lunes, septiembre 24, 2012

Extra de whisky y viva el vino

En el fondo es divertido. En España hablamos, debatimos, discutimos y jamás nos pondremos de acuerdo en nada que afecte a la política. Habrá quien se queje por los recortes mientras alguna relacione maliciosamente una protesta ciudadana, salga como salga, con un intento de golpe de Estado de hace treinta años. Habrá quien defienda como inevitables las reformas decretadas por el Gobierno de la mayoría absoluta como imprescindibles. Habrá quien crea que esto es una herencia de un presidente del Gobierno nefasto y quien vea al actual como alguien más nefasto todavía. Habrá quien defienda la necesidad de votar como parte del funcionamiento del sistema democrático y habrá quien piense que no vale para nada. Habrá quien considere imprescindible salir a la calle cuando algo no funciona y quien creo que eso, en realidad, no tiene efecto alguno. Habrá quien vote PP y habrá quien vote PSOE. Y habrá, aunque los medios hagan poco caso a esos, quien vote a alguien que no sea ni PP ni PSOE. De todo eso habrá y en nada de eso nos pondremos nunca de acuerdo.

Pero, además de todo, eso, siempre habrá quien esté volando en un Airbus o en un Falcon del Ejército tomando una merienda con jamón ibérico de 190 euros el kilo. Habrá quien se gaste unos 1.000 por vuelo en licores y vino. Habrá quien se gaste otros 1.000 euros, nunca los mismos porque lo que se gasta no se puede recortar, en una cena en uno de esos aviones para él mismo y otros cinco colaboradores consistente en solomillo, rodaballo, siete botellas de vino y diez cervezas (no me salen los cálculos por comensal...; ¿cuenta como delito la borrachera de Estado?) después de venir del fútbol, que no en este caso de una cumbre europea aunque también se hará, por supuesto. Habrá quien haya dado la orden de que haya "extra de whisky" cuando esa persona suba a un avión militar. ¿Y sabéis quien es esa persona? El presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy. Le pongo el don delante porque alguien que es capaz de dejar que sea un ministro de Economía anuncie un rescate a la banca por nosécuántosmil millones de euros mientras él se planifica un viaje a Polonia para ver un partido de la selección española en la Eurocopa de fútbol, con semejante menú y una copita de whisky en la mano para...
...cantar gol de esta manera, porque sin duda es un golazo, por supuesto que se tiene merecido que le pongan el don delante de su nombre. Faltaría más que no tuviéramos esa consideración. Los datos los publica Interviú esta semana. Yo no digo más, porque para qué. Si esto mañana está más que olvidado y ningún periodista de este país que tenga acceso al presidente del Gobierno (NINGUNO) se va a atrever a preguntarle si no considera una sublime desfachatez ordenar recortes económicos y sociales que empeoran la calidad de vida de los ciudadanos, que amenazan su salud y que destrozan su modelo de vida y su futuro, mientras sabe que en su próximo vuelo va a tener garantizado, y pagado con fondos públicos de esos que no se pueden recortar o cuyo debate no procede, su jamón de 190 euros el kilo con su copita de whisky "porque no le gusta mucho ir en avión" y así se le pasa mejor el viaje. Y dicho eso, sólo puedo sumarme al debate con el único grito posible que se sostiene con esta situación:

lunes, septiembre 17, 2012

Madrid, esa anomalía democrática

En 2003, Esperanza Aguirre se convirtió en presidenta de la Comunidad de Madrid después de uno de los escándalos más grandes que ha habido en la política española en las últimas décadas. Y ha habido unos cuantos. Pero ninguno como el tamayazo. Eso de que desaparezcan dos diputados socialistas imprescindibles para la investidura de un presidente es algo que no sucedió antes y seguramente no sucederá más. Eso de que todavía no sepamos por qué esos dos diputados decidieron arruinar la posibilidad, ganada en las urnas (con otra anomalía, eso sí, la de que pueda gobernar alguien que no es el más votado), de que Rafael Simancas se convirtiera en presidente madrileño con los votos de PSOE e IU es algo que me tiene todavía perplejo. Hubo una comisión de investigación que Aguirre y su partido, ya en el Gobierno regional después de la repetición de las elecciones, dejó en nada para vergüenza de la democracia aunque a casi nadie le importara aquello.

Sé que habrá gente que lo pensará, pero para mí no era cuestión de partidos. No debieron repetirse esas elecciones. Si de verdad fue una pelea interna, Aguirre y el PP tendrían que haber mostrado grandeza y garantizar la investidura del único candidato absteniéndose en la votación, y lo hubiera dicho igual en caso inverso. Así se habría respetado lo que votó el pueblo. Pero no. Además, llamadme malpensado, pero tengo grabadas en la memoria aquellas declaraciones que ahora, con esta dimisión y el repaso a su carrera política, recuerdan algunos medios de comunicación, aquellas que hizo días antes de la investidura (en la que, y eso sí lo digo de memoria y sin total seguridad, ella no se presentó como candidata alternativa) en las que afirmaba que aún no daba por perdida la presidencia de la Comunidad de Madrid.

Desde entonces, y por una cuestión de creencias e ideales, ni mucho menos por una de color político, tengo un desapego absoluto por la política madrileña. Y ese desapego ha ido creciendo según se producían acontecimientos que lo aconsejaban por higiene mental y democrática. Comenzó Aguirre con aquella promesa de dimitir si había algún enfermo en la lista de espera para ser operado durante más de 30 días. Simplemente, cambió los criterios para entrar en esas listas para que no pudiera darse ese caso, y a correr. Como ahora ha cambiado del "más IVA no" y recoger firmas contra el Gobierno central del PSOE a callar cuando lo ha subido el del PP más aún. Luego llegó Gurtel, otro turbio asunto del que en realidad parece que sabemos mucho menos de lo que hay por detrás de las imágenes de la boda de la hija de José María Aznar y Ana Botella.

Y luego, para completar el cuadro de la anomalía democrática en la que se ha convertido Madrid, precisamente Ana Botella se convirtió en alcaldesa de Madrid sin que el pueblo la haya votado. Eso, evidentemente, no es una anomalía del sistema democrático madrileño, sino nacional, porque en toda España votamos listas cerradas y no candidatos a la Presidencia de las instituciones o siquiera por listas abiertas para cada escaño. Pero con esta situación de doble elección por parte de un poder político sin pasar por las urnas del pueblo, Madrid, la capital del Estado, es paradigma de lo mal hecho que está el modelo en algunas cosas. Ni su primer edil ni su presidente autonómico encabezaron ninguna lista en las recientes elecciones. No estuvieron en los carteles. No se votó pensando en ellos. El ciudadano en Madrid ya no pinta nada, votan ellos y punto.

Ahora Esperanza Aguirre dimite y deja la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Como sus explicaciones no han sido todo lo claras que creo que tendrían que haber sido para disipar las dudas, y teniendo en cuenta su historial de declaraciones, se abre la puerta de la especulación de par en par y sin posibilidad de ser cerrada con motivo. Yo no voy a entrar en ese juego, pues nada sé. Si son cuestiones médicas y personales las que le llevan a abandonar el cargo político para el que fue elegida hace año y medio, no tengo nada que decir. Solo mostrar mi más absoluto respeto y desearle que sea feliz con su vida, que ya pasa al terreno de la indiferencia pues sus decisiones no afectarán ya más a la mía. Pero veo muchos agujeros en las explicaciones y en el calendario. Y las dudas no aclaradas son las que alientan siempre los peores pensamientos sobre las razones que hay detrás de una dimisión de semejante relevancia política y mediática.

Y es que no me parece ni medio normal que tres días después del debate sobre el estado de la región, protagonizado obviamente por la presidenta, ésta presente una dimisión que, dice, lleva meditando mucho tiempo. Porque entonces, ¿para qué sirve ese debate? ¿Y para qué sirve la Asamblea de Madrid? En realidad tampoco me parece normal que dimita año y medio después de las elecciones, porque soy un firme convencido de que el mandato de las urnas tendría que ser sagrado salvo causa de fuerza mayor, pero las dudas sobre si achacar su marcha plenamente a su estado de salud hacen que ese argumento quede en suspenso. Lo que no me parece de recibo en ese caso es que no se convoquen elecciones. Porque, de haberse anunciado hace unas semanas, se podrían haber convocado junto a las vascas y a las gallegas. Pero Madrid, como Spain, debe ser different.

Todas estas dudas vienen dadas porque no se retira de la vida pública, sino de la primera línea política. Dice que va a pedir su reintegro al puesto como técnica de Información y Turismo. Es decir, quiere seguir trabajando. ¿Luego hay razones políticas y/o económicas para dejar su cargo que no se quieran hacer públicas? ¿Tienen algo que ver la precipitada convocatoria de la rueda de prensa en la que anuncio su dimisión (dos horas antes) con el contenido de la reunión previa con Rajoy en la que le comunicó su marcha? Porque, hasta hoy, Esperanza Aguirre había hablado de muchas cosas y la mayoría para oponerse al Gobierno. El caso Bolinaga o la ley antitabaco (por lo de Eurovegas) han sido los dos últimos ejemplos de una larga lista, pero evidentemente la situación económica y la realidad económica de la Comunidad de Madrid se ponen directamente sobre la mesa. Porque sigo sin ver a alguien que hace poco tiempo amagó con ser alternativa a Rajoy en el liderazgo de su partido o que siempre haya dicho que quería ser alcaldesa de Madrid anunciando una dimisión y una retirada así como así.

Tengo la sensación de que hay muchas cosas que no se han contado y una sensación aún más clara de que, por desgracia, nunca las vamos a conocer a ciencia cierta. Como con el tamayazo. Y como entonces, sólo podremos especular con lo que vaya sucediendo a partir de ahora. Pero al menos sí se puede decir abiertamente, con tanta rotundidad como pesar, que Madrid es una anomalía democrática por tener un presidente, en breve, y una alcaldesa que no se presentaron a unas elecciones como cabezas de lista. Cuánta falta hace la reforma de la ley electoral y qué poco interés parecen tener en reformarla los únicos que tienen la capacidad para hacerlo.

domingo, septiembre 09, 2012

El vicio de la hemeroteca

No creo que, en su día, fuera un estudiante típico de Periodismo. No me refiero a las notas o a los exámenes, no. Hablo de que mis ratos de ocio en torno a la carrera no los pasaba, como el común de los aspirantes a periodista, en la cafetería. Ese era, indudablemente, el centro neurálgico de la Facultad. El sitio donde sucedían todas las cosas. El lugar al que había que ir si no estabas, insensato de ti, en clase. Creo que en todos mis años de carrera pisé la cafetería en tres ocasiones. Tres contadas. No traté de ligarme allí a ninguna compañera. No me saltaba la primera clase del día para tomarme allí un café. No pasé en ese lugar incontables horas jugando al mus, deporte universitario por excelencia al parecer y del que mi conocimiento es prácticamente nulo. Y mira que por la puerta pasaba mucho, porque reprografia estaba justo al lado. Pero no. Yo gastaba mi tiempo en la Facultad en la hemeroteca.

Mi fascinación siempre ha sido la prensa escrita, mucho más que la televisión o la radio, adoro la sensación de coger un pesado volumen que incluya todos los ejemplares editados por una cabecera a lo largo de un mes cualquiera de un año de hace muchos. Me encanta abrirlo y percibir el olor añejo del papel de periódico antiguo. Tocarlo. Pasar las páginas. La satisfacción de encontrar lo que estoy buscando, pero al mismo tiempo ir descubriendo lo que sucedió de forma simultánea a lo que centraba mi interés. Saber qué se publicaba. Cómo. De qué manera. La forma en que se escribía o se titulaba. Eso no te lo enseñan en una clase de ninguna facultad. Eso hay que verlo en el papel. En la hemeroteca. Por eso me fascinaba tanto, porque era un conocimiento que no formaba parte de los planes de estudio. Y por eso me asombraba tanto que la gente apenas se pasara por allí. Algunos había buscando los periódicos más recientes. Prácticamente nadie buceando entre los microfilmes de décadas atrás.
Hace algunos meses estaba yo en una de esas maravillosas hemerotecas buscando información y datos sobre cosas que sucedieron hace 25 años. Y coincidí con un grupo de chavales de instituto acompañados por su profesor. Curioso lugar para una excursión, una hemeroteca. Al parecer, les había propuesto un ejercicio de campo. Los chicos, supongo que de unos 16 o 17 años, tenían que encontrar un periódico del día en que nacieron, de la cabecera que más les gustara, y ver de qué se hablaba en la época, qué había cambiado en esos años, también comprobar cómo habían evolucionado los medios de comunicación y comparar lo que veían con la prensa de hoy en día. Sonreí. Me hizo ilusión ver algo así porque a veces parece que la hemeroteca es un lugar en el que pasa el rato gente que no tiene nada que hacer. Nos olvidamos de que todo lo que se publica hoy, podrá ser consultado dentro de diez, veinte o treinta años. O cien. O doscientos. Y que no hay nada más fácil de recolectar y conservar que lo que se publica en papel.

Hago ese mismo ejercicio y, aprovechando que las hemerotecas tienen ya parte de sus fondos digitalizados y online, busco un periódico concreto de ese día en el que nací. Y justo detrás de su primera plana (qué dos palabras tan bonitas y tan en desuso, gracias Billy Wilder por dejarlas plasmadas en el título de una película, y además en el de una tan formidable), me encuentro esto:
Sí, yo tenía que ser periodista. Si ese se publicó el mismo día en el que yo nací, es que yo tenía que probar el gusanillo del periodismo y ahora, tantos años después, pelearme precisamente contra la degradación de la prensa que no dejo de ver día tras día. No deja de ser curioso que muchos de los males que se denuncian en esas líneas sigan plenamente vigentes. Si el periodismo (que no la comunicación, eso existirá siempre y la pueda hacer cualquiera) tiene que morir, espero que no pero en esto cada día que pasa soy más pesimista, su muerte va a ser lenta, eso está claro. Pero, insisto, si de verdad el periodismo tiene que morir, al menos siempre nos quedarán las hemerotecas. Siempre y cuando haya locos como yo que disfruten tanto buceando entre volúmenes de periódicos y, ahora, entre archivos en PDF.

sábado, septiembre 01, 2012

Cine + IVA

Siempre les he tenido cariño, pero los cines que están cerca de mi casa no son muy allá. Son pequeños, nunca han sido los más cuidados de la ciudad, y en algunas de sus salas se podían oír las explosiones de la película de la sala de al lado sin demasiado problema. Pero son los que están cerca de casa, así que he ido a ellos en incontables ocasiones. Les tengo cariño, sí. Es donde me acostumbré a ir solo al cine ya desde adolescente, porque nadie quería aprovechar las sesiones de precio reducido que siempre tuvo (era mejor salir a muerte y emborracharse, cosas de la edad del pavo que yo pasé de otra manera) o porque así veía películas que nadie quería compartir conmigo. Tengo muchas anécdotas en esos cines. Desde el día que me repitieron la escena de la estampida de El rey león hasta descubrir por un fallo de sonido que recordábamos los dos que estuve en la misma sesión del Drácula de Bram Stoker que un amigo que conocí años después, pasando por un preestreno de Independence Day, la reunión de los compañeros de trabajo para ver el final de la saga de Star Wars, la última vez que me invitaron al cine para ver Intocable o incluso un plantón para ver Los puentes de Madison. El cine para mí es eso, recuerdos, sensaciones, momentos que se quedan en mi memoria. Y cultura.

Ahora el cine ya no es cultura. Lo dicen los que mandan. Es entretenimiento. Como tantas otras cosas. El teatro, la lectura, la educación... Todo eso es entretenimiento. Por eso he empezado describiendo anécdotas. Podría haberos dicho cuánto me han enseñado el cine, sobre la historia, sobre la vida o sobre la realidad. Pero os he contado anécdotas. Entretenimiento. Todo sea por mostrarme acorde con los tiempos en los que vivimos. El entretenimiento pasa a ser un bien de lujo con la subida del IVA que rige desde hoy, sábado 1 de septiembre, una medida que va a arruinar a mucha gente, que va a frenar el consumo y que va a generar despidos y el cierre de empresas y locales. Estoy tan seguro de eso como lo estaba de que quienes se dedicaron a recoger firmas en contra de la anterior subida del IVA no tendrían pudor alguno en defender ésta. La anterior fue un error, ésta una completa calamidad, porque viene a sumarse al castigo de la anterior (y a otros tantos castigos que han decretado los que mandan) y porque es imposible argumentar algunas de las decisiones que se han tomado al respecto. Los que firmaban eran éstos, por cierto.
En esos mismos cines de los que os hablaba, hace menos de nueve años yo pagaba por una entrada 4,30 euros. Estos eran los precios que tenía ayer, día 31 de agosto. Un simple cálculo puede demostrar que el cine no ha subido precisamente lo mismo que el IPC anual o que los sueldos que se cobraban allá por 2003.
Pero siempre hay motivos para añadir indignación a la sociedad en la que vivimos. Estos son los precios que tienen esos mismos cines desde hoy.
Hoy es más cara la entrada con la tarifa reducida que la normal de ayer. La subida es de 1,30 euros en la entrada normal y de 1,10 en la reducida, de 7 euros en el bono de diez sesiones (que supongo que seguirá sin poder utilizarse en fines de semana, ya ni lo miro porque soltar 32,50 euros así de golpe es un lujo impensable para algo que no sea la lista de comida a comprar en el supermercado). A un desempleado se le cobra 7,60 euros por una entrada de cine. Si el desempleado quiere ver una película, mejor que no tenga pareja ni hijos y viva su miseria en soledad.

Damas y caballeros, hoy, día 1 de septiembre de 2012, es el día del inicio de la defunción definitiva del cine como espectáculo de masas. Gran medida contra la piratería la subida del IVA, sí señor. Ahora España va bien. Como solía.