domingo, octubre 30, 2011

Sonrisas

Un hombre, más o menos joven, se dirige a mí. "Disculpe, por favor", empieza. Me pregunta dónde está la Puerta de Alcalá. Estábamos junto al Museo del Prado y le di las indicaciones para llegar. "¡Muchas gracias!", me contestó. Y yo me sentí contento por haberle podido ayudar. Un par de días más tarde, una mujer, un poco más joven que el hombre anterior, se dirige a mí. "¿Sabes dónde está la Plaza Mayor?". Estábamos en la calle Mayor, así que no tenía más que cruzar la calle y tomar una de las entradas. Se lo digo. "¡Pues sí que está escondida!". Ni gracias ni nada. Casi me da rabia no haberle dado la dirección equivocada.

Una chica joven intenta pararme para informarme sobre algo. Voy  con prisa, no puedo detenerme. Y, aunque ella no lo sabe, me paró unos días atrás. "Bueno, no te preocupes, otro día, muchas gracias", me dice. Días atrás, cuando sí hablé con ella, me encantó la amabilidad que tuvo. Hasta me dijo su nombre. Le di las gracias el primer día por esa amabilidad y me disculpe con ella el segundo por no poder detenerme. Dos calles más adelante, una mujer, más mayor que la chica anterior, se dirige a mí. "¿Una encuesta?". "Lo sient...". Antes de terminar la palabra, ya está mirando hacia otro lado de malos modos. No le suelto un improperio porque, como decía, llevo prisa.

¿Tanto cuesta ir por la vida con una sonrisa? ¿Tanto cuesta ser amable con los demás? Cada día que pasa, aprecio más a la gente que intenta hacer la vida de los demás un poco más luminosa. Aunque sólo sea con una sonrisa.

sábado, octubre 22, 2011

La prensa, tras el comunicado de ETA

Una noticia como la del comunicado en el que ETA anuncia que se acaba el terrorismo, sea o no un anuncio fiable (y eso sólo el tiempo lo dirá), es un caramelo desde el punto de vista periodístico. Hace tiempo, un becario me dijo que le hacía ilusión vivir un momento histórico en la redacción (la anécdota es que unos veinte minutos después de que dijera eso llegó el flash de aquel accidente de helicóptero de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, del que ambos salieron prácticamente ilesos pero que en ese momento le hizo pensar a aquel becario aquello de "ten cuidado con lo que deseas"), y el jueves fue un momento de esos que gusta vivir dentro del ajetreo de la profesión. Yo ahora estoy lejos, pero he estado allí. Sé lo que digo. Quien quiere ser periodista siente un gusanillo especial cuando sucede algo trascendente. Porque el comunicado es trascendente y forma ya parte de la historia de España, sea porque en el futuro se confirme ese final del terrorismo, sea porque los criminales quieran seguir actuando contra la democracia. Una noticia siempre da a un periodista oportunidades. Y esta, como demuestran las portada de la prensa de ayer, dio muchas.

Por ejemplo, tenemos la constatación de que en España ni se hace ni se va a hacer nunca más un periodismo cercano a la objetividad. Editorializar desde la portada es algo ya obligatorio. Para bien o para mal. Y en este caso, quienes más han editorializado han sido los periódicos más tendentes a la derecha. El Correo, el mayor periódico vasco expresó (con mayor o menor ingenuidad, según quien lo quiera analizar) el sentir de la gente. Público optó por apelar directamente a la juventud y a las nuevas tecnologías cogiendo el hashtag que se hizo popular en Twitter (#agureta), aunque a mí su diseño me chirría para un periódico y lo veo más cercano a la revista. Clásico que es uno. El País apostó por un titular llamativo con aspiración literaria y datos aséptivos. La suya fue la primera página menos editorializante, menos dependiente de los sentimientos, de toda la prensa española. Es, sin duda, el tipo de periodismo que más me gusta, con el que más cómodo me siento y, por qué no decirlo, el que considero más adecuado siempre pero sobre todo cuando se produce una noticia de este alcance. Muy similar es la apertura de La Vanguardia. Ambos, sintomáticamente, incluyen el comienzo de su editorial en la portada, indicando lo que es y diferenciándolo de la información.

El Mundo y ABC son dos periódicos que ya no saben diferenciar información de opinión, muchos menos información de editorial. Sus titulares buscan dejar bien claro lo que piensan, lo que ellos piensan de una noticia, lo que sus lectores tienen que pensar. Para mí, un camino equivocado. Fundamentelmente, porque confunde a la gente, que pasará a identificar lo que su periódico piensa de una noticia con el hecho en sí mismo. Es, seguramente, lo que se busca, pero yo entiendo que una primera página de un periódico, y menos un titular a cinco columnas, tiene que cumplir con la función informativa en primer lugar. El Mundo no da una noticia. El Mundo dice qué debemos pensar de ella. "ETA alardea de sus asesinatos y emplaza al Gobierno a negociar", dice. No hay un solo comunicado de la banda terrorista en el que no haga exactamente eso. Luego no es esa la noticia. La noticia está en lo demás. No en la retórica del lenguaje de los terroristas, sino en su anuncio. El anuncio, la noticia, es que hablan del fin de la violencia terrorista. Eso es nuevo, es inédito. Es noticia. "ETA ni se disuelve ni entrega las armas", dice ABC. Tampoco comparto que la noticia sea lo que no se hace. La noticia es lo que se hace. Lo que ABC expone en primer lugar es para mí una explicación necesaria a la noticia, pero no la noticia.

ABC, de hecho, es el periódico que más me ha decepcionado con su tratamiento de la noticia, pero sobre todo por las dos portadas que colgó en su página web minutos después de conocerse el comunicado de ETA.


"Zapatero pide un 'compromiso unitario' con ETA tras el 20-N" es el titular más extraño que he leído de la comparecencia del presidente del Gobierno en la tarde del jueves. Parece que quieren decir una cosa que no se atreven a poner en el tiular porque saben que el protagonista no la ha dicho, pero la quieren insinuar de todas formas. La composición de la página una vez producidas las reacciones de todos los dirigentes políticos es aún más clara y reveladora. El presidente del Gobierno es una figura que no tiene importancia para ABC, pues se queda en un recuadrito al mismo nivel que la del candidato del PSOE a la Presidencia en las elecciones qué tendrán lugar dentro de un mes y que el lehendakari. El que importa es Mariano Rajoy. Es el presidente del PP, una figura relevante en el panorama político español, y pocos dudamos de que será el próximo presidente del Gobierno. Pero a día de hoy no tiene ningún cargo institucional. Ninguno. No existe como tal el jefe de la oposición. Pero ABC ya coloca la suya como la voz más importante. Sobra decir quién quiere este periódico que gane las elecciones. Y yo que pensaba que no queríamos hacer política partidista con el terrorismo... Se predica con el ejemplo.

jueves, octubre 20, 2011

Zapatero, tras el comunicado de ETA

Junto a otras en las que sé que hay consenso (porque son negativas y en eso nos unimos todos con mucha facilidad casi siempre), tengo varias opiniones referidas a Zapatero que no son populares ni compartidas por el común de los españoles. No ahondaré aquí en ellas, porque no es el momento ni el lugar. Pero sí hablaré sobre una, sobre la que atañe a la lucha contra el terrorismo. Tengo que decir que desde que he escuchado la noticia, el comunicado de ETA en el que anuncia el fin del terrorismo, en quien pensaba es en él. Por supuesto, siempre que hablamos de terrorismo, pienso en la Policía, en la Guardia Civil, en quien ha sufrido un atentado, una amenaza o una extorsión de estos criminales sin razón de ser. Siempre. Pero hoy pensaba en Zapatero. Siempre he creído que es el presidente del Gobierno de la democracia española que con más ahínco ha trabajado por el final del terrorismo. No por ganar la batalla, no por detener terroristas, sino por el final del terrorismo. Puede parecer lo mismo, pero para mí no lo es. Es parte de la cuestión, pero no el todo. Para que llegara el final del terrorismo tenían que darse muchas condiciones sociales y políticas que sólo deteniendo terroristas no se podían conseguir.

Zapatero puso empeño y se jugó su propio prestigio personal y política. Durante años ha sido objeto de burlas, insultos y vejaciones de todo tipo por este asunto, se le han convocado manifestaciones y se le han hecho centenares de preguntas parlamentarias sobre el tema, ya desde antes de ser presidente del Gobierno, y no vale la pena recordar hoy cómo ni quiénes protagonizaron las campañas contra él, porque todos lo sabemos. Se le ha dicho de todo y él lo ha aguantado estoicamente. Hoy es la crisis económica el motivo central de las críticas y desprecios a Zapatero (estos mucho más argumentados y justificados en buena medida), pero hasta hace nada el principal argumento de acoso y derribo al presidente del Gobierno ha sido ETA. Convendría que no lo olvidáramos, aunque sé que vivimos en un mundo y especialmente en un país en el que la memoria es selectiva y sólo se usa para lo que es conveniente en cada momento y por cada interés particular. Y a pesar de ello, el empeño de Zapatero siempre ha sido el final del terrorismo. Siempre. Nunca llegaré a aplaudirle lo bastante por ello. Creo en el sentido de Estado. Creo en que todo dirigente político con responsabilidad debe tenerlo. Y ejercitarlo. Zapatero, en la lucha contra el terrorismo, siempre lo ha tenido.

Hoy Zapatero ha salido a la sala de prensa de La Moncloa a valorar un comunicado de ETA en el que la banda terrorista anuncia el final de lo que ellos llaman la lucha armada, una noticia sin precedentes y de capital importancia (una de esas, aunque esa es otra historia, que me hacen añorar la redacción en la que tantos años trabajé). No dudo en absoluto de que se han cometido errores en la estrategia a seguir con los terroristas en los años de Gobierno de Zapatero. Pero siempre he creído firmemente en su empeño, que siempre he visto por encima de cualquier voluntad de ganar votos con ello. Hoy Zapatero ha sido generoso y ha reconocido el mérito de todos los presidentes del Gobierno y de todos los ministros del Interior de la democracia. De todos. Eso incluye a gentes que nunca han mostrado la más mínima generosidad hacia él, como José María Aznar, Jaime Mayor Oreja o Mariano Rajoy. Irónicamente, el propio Rajoy ha reconocido, no sé si sin querer o por culpa de ese subconsciente traicionero que todos tenemos, que la estrategia contra Zapatero en estos ocho últimos años se ha basado en falsedades. "Se ha producido sin ningún tipo de concesión política", ha dicho Rajoy de este esperado (y ojalá duradero) fin del terrorismo, contradiciendo lo que en su propio partido se ha dicho hasta ayer mismo.

Sinceramente, y sé, insisto, que no será una opinión popular, creo que Zapatero se merecía una noticia como ésta antes de dejar La Moncloa. Creo que hace justicia con su esfuerzo en esta materia. Con este anuncio arranca un tiempo difícil, en el que siempre va a haber grupos que no van a estar contentos con el desarrollo de los acontecimientos. Pero lo más difícil ya está hecho. Los terroristas han dicho públicamente que se acaban los asesinatos. Los libros de historia recogerán lo que ha sucedido hoy, sobre todo si los hechos de las últimas horas encuentran continuidad en los próximos meses y años. Y esos mismos libros tendrán que recoger, irremediablemente, que el presidente del Gobierno entonces se llamaba José Luis Rodríguez Zapatero. Es lo que siento y así lo digo.

lunes, octubre 17, 2011

"Sin pensamiento no se llega a ninguna parte"

"(El 15-M crece) a través de la emoción, le falta pensamiento. Con emociones solo, sin pensamiento, no se llega a ninguna parte”. Esta es una de las reflexiones que hace el filósofo y sociólogo polaco Zigmunt Bauman en la entrevista que publica hoy el diario El País. Y estoy de acuerdo. Estoy muy de acuerdo. Y, además, es lo que siempre he pensado del 15-M. Han pasado ya cinco meses desde la creación del movimiento y les veo en ese mismo lugar. Con la misma emoción y con el mismo pensamiento. Eso es lo que me preocupaba en principio y es lo que me sigue preocupando. Porque indignado yo también estoy con el funcionamiento de la sociedad que tenemos (yo aún profundizaría más, soy un firme convencido de que si los individuos nos comportáramos como pedimos a los demás que se comporten, no habríamos ganado la batalla pero tendríamos mucho camino recorrido), y la protesta es básica para iniciar la demostración de descontento. Pero este movimiento puede servir para "allanar el terreno para la construcción, más tarde, de otra clase de organización". Eso no está llegando. Eso no parece que pueda llegar por este camino, al menos yo no lo veo.

A la primera afirmación de Baurman yo añado otro matiz. No es que falte pensamiento. Pensamiento hay mucho, y se plasma en los cientos de pancartas que hay en cada manifestación de protesta que se produce. Pero no hay un pensamiento grupal, no hay algo (positivo, objetos de indignación hay muchos y muy compartidos) que pueda decirse que una a todos los que forman parte de este movimiento, no hay tronco común que pueda, como dice Bauman, dar pie a una organización diferente, a una evolución natural de la protesta. El hecho es que cada uno defiende unas ideas y propone formas de ejecutarlas que pueden chocar y de hecho chocan frontalmente con lo que piensa la persona que está al lado. La indignación une, la emoción une. Esa parte es la sencilla. De hecho, me parece tan sencilla que lo asombroso es que no haya explotado hasta este año. Bueno, asombroso no. Ha explotado cuando mucha gente individual ha dicho basta, cuando su situación personal (que no la social, que no la del sistema) se ha vuelto insostenible. Ese egoísmo (y utilizo el término sin ninguna connotación negativa) es lo que siempre me hace dudar de este tipo de movimientos y protestas. Porque, al final, tengo la sensación de que muchos de los que han salido a la calle no lo hubieran hecho si la situación de su economía personal fuera holgada, desahogada u opulenta. Como ha venido sucediendo durante mucho tiempo.

Ojalá el 15-M, o cualquier otro movimiento que tomara su lugar en el futuro, consiga esos dos logros. Por un lado, que el pensamiento dote de contenido duradero a la emoción. Por otro, que la ética que pedimos para las clases dirigentes (de todo tipo) presidiera igualmente los comportamientos de todos los individuos que protestan. Sigo convencido de que esas dos cosas, hoy por hoy, no las tenemos sobre la mesa. Y sigo deseando que alguien las introduzca en el debate, que triunfen, que se expandan de forma imparable. Y ahí, al menos en la segunda de las premisas y por paradójico que pueda parecer, creo que tiene mucho más que decir el individuo que el colectivo. Creo que todo funcionaría mejor si tanta gente no asumiera como hechos irrefutables que la felicidad personal se alcanza trabajando lo menos posible, logrando el mayor beneficio personal sin que importen los demás y sin tener en cuenta el daño o el beneficio que podemos hacer a los demás con nuestras decisiones. Si los políticos y los banqueros fueran los únicos en salirse de esa norma, estarían más acorralados por la razón de lo que lo están hoy en día. Pero no lo son, como tampoco son los únicos que actúan sin pensamiento. Desgraciadamente, no lo son.

miércoles, octubre 12, 2011

El peligroso periodismo que le gusta al PP

Gracias a apasionantes debates, sé que mi creencia de que la derecha domina la información en este país no la comparte todo el mundo (aunque fue desde los medios de derechas desde donde se montó la única conspiración que ha habido en este país, con o sin razón, para sacar a un presidente del Gobierno, a Felipe González). Sin embargo, es algo de lo que sigo convencido. Y más aún. Entiendo que la derecha, reflejado a través del PP, maneja un peligroso modelo de periodismo que me asusta bastante. Sé que todos los que llegan al poder colocan a los suyos en los medios de comunicación. Sé que todos intentan que sus afines les hagan propaganda. Sé que las llamadas se hacen a quien se puede influenciar. Pero, aún así, creo que hay mucho menos pudor en las filas del PP, y hay muchos casos que lo evidencian. El de Ana Pastor es de libro. María Dolores de Cospedal se enfrentó a ella en directo. El portavoz del PP en la Comisión de Control de RTVE, Ramón Moreno, ya insinuó su despido hace unos meses en cuanto ellos llegaran al poder. Y ahora el secretario de Presidencia de las Cortes Valencias, Ángel Minguez, disfruta haciendo chistes a costa de ese mismo despido después de las elecciones del 20-N.

Aquí hay un claro aviso a navegantes. El que no se pliegue a las exigencias del poder, se va a la calle. Por supuesto, nadie lo dirá abiertamente, nadie pondrá rostro a una amenaza así, pero es evidente lo que va a suceder después de las elecciones generales del próximo mes si hay un cambio de Gobierno (como si alguien lo dudara ya a estas alturas...). Y RTVE va a salir perdiendo. Muchísimo. Manipulación hay en todos los medios públicos, pero los ejemplos más sonados, más rastreros y más evidentes se dan con el PP en el poder. No hará falta recordar otra vez (o quizá sí) que la única condena por manipulación a los servicios informativos del Ente Público llegó con José María Aznar en La Moncloa y Alfredo Urdaci como director de Informativos (con aquel vergonzoso "ce, ce, o, o"). En Telemadrid, entre otras cosas, se colocan anagramas de ETA sobre los rostros del presidente del Gobierno y del ministro del Interior. En Canal 9 no se informó nunca del caso Gürtel. Y una de las primeras decisiones de Cospedal cuando se convirtió en presidenta autonómica, decisión en la que no hay crisis ni recorte posible, fue colocar a Ignacio Villa al frente de la Televisión de Castilla-La Mancha.

En mi experiencia profesional, las llamadas que recibí (o que recibieron por encima de mí para que me las hicieran llegar) fueron siempre desde las esferas de poder del PP. No fueron muchas, pero todas y cada una de ellas tenían como origen un responsable de prensa de algún lugar gobernado por los populares. Ya es casualidad. Cuando yo aterricé en la redacción, quienes llevaban allí un tiempo me contaron que fue espectacular el incremento de faxes (sí, amigos, en una época no tan lejana la comunicación de documentos se hacía vía fax) cuando el PP llegó al Gobierno central en 1996, porque no hay mejor propaganda que el bombardeo constante. Cuando cojo el transporte público en Madrid no dejo de ver carteles que me dicen que el Metro vuela o que somos la suma de todos, pero eso sucede (y se paga con dinero público) cuando hay recortes en la enseñanza. La publicidad, la propaganda y la información no decae, pase lo que pase en el mundo. Eso que no falte. Y lo que no caerá son los elevadísimos sueldos de quienes controlan la televisión pública, porque hay que tener contentos a quienes dirigen este cotarro.

Por supuesto, el PP tendría mucho que decir en este asunto. Y lo dirá, no me cabe duda. Lo dirá con hechos en cuanto llegue a La Moncloa. RTVE va a cambiar. Y mucho. Y puede que entonces algunos añoren la época que estamos viviendo, en la que, por mucho que se empeñen desde el PP con continuas denuncias, algunas rocambolescas, la televisión pública estatal vive los momentos de mayor libertad de su historia. Eso va a cambiar. Me produce cierta lástima que la profesión no sea una ante ataques como éstos. Parece que hay que ser de izquierdas para censurar a un dirigente popular que se mofa en público de que su partido va a echar a una periodista de la televisión pública porque no comulga con sus intereses o sus opiniones (¿no dice esa Constitución que tanto defienden que tenemos derecho a "expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones"? ¿Que el ejercicio de ese derecho "no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa"?). Siento una enorme sensación de desamparo, siento que el periodismo está plegado al poder, siento que hay demasiados profesionales que aceptan estas cláusulas como para que protestar sirva de algo. Pero seguiré protestando. Porque creo en lo que digo y en lo que pienso. Y pienso que, cuando tiene el poder, el PP pone en peligro el ejercicio del periodismo libre.

viernes, octubre 07, 2011

Sueldos públicos

Desde mis limitadísimos conocimientos sobre economía, siempre he pensado que el principal problema de España, quizá de todo el mundo pero sobre todo de España, estaba en los sueldos. Siempre me ha parecido insostenible que personas que han dedicado cinco, seis o diez años de su vida a formarse más allá de la educación obligatoria cobren sueldos que no llegan, a veces ni se acercan, a los mil euros. Porque entonces no compensa tanto trabajo. Y eso lo pensaba ya hace años, así que imaginad lo que tengo en mente ahora con la que está cayendo, con el encarecimiento del coste de la vida, la subida anual del en los precios (ah, y el euro, que no se me olvide el redondeo del euro) y los despidos masivos que las grandes empresas están acometiendo para mantener sus beneficios. Pero esto de los sueldos llega a extremos indignantes cuando hablamos de personas que trabajan para entidades públicas. Hemos llegado a un punto en el que hay cierta obsesión, justificada, por conocer cuánto gana y cuánto tiene cada político de este país, y de ahí que en los últimos tiempos se hayan conocido sueldos de diputados, senadores y gobernantes autonómicos.

La cosa se agrava aún más leyendo noticias como ésta, en la que se dan a conocer, aunque no de forma pública y sí mediante una filtración, los sueldos de los dirigentes de una televisión autonómica, Telemadrid en este caso. Esta noticia da una base documental a lo que para mí viene siendo evidente desde hace mucho tiempo, y es que hay gente que gana un dinero que 1) no se merece y 2) no debería permitirse en un Estado de Derecho. No hay derecho a que el director de una televisión autonómica, designado a dedo por un presidente autonómico, gane más dinero que ese presidente autonómico. Simplemente, no hay derecho. Cuando digo que no se lo merece, no pretendo infravalorar la dedicación, el trabajo y la responsabilidad de alguien que dirige una televisión, pero sí entiendo que el sector público está obligado a regirse por unas premisas que en España no se cumplen. Telemadrid es el perfecto ejemplo de actualidad. ¿Que no les gusta? Ahí está el sector privado. Pero el público necesita de otras normas para regirse.

Cuando la sociedad no es capaz de autoregularse, es cuando creo que deben actuar las instituciones. Eso incluye también a la clase política y a quienes depende de ella. Y si la clase política no es capaz de regularse tampoco, es cuando los ciudadanos tenemos que exigir más. Cada vez estoy más convencido de que en España tendría que haber una ley que regulara los sueldos de cargos públicos, incluyendo los de empresas públicas. En la esfera política, no es posible que un presidente autonómico gane más que el presidente del Gobierno, porque nadie tiene más responsabilidad que quien ocupa el puesto de jefe del Ejecutivo. No es posible que un consejero autonómico o un diputado general gane más que un ministro, es cuestión de rango y responsabilidad. Quizá sea el momento de elaborar tablar que coloquen a cada uno en su sitio. Y eso tendría que incluir a quienes trabajan para organismos públicos, como son las televisiones, sea RTVE o las autonómicas, y sobre todo a quienes ocupan un cargo de designación política.

Es evidente que es una utopía, de esa que son realizables pero no en la coyuntura actual. Cuando la regulación de los políticos depende de ellos mismos, la experiencia dice que no se va a cambiar nada que pueda limitar sus beneficios. El único acuerdo unánime que solía haber en el Congreso, al comienzo de cada legislatura, era la aprobación de la subida salarial de los diputados, con lo que menos aún se van a poner los dirigentes autonómicos a recortar los beneficios de quien colocan precisamente para que se hable bien de ellos en sus televisiones. Lo que está claro es que la única forma de conseguir algo es insistir en ello. Y yo, desde luego, tengo claro que hay que seguir insistiendo en que la gente tiene que cobrar un sueldo que le permita vivir (sin necesidad de lujos, pero vivir, porque eso es lo que le permitirá trabajar a pleno rendimiento) y que es denigrante que no haya un mayor control sobre las grandes fortunas (que eso es lo que cobran los altos cargos en comparación con el sueldo medio) que dependen de la designación política. Regulación ya.

martes, octubre 04, 2011

Incultura

Me contaban ayer una anécdota de lo más ilustrativa. Se acerca una persona a un establecimiento que vende de todo, incluyendo películas en DVD. Dicha persona se acerca a una dependienta. Le pregunta si tienen Casablanca, porque, claro, es una película como para tener en una videoteca que se precie. La dependienta la pregunta si se escribe Casablanca junto o separado. Real como la vida misma y una anécdota que explica claramente la incultura que preside nuestras sociedades. No pretendo atacar a quien ignora el título de una de las películas más famosas de la historia del cine, no, porque nadie tiene el conocimiento absoluto, ni siquiera en temas que para otros puedan ser de lo más cotidiano o indispensable. Lo que me preocupa, lo que me inquieta y lo que en último término censuro es la falta de interés, la ausencia de inquietudes, el no tener preocupación por el mundo que nos rodea.

Está claro que no se puede saber de todo en esta vida, pero me asusta el mundo en el que vivo. Me asusta que la gente joven no sea consciente de cuándo fue el golpe de Estado del 23-F, algo que quedó de manifiesto en varios reportajes que se emitieron coincidiendo con su 30º aniversario. Me asusta que la gente no conozca los títulos más famosos de la cultura universal. no digo haberlos visto, escuchado o leído, digo siquiera conocerlos. Me asusta ver concursos en la televisión y que la gente exhiba sin pudor alguno su ignorancia. Pero no, insisto, por la ignorancia en sí, sino por la falta de interés o por pronunciar sentencias equivocadísimas con el convencimiento de estar diciendo lo más normal del mundo. Acabo de ver a un hombre medianamente joven diciendo que le suena que hay una película de King Kong en blanco y negro que debe de ser de los años 50. Seguro que se refiere a la de 1933. Seguro que sí. Son unos 20 años de diferencia, un lapso de tiempo que aplicado a su vida y a tenor de su edad aparente le colocan, como poco, en sus años de instituto. Ya es tiempo como para que importe.

Me pregunto por qué tenemos tan poco apego a la cultura, no ya para admirarla sino siquiera para conocerla y respetarla. No es cuestión de saberlo todo. Es cuestión de interés. Y de eso no andamos sobrados, ya lo creo que no. Y me asusta.