miércoles, julio 25, 2012

La matanza del cine de Denver: reacciones y culpables equivocados

El pasado viernes un asesino acabó con las vidas de una docena de personas en un cine de Denver. Que lo hiciera aprovechando el estreno de la última película de Batman, El Caballero Oscuro. La leyenda renace, ha servido de coartada para lo que sólo puedo calificar de despropósitos periodísticos, sociales y culturales. Todo con el morbo como punto de partida. Casi todo con la hipocresía como base. Siempre he defendido que cuando un asesino mata, el único culpable es él. Pero resulta que cuando un asesino mata basándose en una historia de ficción popular hay que empezar a buscar otros culpables, otras explicaciones, otras causas que se podrían haber evitado. Y yo, ingenuo de mí, no dejo de asombrarme por estas cosas. Soy así, qué le voy a hacer a estas alturas de la película...

En el mundo del cómic, DC ha anunciado que retrasa la publicación del número 3 de la serie Batman Inc., porque "contiene situaciones que podrían ser consideradas material sensible a la luz de los recientes eventos". Al menos es sólo un retraso y no una modificación, porque hay cosas peores. Y es que aún más estupor me ha provocado la noticia de que Warner ha decidido eliminar la secuencia final de uno de sus próximos estrenos, Gangster Squad, porque era un tiroteo en un cine. Como tengamos que suprimir todas las escenas violentas de la historia del cine porque tengan cierta similitud con otra tragedia real, nos vamos a quedar sin películas. Por fortuna, esta moda sólo es cuestión de oportunidad, de márketing, de que se hable de un estreno sin importar que nos estemos cargando el trabajo de años de un equipo y de un cineasta. Es hipocresía, es una autocensura que no tiene razón de ser.

Pero no es algo nuevo. Es de sobra conocido, y muy emblemático, lo que sucedió con Spider-Man, de Sam Raimi. Su primer trailer, maravilloso, culminaba con un helicóptero lleno de ladrones de bancos que el héroe atrapaba con su tela de araña entre las Torres Gemelas, pero llegó el 11-S, el trailer desapareció y la escena se borró casi completamente de la película (los rascacielos se atisban en un breve plano en el reflejo de los ojos de la máscara de Spiderman). Todavía recuerdo con admiración como la misma Warner Bros no sucumbió a la tentación de modificar el final de V de Vendetta, a pesar de que también tenía similitudes con un terrible acontecimiento que sucedió en aquellas fechas (no lo desvelaré para no arruinar el final a quienes no hayan visto el filme o leído el cómic en que se basa). O cómo me entusiasmó que Steven Spielberg no tuviera reparos en colocar un accidente de avión en su versión de La guerra de los mundos, de 2005, junto a otras películas post 11-S que no dudaron en ser fieles a sí mismas.

El Washington Examiner publicó una información con el siguiente titular: "¿Se basó el tiroteo de la película de Batman en un cómic de 1986?". Efectivamente, en El regreso del Caballero Oscuro hay una escena en la que un tipo dispara contra una multitud congregada en un cine. Que sus motivos sean radicalmente opuestos a los del asesino de Denver no importa. Lo que importa para el Washington Examiner es que aquel cómic, "escrito y dibujado por Frank Miller, fue una influencia clave en las películas de Batman de Chris Nolan". "¿Estaba el asesino imitando esta escena del cómic? Puede ser, aunque en la escena el asesino está inspirado por el rechazo que le provoca la pornografía y la música heavy metal. La investigación de la policía sin duda revelará más próximamente", añade. Vamos, que no tiene nada que ver pero aquí lo dejamos para ver si cuela.

En España, ABC tituló su información del pasado domingo de la siguiente manera: "El asesino de Denver: 'Soy el Joker, enemigo de Batman'. Holmes se tiñó el pelo de rojo para parecerse más a un villano de película". El texto de la información tiene once párrafos. La referencia a Batman sólo aparece en dos de ellos. En los titulares, parece más importante la vinculación con esa historia de ficción que el hecho de que matara a doce personas. En el texto, no. En el texto lo que importa es el retrato psicológico del asesino y cómo perpetró la matanza. Pero el titular llama la atención, claro. Como el del Washington Examiner. Y se trata de eso. ¿Que por el camino criminalizamos, o al menos así lo parece, a quien no debemos, al creador de ficción? Da igual. Ya tenemos atrapado al lector. Por cierto, el Joker tiene el pelo verde y no aparece en esta tercera película en la que el asesino decidió matar a doce personas. Pero también da igual.

Para mí, el asesino es el único culpable. Sé que es fácil recurrir a las inspiraciones del mundo de la cultura, pero yo en eso no entro ni caigo. Yo llevo tres décadas leyendo cómics y no me ha dado por ir disparando a la gente por los cines. Llevo toda la vida desde que tengo uso de razón viendo películas con escenas duras y macabras y no me ha dado por imitarlas. He leído docenas de libros con contenidos truculento, morboso y violento que jamás me he planteado llevar a la vida real para experimentarlas como protagonista. Y, sí, peligroso de mí, también he jugado al rol en más de una ocasión. Los asesinos, los psicópatas, los violentos encuentran caminos para revelarse como lo que son. Y yo no voy a apoyar censuras, prohibiciones, alternaciones o cambios en el trabajo de un profesional o de un artista, en el modo de disfrutar la cultura popular, sólo porque un loco haya encontrado en esa obra un motivo de inspiración. Me da igual que sea un cómic, una película, un tipo de música, un deporte o una pintura. La reacción me parece equivocada, tanto como la búsqueda de culpables donde no los hay para satisfacer una fobia hacia una parte del mundo del entretenimiento con la que no se comulga.

lunes, julio 23, 2012

¿Qué es "salir de la crisis"?

Salir de la crisis. Salir de la crisis. Salir de la crisis. No sé cuántas veces habré escuchado ya esa expresión en boca de nuestros políticos, muy profusamente en la mesa de la sala de prensa de La Moncloa tras las reuniones del Consejo de Ministros y especialmente en boca de nuestra vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y nuestro ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Salir de la crisis. ¿Y qué demonios es salir de la crisis? Porque creo que ahí está la clave para entender este embrollo que tenemos montado y del que tan poco nos informa adecuadamente nuestro Gobierno. Con el resultado de las últimas elecciones, yo estaba convencido de dos cosas. Por un lado, hay que ver lo ingenuo que puedo llegar a ser, pensaba que este Gobierno presidido por Mariano Rajoy, arreglaría de alguna manera las grandes cifras económicas. Lo de la primera de riesgo, el déficit y esas cosas de las que la mayoría no tenemos ni idea cómo funcionan pero que inundan titulares e informaciones. En esto, desde luego, no estoy acertando mucho, no.

Pero de lo que sí estaba convencido, y el tiempo sí me ha dado la razón aquí, es de cómo se iba a intentar salir de la crisis. Por mucho que el programa electoral del PP fuera un galimatías de buenas intenciones y frases bonitas que eran imposible de cumplir, su absoluta carencia de compromisos concretos invitaba a pensar lo peor. Para mí era evidente que había un plan oculto, eso sí, de principios y sin detallar. Era obvio que se iban a recortar derechos, que el dinero se iba a ahorrar del y no en el bolsillo del ciudadano, que los servicios se iban a ver mermados, que todas las medidas pasarían por reducir gasto sin atender siquiera a si es necesario que ese gasto lo preste la administración o no. Con los precios subiendo y los sueldos bajando, las ayudas desapareciendo y los servicios públicos malviviendo, al PP le han bastado siete meses de gobierno para superar la más triste de mis expectativas y demostrar que salir de la crisis es para ellos mantener su asiento a toda costa y que la prensa publique cuatro cifras halagüeñas.

¿Con eso saldremos de la crisis? Yo diría que no, pero creo que ahí llegamos al punto central de este debate. ¿Qué es salir de la crisis? O, dicho de otra forma, ¿qué es necesario para que la vicepresidenta del Gobierno se siente un día en la sala de prensa de La Moncloa y pueda decir que la crisis ha pasado? ¿Basta con que la prima de riesgo y el déficit alcancen unos niveles más aceptables? ¿Qué nivel de paro es admisible para dar por solventada esta caótica y dramática situación? Porque igual algún día lo de la prima de riesgo disparada sin control es cosa del pasado y conseguimos (¡ja!) que las administraciones actúen de forma responsable y no se gasten el dinero en chorradas a su mayor gloria y sí en mejorar los servicios públicos. ¿Con eso habremos salido de la crisis? Yo, desde luego, no lo creo, porque es evidente que lo que el Gobierno consideraría salir de la crisis no tiene nada que ver con lo que pienso yo. Sin ofender a quienes se dedican a ello, a mí la macroeconomía siempre me ha parecido que tiene un toque de ciencia ficción. Yo la crisis la mido con el hombre de la calle.

Teniendo en cuenta ese baremo, yo no creo que hayamos salido de la crisis si los sueldos son menores que nunca. Si bomberos, médicos y policías tienen menos medios que nunca para hacer su trabajo. Si el número de desahucios deja de aumentar porque ya no quede gente a la que desahuciar. Si los bancos no dan créditos a emprendedores porque se lo gastan en sueldos multimillonarios a sus directivos. Si en las clases hay cada vez más alumnos y con eso se deteriora la educación. Si cada vez se paga más por los medicamentos. Si la paga extra de Navidad es un vestigio del pasado. Si las pensiones no bastan para vivir. Si los parados no reciben ayuda del Estado. Si la única política para ganar dinero es subir los precios. Si sigue habiendo tanta gente pidiendo en las esquinas, en los vagones de metro y en los parques. Si tenemos que pagar por bienes necesarios precios de artículos de lujo. Si un contrato de trabajo da cada vez menos derechos y protección al trabajador. El bienestar del ciudadano es lo que marca el fin de la crisis. Y eso no va a pasar cuando dejemos de hablar de la prima de riesgo porque todo lo que se ha decidido en estos siete meses lo va a impedir. Que lo de la crisis era una estafa estaba ya claro. Que salir de la crisis se convierta en otra estafa lo veremos algún día.

martes, julio 17, 2012

"¡Que se jodan!"

Un "¡qué se jodan!" como el pronunciado por Andrea Fabra exige más una reflexión sosegada que una visceral y en caliente. No seré yo quien diga que está mal que cada cual se desahogue en las redes sociales como lo necesite en un momento dado, eso está claro. Es, además, un ejercicio muy sano y relajante. Pero más allá del ruido mediático, creo que sería interesante ver qué supone lanzar un grito así en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. "Nada" sería la primera y más lógica respuesta. Gracias a Andrea Fabra y a todos sus superiores por consentirlo como algo que no tiene importancia, la política se desploma otro peldaño más en su loca carrera hacia el precipicio y el más absoluto desprestigio social. Poco importa que fuera una respuesta o un visceral exabrupto de la diputada popular, el caso es que las pruebas están ahí y son incuestionables. Andrea Fabra no merece ser diputada. Sólo este episodio, sin más consideraciones sobre lo que se dice o se sabe de ella, demuestra que no da la talla.

Pero no hay consecuencias, algo que sucede en campos tan reducidos como éste y en los grandes, como evidencian nombres de la vida pública actual como Iñaki Urdangarín o Gerardo Díaz Ferrán. Un paripé en forma de amonestación en el despacho del presidente del Congreso, una regañina cargada de un "y tú más" dirigido al principal partido de la oposición a cargo de la pluriempleada secretaria general del PP y a correr. ¿Consecuencias? Ninguna. No ha pasado nada. Ya nos podemos indignar los demás todo lo que queramos, que no va a pasar nada. No va a dimitir. No la van a cesar. Insultar en el Congreso de los Diputados sale gratis. Dedicarse a la política de esta forma está permitido. En el Congreso popular (esos no se recortan, no) de su tierra del pasado fin de semana, vimos a algunos militantes del PP responder a las protestas con peinetas. Eso, inevitablemente, me ha recordado que su ex presidente, igualmente ex presidente del Gobierno, ya les enseñó que esa era la mejor respuesta al discrepante, así que, en realidad, no cabe esperar otro comportamiento. Eso también vale, por lo visto.
El caso es que me hace gracia la explicación/justificación para el ya famoso grito de guerra. Decía Andrea Fabra que, en contra de lo que se dio a entender en su momento (según ella por una conspiración socialista manipuladora... Quizá tendría que pasarse por Twitter...), su "¡que se jodan!" no iba dirigido a los parados a los que se va quitar dinero a partir de ahora, sino a los socialistas presentes en el hemiciclo. ¡Ah, bueno, si es a los socialistas, entonces que se jodan! Que eso está bien. A los parados no se les puede decir "¡que se jodan!", evidentemente, pero a los socialistas sí. No, no, si está claro que es una explicación muy lógica y razonable, faltaría más. Casi tanto como la que Miguel Ángel Rodríguez, ex secretario de Estado de Comunicación portavoz del Gobierno en la época del de la peineta de ahí arriba, da para los ceses que la nueva dirección de RTVE ha decidido ya como parte de una limpia que, tengo que reconocer, ha tardado más de lo que esperaba en iniciarse.
Claro que si Miguel Ángel Rodríguez ha sido durante más dos años el encargado de la Comunicación del Gobierno, uno puede entender muchas cosas presentes y pasadas. Lo que todavía no me ha quedado claro si el "¡que se jodan!" iba a los parados, a los socialistas o a los parados socialistas. Igual Miguel Ángel Rodríguez me lo puede explicar. No dudaré en escucharle cuando tenga un programa propio en TVE. Igual podría presentar Los desayunos si Ana Pastor es la siguiente en la lista de los que ahora mandan... Fuera por quien fuera la dichosa expresión, jodernos, nos jodemos, esto está claro.

miércoles, julio 11, 2012

Ricos, pobres y mentirosos

Las crisis hacen que los ricos sean más ricos, los pobres más pobres y los mentirosos más mentirosos. Esta, desde luego, lo está demostrando. Y España, una vez más, demuestra ser un país diferente a tantos otros. Empecemos por lo de los mentirosos, que es lo que más gracia tiene de todo esto. Y no nos equivoquemos de conversación, porque no se trata de comparar a los políticos de un partido con los de otro. No se trata de tomar partido por unos o por otros. Se trata de mirar a la realidad, de evaluar el comportamiento de quienes ahora tiene el control de todas las herramientas que sirven al poder. Se trata de saber quiénes son y qué hacen. Ya sé que el Gobierno anterior no lo hizo precisamente bien. Y, francamente, no me importa si su labor de oposición actual es buena o mala porque en un Estado gobernado por tantas mayorías absolutas eso es absolutamente irrelevante.


Mariano Rajoy lleva muchos años mintiendo y las hemerotecas, esos lugares que ahora sirven para montar vídeos que subir a Youtube pero que durante tanto tiempo hemos ignorado, lo demuestran. Mintió sobre el Prestige cuando era vicepresidente del Gobierno. Mintió sobre el 11-M cuando era candidato a la Presidencia del Gobierno. Mintió sobre ETA cuando era el líder de la oposición. Y de economía. Es su tema preferido para mentir ahora que es presidente del Gobierno, pero miente sobre todo, y no le importa en absoluto hacerlo incluso en el Congreso de los Diputados, el símbolo de una soberanía nacional que ya importa bien poco porque lo han emponzoñado entre todos. Rajoy se presentó a estas últimas elecciones con un programa que él ya sabía que era mentira. Toda su acción de gobierno se mueve al margen de lo que su partido y su equipo plasmaron en el programa electoral. Con Rajoy, mienten sin rubor los suyos, los que han convertido la política en una acción despreciable, dedicada sólo a la consecución de poder y ganancia personal, y no en el servicio a los ciudadanos que por naturaleza tendría que ser.
Es ya a estas alturas tristemente evidente que Rajoy no tenía ningún plan. Que no tenía ni la más remota idea de cómo salir de la crisis, a pesar de que desde su partido se proclamaba tal cosa a bombo y platillo. Pero es que ni siquiera había trabajado para trazarlo, porque muchas de las cosas que ahora se saben, como el déficit de las comunidades autónomas o el agujero bancario, se las podían haber dicho compañeros suyos de partido o amiguetes colocados en consejos de administración. Pero no hay trabajo. Ni plan, ni trabajo. Es evidente, y hoy mismo lo ha reconocido de aquella manera el presidente del Gobierno en su intervención en el Congreso, que está adoptando medidas dictadas por otros. Está bastante claro que España ha perdido su soberanía, que es un país intervenido y, por tanto, obligado a adoptar medidas como las que hemos escuchado hoy. Medidas todas ellas desmentidas, incluso hace apenas pocos días, por el presidente del Gobierno o sus ministros. Por mucho que se quiera vender un desánimo social a la hora de votar, no es cierto. Mucha gente fue a votar creyendo el mensaje del PP. Muchos creyeron de verdad que el único problema que tenía España se llamaba José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos creyeron esa mentira.
Vamos con los pobres. Mariano Rajoy, como punta de lanza de un sistema social fallido y decadente, nos ha demostrado que los pobres tienen que seguir siendo pobres para que unos cuantos sigan viviendo de maravilla. Todos los llamados recortes no son otra cosa que atentados a la dignidad del ciudadano. ¿De dónde se está recortando de forma concreta? Los presupuestos de Sanidad y Educación, las prestaciones de desempleo, el sueldo de los funcionarios (y de los no funcionarios), las ayudas a los jóvenes o a la vivienda, el transporte público. ¿Qué precios aumentan? Los de los servicios, los de las prestaciones, los de los bienes de consumo. ¿A quién afecta todo esto? Al ciudadano común. Al pobre. Al trabajador. Luego hay que soportar encima comentarios vergonzosos como el del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien dice que el IVA se paga poco y por eso hay que subirlo. No, no, no. El trabajo del ministro de Hacienda es obligar al defraudador a que pague lo que debe al Estado, pero este Gobierno, con su amnistía fiscal, lo que ha hecho es perdonárselo a cambio de una pequeña limosna. Y lo que es peor, ha lanzado el mensaje de que compensa ser un chorizo y se penaliza ser una persona que cumple con la ley. Hay miles de pobres que han llegado a Madrid pidiendo ayuda. Pero de los mineros el Gobierno no ha dicho hoy ni una palabra. Un ejemplo perfecto.
Y ahora vamos con los ricos. Hoy mismo se ha conocido, al mismo tiempo que el presidente del Gobierno anunciaba la más salvaje batería de recortes, que las empresas del IBEX 35 pagan más a sus consejeros que hace un año. ¿Quién tiene que apretarse el cinturón? ¿Los ricos? ¿Los que viven bien? No. Sobre esos no hay nunca medidas. En 2010, al tiempo que comenzaron a aplicarse recortes que siempre han afectado a las clases más desfavorecidas, ya se supo que había más ricos. Dos años después, nos contaron que el número de ricos había bajado. Buscar la comparación de este dato con el del incremento de la pobreza es sencillamente descorazonados.Y lo verdaderamente triste es que hoy, en España, cuando se han adoptado medidas que van a hacer más pobres a los pobres, algo más de la mitad del Congreso de los Diputados se ha levantado y ha aplaudido. Han aplaudido la ruina de las familias. La desgracia de las personas. La ausencia de futuro de niños y jóvenes. La quiebra de un modo de vida. Lo han aplaudido. Y dormirán muy bien esta noche. No sé si serán ricos, pero sin duda sí son privilegiados. Cobran mucho dinero por un trabajo que no saben hacer y no hacen. Tienen ventajas que los demás no tenemos. Y aplauden. Fantástico.
Ese gesto, gratuito y ofensivo a partes iguales, que nada tiene que ver con las imágenes de otros países cuando han tenido que tomar medidas drásticas como las anunciadas por Rajoy, evidencia que vivimos en una sociedad en la que ya sólo importan los números. No importan las caras, las personas, las historias, las familias. Importa cuadrar no sé qué indicadores que no sé ni para qué sirven ni quién los inventó. Por mí podría irse al infierno la prima de riesgo si con ello conseguimos que no haya en este país y en este mundo una sola familia que pase hambre. Pero no. Nos hemos instalado en un mundo totalmente diferente, uno en el que los ricos son más ricos, los pobres más pobres y los mentirosos más mentirosos. Es evidente que eso último es lo de menos. Pero como los mentirosos son los que sí salen por la tele es lo que más escuece en el momento del calentón. Hasta el punto de que sólo quería acordarme sutilmente de las familias del presidente del Gobierno y sus adláteres y he acabado dándome cuenta de que España en particular y el mundo en general son lugares inhóspitos y terribles en los que cada vez es más difícil vivir con esperanza.

sábado, julio 07, 2012

Leyendo ayer la prensa...

Qué divertido es leer la prensa. Cojamos, por ejemplo, El País de ayer.

"Malestar con el juez y preocupación en el PP por la imputación de Rato". Por los accionistas de Caja Madrid y Bankia que han perdido su dinero, por las personas que no tienen nada, por los que ven su vida deshecha por no tener ese dinero que habían ganado a lo largo de su vida, por todos esos no hay preocupación. Hay preocupación por un tipo que podría haber cobrado una indemnización de 1,2 millones de euros, que no tiene pinta de estar muy necesitado, que dejó a España vendida al renunciar a su cargo en el Fondo Monetario Internacional y al que ahora el juez investiga por los delitos de estafa, apropiación indebida, administración desleal, falsificación de las cuentas anuales y maquinación para alterar el precio de las cosas. Sin duda hay que estar preocupado por él. Y defenderle, como han hecho varios ministros. A los otros no.

"La brecha en el Poder Judicial se ahonda ante el relevo de Divar. Maniobras para colocar un presidente conservador en el pleno del martes". Vamos, que hay que colocar a uno de los nuestros para asegurarnos de que si alguien recurre a la Justicia por algo de lo que hagamos tenga claro que el veredicto le va a ser desfavorable. Que la Justicia sea más Política que nunca. Que los jueces sepan lo que tienen que decidir.

"El rastreo informático de los correos demuestra que la ministra de Empleo filtró el documento de una de sus colaboradores sobre el ERE de los socialistas". ¿Y qué? ¿Pasa algo? La persona a la que hemos colocado al frente de Trabajo por su amplia experiencia en la materia (recordemos, nunca ha trabajado para una empresa privada, pero ¿acaso importa?) dedica su tiempo a prácticas políticas barriobajeras. A ver si alguien habían pensado que la prioridad de la ministra de Trabajo era crear empleo o garantizar que los más de seis millones de parados de este país, España, puedan sobrevivir a la solución como Dios manda que nos prometieron para esta crisis.

"Los bancos son ya la sexta preocupación de los españoles". Por eso, el Gobierno sí se preocupa de que los bancos sean rescatados con ingentes cantidades de dinero y nula responsabilidad empresarial o penal por sus despilfarros y demás actos innobles y puede que ilegales. A las personas no. A las personas hay que desahuciarlas, embargarlas, arruinarlas y hacer que su vida sea imposible.

"El PP catalán avala el euro por receta que Rajoy rechaza". Varias formas de asimilar esta noticia. Por un lado, al garete todo eso de que el PP tiene una sola voz, su firme voluntad de que no haya 17 españas o eso que popularizaron hace tantos años del guirigay socialista. Por otro, que la crisis la sigue pagando el ciudadano. ¿Que no tiene para pagarlo? Como si nos importara...

"Las tasas universitarias (de Madrid) subirán 5,8 euros de media por crédito". Esto supone más de 300 euros por estudiante y curso. Bienvenidos a este maravilloso país donde estudiar va a ser de nuevo una cuestión de ricos.

"Otro plan de ahorro en Metro (de Madrid)". Van a ahorrar, dicen, 12 millones de euros anuales eliminando "gastos superfluos". Y digo yo... Si son supérfluos, ¿por qué no hay una investigación que determine quién es el responsable de haber despilfarrado 12 millones de euros anuales con esos gastos? Ya me respondo yo, porque es de los nuestros. Pero voy a poner en duda la bondad y el buen hacer que se desprende de semejante ahorro. Porque primero me subieron el billete y después me redujeron servicios. Ayer, diez de la noche de un viernes, once minutos de espera por un tren. "Metro de Madrid, vuela", que decía su publicidad.

"La Audiencia declara nulo un despido colectivo por esperar a la reforma laboral". Si un empresario espera a que se aprueba la reforma laboral para despedir masivamente... ¿no será que esta reforma facilita y beneficia el despido y que no es la panacea para crear empleo que nuestros queridos gobernantes nos dijeron?

"El copago farmacéutico se calcula con datos desfasados del paciente. Pensionistas recientes denuncian que les cobran como si estuvieran aún en activo". Pues claro, puestos a recaudar mejor hacerlo con el supuesto que más dinero nos ofrezca. Y si ese criterio es mentira, ¿qué más da? Que reclame quien se entere y a ese se lo devolveremos. Y lo de los que no reclamen, nos lo quedaremos. Como hacen las empresas de gas, de luz, de telefonía y de banca, por ejemplo, que nos pasan comisiones, cargos aproximados y nuevos planes más caros y que no hemos pedido para ver si cuela. Y si no cuela, la molestia para el ciudadano, que tendrá que llamar a un 902, escuchar una cancioncilla interminable por teléfono antes de que alguien le atienda, prefiriblemente alguien con una jerga ininteligible que no nos facilite en absoluto la tarea de defender nuestros derechos.

"El Gobierno dejará de cotizar por las cuidadoras de la Dependencia. Unas 178.000 personas completaban así una futura pensión de jubilación. Se plantea rebajar la cantidad máxima que recibe el asistente familiar". Porque lo importante, insisto, es ahorrar. Las personas que nos llevemos por delante no nos importan. Nadie valora si ese dinero que se paga es justo o no, si es necesario o no. El caso es recortarlo. Pero recortarlo de donde no nos moleste mucho. De los viajes oficiales no, claro, que mira que si España gana la Eurocopa y el presidente del Gobierno no puede cumplir con su "obligación" de estar allí presente...

Y eso que ayer fue un día espléndido en la prensa, porque no se hablaba de la subida del IVA, de la reforma de RTVE ya reclamada al Constitucional, de las espantadas del presidente del Gobierno para huir de los periodistas pero no de los fotógrafos, de por qué no había tantos bomberos profesionales como se requerían en el incendio de Valencia... Hoy puede ser un gran día, que decía Serrat. Y mañana. Y el lunes. Y cualquiera. Coger un periódico es una dura prueba diaria a la que se enfrenta una persona. Ahí seguiremos.

martes, julio 03, 2012

Leyenda

El mundo necesita héroes. Los héroes modernos están en la ficción. Pero de vez en cuando alguno aparece en la realidad. El deporte es una de esas actividades que lo tiene todo para ofrecer héroes al mundo. Los míos hoy visten de rojo y las razones están en esas tres imágenes que se han producido con dos años de diferencia. Recuerdo perfectamente haber dicho en una ocasión, hace algunos años, que mi yo futbolero consciente, ese que se generó cuando el niño futbolero empezó a ser consciente de que no se gana sólo con desearlo, daría lo que fuera simplemente por ver una semifinal de un Mundial o de una Eurocopa. Por saber qué se sentía. Era lo que ese yo le debía al niño que llevo dentro, ese que siempre soñaba con ser campeón y que apenas recordaba ya aquella Eurocopa de 1984 en la que España jugó la final. Una semifinal. Daba entonces cualquier cosa por una semifinal. Y de repente me he encontrado con tres. Con tres semifinales. Con tres finales. Con tres títulos.

El mundo no es perfecto y los héroes tampoco lo son. No lo son ni siquiera en la ficción, mucho menos lo van a ser en la realidad. Pero siempre estarán ahí y ojalá nunca nos falten. La selección española hizo realidad el sueño de muchos niños, la mayoría de ellos ya adultos, en 2008. Sólo con aquel título europeo. Pero es que ha sumado dos más. Otro europeo y otro mundial. Se ha llevado por delante a las mejores selecciones jugadores del Viejo Continente. Cada competición se convierte en un reto más, y lo acaban superando. Por azares de los sorteos, nos queda por superar Argentina. Y Brasil. La siguiente Copa del Mundo es en territorio carioca. Quiero un maracanazo propio. Y entonces creo que mi yo futbolístico de selecciones no podrá pedir nunca nada más. Pero ya son héroes. Con sus imperfecciones y en su reducido ámbito de felicidad que sin duda no sirve para curar los males del mundo. Nadie ha hecho lo que ellos han conseguido. Y, por eso, son leyenda.