Y es que es bastante censurable que el Rey dijera que el paro juvenil le quita el sueño mientras en realidad está planeando gastarse de una forma tan egoísta miles de euros de una asignación que se salva de los recortes de la crisis, recortes que afectan de manera sangrante al españolito de a pie. No, hombre, no, eso no se puede hacer. Aquellas palabras, entonces, no pueden entenderse más que como una muestra de cinismo o como un "yo leo el discurso que me toca, que en el fondo da igual lo que diga". Y tanto que se habla de su influencia en el mundo latinoamericano, igual tendría que haber estado en Argentina preguntando por eso de YPF. Digo yo. Y, ya puestos, el Rey podría haber puesto especial cuidado en la fecha. Mira que se criticó a Zapatero por poner las elecciones un 20-N. Pues anda que alentar así a los republicanos un 14 de abril...

Entiendo la actitud del Rey como egoísta, irresponsable y bastante inconsciente, que no hay que olvidar que tiene 74 años de edad y una agenda internacional que se le ha limitado mucho precisamente por su poca facilidad ya para viajar. Pero para ir a Botsuana a cazar elefantes no tiene problemas médicos, por lo visto. Qué cosas Por desgracia, el comportamiento del monarca no es ejemplar cuando si alguien tendría que dar ejemplo es precisamente alguien así. Pero, seamos sinceros, tampoco es demasiado distinto del que adoptarían otras muchas personas, indudablemente la mayoría, de estar en su posición. En posiciones más modestas pero igualmente poderosas hay muchos ejemplos de ello. Y en posiciones incluso miserables, también. Será que el ser humano es así.

Siendo todo esto grave, si hay algo que me molesta de todo este asunto, más allá de todo lo que se ha dicho ya, es la indecente posición de los partidos políticos mayoritarios, de los dos que tienen, han tenido y tendrán la capacidad de hacer algo para evitar escándalos como éste, en especial del que ahora mismo está en el Gobierno precisamente por ese motivo, porque al Poder Ejecutivo se le supone una comunicación con la Casa Real (va una pregunta que nadie ha hecho: ¿sabían en Moncloa dónde estaba el Rey y por qué?). Por ello, es inaceptable que ningún miembro del Ejecutivo valore la repercusión de este viaje privado del jefe del Estado, y que la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, se limite a remitirse al comunicado que emitió la Casa Real para explicar lo sucedido. Bienvenidos a la más absoluta de las impunidades.

Pero, claro, si resulta que el marido de una infanta se ha podido estar dedicando a ganar dinero saltándose la ley y a pesar de tener la vida resuelta, si ex presidentes autonómicos dicen que si alguien tan relacionado con la Casa Real te dice algo tú vas y lo haces por muy ruín e ilegal que sea lo que te piden, y si el nieto del Rey puede ir por ahí con armas de caza que no le están permitidas a su edad, ¿qué no hará quien encabeza todo el entramado monárquico? Si la política tiene incontables posibilidades de hacerlo todo mal y contra las normas, con la de controles a los que se le puede someter (empezando por el voto y acabando en los tribunales), ¿qué frena al Rey, ajeno a todo freno y control? Una de las cosas que más lamento de los gobiernos socialistas que ha habido hasta ahora ha sido su falta de valentía con asuntos como la monarquía. De los gobiernos populares no espero nada. Ahora a lo que toca esperar es al siguiente escándalo real.

martes, abril 10, 2012

Como Dios manda


Nada de lo que está sucediendo en España desde que Mariano Rajoy se convirtió en presidente del Gobierno me está sorprendiendo. Absolutamente nada. En la campaña electoral, como en la precampaña y como en toda la legislatura anterior, era más que evidente que no podía aportar ni una sola idea trabajada, seria o inteligente para solventar cualquiera de los problemas que tiene España. Ni una. Y no por cuestiones de ideología, sino porque su único objetivo era derribar al Gobierno que había entonces, culparle de todos los males y esperar la debacle para llevarse el necesario puñado de votos para ganar. Era evidente que, cuando alcanzara el poder, su política sólo se iba a poder basar en una cosa, los recortes. Y líbreme el patrón de los economistas de juzgarlo como acertado o equivocado a estas alturas de la película pues no soy nadie en cuestiones de esa índole. Pero se negó. Y, así, se mintió. Lo que también parecía evidente, aunque nadie se haya parado a explicarlo, es que si todo se recorta es imposible solucionar el problema que los españoles sitúan como el prioritario encuesta del CIS tras encuesta del CIS, es decir, el paro. Pero se prometió luchar contra él. Como Dios manda, supongo.

Igual llega un momento en que no estemos en recesión, no tengamos un problema de déficit, no veamos agujeros en la Tesorería de la Seguridad Social y Europa nos quiera y nos adore. Es más, yo en la campaña electorla pensé que eso sí lo iban a solucionar en algún momento. Pero llegados a ese punto, si es que llegamos algún día, no sé dónde vamos a estar. O, mejor dicho, donde van a estar las personas en ese reuno de los números. Eso ya intuía que iba a pasar. También suponía que íbamos a alcanzar extremos bochornosos en la forma de adoptar las decisiones, algo que era fácil de deducir para cualquier que haya seguido la trayectoria de Rajoy en todos sus puestos de responsabilidad política pero que, para los incrédulos, ya se vio en la psicodélica rueda de prensa en la que Rajoy anunciaba los nombres de sus ministros y la composición de su Gobierno. La mayoría absoluta y el poder casi absoluto en todas las instituciones del país suponen un arma peligrosísima. Pero el hecho de que se la hayamos dado los españoles con nuestros votos es lo que hace que considere incompresibles muchas de las quejas que se oyen ahora. Incluyendo las de la huelga general de hace unos días. Soy el más ingenuo de los ingenuos, pero decir que esto no se veía venir se sale de todas las tablas de la ingenuidad.

Quisiera pensar que el día 9 de abril de 2012 será recordado como el más esperpéntico del Gobierno de Mariano Rajoy, pero también estoy seguro de que lo acabará superando, seguramente a no mucho tardar. Tengo confianza en Rajoy en ese sentido, se la ha ganado a pulso. Pero hay que reconocer que es sencillamente memorable anunciar un recorte de 10.000 millones de euros en la Sanidad y en la Educación apenas una semana después de presentar los Presupuestos Generales del Estado, confirmando que son papel mojado, y hacerlo mediante una nota de prensa (lo repito, ¡¡¡una nota de prensa!!!) de sólo cinco párrafos de la más absoluta de las indefiniciones. Bravo. Un aplauso para el presidente del Gobierno. El Parlamento no sirve para nada en esta legislatura. El Consejo de Ministros tampoco. Sugiero trasladar la rueda de prensa del Palacio de la Moncloa a la residencia habitual de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, porque sin duda sabrá darle mejor uso que quien ocupa la Presidencia del Gobierno, un tipo que por conseguir un voto se fotografía donde haga falta pero que cuando ha conseguido el poder ha decidido esconderse debajo de no sé qué piedra, cual cobarde personaje secundario de una mala película cómica, y no dar la cara para defender las decisiones que está tomando.

Si lo único que sabemos de este Gobierno es que hace las cosas "como Dios manda", ha conseguido darme la mejor explicación de por qué no tengo creencias religiosas.

viernes, abril 06, 2012

Económicamente viable

Siempre he sido un admirador de Un día de furia. De la película pero, sobre todo y en realidad, de su protagonista. Sí, ya sé, está un poco chalado, tiene tendencias un tanto violentas y algunas sus reacciones son poco menos que inaplicables en la vida real. Al menos si quieres seguir pareciendo el bueno de la película. Pero su ambigüedad me intrigó. Me atrajo la idea de un tipo que, por muy mentalmente desequilibrado que se le vea, va por ahí luchando contra las injusticias de la vida cotidiana, esas pequeñas cosas que a todos nos cabrean y con las que tragamos y tragamos sin poner nunca un punto final a nuestro aguante. Y dentro de esa película, no sé si lo suficientemente valorada o recordada tantos años después de su estreno (es de 1993 y, para mí, el mejor trabajo como director de Joel Schumacher), hay una escena que me llamó poderosamente la atención, la del tipo que no era "económicamente viable".



Cuando uno tiene quince años normalmente no se para a pensar en esas cosas. Pocos con esa edad están pensando en el futuro o son verdaderamente consciente de la necesidad de manejar dinero para poder sobrevivir en esta vida. E incido en lo de sobrevivir. No creo que entendiera aquella escena del todo cuando la vi por primera vez. Todo lo que implicaba. El porqué de la desesperación de aquel tipo que pegaba gritos pancarta en mano. Lo que escondía detrás de su reclamación pública. La clase de mundo del que estaba hablando, hace ya veinte años, un mundo en el que las personas nos hemos convertido en números, en balances, en gráficas, en estadísticas. Ya no somos personas. No para demasiada gente que tiene poder de decisión sobre nosotros y nuestras vidas. Ahora entiendo ese "no me olvides" con el que ese hombre se despide el carismático personaje de Michael Douglas.

Y ahora leo, veo y asumo que no sólo no hemos mejorado, sino que hemos empeorado. Si hace veinte años las personas ya eran números, ahora son menos que eso. No me gusta ese mundo. No me gusta este mundo. No lo entiendo. Los números dejaron de gustarme por culpa de una profesora de instituto que estaba más pendiente de los números que de que sus alumnos aprendieran algo. Y así me hice de letras. Sigo siéndolo, claro. Y por eso sólo me quedan las palabras para lamentar que se estén difuminando cada vez más las historias que esconden los números. Las personas que hay detrás de una cifra. Las vidas que se pierden, se malogran o se malgastan detrás de una estadística. Ese "no me olvides" se refería a esto precisamente. A que en el momento en que no le pongamos rostro a una cifra estaremos cayendo en la negrura del olvido. Y estamos en ese camino, ya lo creo que estamos en él. Si no nos detenemos, llegará un momento en el que casi todos dejaremos de ser económicamente viables. ¿Y entonces qué?