jueves, diciembre 31, 2009

Así fue 2009

La de cosas que pasan en 365. Lo dije el año pasado, lo digo éste y, evidentemente, lo diré el que viene. Y de todas ellas, de la que más se habla es de la crisis económica. Paro, paro, paro... De siempre, principal problema de los españoles en las encuestas y ahora problema real para muchos. ¿Culpables? Demasiados. 2009 no les ha puesto en la picota como se merecían. Bueno, a alguno sí. A Bernard Madoff le cayeron 150 años de cárcel por la mayor estafa de la Historia: 50.000 millones de dólares. Y Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, se llevó la reprobación pública, pero sólo la pública, por el lío que montó con Air Comet, la de gente que deja en el paro y la que dejó en los aeropuertos sin celebrar la Navidad en sus casas.

El mundo de la política dio que hablar. Para mal, como casi siempre, con lo que la clase política ya se ha convertido en problema hasta para los españoles (el tercero más importante en la última encuesta del CIS). Y para casi todos. Carbón para el PP, que entre Correas, espionajes (entre ellos; no a ellos, como dijeron sin pruebas) y movidas varias, apenas nos hemos dado cuenta de que ganaron unas elecciones europeas y unas gallegas. Y carbón para el PSOE en el peor año de Zapatero que cambió a medio Gobierno, ministro de Economía incluido (sin que se notase nada ahí), que le dimitió un ministro, Bermejo, por una cacería y no por su trabajo, y que hasta se la liaron por una foto de sus hijas.

Menos mal que Patxi López se convirtió en el nuevo lehendakari, demostrando que en Euskadi no se ha hundido nada aunque no mande el PNV. Unos locos asesinos con bombas y pistolas no se enteran mucho de estas cosas, y en 2009 mataron a tres personas. Pero cada vez hacen menos ruido porque la Policía les sigue deteniendo. ¿Y en Cataluña? Pues algún que otro extraño referéndum para votar por una independencia que así no se puede conseguir y todavía sin dictamen sobre el Estatuto en el Tribunal Constitucional, a pesar de que el texto lleva un vigor ya no sé cuánto tiempo.

Más allá de nuestras fronteras, el protagonista de 2009 es el mismo de 2008: Obama. Por su toma de posesión y por su discutido y discutible Premio Nobel de la Paz. Paz hay poca en Afganistán, donde más de 80.000 militares (1.000 españoles) siguen sin lograr ese objetivo. Paz hubo poca a comienzos de año en Gaza, bombardeada sin piedad por Israel. Paz hay poca en Irán, donde se juntaron unas elecciones sospechosas, la represión violenta de las protestas y los ensayos nucleares que irritan al mundo entero. Paz hubo poca en Honduras con el revuelo presidencial entre Zelaya y Micheletti, aunque ahora poco parece importarle eso al mundo. Por no haber paz, no la hubo ni en Italia, donde Berlusconi acabó golpeado por una réplica de la catedral de Milán tras numerosas polémicas, incluso con prostitutas en orgias desmentidas y luego probadas.

Por encontrar paz, tendremos que retroceder 20 años. Ese aniversario es el que se celebró en Berlín, el de la caída del Muro. Fue la noticia de una Europa que, dicen, se ha visto reformada. No sé si alguien se sabe el nombre de su presidente, pero en los libros de Historia aparecerá que fue elegido en 2009. Lejos de España se produjeron dos secuestros, el del Alakrama a manos de piratas somalíes y el de tres cooperantes catalanes en Mauritania. Los primeros fueron liberados, después de que algunos de sus familiares alcanzaran protagonismo mediático con formas no demasiado positivas. Los segundos siguen en manos de terroristas. Ojalá sea por poco tiempo.

Dos grandes temas coparon la lucha científica y social. El cambio climático salió perdiendo. Nadie hace nada, mientras algunos todavía creen que no hay que hacer nada o que no hay nada que hacer. No es lo mismo aunque las palabras sean idénticas. Copenhague fue un rotundo fracaso vestido de primer paso en una carrera en la que no se avanza. En la gripe A, alguien sí avanzó. Quien se ha hecho de oro vendiendo vacunas que no se han usado. Y entidades de salud y medios de comunicación que han sembrado irresponsable e indiscriminadamente un pánico absurdo e innecesario. Tan absurda como la búsqueda de la tumba de Lorca donde no está. Fracaso de los historiadores certificado en este año que acaba.

Marta del Castillo sigue desaparecida, por imposible que parezca. Y otros muchos que no salen en los medios. Imposible pareció el accidente de aquel avión de Air France que volaba desde Brasil y cayó en el Atlántico. E imposible parecía que murieran menos de 2.000 personas en las carreteras españolas y se ha conseguido en 2009. Todavía son muchas las vidas que se quedan, pero el trabajo es bueno. Bueno, por mucho que digan, fue el debate sobre la Ley del aborto. El debate, que no el ruido interesado de algunos que no hicieron nada cuando podían y que ahora critican al que se mueve. Y bueno fue que lo de Aminatu Haidar se solucionara sin su muerte después de una huelga de hambre que todavía no he acabado de comprender y que no sé en qué ha beneficiado a la causa saharaui. Los suyos dicen que sí. Será verdad.

Pero para bueno, el deporte. Empezando, porque de lo contrario no sería yo el que está escribiendo, por el centenario de la Real Sociedad, ojalá preludio de su primera página gloriosa en el segundo año, con el ascenso a Primera en 2010. El Barcelona bordó el año y ganó seis títulos (vale, eso no es bueno para sus rivales), algo que no había hecho nadie nunca y con un gran fútbol. Como respuesta, Florentino Pérez volvió al Real Madrid y creó su segundo equipo galáctico, con Cristiano Ronaldo a la cabeza. España se proclamó campeona de Europa de baloncesto sin despeinarse pero con críticas de los agoreros de siempre en cuanto se perdió un partido, y su estrella, Pau Gasol, ganó la NBA con los Lakers.

Alberto Contador ganó su segundo Tour contra viento, marea y Armstrong. España ganó otra vez la Copa Davis de tenis y Rafa Nadal, en un año marcado por las lesiones, se quedó en el número dos y venciendo a Federer en Australia para empezar el año. Y esa Marta Domínguez, campeona del mundo de 3.000 obstáculos en los mundiales de atletismo de Berlín. Esos en los que esa bestia llamada Usain Bolt destrozó de nuevo los récords de 100 y 200. 9.58 y 19.19. Y los volverá a batir. Y en el otro lado, Madrid se quedó sin los Juegos de 2016 y los deportes de motor aburrieron. Rossi ganó el Mundial de Moto GP y entre el amaño de Briatore y el fichaje de Alonso por Ferrari algo sí nos animamos en la Fórmula 1.

Me cuesta creer que la noticia en 2009 en el mundo de la televisión sea Belén Esteban, pero sí, así es. Quien no tiene opinión sobre Belén Esteban no es nadie en este mundo. Muchas más líneas ha copado esta mujer que cuestiones como que TVE emitirá su último anuncio antes de las campanadas o que Cuatro y Telecinco se fusionan. O que la paz llegó al fútbol televisado. O la muerte de Valerio Lazarov, uno de los pioneros de la televisión española a pesar de no ser español. Porque, sí, un año queda definido también por las muertes que se han producido en él y ahí la de mayor impacto, sin duda, fue la de Michael Jackson. Se sigue hablando y se seguirá hablando de él y de su desaparición durante mucho tiempo. Mientras dé dinero a quienes se han quedado su legado.

Antonio Vega ya no compondrá más. Mario Benedetti y Francisco Ayala ya no escribirán más. Walter Cronkite, Julián Lago y Andrés Montes ya no aparecerán más en televisión. Vicente Ferrer ya no podrá seguir salvando el mundo, aunque su Fundación sí. Dani Jarque ya no jugará más al fútbol. Karl Malden, Patrick Swayze, David Carradine, José Luis López Vázquez, Farrah Fawcett y Paul Naschy ya no harán más películas. Sabino Fernández Campo y Jordi Solé Tura ya no contribuirán al desarrollo político de España.

Penélope Cruz ganó el Oscar en la noche de Slumdog millonaire, y los Goya fueron para esa pequeña maravilla que es Camino. Saw VI en España no se vio, nuestra flamante ministra de Cultura le colocó una X y evitó su estreno. Roman Polanski fue detenido para cumplir con la Justicia más de 30 años después. Millenium se mantuvo como el fenómeno editorial del año y Susan Boyle se erigió en el musical. Esas dos últimas notas dicen mucho de la cultura que consumimos. Como que el arte sea noticia por polémicas como la que generó el coste de 20 millones de la cúpula del Palacio de Naciones Unidas en Ginebra. Y es que la crisis es lo que tiene. Vaya, hemos acabado donde empezamos, en la crisis. Será que de verdad 2009 ha sido un año de crisis...

viernes, diciembre 25, 2009

Terror en Internet


Si estás leyendo esto, eres una persona peligrosa y con muchos problemas. Sí, sí, como lo oyes. Porque de momento Un Mundo Peculiar sólo tiene versión online y parece que Internet es una herramienta diabólica creada por el diablo para que todos nos convirtamos en horribles seres humanos. ¿Que no os habéis dado cuenta? Entonces eso es porque sois unos espíritus bondadosos e ingenuos que vais soñando por la vida y confiáis en la gente que os encontráis por el ciberespacio. ¡Mal, muy mal! ¿Es que no veis las noticias? ¿Acaso no sois conscientes de que Internet es un peligro para vosotros y los vuestros?

Como todo el mundo sabe, la pederastia es un delito creado por Internet. Antes de que se crearan los ficheros, discos duros y grabadoras, todo ser humano era recto y puro y no tenía enfermizas inclinaciones sexuales. "Ten cuidado con la gente que conoces en Internet", me dijo una vez mi madre, que es una mujer muy sabia. Y es verdad. Que piense que he encontrado a un puñado de personas maravillosas y majísimas y que piense que son amigos de verdad, gente por la que merece la pena preocuparse, son ilusiones mías. Ficciones. Tontadas. Los buenos son los que conoces en la vida real, esos son incapaces de hacerte daño o de no confiar en ti. ¿Los de Internet? Puf, lo peor de lo peor.

Lo mismo sucede con el intercambio ilegal (¿ilícito, inmoral?) de películas y discos, pues sin Internet no sería posible que medio mundo se hubiera convertido en pirata (tiemblan los de Somalia a nuestro lado). ¿Qué dices? ¿Que antes nos copiábamos películas en VHS y cintas de cassette y no pasaba nada? No, no, no, eso no es así, la memoria os estará jugando una mala pasada. ¿Cómo va a ser así? Eso no lo hemos hecho nunca, porque si lo hubieramos hecho la industria del entretenimiento a estas alturas sería imposible que existiera de tanto pirateo como habríamos protagonizado en estas décadas. Preguntadle a la SGAE, que, como siempre ha velado por los intereses de los creadores, os lo podrá confirmar.

Sin Internet, no habría rupturas matrimoniales. Si ya nos lo acaban de decir en un riguroso y científico estudio: Facebook (¡como si las demás redes sociales no fueran inventos salidos del averno!) está detrás de uno de cada cinco divorcios en el Reino Unido. Los otros cuatro seguro que mienten, seguro que algo ha tenido que ver Internet en la perdición de sus vidas conyugales, perfectas y maravillosas hasta que se conectaron a la red. No os dejéis engañar por quienes digan que la verdadera causa de las rupturas puede ser una indifelidad en el mundo real. Eso es mentira fijo. Facebook, malo.

No sé si lo sabéis, pero en estos momentos, mientras leeis esto, os estáis quedando ciegos. Sí, sí, como lo oís. Y mucho más si sois niños (no creo que tenga muchos lectores que no puedan votar, pero por si acaso...). Lo dice un tipo con cargo, sueldo y, sin duda, muchos más conocimientos que yo, porque no esperaba que a mí me hiciérais caso cuando digo una frase tan alarmante como ésa. El tipo con cargo, sueldo y conocimientos no menciona expresamente a Internet, pero yo sé que está detrás de esto. No puede ser de otra forma. La pantalla tiene que ser mala por narices, e Internet aún peor. Me lo huelo.

Y por si nos faltaba poco, ahora, ¡por fin!, nos han aclarado que en Internet no puede haber periodistas, y si los hubiera que sepan que no les protege el derecho a la información. Si un profesional tiene una información cierta, rigurosa e interesante, tiene que difundirla a través de la radio, la televisión o el periódico. ¿Una web de un medio de comunicación? ¡Pero de qué estáis hablando, almas insensatas! Eso no puede ser. Si existiera o existiese, es sin duda una aberración. Y lo dice un juez, ¿eh?, no vayáis a creer que a mí se me ocurre sentar cátedra sobre estos asuntos...

Así que ya sabéis. Os lo digo por vuestro bien. Dejad de leer esto ya. Lo he escrito por si algún incauto sigue utilizando esto que se llama Internet. Confío en que estéis aquí por error, que no se os ocurra seguir navegando por aquí en el futuro, porque nadie sabe lo que nos puede pasar si seguimos así. Internet está lleno de terrores, y quien piense en defenderlo es una mala persona que tendría que ir de cabeza a la hoguera.

¿Y todo esto a qué venía? Pues no sé, porque en realidad yo me he sentado delante del ordenador a hablar de Gerardo Díaz Ferrán. Bueno, más bien a proclamar mi incredulidad por el hecho de que un tipo que tiene deudas millonarias en sus empresas, que se las cierran judicialmente, y que deja en el paro a cientos de personas, vaya por ahí dando lecciones a los demás de cómo se tiene que solucionar la crisis económica en España y de qué hay que hacer para reducir la tasa de paro en este país. Y si hay que montar un aquelarre de empresarios para que le aplaudan, pues se monta. Que se lo ha ganado sin duda.

Y, claro, también quería hablar de esta cosita de nada que ha hecho el Barcelona en 2009, esto de ganar seis títulos en un año (cosa que no ha hecho jamás ningún otro equipo) y de la respuesta periodística de calidad que ha tenido Marca. "Con todas las aficiones", era su lema hace algunos años. Menos mal que ya han rectificado y sólo están con la del Real Madrid. Y menos mal que la afición del Real Madrid (al menos, la gran mayoría de los madridistas que conozco) está muy por encima de esto. A mí, como espectador imparcial en este duelo futbolístico, me parece terrible que una victoria por 6-0 en un partido de Liga sea más noticia que el sexto título en un año de un equipo o que al día siguiente de que Messi gane todos los premios individuales de prestigio en el mundo del fútbol haya alguien que diga, por el artículo 33, que otro (de los suyos) es mejor.
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Vaya, esto no ha quedado tan irónico como todo lo anterior. Será que me ha podido el espíritu navideño... o el del maléfico y diabólico Internet. Si ya lo decían en Canción triste de Hill Street: "Tengan cuidado ahí fuera".

martes, diciembre 22, 2009

Feliz Navidad, feliz 2010

Pues ya sí que es Navidad. Ya se ha sorteado la Lotería, ya están los niños de vacaciones, ya ha nevado en buena parte de España, y ya hace el típico frío invernal y navideño. Y como es Navidad, pues toca felicitarla. Como todos los años, he dado rienda suelta a mi frikismo. Algunos de los que pasáis por aquí ya habréis recibido esta mi particular tarjeta de felicitación en vuestro mail. Para los que no, para todos los que soléis perder algunos minutos de vuestro tiempo en acercaros a este rincón y para todo el mundo, ahí va mi deseo. Felicidad y suerte para estas fechas y para 2010.

sábado, diciembre 19, 2009

Equilibrismo

Los equilibrismos me gustan en el circo, pero no en la vida real. Con deciros que no me entusiasma la idea de comprar un regalo sólo unas horas antes (¡a veces unos minutos!) de presentarme en una fiesta de cumpleaños, os podéis hacer a la idea de lo que quiero decir, porque eso lo aplico para todo en la vida, especialmente en la faceta laboral. Me gusta ser previsor, me gusta que haya un trabajo detrás de mis acciones, me gusta evitar la improvisación y el equilibrismo cuando se puede hacer y cuando sin duda mejora el resultado final (la espontaneidad tiene otros momentos). Por eso, no entiendo el constante ejercicio de equilibrismo en el que vive la clase mandataria a todos los niveles.

Copenhague, sí, hablo de Copenhague y de la cumbre que me decían definitiva para afrontar el problema del cambio climático. No es el primer ejemplo, pero ojalá fuera el ejemplo definitivo de que el modelo actual no funciona para casi nada. Resulta que delegados de dos centenares de países llevan dos semanas pegándose para alcanzar un acuerdo para luchar contra el cambio climático y salvar el planeta. Resulta que el pírrico acuerdo que al final se ha logrado ha sido por el trabajo a última hora de los jefes de Estado. Resulta que el documento que han firmando algunos, en realidad, es una huida hacia adelante, un "primer paso" (¿otro?), un "acuerdo de mínimos" (¿eso no lo teníamos ya?) sin compromisos concretos.

Visto lo visto, la pregunta es inevitable. ¿Para qué han servido estas dos semanas previas? Y la respuesta es obvia: para nada. ¿Cómo se puede justificar el despilfarro de dinero que ha supuesto el envío de centenares de delegados y el sitio policial de una capital europea? De ninguna manera. ¿Habremos aprendido la lección? En absoluto. La cumbre no sólo supone el enésimo fracaso de Naciones Unidas (ni sirve para la paz, ni sirve para la guerra, ni sirve para el cambio climático, ni veo que sirva para nada), sino del modelo establecido. ¿Delegados? ¿Subalternos? ¿Altos cargos? Para qué, si las esperanzas para todo hay que dejarlas en la persona que manda. Así enchufamos a los amigos, pero poco más. ¿Macrocumbres? Para qué, si la decisión la va a tomar siempre el que sale en la foto final.

Equilibrismo puro. Como en casi todo lo que nos rodea. Si ha habido un trabjo previo a esta cumbre, ha sido inútil. Parece que les gusta vivir sobre el alambre y que la caída sin red no le preocupa a nadie.

lunes, diciembre 14, 2009

Caminos rectos, revoluciones y protestas

Soy un tipo al que le gusta seguir las normas. Por regla general, pienso que las normas están por algo. No es que desdeñe una buena revolución de vez en cuando, no, no es en absoluto que sea un inmovilista. Más bien al contrario, creo que la vida y la sociedad van animando la reforma de todo aquello que nos permite vivir en convivencia, y que si hacemos caso a lo que nos dice la realidad esos cambios serán irremediablemente para bien. Y es que también creo que, salvo contadas y excepcionales ocasiones en las que se impone ese comportamiento revolucionario, es necesario seguir el cauce que nos marcan las normas para su propia reforma. Si llega un momento en que todos decidimos hacer lo que queramos, saltarnos las normas que no nos gusten sin más razón que esa y colocar en el punto de mira a quien no tiene culpa de que esa norma nos restrinja, tendremos que dar la bienvenida al caos más absoluto. Por eso prefiero el camino recto. Aunque a veces sea más largo.

La vida me da muchas razones para seguir creyendo en ello. Para aquellos que esperen oír lo contrario, siento decir que no me alegré de la agresión a Berlusconi, por mucho que el primer ministro italiano me parezca un dirigente perjudicial para Italia y para el mundo. La solución no puede ser otra más que ganarle en las urnas y, si procede, en los tribunales. ¿Pegarle? Por favor. Tampoco me gustó la patada a Hermann Tertsch, por mucho que no sólo no comulgue sino que desprecie muchas de las cosas que dice en su informativo nocturno de Telemadrid. ¿Solución? Hay varias. Desde no escucharle a rebatirle. Y tampoco puedo compartir que se culpe de dicha agresión a Wyoming por hacer burla de Tertsch en su programa de La Sexta, como implícitamente hizo Esperanza Aguirre. El culpable de una agresión es el agresor. La solución, la misma que antes: no escuchar o rebatir. Acusar por acusar no vale.

En la política, el camino recto no vale. Por los mismos motivos que antes no puedo entender a María Dolores de Cospedal, que achacó ya no recuerdo bien si fue el recuestro de los cooperantes catalanes en Mauritania o el del Alakrana por parte de piratas somalías a la debilidad internacional del Gobierno. El camino recto de la política no es ése, y por tanto no es ése el que yo voy a utilizar. Pero seguro que la dirigente del PP se llevaría las manos a la cabeza y me respondería con virulencia si yo le preguntara si era entonces signo de debilidad del Gobierno de José María Aznar el 11-M, con 192 muertos, o los continuos atentados de ETA durante sus dos legislaturas de Gobierno. O si Estados Unidos y sus más de 3.000 muertos en el 11-S sufren esa misma debilidad. La solución para mí en este caso es sencilla: rebatir las barbaridades que se dicen, fomentando el debate argumentado como forma de vida.

Nadie le hizo esa pregunta a María Dolores de Cospedal porque el periodismo hace tiempo que perdió el norte y ya no sabe dónde está su camino recto. O amigos o enemigos. Nada más. Y lo mismo pasa con la Iglesia. La Conferencia Episcopal dice que no dará la comunión a los políticos que voten a favor de la reforma de la ley del aborto. Pero se le olvida explicar la incongruencia que supone no habérsela negado ya a quienes votaron a favor de la actual ley. ¿Qué ha cambiado? Las ganas de aplastar a este Gobierno, supongo. El camino recto es más fácil. Era polémico que las niñas de 16 años pudieran abortar sin consentimiento de los padres y el trámite parlamentario, la negociación entre los partidos, ha deparado que eso, en lugar de norma, sea excepción. Ese es el camino para conseguir cosas. Y no la amenaza.

Y es que soy un convencido de que para las reformas políticas el camino recto es el mejor y más efectivo. ¿El que más tarda? Sin duda en la mayoría de los casos. Pero es el más irreprochable. Convocar un referéndum sin valor legal alguno y a espaldas de las instituciones que sí tienen competencias en la materia no me parece la mejor forma de que el Estatuto catalán gane amigos. Lo que el independentismo catalán ideó como una protesta multitudinaria y como una amenaza para España, resulta que se ha quedado en un intento vano de convocar a los catalanes a la calle y de reafirmar con el número de la práctica unanimidad la defensa de una curiosa forma de entender la libertad. Resulta que votó menos gente que la reforma legal del Estatuto. El cauce recto, aún funcionando mal, funcionó mejor que el torcido. Y éste, para colmo, éste segundo sólo ha servido para dar munición a los más españolistas de Cataluña. Cuánto daño hace a veces no seguir el camino recto.

Y es que salirse y tomar atajos es trampa, aunque sea una trampa que nosotros mismos nos podamos creer en un momento determinado. Y además de trampa es también una forma de perder simpatías. Una cosa es protestar y otra cosa fastidiar al vecino. Eso es lo que suelen hacer los pilotos en sus huelgas, casualmente colocadas en las fechas que más daño hacen a los demás. Por muy justas que puedan ser sus reivindicaciones, ya no me importan porque su protesta no hace daño a los causantes de su malestar. Y lo mismo, aunque ya sé que no es una opinión demasiado compartida, me pasa con Aminatu Haidar. El malo es Marruecos, pero a quien se está culpando de todo es al Gobierno de España y en Rabat están tan tranquilos. La hipotética muerte de esta activista no creo que beneficie a nadie. Ni a la causa del Sáhara, ni a la propia Haidar. La forma de protestar escogida, la huelga de hambre, me parece desproporcionada y no pone entre la espada y la pared al enemigo natural de la protesta. Casi al contrario.

Pero, claro, resulta que vivo en un mundo en el que unos crearán páginas en Facebook para felicitar a los autores de las agresiones a Berlusconi o Tersch y otros culparán no a esos autores sino a sus enemigos públicos de la izquierda. Unos acusarán al Gobierno de ser el culpable de acciones terroristas y otros reprocharán al PP los atentatos del pasado. Resulta que si haces caso a la Iglesia eres un fanático sin remedio, pero si la criticas... también. Resulta que si desprecias un referéndum como éste en Cataluña es que eres un antinacionalista o anticatalanista, pero si lo respaldas eres un enemigo de España. Y resulta que si no apoyas a Haidar eres un mal bicho cuyos argumentos no merece la pena ser escuchados y un defensor de las tiranías, pero si la apoyas, para otros, eres un defensores de terroristas del Frente Polisario.

Y ante todo esto, yo sigo mi camino. El recto. Libre. Respetando a todos. Con mis argumentos. Sin violencia, ni física ni verbal. Y con la esperanza de que el mundo sea un día un lugar mejor. Hasta que despierte de mi utopía.

martes, diciembre 08, 2009

Historias de una fila

¿Habéis visto en televisión las kilométricas colas que se formaron ayer en el Congreso de los Diputados para entrar en esto que llaman Jornadas de puertas abiertas? Pues uno de esos miles de idiotas que se pasaron tres horas esperando en la calle para entrar era yo. Pensaba poner un punto y aparte para que tuviérais unos segundos para reiros de mí, pero creo que voy a seguir escribiendo para no daros la posibilidad de que penséis en qué podría haber ocupado esas tres horas de mi vida. No lo penséis, da igual. Si es que soy así, me gusta esta visita al Congreso de los Diputados. Y aunque no voy todos los años, sí que disfruto acercándome cada cierto tiempo. Y aunque podáis pensar que tres horas es una barbaridad de tiempo para tirarlo así a la basura, para mí fue tan entrentenido que lo que voy a contaros no es la visita al Congreso, sino lo que pasó en esas tres horas...

A las 16.15 horas comienza la espera. Salgo del Metro Sevilla y me dirijo al Congreso de los Diputados. Cuando estoy cerca de la puerta, veo la fila y un cartel amenazador que indica que la fila comienza... ¡¡¡en la calle Alcalá!!! Quienes no conozcan esa zona de Madrid, pueden asustarse. Está muy, muy, muy lejos de la entrada del Congreso y unos cuantos centenares de personas tienen turno para entrar antes que yo. Recorro toda la extensión de la fila y llego a su final, en la calle Alcalá, en la puerta del Banco de España y junto al Metro de ese nombre. Delante, una familia de sevillanos, una pareja de hermanos, sus parejas y las dos hijas adolescentes de uno de ellos. Detrás, un hombre solo. "Vaya vuelta más tonta que acabo de dar, si he salido aquí al lado del Metro", me dice. Creo que ha seguido exactamente el mismo camino que yo. Eso me convierte en protagonista de una vuelta igualmente tonta.

Cuando llevamos ya unos metros del Paseo del Prado, escucho a la familia sevillana dialogar con dos mujeres mayores que tienen delante. "Nos quedan como dos horas", le dice las venerables y pacientes mujeres. Por lo visto, hablan con conocimiento de causa, pues ellas sí que tienen como ritual anual la visita al Congreso. Yo jamás había esperado tanta cola para este evento. Me fío de ellas, y hago bien porque al final incluso se quedaron cortas. En aquel momento me consolaba con la idea de que, al menos, no llovía. Cuando alcanzamos la calle Zorrilla, ya se ha hecho de noche. El Museo Thyssen-Bornemisza, justo al lado, no tiene ni de lejos la cola que atesora el Congreso. Es lo que tiene que para el Museo haya que pagar entre 4,50 y 13 euros y que nuestra cámara parlamentaria tenga acceso gratuito en estas jornadas.

¿De verdad hay gente que viene sólo por el regalo al final...? ¿Tres horas para eso...? "Podían decir que la entrada cuesta quince euros", dice uno de los sevillanos con la esperanza de que lleguemos pronto a las puertas del Congreso. Una de ellas no para de repetir "y yo que podía estar calentita en el Xanadú". Cuando estamos ya en la calle del Marqués de Cubas y son ya las seis y media de la tarde, una mujer por detrás le pregunta a un Policía cuánto nos puede faltar. "¿Quiere que le diga si va a entrar o no?", le pregunta el agente con guasa. La mujer se ríe. "Pues entra, no se preocupe", añade. Respiro aliviado. Más cuando el agente nos cuenta que todavía le queda turno hasta medianoche, y que tiene que estar allí de pie otra vez a las seis de la mañana hasta las ocho y media de la mañana del día siguiente. Eso son guardias y lo demás son tonterías.

Mirad a la mujer rubia del pantalón blanco, que protagoniza una de las dos grandes historias de la tarde. Todavía en el Paseo del Prado, del que cortaron el carril bus para que la gente paseara por allí y no se mezclara con la heróica fila de quienes ansiábamos entrar en el Congreso, veo a dos personas que se colocan a mi lado. Dos personas que no estaban antes en la fila. Ya sabéis, familia sevillana delante, hombre solo detrás. Un hombre corpulento con coleta y cierto aire macarra y una mujer rubia con pantalón blanco no encajan en la descripción. ¿Conclusión? Pretenden colarse fijo. Les lanzo una mirada semidespistada, que crean que me he dado cuenta pero que no estén seguros. "Si no voy a colarme, ¿eh?", dice, puede que a mí. Yo ni les miro, estoy dos pasos por delante. Sólo estoy pendiente de que no lo puedan hacer. La mujer mira hacia la carretera. El hombre adopta una táctica más lamentable. Se dedica a mirar la fachada del edificio del Banco de España como si la cosa no fuera con él.
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Una mujer que estaba detrás del hombre que me sigue en la fila se da cuenta de la situación y decide actuar. "El final de la fila está más atrás", le dice. "Si yo no voy a pasar al Congreso ese", le responde el hombre de la coleta. Y sigue haciéndose el loco y mirando la fachada. Fachada fea en ese tramo y sin nada de interés, por cierto. Pero sigue avanzando. Por fortuna, todo esto sucede justo cuando llegamos a una valla abierta en la que hay dos agentes de policía que velan por el correcto funcionamiento de la fila. "Por favor, tienen que ir por fuera". Y les echaron. Victoria. Pero sólo momentánea. La foto en la que se ve a la mujer rubia de pantalón blanco está tomada una hora después. Había conseguido colarse. El hombre, apoyado en una valla, esperaba el momento de poner alguna excusa y entrar junto a ella. Nos sacaron media hora de adelanto. Mi sorpresa llegó cuando vi a la mujer dentro del Congreso. Había perdido una bufanda antes de pasar al hemiciclo. ¿Justicia divina? No lo sé, pero me tuve que reír...
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Pero lo mejor llegó justo antes de reencontrarnos con la rubia del pantalón blanco. Fuera de la valla, subiendo la calle Zorrilla, había una mujer morena. Por los gritos que pegaba, parecía que estaba dando un mitín. Y así era. Sólo que como se declaró "apolítica" no pudimos relacionarla con ningún partido, claro. No es fácil resumir todo lo que esa mujer soltó en unos pocos minutos. Se podía concluír que estaba allí para advertirnos a "todos los españoles" (ella aclaró luego que era argentina, algo que su acento ya había desvelado) que estábamos siendo engañados, que hay en marcha una conspiración mundial para ocultarnos la verdad y para que unos pocos se quede con el poder. O algo así, vaya. También dijo que había venido para contarle todo esto a un abogado y profesor universitario ("como yo") y que se había reído en su cara. "Le dije que Aznar les metería en la guerra y no me creyó", dijo para afianzar sus dotes predictoras. Vaya, si yo también dije eso...
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El caso es que entre los protagonistas de esta conspiración citados por esta mujer estaban el Gobierno de Zapatero, el de Aznar ("todavía peor el de Aznar"), "la falsa derecha y la falsa izquierda", Sabina, Pereza (¿?), Garzón (¿puede haber alguna conspiración sin Garzón de por medio...?), el grupo Prisa, los periodistas que "nos mienten" y los sionistas. Porque sin los sionistas ya sabéis que no hay conspiración posible... Seguro que había muchos más involucrados, pero me perdí cuando dijo que "eso" es lo que había pasado en Argentina y Reino Unido y que venía a España para advertirnos antes de que a nosotros nos sucediera lo mismo. Bueno, en realidad me perdí cuando metió a Pereza en el grupo de conspiradores. No les veo yo, no... Para cuando llegamos a la puerta, el Congreso casi había perdido interés en comparación con los sucesos de la fila. Pero ya que estábamos allí, entramos...

lunes, diciembre 07, 2009

Parecidos razonables

Estos dos muchachos que aparecen en la foto son dos jugadores del Almeria. El primero se llama Fernando Soriano, nacido en Zaragoza hace treinta años (cumplidos en septiembre) y de una altura de 1,89 metros. El segundo, mucho más exótico él, se llama Modeste M'Bami. Nació en Yaundé, la capital de Camerún, hace 27 años. Supongo que todos estaremos de acuerdo en que, si nos cruzamos con estos dos señores por la calle, sabríamos diferenciales. Por su altura, sí, pero creo que sobre todo por el color de su piel. Incluso dentro de un campo de fútbol y aunque los dos lleven la misma camiseta. Pues no. Fernando Soriano y Modeste M'Bami son mucho más parecidos de lo que a simple vista uno pueda pensar.

Ambos jugaron ayer un partido en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid. El primero, Soriano, hace una falta en el centro del campo. El árbitro, Estrada Fernández, da la ley de la ventaja y el juego sigue a favor del Real Madrid. Cuando el balón sale fuera, con muy buen criterio, el colegiado recuerda que esa falta era merecedora de tarjeta amarilla. Se la saca a M'Bami. Sus protestas no sirven de nada, porque, claro, ambos jugadores son como dos gotas de agua y el árbitro no se va a dejar engañar tan fácilmente. Y luego me dicen que es que es arbitrar es muy, muy, muy complicado, que los jugadores no le facilitan la labor y todas esas cosas.

Estos dos creo que no necesitan presentación, pero por una cuestión de educación se la haré de todos modos. El primero es Cristiano Ronaldo, delantero portugués del Real Madrid, ex del Manchester United, icono mundial del deporte y ahora conocido como CR9 (CR7 cuando jugaba en Inglaterra, por aquello del número que llevaba en la espalda). El segundo es José María Aznar, ex presidente del Gobierno español y del PP, actual presidente de la fundación de ese partido, la FAES, y líder planetario sin parangón. Las fotos escogidas facilitan que veáis el motivo por el que he decidido juntarles bajo el título "Parecidos razonables". Pero la cosa no acaba ahí, requiere una explicación.
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Hace ya algún tiempo, el entrenador personal de Aznar nos explicó que nuestro ex presidente puede llegar a conseguir la notable cifra de 2.000 abdominales diarias y cómo eso le había convertido en todo un sex symbol en Italia. Ahora resulta que nos hemos enterado de que Cristiano Ronaldo hace 3.000 abdominales diarias. Sin entrar a teorizar sobre lo picado que pueda estar ahora mismo Aznar con este reto físico y deportivo (ya le veo entrenando para batir a Ronaldo), os dejo la comparativa para que vosotros mismos penséis si merece la pena hacer esas 1.000 abdominales extra cada día durante tantos años y si es mejor alcanzar ese estratosférico registro cuando uno es un veinteañero o cuando uno es un cincuentón.

viernes, diciembre 04, 2009

Paparruchas

Reconozco que a veces me siento como el señor Scrooge. O hacen que me sienta como tal, que para el caso es lo mismo. No tengo nada en contra de la Navidad, yo diría que sobre el papel más bien es al contrario, porque yo soy de los que todos los años manda una felicitación por mail y de los que, en esas fechas, le desea feliz Navidad a los amigos cuando se los cruza por la calle. Pero no soporto que la Navidad dure dos meses. No, no lo soporto. Ademas, ¿quién lo ha decidido? ¿Quién ha alargado estas fiestas de tal forma que ocupan ya una décima parte del año? ¿Qué será lo próximo? ¿La semana de San Valentín? ¿La quincena de todos los santos? ¿Los tres días de la Constitución? Ah, no, que eso ya lo tenemos en forma de puente...

El caso es que no entiendo que en algunas ciudades estén encendidas las luces desde antes incluso de que El Corte Inglés nos anuncie que ya es Navidad. Y mira que lo hace pronto, que el 1 de diciembre sus fachadas ya tienen todo el esplendor navideño. No entiendo que me vendan la burra de la crisis y luego tengamos tropecientos mil bombillas encendidas durante casi dos meses sólo para incitar la compra masiva de regalos para los Reyes Magos y Papá Noel. Luego veo a los críos mirando juguetes y haciendo cola para hablar con sus lejanos benefactores de Oriente y Laponia, y recupero esa ilusión navideña. Porque cuando hay críos de por medio, la cosa cambia, que ellos y su ilusión mandan. Pero ni El Corte Inglés ni el Ayuntamiento de Madrid están dirigidos por niños, ¿verdad? Pues eso.

Si alguien ve a los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras, por favor que les diga que necesito que me visiten antes de que acabe diciendo "paparruchas" cada vez que vea un signo de esta Navidad apresurada que vivimos. Iba a decir que también me vale un regalo, pero como no me suelen hacer obsequios por estas fechas y como no quiero que me tachéis de consumista, me voy a quedar en pedir un poco de espíritu navideño. Pero mandádmelo en Navidad, por favor.

martes, diciembre 01, 2009

Difundiendo falsedades

Hace poco más de un año, un grupo de personas crearon este ejemplar de The New York Times. Cualquiera que tenga mínimos conocimientos de inglés y del mundo en el que vivimos, podrá darse cuenta de que el titular de la noticia principal demuestra que estamos ante un periódico falso que tenía la intención de remover conciencias. En sus páginas interiores, se incluyó un artículo firmado pero por supuesto nunca escrito por Thomas Friedman, un columnista que apoyó la guerra de Irak. En él se decía que "equivocarse es humano, pero imprimir, reimprimir y reimprimir alocados errores humanos es una política editorial criminalmente estúpida".

Comentan las noticias de aquel entonces que muchos de los que cogieron el periódico en Nueva York pensaronque era auténtico. Sin entrar a juzgar la ingenuidad o el conocimiento del mundo en el que viven que puedan tener esas personas, lo cierto es que es un ejemplo perfecto de lo fácil que es que cualquiera recibamos noticias falsas. El periodismo tiene (¿tenía?) la obligación de trasladar al ciudadano una información veraz. Si el receptor de esa información duda de su veracidad o de su honestidad, la transmisión es inútil. Es aún peor. En ese caso, el periodismo es inútil. Internet, además, ha supuesto un desafío inmenso al que nadie parece haberse adecuado todavía.

Hoy se ha difundido la noticia de que se había localizado a los tres cooperantes españoles que fueron secuestrados en Mauritania. Mentira. Pero ya se ha propagado. Hace un par de días, se acusó injustamente a un hombre de violar y agredir a su hijastra de tres años, que murió poco después. Falso. Pero a este hombre ya se le había hecho un linchamiento público. La Reina Sofía suspendió su viaje a Malta porque tenía gripe A. Desmentido. Pero qué más da si ya lo hemos dicho. Casos como éstos hay a patadas. Desde los asuntos más livianos, como que se anuncie a bombo y platillo la titularidad de Raúl en cada partido del Real Madrid y después se quede en el banquillo o a cualquiera de las cientos de noticias sin confirmar que se dan en los programa de corazón, hasta cuestiones mucho más graves como los dos primeros casos antes mencionados.

No pocas veces he visto la noticia de un atentado en el que se apunta la muerte del objetivo y, poco después, hay que rectificar. Recordaréis la historia del niño y del globo al que nunca se subió aunque lo dieron todas las televisiones del mundo. O de aquella actriz que coló una cadena de televisión llorando por haber metido en la lavadora un décimo de Lotería de Navidad premiado con el gordo, décimo que jamás compró. Todo eso han sido noticias. Sí, noticias. Es decir, hechos ciertos. Pero eran mentira. Ni siquiera hay grandes intereses ocultos detrás de esas informaciones. Es sencillamente que las cosas, por lo visto, suceden así.

¿De quién es la culpa de este desaguisado periodístico? De nadie, es simplemente que la vida es así. Faltaría más. Nunca hay autocrítica, nunca hay una disculpa, nunca hay una corrección de los métodos de trabajo. Nunca. Lo que sí hay es un afán desmedido y morboso por ser el primero en dar una noticia, la que sea, incluso aunque no se produzca tal noticia. No pocas veces he visto la noticia de un atentado en el que se apunta la muerte del objetivo y, poco después, hay que rectificar porque, oh, sorpresa, el objetivo no ha muerto. ¿Pasa algo por ello? En absoluto. Qué más da. ¿Que un familiar de un secuestrado o de alguien que ha sufrido un atentado pasa el peor rato de su vida por una noticia falsa? Una lástima.

¿Cuándo se van a dar cuenta los medios de comunicación del daño que pueden hacer a las personas cuando publican una noticia que no está confirmada, que no está contrastada o que, por muy fiables que sean las fuentes, puede ser falsa? ¿Quién restaura el honor y la vida de un inocente falsamente acusado? ¿Quién compensa a un familiar o un amigo que se haya hecho ilusiones por una noticia feliz falsa o que se haya desmoronado por una noticia trágica que resulta no ser cierta? La autoregulación está fracasando miserablemente porque todos los medios, desde los más grandes a los más pequeños, fallan con demasiada frencuencia. Las asociaciones de prensa no sirven para nada, porque también hay un tufo corporativista que esconde los problemas.

La única solución es la prudencia, esperar pacientemente a que las noticias se confirmen. Pero esa cualidad es inviable hoy en día. Cada medio quiere ser el primero en publicar la noticia, y eso prima incluso por encima de la veracidad de lo que se publica. Cuando salta un caso como los mencionados, todo el mundo a rasgarse las vestiduras. Cómo es posible que haya pasado algo así. Hay que hacer algo para que no se repita. Hay que machacar a los responsables. Y de pronto, nos damos cuenta de que ya nos hemos olvidado de ese último caso. O del penúltimo habría que decir, que ya se sabe cómo funciona esto. Dos días de indignación y después el olvido. Periodismo puro, ya sabéis.

viernes, noviembre 27, 2009

No sé de qué hablar

Supongo que a muchos de vosotros os habrá pasado alguna vez. Tener ganas de hablar de muchas cosas, que se desborden las ideas, que las frases vayan cobrando forma en tu cabeza... y que ese ánimo vaya diluyéndose poco a poco hasta que al final no sientes la misma necesidad de escribirlo. Pues bien, así estoy yo. Veo los informativos, leo la prensa, salgo a la calle y encuentro mil cosas de las que hablar... pero luego me enfrento a la pantalla en blanco y me doy cuenta de que no encuentro las palabras necesarias, no alcanzo un motivo real para decir lo que pienso o pienso que lo que voy a decir es tan radical y políticamente incorrecto que no lo va a entender nadie.

Aunque con el suceder de los acontecimientos me apatecía hablar sobre el Alakrana, ya dije que al final no quería hacerlo. Y no quiero hablar porque si hablo tengo que empezar diciendo que todo esto nace de una irresponsabilidad de los marineros que se fueron a pescar lejos de la protección militar que habían solicitado, y me duele que no se esté diciendo. Como no se está diciendo que hay trece barcos secuestrados. O tendría que decir que rechazo por completo el pago de rescate a piratas porque de esta forma envalentonamos a cualquier criminal (o terrorista, ya que estamos...) a pedirnos dinero por cualquier animalada. O que me sorprende que algunos sepan tanto ahora de tareas diplomáticas o tácticas militares. O que me parece descorazonador que el Gobierno tenga una política de comunicación tan horrible.

Y entonces me sale el editorial conjunto de doce periódicos catalanes. Y me muero de ganas por decir lo que pienso, pero al final caigo en el desánimo, devorado por la situación actual y pierdo el interés. Porque tendría que decir que los editoriales son un signo distintivo de cada medio y precisamente por eso no entiendo que haya una unanimidad tan grande en este tema entre esos doce periódicos. Como tampoco entiendo que los medios tengan tanta arrogancia como para hablar en nombre de todo (¿todo?) un pueblo. O que se extienda a "todo el pueblo catalán" la defensa de un Estatuto respaldado en una votación que contó con tan poca participación. O que el respaldo, respeto o presión a los jueces por parte de políticos y periodistas sea siempre a conveniencia. O que la Justicia no para de asombrarme. Muchas cosas que me cansan, vaya...

Pero, claro, ¿cómo no hablar de la reforma de la Ley del Aborto que estudia el Congreso de los Diputados? No, lo dejo, porque entonces piso arenas movedizas. No tengo una posición clara y tajante, y eso me convierte en enemigo de ambos bandos (¿hay dos bandos?). Tendría que recordar la contradicción que nadie quiere tocar y que se manifiesta, por ejemplo, en que una menor de 16 años se pueda poner silicona en los pechos, casarse o tener hijos sin consentimiento de sus padres pero no abortar. O poner el grito en el cielo las presiones inmorales de algunos grupos y personas antiabortistas que se dedican a mandar cartas a los domicilios personales de los políticos

También podría hablar de una variante de este asunto, la manipuladora amenaza de la Iglesia de negar la comunión al político que no se oponga a esa ley. Porque por lo visto no les vale ya con la confesión para purgar el pecado, sino que además tienen que decir públicamente que se arrepienten de ese voto. Y, claro, me hace gracia teniendo en cuenta que el clero tiene el privilegio del secreto de confesión. Y me hace más gracia todavía cuando leo casos como el de Irlanda, en el que la Iglesia, con la connivencia del Estado, ocultó no sé cuántos casos de violaciones de menores a manos de curas. Y ante semejante incongruencia y falta de vergüenza, renuncio también a hablar de esto...

Pienso entonces en hablar de algo ligerito, del Barça-Madrid. ¿Cómo no voy a hablar del Barça-Madrid si todo el mundo habla del partido en cuestión? Pero, claro, resulta que ni soy del Barça ni soy del Madrid, así que en este fanatizado mundo (¿sólo del deporte?) en el que vivimos lo más normal es que los fanáticos me digan que les deje en paz y me vaya a ver a mi equipo. Pues nada, eso haré, que ya que me juega la Real en Madrid, en el campo del Rayo, no vamos a perder la ocasión. Lo mismo después de eso recupero las ganas de hablar de algo. ¿O ya lo he hecho sin darme cuenta...? Vaya, es que cómo son las cosas del lenguaje, que uno empieza a divargar y resulta que dice más de lo que le gustaría...

lunes, noviembre 23, 2009

La honestidad y el meme

La encantadora Simone, del blog Ni Prada ni Manahattan, me dio un premio hace unos días, un premio de esos que vienen acompañados de un meme. El premio es a la honestidad (gracias, Simone) y el meme obliga a contar diez cosas sobre mí... y hacerlo con honestidad, claro. Dado que, aunque mis amigos se rían de mí por ello, presumo de contar siempre la verdad, no parece una tarea difícil que sea honesto en esta entrada. Lo que sí me es complejo es encontrar diez cosas que contaros que susciten comentarios del tipo "qué interesante", "qué gracioso", "a mí me pasa lo mismo/lo contrario" o "anda, eso no lo sabía yo". De hecho, en el momento de escribir estas líneas, no tengo decididas las diez cuestiones que vais a leer a continuación, así que desde ya os anuncio que esto procede de la más absoluta improvisación.

1. Creo que desde siempre tuve claro que quería ser periodista. Desde luego, cuando entré al instituto con 14 años era un objetivo claramente definido, y eso me distinguía de las dudas que tenía el 99,9 por ciento de mis compañeros, muchos de los cuales ni siquiera habían decidido si querían hacer letras o ciencias. Y todo para que el mayor logro que conseguí en la carrera fuera el título de la liga interna de fútbol sala...

2. Me saca de mis casillas que el argumento de la gente en una conversación sea la descalificación personal de lo que yo digo, lo que yo pienso o lo que yo soy. Me tengo por una persona tolerante ante las ideas del otro, incluso aunque sean radicalmente contrarias a las mías. Pero jamás entenderé que la gente no sepa defender precisamente eso, lo que dice, piensa o es y tenga que limitarse a rechazar a su oponente de una forma tan absurda.

3. Viendo un partido de fútbol soy... digámoslo así... muy expresivo. Soy de los que gritan, saltan, se acuerdan de la familia del árbitro y alcanzan la más absoluta felicidad cuando los suyos marcan un gol. Por eso me gusta ver los partidos en la televisión de mi casa. Con compañía más o menos extraña me corto más y no llevo bien lo de ver fútbol en un bar. En la grada de un estadio, depende. Si veo que mi integridad corre peligro, sé morderme la lengua. Si no, como si estuviera en el salón de mi casa.

4. No bebo alcohol, no fumo y no conduzco. No bebo alcohol porque no me gusta, no aguanto ni su sabor ni su olor y no le encuentro encanto alguno a la borrachera. No fumo porque creo que es una forma absurda de envenenarme, tanto a largo plazo como a corto (no soy capaz de dormir en condiciones después de una noche en un bar lleno de humo). Y no conduzco porque no me siento cómodo en un coche y no quiero tener la responsabilidad de tener un volante entre mis manos. Estas tres negaciones de mi vida han llevado a unos amigos míos a referirse a mí con frecuencia como al tipo que dice "yo nunca" para todo. Es falso, porque no tengo más negaciones vitales, pero si ellos son felices...

5. Odio los compromisos y todo ritual social que se haga para quedar bien. Me parece absurdo que alguien se sienta obligado a invitarme a su casa, a su cumpleaños o a su boda sólo por quedar bien no sé muy bien con quién ni para qué. Si alguien quiere de corazón que esté en uno o muchos momentos de su vida, estaré o al menos haré lo imposible por estar. El resto, por favor, que se lo ahorren, por su bien y por el mío...

6. Me encanta aplicar frases de cine a la vida real. Al final las pienso más que decirlas, pero ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que he podido decir o pensar "que la Fuerza te acompañe", "y Gondor responderá", "necesitamos un barco más grande", "siempre nos quedará París" (y eso que no la conozco), "su carencia de fe resulta molesta", "alégrame el día", "yo no bebo... vino", "he visto cosas que vosotros no imaginaríais", "nadie es perfecto", "voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar", "me encanta el olor del napalm por la mañana", "¿me estás hablando a mí?", "cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia", y otras muchas más.

7. Hace ya unos cuantos años, una amiga y compañera de trabajo me dijo que por qué no le hacía un periódico de su boda. Se lo hice. Se llamó La Sinrazón, pero escrito con la tipografía de El País. Desde entonces, todas las bodas de amigos en las que he estado han tenido su propio periódico. He hecho uno incluso de una boda en la que no pude estar, con fotos y relatos de gente que sí estuvo. Y no sólo me limito a las bodas, ya que casi desde el principio amplié horizontes y utilicé este particular periódico para despedidas de compañeros, nacimientos de sobrinos postizos e incluso algún viaje. Ya me han dicho que debería hacerme una web y venderlo a todo el que quiera uno, pero sin cariño no tiene la misma gracia, ¿no...?

8. Suelo viajar solo. Primero, porque normalmente hago coincidir mis viajes por España con partidos de fútbol de la Real y ahí no suelo encontrar compañía (y cuando voy a San Sebastián, destino preferente por encima de todos, la compañía me espera por allí). Segundo, porque disfruto enormemente pateando las ciudades de arriba a abajo, sacrificando bastante la vida nocturna en el destino escogido a cambio de madrugones y satisfactorias palizas turísticas... y ahí no suelo encontrar compañía. No me van las vacaciones contemplativas de sol y playa.

9. Me considero un envidioso atípico. Envidioso, sí. Me da envidia que un amigo esté felizmente casado o emparejado porque yo no he tenido la suerte de encontrar a esa pareja y que ella me encuentre a mí al mismo tiempo. Me da envidia ver a amigos que tienen críos, porque me encantaría ser padre y sin la necesaria voluntaria lo tengo complicado. Me da envidia ver a quien puede hacer el viaje de sus sueños (o de los míos) cuando a mí no me queda más remedio que quedarme en tierra. Pero envidioso atípico, porque lejos de quedarme en la envidia o de generar rencor hacia mis amigos, el sentimiento que acompaña a esa envidia es la felicidad. Felicidad por el otro, porque si es mi amigo me alegro de corazón de que las cosas le vayan bien, incluso aunque a mí no me vayan igual de bien.

10. ¿Y qué cuento yo para finalizar este repaso...? Pues creo que lo voy a terminar donde empece, pero de otra forma. Antes de ser periodista, ya había salido en televisión. Más de una vez, pero sobre todo una vez. ¿Dónde? Casi me atrevería a decir que en el programa que menos os podéis imaginar, pero eso sí que no lo voy a confesar yo mismo, aunque hay gente que lo sabe y que lo mismo es tan malvada de dejarlo en los comentarios para que sea de dominio público. No porque me avergüence (no, no fue en un programa de Leticia Sabater), sino porque algo de incógnita tendré que dejar entre tanta honestida. Vamos, digo yo...

Se supone que ahora tengo que pasarle el meme a otras diez personas, pero no voy a poner en el compromiso a nadie. Y si alguien necesita el compromiso para lanzarse a hacerlo, es fácil que daros por aludidos. Los blogs que frecuento desde hace tiempo están en la columna de la derecha. Y espero que todos sepáis ya de sobra que, aunque no os pongo en el aprieto de tener que hacerlo o rechazarlo, me gustaría (me gusta) leer cosas sobre vosotros. Porque la verdad es que está fenomenal esto de ir conociendo un poquito más a la gente de este maravilloso mundo de los blogs, ¿no...?

jueves, noviembre 19, 2009

El peligro de ser irresponsable

Siempre he pensado que la irresponsabilidad es mucho más grave que la incompetencia. Esto, hoy en día, me sitúa a contracorriente. La tendencia normal (y lógica) es culpar de lo que sucede al Gobierno. Evidente, son ellos quienes toman las decisiones y quienes tienen la capacidad de cambiar las cosas. Y con todo lo mal que se puedan estar haciendo o haber hecho algunas cosas (ya lo creo que hay ejemplos), la mayoría las achaco a la incompetencia y no a la irresponsabilidad. No es algo bueno, evidentemente. Pero no es el peor de los escenarios. Y es que, por contra, la labor de la oposición está siendo irresponsable. Reconozco que eso sí me da miedo porque es imposible de solucionar. Miedo porque está demostrado que no tiene consecuencias negativas actuar de esta forma. Miedo porque esos mismos irresponsables son quienes aspiran a gobernar el país en el futuro. Miedo porque sus tácticas me parecen desleales, deshonestas y sencillamente vergonzosas.

Forges, como siempre, da con la explicación a todo esto. El PP, que durante tanto tiempo ha acusado al Gobierno de crear cortinas de humo para que no se hablara de ciertas cosas (desde el Estatuto catalán a la crisis económica, pasando por la negociación con ETA), se ha convertido en todo un experto en la materia. Con un máster acelerado, ha conseguido la perfección (cosa que no se llevará mi aplauso porque desprecio esa forma de actuar). En este país se habla de lo que quiere el PP y con el punto de vista que quiere el PP. Quien habla de lo que ellos no quieren o lo hace en términos críticos hacia ellos es porque les persigue y busca, lisa y llanamente, su aniquilación. Me preocupa que cale esta realidad alternativa que nada tiene que ver con lo que yo veo. Porque o tengo un problema yo o lo tiene demasiada gente. Tengo ejemplos de sobra, ahí van tres.

Desde que María Dolores de Cospedal lanzó esa irresponsable (porque se hizo sin pruebas y poniendo en tela de juicio este Estado de Derecho que tanto dicen defender) acusación de que el Gobierno espiaba al PP de forma ilegal, se ha difundido la idea de que el Ejecutivo socialista estaba persiguiendo a los populares, que utilizaba a los jueces y fiscales para esa tarea. La gente se lo ha creído en buena medida. O no ha creído conveniente rebatirlo. Qué malos eran los socialistas. Que delincuentes. Que deshonestos. Sale ayer el Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, y revela que de las 730 causas que tiene abiertas la Justicia para investigar corrupción política 264 son contra miembros del PSOE y 200 contra el PP. Pues vaya birria de persecución al PP. Como dicen los periodistas que están arruinado esta profesión, no hay que dejar que la realidad estropee un buen titular.

Y así seguimos, como lo demuestra el segundo ejemplo. Resulta que el PP compró durante los últimos tiempos de su mandato en Moncloa un sistema de escuchas policiales que se conoce como Sitel. Como el PP sabe que no tiene fundamento alguno (de lo contrario, ya habríamos visto las pruebas) en sus acusaciones de espionaje, ahora arremete contra ese sistema, al que ha llegado a calificar de ilegal (¿por qué demonios lo compraron entonces?). Esta irresponsable postura ha encontrado rápido eco en procesos de importancia. El considerado como máximo capo de la mafia rusa en España ha pedido que se anulen las escuchas que se le practicaron con este sistema... siguiendo los argumentos del PP. Es tranquilizador que frases y políticas irresponsables se conviertan en argumento para delincuentes. O piratas (pero del Alakrana mejor no hablo porque estoy seguro de que soltaría posiciones demasiado incorrectas políticamente hablando).

Llegamos al tercer caso. ¿Recordáis todo lo que se dijo de la famosa asignatura de Educación para la ciudadanía? De "catecismo socialista" llegó a tacharla Mariano Rajoy desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, nada menos. Y resulta que quienes no tienen reparo alguno en manipular a los niños son otros. Ana Botella, que además de ser concejal en el Ayuntamiento de Madrid es la esposa de un ex presidente del Gobierno, ya nos deleitó hace años con sus explicaciones políticas y sociales aplicadas a cuentos infantiles. Ahora vuelve con la segunda parte. Y sus apostillas no tienen precio. Bueno, sí, tienen el precio de ponerte de una mala leche increíble ante el ejercicio de adoctrinamiento que suponen y ante el recuerdo de las acusaciones que se lanzaron en su momento por la implantación de una asignatura que, mejor o peor, se imparte en toda Europa.

Sigo aspirando a que este país este gobernado por gente honesta y capaz. Pero como por lo visto lo que toca es elegir entre incompetencia e irresponsabilidad, prefiero quedarme con la incompetencia. A quien no sabe se le puede enseñar. Contra quien quiere emponzoñarlo todo sólo cabe el recurso del pataleo. Y con escasísimas posibilidades de éxito. Ya sabéis, digama que algo queda. Y mejor si puedes hacerlo sin dar explicaciones, pruebas o alternativas. Eso lleva a La Moncloa. Fijo.

domingo, noviembre 15, 2009

Sarkozy y sus cosas

No soporto a Nicolas Sarkozy. Tampoco a Silvio Berlusconi, pero creo que sobre el dirigente italiano hay cierta unanimidad en tener una opinión negativa y, en cambio, sobre el político francés parece haber división de opiniones. Ya he perdido la cuenta de los escándalos, polémicas y absurdeces en que se ha metido este hombre (y ni siquiera cuento entre ellas que se haya casado con una cantante y modelo, lo que ha banalizado bastante su labor político o, al menos, la visión que de ella dan los medios de comunicación).

La última ha sido su prodigiosa relevación de que él (menos mal que no sólo él) derribó el Muro de Berlín. En Francia se lo están pasando pipa con esta afirmación, y los fotomontajes del dirigente galo en acontecimientos históricos (se le ve siendo miembro de los Beatles o recogiendo la copa del Mundial de fútbol que Francia ganó en 1998) se propagan a la velocidad del ADSL. Hay que tener un ego del tamaño del Gran Cañón del Colorado para hacer algo así. No es que Sarkozy sea único en ese terreno, claro, pero sorprende la torpeza de decir algo que tan fácilmente se puede demostrar como falso.

Todavía está fresco su intento de lanzar la carrera política de su hijo de 23 años antes incluso de que finalice su carrera universitaria (¿qué se habría dicho por estos lares si Zapatero hubiera hecho algo parecido?). Y me acuerdo de cuando se le retocaron digitalmente los michelines, como si fuera una modelo, en las fotos de unas vacaciones. O cuando se hizo público que en su visita a no recuerdo qué empresa se seleccionó a los trabajadores que iban a salir con él en las fotos en función de su altura, para que ninguno sobresaliera por encima de Sarkozy.

O de comentarios tan oportunos como cuando dudó de la inteligencia de Zapatero o califico de "gentuza" a los jóvenes que protagonizaron disturbios en 2005. ¿Y qué decir de aquella rueda de prensa que dio con aspecto de estar borracho tras una reunión del G-8? ¿O cuando se levantó de una entrevista en el programa 60 minutos de la CBS llamando "imbécil" a la periodista que le hacía las preguntas porque no le había gustado una de esas cuestiones?

Ah, lo que ha perdido España por que Sarkozy naciera en Francia...

lunes, noviembre 09, 2009

Escribo, luego existo

A estas alturas de la película, supongo que no asombraré a nadie si proclamo lo muchísimo que me gusta escribir. "Claro, idiota, tienes no sé cuántos blogs", estaréis pensando algunos. El caso es que escribo estos blogs, sí, pero no sólo escribo aquí. Aunque todos esos espacios tienen un enlace en la columna que tenéis a vuestra derecha, seguro que muchos no los conocéis. Por eso, me voy a tomar la libertad de introduciros a dos de los lugares en los que dejo de vez en cuando palabras juntadas por mí, por si os apatece daros una vueltecita por allí.


¿Qué es El Infrecuente? La primera definición que uno encuentra al entrar es "sobre las combinaciones no aleatorias de letras manchando papel". Suena bien, suena original, suena diferente. La segunda definición, si uno navega un poquito por entre sus páginas, es que se trata de un lugar que propone "alternativas de lectura". Yo creo que es un lugar en el que personas que adoran leer os van a contar lo que han sentido leyendo. Y no se me ocurre nada más bonito después de leer un buen libro que compartir esas sensaciones, esas emociones, esos recuerdos. Mi contribución, por ahora, se ha centrado en el mundo del cómic, pero poco a poco espero enriquecer ese precioso sueño que es El Infrecuente.

No he tenido nada que ver en la creación de esta web, pero me hace una ilusión tremenda escribir en ella. ¿Por qué? Además de por la simple ilusión que me genera siempre escribir, por la persona que me lo propuso. Porque es alguien que ama la literatura y porque valoro mucho sus opiniones en éste y en otros muchos terrenos. Y cuando alguien así cree que puedo aportar algo a una web así, más me vale estar a la altura. En este extraño mundo que es el del periodismo, en el que parece que para sobrevivir es necesario clavar puñaladas en la espalda, conspirar contra quienes te rodean y despuntar más que nadie, que alguien te proponga sumar tus letras a las suyas y a las del resto de sus compañeros es algo que me llena de alegría.

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Suite 101 es una historia totalmente diferente. Aquí puede apuntarse cualquiera que supere la selección que hacen en la web (si alguno se anima, espero que me avise para poder leerle). Aquí la libertad temática es absoluta, se puede escribir de todo y con cualquier enfoque. Por ahora he escrito mucho de fútbol, bastante de cine y de cómic, y algo de otras cosas como sociedad y música. Espero ir ampliando temas poco a poco. Por descontado, acepto sugerencias de todo tipo, porque al fin y al cabo lo que uno quiere cuando escribe es que la gente se interese por lo que se escribe.
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En un mes, y con 24 artículos publicados (aquí los tenéis todos; cuatro de ellos han conseguido la distinción de Los favoritos de la redacción), he conseguido más de 1.600 visitas. ¿Pocas? Valoro muchísimo cada una de ellas, siempre hace ilusión que alguien se detenga en lo que uno escribe. Y si os gusta lo que habéis leído podéis dejar vuestras impresiones en los comentarios. Pero con leerlo vale. Cualquiera de las dos formas es bienvenida.
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Y llegamos a los blogs. No me va mucho esto de conmemorar efemérides propias, pero el mes pasado cumplí tres años en este maravilloso mundo de los blogs. En ese tiempo (además de encontrar a personas increíbles, algunas a las que he conocido en persona y otras a través del mail), he escrito más de 1.400 entradas en los cuatro que tengo abiertos aunque casi tendría que decir tres, porque el último lo tengo abandonadísimo. En el que más lo he hecho es en Corazón Txuri Urdin. He conseguido, en total, casi 140.000 visitas. En número vence el mismo blog, pero de media por entrada gana éste, Un Mundo Peculiar. Mi tope diario está en las 299 personas que entraron aquí una vez. Seguramente esas cifras no son nada relevantes en este mundo de Internet en el que vivimos, pues hay incontables páginas y blogs que reciben más tráfico que el mío.
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Pero como yo no escribo para ser más que nadie, eso no me importa y valoro cada una de esas visitas, cada persona que gasta parte de su tiempo en entrar aquí y ver qué he escrito. No me importa que me visite sólo gente que esté plenamente de acuerdo conmigo y me haga la pelota, ni mucho menos. Y tampoco me quita el sueño tener el blog visualmente más espectacular. Veréis que, dado que no soy ningún genio de la informática, estos blogs son bastante simples y no cuentan con demasiados adornos. Lo que quiero es que quien pase por aquí se sienta cómodo, interesado por lo que escribo y dispuesto a aportar su valioso punto de vista. Por eso, aunque no me voy a hacer millonario ni con El Infrecuente, ni con Suite 101, ni con estos blogs, sigo escribiendo. Luego existo.

jueves, noviembre 05, 2009

Esto es periodismo y lo demás son tonterías

Sin más preámbulos, tres claros ejemplos del estado en que se encuentra el periodismo en España.


Así nos explicó Marca el acuerdo parlamentario para equiparar los impuestos que pagarán a partir del 1 de enero los futbolistas que vengan del extranjero con los que efectivamente ya pagan los futbolistas españoles. Es decir, que estemos a favor o en contra de la medida, lo que supone es eliminar a España de la lista de paraísos fiscales para los deportistas de élite. Mira que he leído titulares partidistas, tendenciosos, surrealistas y sencillamente falsos, pero éste me impresionó. Y seguro que no me impresionó sólo a mí. Al poco tiempo de publicarse semejante noticia, la web de Marca decidió rectificar el titular, sin tocar una sola coma de la información. ¿Llamó alguien para pedir la retirada de dicho titular? ¿Se publicó acaso sin la autorización de los mandamases del periódico, que se tiraron de los pelos al verlo? Todos los que hemos pasado por una, ya sabemos que hay cuestiones que, o las vives en primera persona, o se quedan para siempre en una redacción...

El subconsciente es malísimo a la hora de escribir noticias. Por eso es importante que se las revise alguien antes de ser publicadas, porque a uno se le pueden escapar cosas al escribir y no ver semejantes barbaridades al repasar lo escrito. Que motes ponemos todos a mucha gente y hay veces que no nos damos cuenta de que los hemos soltado en público. Y es que, con la que ha caído en el PP, ver que la web de Telemadrid (como todo el mundo sabe, emisora bajo el control del Gobierno autonómico de Esperanza Aguirre) se refiere al futuro presidente de Caja Madrid como "Podrido Rato" tiene su aquel. Telemadrid ya ha rectificado la nota de prensa en la que se cometió el ¿error? mencionado. La noticia la vi en 20 minutos por la mañana. Lo curioso es que este periódico cambió la explicación inicial de Telemadrid. Antes venía a decir algo así como que la cadena le quitó importancia y dijo que se le habría colado a alguien. Ay, esos teclados traicioneros, esas llamadas cruzadas para pedir rectificaciones y esos secretos inconfesables de fondo...

Mi preferida para el final. Todavía no he superado el shock de ver cómo una radio de Prisa le ha dado un Ondas a Jorge Javier Vázquez, destacando además la frescura que ha traído a "un género polémico" como es la crónica rosa. El shock viene por el reconocimiento a lo que el común de los mortales llama "telebasura", porque venga de quien tantas veces se ha jactado de no abordar ese tipo de prensa y por el sujeto en cuestión al que se ha querido premiar. Al recogerlo, el presentador en su día de Aquí hay tomate y en la actualidad de Sálvame, declaró lo siguiente: "sólo me falta presentar un Telediario; de aquí a tres años quiero hacerlo y además el de las nueve de la noche". Eso lo dice el mismo que el viernes pasado, el día 30 de octubre, le dijo lo siguiente a una invitada: "A mí no me importa que sea verdad lo que me cuentan aquí". Visto lo visto, da la sensación de que pensar en los términos en los que se expresó Jorge Javier Vázquez es un buen requisito para presentar un telediario...
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Ya lo he dicho muchas veces, pero no me canso de repetirlo: el periodismo ha muerto, ¡viva el periodismo!

lunes, noviembre 02, 2009

Conversación

Salía yo a la calle esta mañana con un doble propósito, probar funciones de mi cámara hasta ahora desconocidas para mí y acercarme a la biblioteca en busca de alguna lectura interesante y algún DVD para ver. Al llegar a la biblioteca, y viendo que la luz solar era propicia, ambos intereses confluyeron y decidí sacar algunas fotos al edificio en cuestión. Estaba yo revisando las imágenes tomadas cuando una mujer sale de la biblioteca y da comienzo la siguiente conversación.

- ¿Por qué le haces fotos a la biblioteca?
(Ni "hola", ni "buenos días", ni "perdona, me gustaría hacerte una pregunta. La conversación comenzó literalmente así)
- Por nada especial, estoy probando la cámara.
- Es que es un edificio muy famoso.
(Lo cual es entonces una respuesta muy probable para la pregunta que me formuló, ¿no...?)
- ¿Ah, sí?
(La mujer prosigue su camino sin despedirse y sin dar signos visibles de que la conversación ha terminado. Cuando está dos pasos por detrás de mí, se da la vuelta de nuevo y la reanuda como si nada)
- ¿Eres arquitecto?
(Me giro, claro, que hablar de espaldas me resulta algo incómodo. Raro que soy, ya véis...)
- No, soy periodista.
(Se da la vuelta y sigue andando. Dos pasos más y, sí, habéis acertado, se da la vuelta de nuevo)
- Es que tengo prisa y no me puedo parar a contarte cosas de este edificio. Pero que sepas que es famoso.
- ¿Ah, sí?
(Sí, me repito, pero como no me sé la historia y ella no me la contaba, mis respuestas estaban bastante limitadas)
- Sí, muy famoso.
- Bueno, pues investigaré.
(Una vez más, sin despedida alguna, la mujer reanuda su plan original... y como no podía ser de otra forma, retoma la conversación contra todo pronóstico una vez más)
- Ya me gustaría saber qué investigas.

Y ante esa afirmación, me quedé sin respuestas posibles. Lamento decir que no investigo nada en concreto, que las fotos que le saqué a mi biblioteca no forman parte de un elaborado estudio sobre la arquitectura municipal madrileña y que, como le dije a esta buena señora al comienzo de esta surrealista conversación (¿existió de verdad o fue un sueño extraño...?), sólo estaba probando mi cámara.

lunes, octubre 26, 2009

La corazonada sigue viva... en Caja Madrid

¡La corazonada de Madrid 2016 sigue viva! La foto está tomada el pasado jueves en una de las oficinas de Caja Madrid del centro de la capital. La pegatina en cuestión está bien visible en su acristalada puerta principal. Y, claro, uno no sabe cómo tomárselo. ¿Será que esas pequeñas revueltas de Río de Janeiro que acaban con helicópteros derribados y unos cuantos muertos le dan todavía posibilidades a Madrid de ser sede olímpica? No parece probable, no, que si algo caracteriza al COI es su tozudez, y ya que nos tumbó la candidatura no veo yo que den marcha atrás y nos concedan ahora los Juegos. Ni aunque arda Río.

¿Será entonces que están tan ocupados en Caja Madrid por asumir los cuchillos volando que hay entre los dirigentes del PP por el control de la entidad bancaria que no tienen tiempo de quitar la pegatina? Hombre, yo entiendo que eso distrae lo suyo, que si Aguirre quiere un presidente, que si Rajoy otro, que si Gallardón dice que decida Rajoy, que si Aguirre le dice que no puede hacerlo por ley, que si Cobo dice que lo de Aguirre y los suyos es "de vómito", que si Aguirre le quiere echar del partido, que si Rajoy calla (qué raro, si eso no lo hace nunca...). Pero no creo, ¿no? Seamos serios, al pobre mandado que tiene que retirar la pegatina, poco le importan los tejemanejes del poder, porque al final no va a oler ni un euro.

¿Será entonces que ese carácter español de dejar las cosas abandonadas por mucho que hayan caducado o pasado de actualidad es el que ha llevado a no retirar todavía esta pegatina? Sí, no sé por qué, pero me da que ésta y no otra es la explicación de que la pegatina siga ahí. La misma, supongo, que me lleva a ver en el Metro de Madrid carteles de películas estrenadas cuatro o cinco meses atrás. O la misma que lleva a mi servicio técnico a tomarse su tiempo para contestar a mi aviso de que la antena no funciona. O a mi compañía telefónica a no contestar mi queja. O a cierta distribuidora a tardar ocho meses en mandarme una película ganada por el sudor de mis puntos, y a decirme ahora que la espera antes de final de año. Ay, maldita desidia...

viernes, octubre 23, 2009

"Diversión inofensiva"

Éstas son tres viñetas del número cuatro de la serie de Power Girl que está editando ahora mismo DC Comics. La heroína (la rubia), en su identidad civil secreta, va al cine con una amiga menor de edad (la morena). A la salida, mantienen este diálogo.

"- No me ha gustado. Para nada. Era muy sangrienta y violenta, y había chicas desnudas por ahí corriendo. ¿Por qué no escogiste una peli romántica?
- Me encantan las pelis de terror, especialmente las pelis de terror más duras, no las que edulcoran para la audiencia adolescente.
- ¿Ésa era edulcorada?
- Sí, no puedo llevarte a una peli que tenga la calificación "R"... Bueno, sí podría pero he preferido no hacerlo.
- Me alegro. Creo que cosas como esa sólo animan a las personas a comportarse de forma violenta las unas con las otras.
- Creo que piensas demasiado. Todo era falso y diversión inofensiva... Te lo he dicho, miembros de goma y jarabe como sangre".

En España le acaban de dar la calificación "X" a la sexta entrega de Saw. "X" es más restrictiva que la "R" americana, ya que impide que se exhiba la película así calificada en salas convencionales. Vi la primera película de Saw hace ya algunos años y no me gustó, pero no precisamente por su violencia. Sobra decir que no he visto las cuatro siguientes entregas y que Saw VI no estaba en mis planes tampoco. Pero de ahí a entender que se le dé la calificación "X" va un trecho largo. No lo entiendo porque no soy capaz de entender esa clase encubierta de censura, la misma por la que tardaron décadas en ver El exorcista en el Reino Unido. La que trata al espectador como si fuera un autómata que va a repetir en la vida real lo peor de lo que ve en la pantalla.

Se entiende de la prohibición que Saw VI hace apología de la violencia. ¿Las cinco anteriores entregas no la hacían? ¿Qué ha cambiado desde el estreno de las anteriores además de la ministra de Cultura y el director del Instituto de Cine? Si se entiende que en Saw VI se hace apología de la violencia, ¿no sería lo mismo en otras películas de psicópatas y asesinos en serie? ¿Tarantino no hace apología de la violencia en sus películas? ¿Qué tiene de diferente Estados Unidos para que entiendan estas películas como "diversión inofensiva", como se dice en los bocadillos de estas viñetas, y pongan su fe, más que en la restricción absoluta, en el sistema de calificación y en la inteligencia del personal para ver o no ver aquello que uno quiera (o que los padres decidan)?

Al organismo encargado de calificar las películas para su exhibición en España, el Instituto de Cine, dependiente del Ministerio de Cultura, habría que recordarle un par de detalles interesantes. Dicen que la gente no va al cine. Pues a los 800.000 espectadores que ha tenido de media esa saga en España les han privado de su opción preferida para este fin de semana... con lo que muchos se la terminarán descargando de Internet (y lo llamarán piratería). Dicen que la industria del cine (y espero que con eso no sólo se refieran a las películas españolas, sino a todo el conjunto de distribuidoras y exhibidores) está en peligro. Pues le acaban de cercenar cuatro millones de euros de recaudación que podría haber conseguido esta película.

Y para terminar de rematar la jugada maestra del Ministerio, resulta que tienen un mes para estudiar el recurso que ha presentado la distribuidora. Un mes. A Clint Eastwood, con lo rápido que trabaja, casi le daría tiempo en ese mes a rodar otra película para estrenarla en lugar de Saw VI. ¿Quién tiene que estudiar ese recurso? ¿A qué va a dedicar esa o esas personas el próximo mes de su vida laboral? ¿De verdad que no van a tener tiempo de estudiar el recurso? ¿Se creen que somos idiotas? Vale, obviad esa última pregunta, sí creen que somos idiotas. Y bienvenidos al maravilloso entremado burocrático que hace la vida un poco más difícil a todo el mundo.

domingo, octubre 18, 2009

Manifestándome

Vayan por delante dos ideas. La primera, que no me gustan las manifestaciones. Creo en ellas como derecho, pero no son para mí. Las veo siempre desvirtuadas, oportunistas, dirigidas, poco claras y menos efectivas. La segunda idea es que aquí no me voy a meter en el tema de fondo de la manifestación estrella de ayer y que, por descontado, no pretendo descalificar a quien salió a la calle en defensa de sus ideas. Dicho esto, siento la obligación de hablar de la manifestación de ayer en Madrid porque hay demasiados detalles que me chirrían, como persona, como ciudadano, como votante y como periodista.

Lo primero es que creo que fue un engaño. En el manifiesto en el que se convoca, en el que no hay ninguna referencia a la actual ley, se explica claramente que se trata de una protesta contra la reforma de la ley del aborto que ha aprobado el Gobierno para su envío al Parlamento. Mentira. Es una manipulación. Y no lo digo yo. Lo dice el principal convocante de la manifestación, Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia. "Una sociedad sana y humana no puede convivir con una ley permisiva del aborto, ni con la actual, ni con la anunciada, ni con ninguna", afirmó ayer. Luego la manifestación no era contra la ley del aborto, sino contra el aborto. Es un matiz demasiado importante para ser obviado.

Eso es así si tenemos en cuenta la materia de la que trataba, pero creo que no se puede tener la ingenuidad de desligar esta manifestación de la situación política general. Y hubo gente en la manifestación que así lo confesaba abiertamente, "Muchos venimos también para protestar por cómo gobierna Zapatero. Hay millones de parados y muchas familias lo están pasando fatal. No entiendo por qué no nos quejamos más", dijo una mujer llamada María Isabel Espada. Es decir, que en la manifestación podía haber votantes socialistas que no estén de acuerdo con el aborto y a quienes se ha contabilizado como persona en contra del Gobierno. Eso es falsear la realidad. Como prueba de las inteniones de la manifestación, muchas pancartas hacían alusión a dirigentes políticos del actual Gobierno (algunas, por cierto, de tan mal gusto que se descalifcan solan y aumentan el peligro de que haya gente que repudie a todos los manifestantes por culpa de algún insensato). Fue una protesta tan social como política.

Y esto queda claro también por la presencia de destacadísimos dirigentes del PP. El principal partido de la oposición falsea también la realidad. Oficialmente, no apoya la convocatoria (¿por qué?). Pero muchos de sus nombres principales allí estuvieron. ¿Acudió José María Aznar o acudió el ex presidente del Gobierno? ¿Acudió María Dolores de Cóspedal o acudió la secretaria general del PP? ¿Acudió Esperanza Aguirre o acudió la presidenta de la Comunidad de Madrid? Su negativa a apoyar la marcha con todas las letras y todas las consecuencias y la presencia al mismo tiempo de tantos de sus miembros relevantes es un engaño más a la sociedad. Una mentira electoralista, que pretende no ofender a los votantes más conservadores ni cerrar la puerta a votos más de centro. Lo que, hablando en plata, es una manipulación.

Gracias a las hemerotecas y aunque a mucha gente le dé igual, las palabras no se las lleva ya el viento. "O hay un Gobierno del PP, o hay una coalición de pancarteros, de Zapatero, de comunistas e independentistas", proclamó Aznar en un mitin de la campaña electoral antes de las generales de 2004. Aznar ayer llevó la pancarta. Esa es la más evidente contradicción entre el Aznar de hoy y el de 2004, pero no la única. No me puedo cansar de recordar que llegó a convertirse en presidente del Gobierno con los votos de CiU y PNV (¿eran ya entonces independentistas?). Pero también se puede desviar la mirada al presente. De cumplirse las previsiones, el PP votará con todo el placer del mundo en contra de los presupuestos de este año junto a CiU, ERC, IU y Nafarroa Bai. ¿Y con quién pactaría el PP en caso de ganar las próximas elecciones generales y hacerlo sin mayoría absoluta? De eso nadie dice nada. Ya encontrarán excusa en su momento.

También es interesante resaltar que, dado que la manifestación era contra el aborto, la presencia de Aznar o Esperanza Aguirre es una inmensa hipocresía. Este es el comentario más frecuente, porque es el más sencillo. ¿Cómo pueden protestar personas que han pasado por el Gobierno y no han tenido las creencias o los arrestos necesarios para modificar aquella Ley? Había gente en la manifestación que no dudaba es destacar esa contradicción, y eso les honra. No creo que pueda valer la explicación que dio Aznar, que salía a la calle en contra de la reforma propuesta, porque mucha gente no estaba allí por eso (y me remito de nuevo a las palabras de Benigno Blanco). El ex presidente, como en demasiadas ocasiones, demuestra que no tiene sentido de Estado, que le importa más autoreivindicarse y morder al rival político que la convivencia o el futuro de su país, ese que tanto dice defender pero al que no duda en atacar cada vez que sale de él.

El número de manifestantes también me llama la atención por muchos motivos. Tiendo a desacreditar las iniciativas de este tipo que inflan con descaro y sin pudor la cifra de asistentes. Es muy fácil proclamar a gritos un número. Aunque, también, sea mentira. Los organizadores hablan de dos millones. La Comunidad de Madrid, de 1,2 millones. El País calcula 265.300 personas. La Policía habla de 250.000. Y EFE difundió la cifra que le dio la empresa Lynce: 55.000 personas. Ni los organizadores, ni la Comunidad de Madrid, ni la prensa tiene la necesidad de controlar a las personas. Tiendo, por tanto, a creerme a la Policía. Y a dudar de la buena voluntad y las intenciones de quien se inventa la presencia de 1.750.000 personas. La opinión de una persona, si está razonada, cuenta para mí mucho más que la de una masa.

Las grandes cifras han llevado a muchos, organizadores y periodistas (El Mundo siempre a la cabeza), a decir que el Gobierno no puede permanecer ajeno a lo que le dice tanta gente. Ojo con el peligro que tiene esa afirmación. Ayer se celebró otra amnifestación, en San Sebastián, donde decenas de miles de personas protestaron por las detenciones de Arnaldo Otegi, Rafael Díez Usabiaga y otros destacados dirigentes de la izquierda abertzale radical al servicio de ETA. Si también a ellos les tenemos que hacer caso, hay que liberar inmediatamente a gente que la Policía considera terroristas. Si hacemos caso a las manifestaciones independentistas por su número, a lo mejor hay que plantearse ya lo quempiden. Pero, aquí como en casi todo, es fácil lanzar proclamas que aplicaremos sólo cuando convenga a quien las hace.

jueves, octubre 15, 2009

Burócratas



En los últimos meses he descubierto las interioridades del sistema sanitario de la Comunidad de Madrid, me he peleado con amables comerciales y empleados de un operador telefónico cualquiera y me he visto atrapado entre mi operador de televisión digital, mi comunidad de vecinos y el servicio técnico con el que ambos tienen un contrato firmado. A eso añado las historias relatadas por una amiga, tras sufrir dos robos en menos de un año, para solventar problemas como la sustracción del móvil, el DNI o la tarjeta sanitaria. Ante la comprobación, que no descubrimiento, de que hay gente nacida para agravar aún más los problemas y no para solucionarlos, me ha venido a la memoria esta portentosa e inolvidable escena de Las doce pruebas de Asterix.

Vaya dedicado este vídeo a todas aquellas personas que, desde una ventanilla, un mostrador o un puesto teléfonico, se dedican a hacer imposible la vida de la gente, a hacer que problemas cotidianos fácilmente solucionables parezcan la escalada del Everest, a tocar las narices del personal por el simple placer de hacerlo y a quienes ocupan un puesto de trabajo pero jamás sabrán lo que es desempeñar de verdad ese trabajo. A todos ellos, sólo puedo desearles que acaben como los burócratas a los que Asterix, el gran Asterix, sí supo cómo vencer. Yo, de momento, sigo peleando y de vez en cuando consigo alguna victoria. Pírrica, pero victoria al fin y al cabo...

miércoles, octubre 14, 2009

Terror

Terror. Eso es lo que siento cada vez que veo en la televisión algún programa que decide hacer el experimento de evaluar los conocimientos históricos, culturales y sociales de chavales de instituto. No porque no sepan alguna cosa, algo que no tiene la mayor importancia porque todos tenemos lagunas, olvidos o materias que no dominamos. En realidad, el terror viene de la más absoluta carencia de las nociones más básicas de la realidad en la que viven. De la más absoluta falta de interés por conocer el mundo que les rodea. De la nula curiosidad que tienen por las cosas. Y, sí, ya sé que no se puede etiquear de incultos bárbaros a todos los jóvenes, pero me sigue pareciendo un drama que chicos supuestamente formados e inteligentes desprecian de esta forma el conocimiento.

En el primero de los programas que vi, preguntaron a una serie de jóvenes sobre el Día de la Hispanidad. Nadie sabía que lo que se celebraba era el descubrimiento de América. Uno razonaba, espero que en un tono de broma que yo no capté, que en lugar de celebrar el viaje al nuevo continente de un italiano podríamos colocar esa festividad en el día que España ganó la Eurocopa de fútbol (y digo yo, ¿sabrá el chaval en cuestión que en 1964 ganamos otra...?). Lo más dramático de este primer programa fue cuando le preguntaron a una chica cuándo se descubrió América y empezó a decir "mil... novecientos... cuarenta y dos... No, mil ochocientos cuarenta y dos". Creo que ahí tuve que apagar la televisión. Mi ingenuidad no estaba preparada para escuchar lo que podía seguir a semejante barbaridad.

En el segundo programa, les planteaban diez preguntas sobre diversas materias a un grupo de chavales, de uno en uno y por separado. Cuestionados sobre quién escribió el Quijote, casi nadie lo supo. "Sé que empieza por 'V'", dijo una chica, mientras que otro recurría al consabido "lo tengo en la punta de la lengua" que casi todos hemos utilizado alguna vez para disimular la más absoluta de las ignorancias. Les preguntaron por el nombre del ministro del Interior. Las respuestas fueron de lo más variado: Rajoy (al menos lo fue en su día, pero me da que no estaba esa etapa en la mente de quien respondió su nombre), Camps (¡¿?!), Esperanza Aguirre (¡¡¿¿??!!) y "Zapatero, ¿no...?". Se les pidió que dijeran quienes (sí, quiénes) fueron Ortega y Gasset. Sólo uno pilló la trampa.

Creo que nunca he llegado a estudiar la Guerra Civil, siempre se acababan los cursos antes de que llegáramos a una parte tan avanzada de los programas. Y he comprobado que, hoy en día, es posible que le suceda lo mismo a otros chavales. Sólo así se puede explicar que tengan su capacidad de asimilación de la Historia tan distorsionada como para decir que aquel conflicto bélico empezó en 1975 o que una chica tenga la osadía de responder al entrevistador pidiéndole que le aclare "cuál de las dos" guerras civiles es el objeto de su pregunta.

Una de televisión. ¿Quién es Jaime Cantizano? Como la del equipo en el que corre Fernando Alonso, esa casi todos la acertaron. Pero justo esa pregunta es la que más terror me produjo. Una chica dijo, entre numerosas pausas dubitativas, que era "el representante de la Casa Real en televisión". Si me leen en Zarzuela, ruego me digan dónde puedo mandar el currículum para desempeñar ese cargo. Lo dicho, terror. Porque creo que el terror que me produce ver a alguien pensar que Valladolid está en el terreno ocupado por Tarragona o Córdoba, o que les dé igual decir que Chávez es el presidente de Cuba o Argentina ("es el que le dijo al Rey lo de por qué no te callas", dijo otra, tergiversando la realidad mejor que una televisión autonómica...) es algo que tengo más o menos superado.

Según he ido escribiendo esta entrada, mi terror ha ido creciendo...