lunes, diciembre 02, 2013

Premio Liebster

No me dan los días y tengo abandonado Un mundo peculiar. Tenía que pasar con una agenda tan repleta como la mía, pero en el fondo no quiero. Así que aprovecho la excusa que me da Doctora (de El día de la espectadora y Paso de Twitter) para quitar las telarañas que había ya por aquí. Esta amiga bloggera, a la que he venido siguiendo desde hace ya algunos años y por varios blogs anterior a los dos que tiene ahora y a la que deberíais leer si queréis reíros un rato, me da el Premio Liebster, que se supone que sirve para dar a conocer nuevos blogs. Como tengo esa faceta de búsqueda, lectura y seguimiento algo abandonada, me voy a saltar la tercera de las normas del premio, la de nominar, pero sí voy a plantear esas once nuevas preguntas para que quien quiera pueda hacerlo en sus blogs o en los comentarios.

Las normas, como decía, son éstas:
1. Nombrar, agradecer y seguir al blog que te nominó.
2. Responder a las once preguntas que te han planteado.
3. Nominar a 11 blogs con menos de 100 seguidores y dárselo a conocer.
4. Plantear 11 nuevas preguntas.

Y las preguntas que plantea Doctora, con sus correspondientes respuestas son las siguientes:

1. Si tuvieras que cambiarle el nombre a tu blog, ¿cuál le pondrías?
Puf, pues la verdad es que ni la más remota idea. Lo de poner nombres se me da fatal. Me cuesta mucho y le doy incontables vueltas para al final ni siquiera acabar satisfecho con lo que elijo. Por eso todos mis blogs tienen nombres a los que no termino de verles la gracia, no me parecen redondos ni tan carismáticos como tendrían que ser, pero como son míos les acabo cogiendo cariño. De verdad que ni idea. Así que me seguiré quedando con Un mundo peculiar sólo por no tener que volver a pensarlo.

2. Conoces a tu pareja ideal, te enamoras y el sentimiento es mutuo, pero de pronto un día te dice que en su opinión todos los que escriben blogs son unos gilipollas, ¿qué haces?
Pues, con todo el cariño del mundo, reírme de ella primero y, espero, con ella después. Porque dado que mi identidad bloggera es pública, firmo con mi nombre y apellidos reales y le dedico tanto tiempo a esta tarea, me resultaría imposible que mi pareja ideal no supiera de la existencia de este y mis otros rincones de la blogsfera. Ahora, si me dices que no tiene ni idea y que cree de verdad que todos somos gilipollas... no sé yo si sería mi pareja ideal, ¿no?

3. Entre no volver a escribir un blog nunca o no volver a tener sexo oral nunca, ¿qué elegirías?
Pues como servidor se tiene por un caballero y no habla de ciertas cosas, voy a esquivar muy sutilmente la pregunta. Lo único que se me ocurre decir, para que cada cual interprete y haga las elucubraciones que quiera (que alguien me enseñó una vez que eso del misterio tiene su gracia), sólo diría que la necesidad de escribir nace antes que la del sexo oral y a día de hoy estoy bastante seguro de que también muere después (si es que llega a morir alguna vez).

4. A partir del mes que viene la única forma de escribir un blog es pagar una mensualidad, ¿cuánto es el máximo que estarías dispuesto a pagar?
A día de hoy, cero. La gracia de los blogs está precisamente en su accesibilidad. Y ya hay opciones de pago para quien quiere sacar más de este mundo. Pero puestos a pagar por un blog, para eso prefiero comprar un dominio y montar una página web a lo grande.

5. Aparece un nuevo comentarista en tu blog, parece muy majo y educado, pero acaba todos sus comentarios diciente "Viva España, viva el rey, viva el orden y la ley", ¿qué haces?
Investigo, voy a su blog o busco otros comentarios suyos, veo si es una coña hacia mí, hacia el mundo entero, o si va en serio. Y si va en serio, me preocupo levemente, porque realmente no sé qué ve una persona en mi blog para pensar que ese comentario puede ser adecuado. Pero todo de forma discreta, porque cada cual es muy libre de pensar y/o escribir lo que quiera. Es una de las cosas más bonitas de la libertad. Y no por no estar de acuerdo le voy a impedir escribir a nadie nada mientras lo haga con respeto hacia los demás.

6. Si tu blog empezase a hablarte, ¿irías al psiquiatra o lo aceptarías como un amigo más?
He tenido amigos, y sobre todo conocidos, mucho más raros que mi blog, que cualquier de mis blogs en realidad. Así que lo aceptaría como un amigo. ¿Al psiquiatra? Si no he ido a preguntarle si soy yo el loco viendo lo que han hecho algunas personas a mi alrededor, no voy a ir por algo tan sencillo como que mi blog se ponga a hablar...

7. Se planta en tu casa un inspector de hacienda y te pregunta si tienes un blog, ¿le dices la verdad o lo niegas para quitarte de líos?
Si se planta en mi casa un inspector de hacienda no creo que venga a saludarme, a felicitarme por mi trabajo o por cualquier otro motivo lúdico-festivo. Con lo cual, y con toda la educación del mundo, le preguntaría que por qué motivo le importa algo que está fuera de sus competencias. ¿O acaso este maravilloso gobierno liberal que tenemos ya ha legislado sobre esto también para acabar con otro espacio de libertad más en su triste legislatura de expolios y recortes sin fin?

8. Descubres que tu blogero favorito es en realidad Ana Botella, ¿qué haces?
Lo del psiquiatra de la pregunta 6 sería una opción más que probable. Seguir a Ana Botella sin saber que es ella es motivo indudable para ir a una revisión psicológica, psiquiátrica e incluso espiritual. Una persona tan mediocre no tendría que ser capaz de esconder ni uno solo de sus defectos con una personalidad bloggera secreta. Y si lo intentara y me lo tragara, me sentiría realmente mal conmigo mismo.

9. ¿Si te pagasen 20.000 euros te tatuarías el símbolo de Blogger en el cuello?
No me gustan nada los tatuajes, no me gustan nada las iniciativas publicitarias desesperadas, no me gusta poner precio a las acciones humanas. Así que creo que la respuesta sólo puede ser no.

10. De pronto un día se te aparece la Virgen María, te mira fijamente, te dice "Tu blog es una mierda, colega" y desaparece sin más, ¿qué haces?
Una entrada sobre esa aparición. Porque como ha desaparecido sin más no me ha dado tiempo a decirle que las opiniones son libres y que si cree que mi blog es una mierda lo mejor que puede hacer es dejar de leerlo. Anda que no hay blogs como para perder el tiempo en uno que no se disfruta leyendo, ¿no?

11. Crees que en la blogsfera hay demasiados blogs que hablan sobre...
Nunca hay demasiados blogs sobre nada. Que haya oferta, que haya siempre gente dispuesta a compartir sus ideas, sus pensamientos, sus reflexiones y hasta sus idas de olla, me parece algo terriblemente positivo.

Y vamos con las once preguntas que tengo que plantear, y que entiendo que han que tener alguna relación directa o indirecta con esto de los blogs...
1. ¿Por qué decidiste que tu identidad como bloggero fuera pública o secreta?
2. ¿A quién no le has contado que tienes un blog y te sientes terriblemente culpable por no hacerlo?
3. ¿De qué iba esa entrada que has escrito y no te atreviste a publicar? ¿La tienes todavía en borradores o la borraste para siempre?
4. Te llaman por teléfono para decirte que tu blog les encanta y que están dispuestos a comprártelo. ¿Qué precio le pondrías?
5. Tienes ganas de abrir otro blog. ¿Sobre qué quieres escribir en él?
6. ¿Crees que un blog personal es una forma de desahogo, una forma de encontrar gente afín o ninguna de las dos cosas?
7. ¿Te ha salido mal alguna experiencia de desvirtualizar a un bloggero y conocerle en el mundo real?
8. ¿En qué has cambiado desde que escribiste la primera entrada en tu blog hasta el día en el que has escrito la última?
9. ¿Qué crees que tendría que pasarte para que cerraras tu blog y nunca más volvieras a escribir en él?
10. ¿Qué gadget/herramienta/contenido/tontería añadirías a tu blog que no has podido añadir hasta ahora por la razón que sea?
11. Y para acabar de forma positiva, ¿qué es lo mejor que te ha pasado gracias a tu blog?

Como decía, quien quiera contestar, que se sienta libre de hacerlo.

domingo, septiembre 08, 2013

Reflexiones sobre Madrid 2020

Se me amontonan los pensamientos sobre el fracaso de Madrid 2020. El primero es que, de acuerdo con el sentir expresado en las encuestas oficiales que no me creo (las que hablaban del 91 por ciento de apoyo popular) y en contra de las opiniones que al parecer fueron mayoritarias en las redes sociales a lo largo de la jornada de ayer, yo sí quería esos Juegos Olímpicos, como quise los de 2016 o los de 2012 con el mismo resultado. Y son tantos los detalles a analizar, en contra del criterio de nuestro incapaz presidente del Gobierno ("hacer análisis no sirve de nada", dijo), que probablemente necesitaría un suplemento dominical para que cupieran todas. Pero como no tengo ese espacio, me conformaré con volcar aquí una serie de ideas desordenadas con las que intentar que se mitigue la decepción que siento al no poder convertirme en un fan olímpico total en la ciudad en la que vivo.

· Me resulta inevitable la sensación de que el lastre de la candidatura española estuvo en la política y en el nulo manejo de los políticos españoles en esas situaciones. Aunque algunos se quieran dar cuenta ahora de que el COI no es una organización que brille por su transparencia (¿se quejó alguien de eso cuando Barcelona superó así a París, Brisbane, Belgrado, Birmingham y Ámsterdam en 1985 para celebrar los Juegos de 1992?), la única clave para ganar reside en comprar votos, y comprarlos con más garantías que las de las candidaturas rivales. Por supuesto, hay que tener un buen proyecto. ¿Pero es que acaso se llega a la votación final sin ese proyecto?

· La importancia del inglés es capital, por utilizar uno de esos términos que tanto gasta Rajoy en sus discursos. Hoy en día se piden idiomas hasta para trabajar de dependiente. ¿Cómo puede ser admisible que la alcaldesa de la capital de un país haga semejante ridículo en el idioma de Shakespeare o que el presidente del Gobierno sea la nota discordante de toda una delegación al ser el único en hablar en español? Es la mayor utopía de todas, pero es necesario ya crear una serie de condiciones de formación para acceder a cargos de semejante responsabilidad. En el caso de Ana Botella, su suspenso no se limitaría al inglés. Su bochornosa actuación no estuvo sólo en su bajísimo nivel de inglés, que seguro dejó perplejo a más de un miembro del COI, sino en su vacío mensaje o en su tono idiotizante.

· A mi juicio, si hay una responsabilidad clara que se puede achacar a la delegación española, está especialmente en el turno de preguntas y, especialmente, en las dos cuestiones que se nos hicieron sobre el dopaje, porque evidenció que el "todo vale" que se gasta en España para cualquier situación nos pesa después en otros ámbitos. Los inquisidores fueron muy benevolentes con sus preguntas, podrían haber ido a degüello contra la candidatura por motivos sobradamente conocidos (crisis económica, corrupción) y las cuestiones fueron bastante light. Pero las respuestas fueron difusas. Ni sobre el dopaje ni sobre el nuevo modelo se escucharon frases contundentes y creíbles. Nos pusieron la alfombra roja para convencer y Madrid 2020 respondió con un enorme grado de improvisación e irrealidad. Encima cerrábamos las intervenciones. Podríamos haber ido a degüello sin pensar en que las otras dos candidaturas nos la pudieran devolver. Y no lo hicimos.

· España sigue siendo un país especial. No importa la magnitud del fracaso o de la incompetencia, nunca pasa nada. Presidir el Comité Olímpico Español que ha fracasado durante doce años en el intento de lograr unos Juegos para la única gran capital europea que no los ha tenido tiene que tener un coste. Bochornosas actuaciones personales como la de Ana Botella tienen que tener un coste. Pero ahí estuvo al quite el mayor estratega de esta técnica de tirar hacia adelante sin importar la cantidad o importancia de los fracasos, Mariano Rajoy, para decir que no iba a haber consecuencias de ningún tipo. El tipo que llegó a La Moncloa después de perder y perder elecciones generales hace de esa técnica un modelo de actuación al parecer irreprochable. "Así es la vida", dijo. Efectivamente, es así. Dimitir. El verbo existe, viene en el diccionario de la RAE. Pero igual habría que pedir la eliminación del término por caer en desuso.

· Dejemos de considerar periodismo a lo que no lo es. Todos saldremos ganando. Si La Razón decide que el titular de lo acontecido en este asunto es "Tongo olímpico" y se permite el lujo de decir, como se ha publicitado con toda la sorna que merece en las redes sociales, que "la sorpresa agradable provino de Ana Botella, natural, inglés fluido y relajada", hay que colocar este periódico en los quioscos en otro lugar, junto a las publicaciones de humor. Y que me perdonen éstas, porque sin duda su calidad será mucho mayor que la de La Razón. Información y análisis. Eso es lo que hay que exigir al periodismo. Lo demás sobra o tendría que estar en otro ámbito.

· Nos falta respeto personal y social para entendernos. Veo insultante que se menospreciara con simplismo patriotero o ideológico a quien argumentaba con razones que no quería estos Juegos Olímpicos, a quienes pensaban que el país no estaba para sostener esta aventura o los que creían que unos Juegos entran dentro de una lista de prioridades en la que nunca podrían ocupar uno de los primeros lugares. Los ha habido y sus opiniones eran edificantes. Pero tampoco entiendo a la gente que se ha burlado de las ilusiones de tantas personas por vivir unos Juegos en casa. Se puede estar en contra de algo sin reírse de los demás. Y sí, hay personas que han disfrutado riéndose de los demás por este hecho. Allá ellos con sus resquemores personales. Pero el caso es que, en general, no tenemos respeto ni empatía y así hablar, debatir, conversar o compartir opiniones es algo absolutamente imposible.

· Y nos sobra cara dura para aprovecharnos del gasto público. Leo por ahí que la delegación española era la más numerosa. ¿Cuál ha sido el trabajo en Buenos Aires de todos y cada uno de los integrantes de la delegación? ¿Han hecho algo para conseguir votos? ¿O simplemente se han aprovechado de un viaje gratis? Muy sonado ha sido el caso de Amaia Salamanca. ¿Me explica alguien qué hace allí una actriz, con perdón de sus fans, desconocida en el panorama internacional? Una cosa es hacer un vídeo con profesionales conocidos en todo el mundo como Plácido Domingo, Antonio Banderas o Alejandro Sanz y otra muy distinta plagar una delegación olímpica de personas que no se sabe muy bien qué hacen allí. ¿Y periodistas invitados por la candidatura? Los buenos, imagino, ¿no? Menos mal que alguno hay que aclara que, por coherencia personal, no aceptó esa invitación. Y aún con la que está cayendo, cómo le sigue costando a la gente resistirse a los canapés gratis...

· ¿Hay culpables de que no nos den los Juegos? Lo digo porque en 2005 hubo quien se apresuró a apuntar uno: José Luis Rodríguez Zapatero. Fue portada en bastantes medios y señalado, oh, casualidades de la vida, por quien hoy está en sus zapatos de presidente del Gobierno y dice que "no pasa nada". Mariano Rajoy no aparece hoy en la portada de ningún medio de comunicación, no se habla de su papel en el fracaso, ni del de la "Marca España" en esta decepción, ni de la nula influencia internacional de su Gobierno como causa de que Madrid se cayera en la primera votación. Por mucho que se desmienta o se rebata su existencia, otro ejemplo más de la fuerza propagandística que hay en España para culpar siempre de todo a los de un lado del espectro político y tratar de salvar a los del otro.

· Decían muchos por las redes sociales que la derrota de Madrid 2020 tendría que llevar el dinero que se pretendía dedicar a los Juegos a cuestiones básicas como la Educación o la Sanidad. Mira que yo soy ingenuo, pero en esa no caigo. Ese dinero se escapará por otros sitios. Los Juegos no habrían sido más que una fuente más de corrupción y problemas económicos. Ni la principal, ni la peor. Y en contra de lo que sí sucede en otros ámbitos, algunos de los cuales siguen siendo social, política y mediáticamente aplaudidos incluso en el marco de la crisis, habría tenido muchas consecuencias positivas. En cambio, no tener estos Juegos no va a redundar en nada bueno por sí mismo y hace que se pierden oportunidades de imagen, comercio, turismo y deporte. Creo que hemos perdido mucho más de lo que algunos creen que hemos ganado. Obviamente, eso nunca será cuantificado.

miércoles, agosto 28, 2013

Cómic para todos

No sé si mucha gente mira en la columna de la derecha, pero ahí tengo un enlace a Suite 101, una página en la que subía artículos principalmente sobre cómic. Pues bien, Suite 101, al menos en su versión en español, decidió de buenas a primeras que no aceptaba más artículos y armó un pequeño follón informático, con lo que se acabó la colaboración. ¿Y qué hace un culo inquieto como el mío cuando le dicen que una puerta está cerrada? Fácil, abrir otra. En este caso, un nuevo blog sobre el noveno arte (cómo me gusta referirme al cómic como el noveno arte, sí...). Así nace Cómic para todos. ¿Y qué es Cómic para todos? Pues un sitio en el que habrá reseñas y artículos sobre cómic y sobre lo que tenga que ver con el mundo de las viñetas, textos siempre propios, nada de notas de prensa. También entrevistas. Y sorteos, porque de alguna forma hay que premiar la fidelidad (ya he organizado uno y dentro de nada, ya en septiembre, voy a subir otro). Eso que hay aquí arriba es el logo. Dentro de mi modestia, no va mal la cosa, ya he convencido a 151 personas en Twitter, otras tantas en Facebook y en poco más de un mes casi 1.800 veces alguien ha entrado en la página

En Cómic para todos actúo de hombre orquesta. Lo hago todo. Leo y veo todo aquello sobre lo que escribo. Consigo y corrijo las entrevistas. Gestiono los sorteos. Creo que ya ha pasado la etapa de depender de gente que no conozco. Y es un proyecto sin ánimo de lucro. En otras palabras, no gano un euro con este trabajo. Ni uno. Claro que me gustaría ser millonario escribiendo sobre cómic, pero sé en qué mundo vivo. ¿Y sabéis qué? No me importa. Porque es mi rincón. Y porque lo único que pretendo con él, por mucho trabajo que me dé (y os aseguro que me lo da), es promocionar el cómic. Adoro este arte, esta industria, este entretenimiento. Llamadlo como queráis. Pero el caso es que lo adoro. Me pierdo entre viñetas y me pongo a soñar, y me gusta compartir esas sensaciones. Me gusta hablar de cómic y de todo lo que le rodea. Porque en Cómic para todos sacaré hueco para los libros, las películas, las series, los fan films basados en personajes de la historieta. Cualquier cosa que se me ocurra. ¿He dicho ya que hay sorteos? Que eso suele atraer visitas en otros sitios... Y subo tres entradas cada día. Variadas, con títulos de distintas editoriales, metiendo siempre que puedo alguna adaptación a otro medio. Los viernes, cine, por supuesto.

Sé que los amantes del cómic somos una honrosa minoría en este país, que hay páginas web en España con más gente dedicada a crear un contenido interesante sobre la materia y que tengo el problema de partir prácticamente de cero en un mundo cerrado. Pero me sigue dando igual. Cómic para todos viene a ser mi grito de reivindicación, mi deseo de pediros que leáis con el mismo espíritu con el que devoráis libros, que busquéis vuestros títulos (o que me preguntéis, que yo encantado de ayudar) e incluso vuestros superhéroes. Porque, sí, se puede encontrar un superhéroe aunque sea un género que no le guste a priori a todo el mundo. Eso es Cómic para todos. Y esta entrada es una humilde petición de ayuda. Necesito visitas, seguidores, lectores y amigos. Me gustaría que entrarais en el blog, que le dierais al Me gusta en Facebook, que me sigáis en Twitter. Sobre todo me gustaría que lo hicierais porque os interesa algo de lo que escribo. O por ver si consigo despertar vuestra curiosidad por el cómic. Quién sabe. Igual os convierto en lectores habituales. ¿Os venís? Porque, no sé si lo había dicho, el cómic es para todos.

domingo, agosto 11, 2013

Otra de premios con cuestionario

Si es gratis, ponme dos es el blog de Celia. Hace unos días dejó uno de esos diabólicos cuestionarios que en el fondo tanto me gusta contestar, por simples que sean, y me atrapó con un sencillo chantaje emocional, al recomendar La Sala de Cine, otro de mis blogs que dedico, obviamente, al séptimo arte. Y en realidad yo debería estar hablando de lo que se ha dejado de hablar de Barcenas, de las mentiras demostradas del presidente del Gobierno, de lo lamentable que es todo el follón que se ha montado con Gibraltar o, qué demonios, de que un ministro veranee por segundo año consecutivo en un hotel ilegal cuando el año pasado se lo dijeron y se excuso en que no suele pedir las licencias de los hoteles que visita. Pero hoy vamos a pasar un rato del pataleo y vamos a dar las gracias a Celia haciendo este cuestionario adjunto a su Premio al Feedback por contestar los comentarios, algo que siempre intento hacer cuando subo la siguiente entrada. Vamos allá...

1. ¿Hay algún libro que no seas capaz de terminar?
Tengo cierta cabezonería para los libros, como para las películas, y me cuesta muchísimo abandonar alguno cuando ya lo he empezado. Siempre recordaré uno al que me siento obligado a darle una segunda oportunidad algún día, A sangre fría, de Truman Capote. La culpa la tiene la intensa manía que le cogí al profesor que nos mandó leerla en la universidad, el típico que presume de pillar a quien no se lee los libros que manda y que luego pone sobresalientes a compañeros que no se los leen. No sé si leer las dos primeras páginas de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco, cuenta como libro que he sido capaz de terminar, pero no pasé de ahí...


2. ¿Cuál es tu género literario favorito? La verdad es que en cuanto a novela suelo leer casi de todo, tanto me da que sea un buen drama, una muestra de género negro, ciencia ficción, aventura, histórica... Y en no ficción sí que me suelo decantar ya por temas que me atraigan. Últimamente, y por necesidades del guión, estoy leyendo muchísimo ensayo sobre cómic, cine o televisión.

3. ¿Cuál es tu novela favoritísima del mundo mundial? Pues creo que no me atrevería a decir un título... No soy de los que suelen releer libros, y son muchos los que me han causado impacto. Pero para que no se diga, voy a citar uno poco habitual, o eso creo, en este tipo de preguntas: La tregua, de Mario Benedetti.

4. ¿Y esa peli que no te cansas de ver? Docenas. Desde las que figuran en cualquier lista de las mejores de la historia del cine hasta las mayores frikadas. Lo fácil sería citar cualquiera de Star Wars, pero ahora me es inevitable citar Cantando bajo la lluvia, la película que mejor buen rollo transmite de toda la vida. No sé cuántas veces me habrá emocionado ver a Gene Kelly bailando en la calle o cuántas veces me habrán enamorado las lágrimas de Debbie Reynolds.


5. ¿Por qué te hiciste un blog? Después de una larga etapa en un medio de comunicación grande, era para mí la mejor manera de poder escribir lo que quería, cuando quisiera y de la forma en que considerara correcta. Mis blogs empezaron siendo muy periodísticos, aunque este es el que, aunque poco, ha ido incluyendo más temas personales como esta entrada.


6. ¿Cuál es tu novela distópica favorita? Ahí, con un espacio tan acotado, tengo dudas. Me podría que dar con 1984, de George Orwell, o con Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Ambas me parecen maravillosas y con unos mundos tan opresivos que duelen.

7. ¿Verano o invierno? Invierno. Sin ninguna duda. Para mí, pasar de 30 grados equivale a estar sufriendo por el calor. El sol es para mí como la kryptonita. Dadme una temperatura baja y una manta, que sobrevivo a lo que sea.

8. ¿Te gusta la lluvia? Mezclada con viento, no, porque hay pocas sensaciones que me resulten más odiosas que la imposible pelea por gobernar un paraguas sin que se tuerza o se rompa. Pero cada vez me gusta más una buena tarde de lluvia. No soy de los que se entristecen con los cielos grises.

9. Tus mejores vacaciones: Voy a soltar el topicazo del siglo: están por llegar. Y si son dos semanas en Nueva York en la mejor compañía posible, tienen todas las papeletas de convertirse en las mejores y que nada pueda desbancarlas. Buenos viajes, unos cuantos, pero vacaciones tal y como las suele entender la mayoría de la gente, una semana o dos fuera de casa, no he hecho demasiados. Salvo a sitios especiales, me gusta más ir poco tiempo a un sitio y disfrutarlo a tope, sin llegar a cansarme.

10. Dulce o salado: No tengo mal paladar, así que no le hago ascos a ninguno de los dos conceptos. Pero soy goloso, sí.

11. Escritor favorito: Me pasa como con los libros favoritos, pero aquí con más motivo. La falta de tiempo con tantos escritores que descubrir y títulos que leer hace que no haya caído en mis manos tanto de alguno en concreto como para darle esa calificación sin dudas.


No hay normas, así que quien quiera recoger el cuestionario que se sienta libre de hacerlo. Yo, encantado de leerlo en otros sitios...

domingo, julio 28, 2013

Perplejidad por la información sobre el accidente de Santiago

Si tuviera tiempo escribiría un tratado sobre el tratamiento informativo del accidente de tren de Santiago, que en algunos casos me ha dejado perplejo. Abrumado por la tragedia, no me detuve a pensar muchos detalles que ahora me vienen como flashes a la memoria, que Internet me ayuda a documentar, y que me recuerdan que el periodismo se encuentra ante una peligrosísima encrucijada, en un cruce de muchos caminos de los cuales la mayoría conducen a su autodestrucción. El periodista, mucho más el director de un periódico, ha de asumir una responsabilidad social, y eso se olvida con tanta frecuencia que el dolor profesional ya no es el mismo cuando uno ve ciertas cabeceras, pero hay que seguir lamentando que estas sean las prácticas profesionales. No veo otra forma de entender la primera página de ABC del pasado viernes y de La Razón de este domingo, en las que ambos diarios dan el caso por sentenciado y culpan al maquinista.

Los juicios personales son libres y responden sobre todo ante la persona que los emite, los mediáticos no. Bueno, es evidente que en la práctica lo son, pero no deberían serlo. Los directores de ambos periódicos son terulianos habituales en radio y televisión y se les suele llenar la boca con presunciones de inocencia para aquellos que son de su cuerda, lo que en estos últimos meses obliga a pensar en la corrupción que acecha al PP. Ahí sí hay que esperar a que la Justicia actúe y, si no lo hacemos, somos todos unos impresentables que formamos parte de una causa general orquestada contra el PP. A un hombre anónimo no se le garantiza en la prensa, en esta prensa, la presunción de inocencia. Eso es mucho más grave de lo que parece. Lo peligroso es que nos dé igual. ABC descontextualiza una información para acusar, para dar una imagen que puede o no ser la real. La Razón dicta sentencia. No puede ser. Y más cuando después esos mismos responsables de medios de comunicación abanderan en otros asuntos una dignidad que ellos no manifiestan en materias mucho más sensibles. No, no puede ser.

La prensa económica en su conjunto se equivocó al no valorar este drama como merecía (un día más tarde, ya era su principal tema en la primera página), no supieron ver el alcance de lo que había sucedido, por mucho que el fondo de la noticia no sea de índole económica. Algunas cabeceras no mencionaron lo sucedido, otras lo llevaron a un rincón, y ninguna lo convirtió en su asunto central. Pero dentro de ese grupo de la prensa española me provocó una perplejidad inabarcable la primera página de La Gaceta de los Negocios del día siguiente a la tragedia. Una cosa es equivocarse en la apreciación de una noticia. Otra, muy distinta, es apostar por la propaganda ideológica (anti PSOE, por supuesto) para sustituir esa noticia. La Gaceta, de hecho, convirtió el accidente en el único tema de su primera al día siguiente. Cómo cambian las prioridades en 24 horas.

La televisión evidenció que ya no es el medio prioritario para conocer información de última hora. Y esa evidencia llega por muchos detalles. Ninguna televisión generalista estuvo a la altura de las circunstancias. Ninguna cortó su programación para informar en directo de la tragedia, y ese es un mal que resulta sangrante si se recuerdan otros asuntos por los que sí se altera la parrilla prevista, llegando al extremo de decir al día siguiente en alguna que la diferencia horaria permitió a cadenas como la CNN un mejor seguimiento (traducido eso quiere decir que nosotros nos fuimos a dormir y que, si eso, mañana ya informaremos). No olvidemos que todas las televisiones operan en frecuencias cedidas por el Estado, por lo que no comparto el argumento de que son empresas privadas que pueden hacer lo que quieran. Un medio de comunicación, además de sus finalidades comerciales o de entretenimiento, ha de tener una función social. Si no, no tiene ningún sentido. Pero es lógico que las críticas se centren en TVE por ser la televisión pública. Cuando se cierran redacciones, se recorta el número de profesionales o se les arrebatan los medios para hacer su trabajo, esto es lo que sucede, que la cobertura informativa de un asunto de esta magnitud es necesariamente deficiente. Al margen de eso, se informó mal. Y usar imágenes del accidente de Chinchilla de 2003 fue una decisión lamentable e injustificable.

El debate sobre qué imágenes se pueden usar desde un punto de vista ético surge de forma cíclica cada vez que hay una tragedia de estas características. A mí nadie me va a convencer de que ver cadáveres o personas malheridas es la mejor forma de mostrar un drama de estas dimensiones. Me quedo mil veces con las imágenes de ciudadanos anónimos o bomberos salvando víctimas antes que con las imágenes más morbosas. El País, especialmente en su versión digital, mostró imágenes aéreas en las que se veían cuerpos tirados en la vía con la suficiente nitidez como para ser reconocidos por las personas de su familia o de su entorno. En la argumentación del defensor del lector que tiene ese diario, un comentario de uno de esos lectores decía que tiempo atrás reconoció el cadáver de su hermano por la foto que publicaron de un accidente de coche sólo por la vestimenta. ¿Algún día nos daremos cuenta del daño que publicaciones así pueden hacer? La primera página de La Voz de Galicia, cuya foto he distorsionado, se lleva la palma. Esas son las imágenes que no hay por qué ver. Digan lo que digan quienes criticaron la cobertura de los medios norteamericanos del 11-S, para mí aquella fue una lección impresionante. Ni un solo cadáver se vio.

Y a partir de ahí, por supuesto, se ha desatado el amarillismo. Las preguntas morbosas. La falta de sensibilidad. A un chaval herido, en el hospital, le preguntaron si "se te pasó por la cabeza que no salías vivo de ahí". Las televisiones que no tuvieron el acierto, el valor o la sensatez de cortar sus programaciones para INFORMAR de lo sucedido, llevan ahora varios días haciendo de esto un espectáculo inagotable. Ahora, por lo visto, todo el mundo sabe qué tratamiento psicológico deben recibir las víctimas y sus familiares, todos saben de seguridad ferroviaria, todos tienen derecho a emitir juicios sobre lo sucedido. ¿Información? Qué difícil de encontrar entre esta maraña de comentarios, muchos de ellos gratuitos y desinformados. Se dice por ejemplo que Twitter ha ofrecido la mejor información de este asunto, sobre todo en los momentos iniciales de la tragedia. Y puede ser cierto. Sin duda, su inmediatez supera todo lo que pueda ofrecer la televisión. Pero hoy por hoy es imposible distinguir qué fuentes de información son fiables y cuáles no. Absolutamente imposible, salvo que se conozca al informador y se tenga confianza en él.

Hay muchísimos más aspectos sobre este asunto, pero me quedo con dos más. Resulta asombroso que Renfe tardara tres horas en anunciar oficialmente, con un comunicado de tres líneas, que se había producido el accidente. Renfe podría haber sido el centro de información de este asunto, tendría que haberlo sido, y su comportamiento fue como si con ellos no fuera la cosa. Y no quisiera olvidarme de la impresentable equivocación de la gente de prensa de Moncloa, que se limitó a coger un modelo, hacer un corta y pega insensible, y mezclar la tragedia de Santiago con el terremoto de Gansu. Eso sí que tendría que causar, más que perplejidad, absoluta indignación. Luego muchos minutos de silencio, muchas condolencias obligadas. Pero tardar cinco minutos en redactar un comunicado real y sentido, no. Eso no. Que estamos en julio, era ya de noche, y por lo visto todo puede esperar al día siguiente.

miércoles, julio 17, 2013

Dimisión

El primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Jancker, dimitió este mismo mes de julio por las irregularidades durante años por parte de los servicios secretos del país. Las escuchas afectaron al propio Jancker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. Jancker era el primer ministro europeo que más tiempo llevaba en su cargo, nada menos que 18 años.

También en este mes ha dimitido el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Seiji Maehara. Aceptó una donación de 50.000 yenes, el equivalente a 435 euros, procedente de una ciudadana coreana. La legislación de su país prohíbe recibir donaciones de ciudadanos extranjeros. Maehara llevaba en el cargo desde septiembre de 2010, y con anterioridad había sido ministro de Transporte.

En febrero de 2012 renunció a su cargo Chris Huhne, ministro de Energía británico. El motivo de su renuncia fue que se inició su procesamiento por una infracción de tráfico cometida en 2003, que intentó ocultar y después negó que se hubiera producido. Huhne superó los límites de velocidad, fue sorprendido por un radar, y pidió a su mujer que asumiera la infracción para que no le retiraran a él el carnet de conducir.

Liam Fox, ministro de Defensa británico, dimitió en octubre de 2011. Lo que le llevó a tomar esa decisión fue el escándalo que se generó tras descubrirse que su amigo y padrino de boda, sin ningún cargo oficial que lo justificara, le acompañó en 18 viajes oficiales al extranjero y mantuvo con él 22 reuniones en el Ministerio sin justificación oficial.

La dimisión de la ministra de Educación alemana, Annette Schavan, llegó en febrero de 2013. El motivo, la decisión de la Universidad de Düsseldorf de anular el título de doctora de Schavan por las acusaciones de plagio en su tesis. Ocupó el cargo de ministra durante casi dos legislaturas completas. En marzo de 2011, otro ministro alemán dimitió por el mismo motivo. Karl Theodor zu Guttemberg fue desposeído de su doctorado en Derecho por la Universidad de Bayreuth.

Allá por el año 1993 dimitió el ministro presidente de Baviera, Max Streibl. El detonante de su marcha fue que había aceptado que un amigo empresario le costease unas vacaciones en Brasil y en Kenia. Ese hecho no constituía delito, pero la presión social ante un comportamiento que se consideró inapropiado acabó provocando su dimisión.

En mayo de 2008 dimitió el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, Maxime Bernier. Adoptó esta decisión al reconocer que que se dejó olvidados unos documentos confidenciales de la OTAN en el domicilio de su entonces compañera sentimental, que además había sido en el pasado miembro de la asociación de los Ángeles del Infierno.

Petr Necas, primer ministro checo, dimitió el mes pasado tras verse salpicado por un escándalo de espionaje ilegal y corrupción en el que poco antes había sido detenida su jefa de gabinete, Jana Nagzyoba, acusada de abuso de poder por espiar a la esposa del primer ministro saliente. Necas llevaba en el cargo desde 2010 y se le conocía dentro de su partido como Don Limpio. El anterior jefe del Gobierno, Mirek Topolanek, dejó el cargo tras perder una moción de censura planteada por sus críticas a judíos, homosexuales y la Iglesia y tras ser fotografiado desnudo y en compañía femenina en una de las fiestas de Silvio Berlusconi.

En otros países, la gente dimite. Spain is different. Dimisión ya.


jueves, junio 27, 2013

Ser crítico de cine

Después de la anterior entrada, en la que me quejaba de los inconvenientes que uno se puede encontrar en un photocall, y aún a riesgo de parecer que el mundo de la información está lleno de crápulas, toca habla del crítico de cine. Vaya por delante la advertencia: en este mundo, como en cualquier otro, hay profesionales como la copa de un pino. No pretendo aquí demonizar una profesión, censurar a unos compañeros trabajadores (cobren o no por ello, que a mí eso me da igual), ni generalizar hacia lo negativo la experiencia. Y es que ser crítico de cine mola y está lleno de ventajas. Cine gratis, pensarán algunos. Y sí, es cierto, el crítico de cine no paga por ver las películas que después evalúa. ¿Soy crítico de cine por no pagar? En absoluto. Llevo ya casi siete años escribiendo sobre cine en mi blog, La Sala de Cine, y de vez en cuando también lo hago en Suite 101 y lo hago porque no entiendo mi vida sin el séptimo arte. Desde crío ha sido parte de mi experiencia vital. Idolatro la sensación de sentarme en una sala y ver una película.

Por eso no doy crédito al comportamiento de algunas personas que se dedican a lo mismo que yo, algunos de ellos incluso ganando un buen dinero por ello. Insisto, va en las siguientes líneas lo peor del gremio. Porque ¿de qué otra forma puedo calificar a alguien que va a los pases de prensa a dormir? Si nos ponemos a bromear, me diréis que seguro que la película era malísima. Pero, claro, viene a darme un poco igual la calidad de la película que estemos viendo. Dormirse no es una opción aquí, como no lo es en cualquier trabajo. ¿Cómo me vas a contar qué puedo esperar de un filme si no lo has visto en su totalidad? Dado que desconozco la vida, los esfuerzos y las circunstancias de la gente que me rodea en un pase, puedo llegar a entender un caso puntual. Pasa a ser algo inexcusable cuando se repite o cuando incluso se bromea sobre esa posibilidad antes de un pase con otro compañero ("si ronco puedes darme un codazo"; y sí, ronca y bien alto) y de que se haga realidad, claro.

Pongamos un pase cualquiera, que podría haber sido hoy, hace dos días o la semana pasada. Hasta cinco compañeros han entrado tarde en la película. Una de ellos... una hora tarde. Siempre he entendido la puntualidad como algo esencial y este caso, obviamente, no es una excepción. Al contrario, me parece un requisito. Sé que no sucederá nunca, pero soy un firme defensor de que el cine cierre sus puertas en el momento en que empiece la proyección y nadie pueda entrar. ¿Pero una hora tarde? ¿Para qué entras entonces si ya te has perdido la mitad de la película que venías a ver? Igual pensaba que ver un ratito basta para hacer una crítica. Al menos al entrar en la sala esta compañera decidió agacharse al cruzar la pantalla. Y lo digo porque alguno de los otros cuatro no lo hizo. ¿Que molesta a los demás? Pues no nos queda más remedio que aguantarnos.

Uno tiende a pensar que un pase de prensa tiene que ser diferente de una proyección usual. Que tiene que haber un respeto mayor entre la audiencia precisamente por el hecho de esta trabajando. Suele darse, sí, pero por ejemplo los móviles son tan enemigos del disfrute de un pase de prensa como lo es en una visita cualquier al cine. Lo raro sigue siendo el pase en el que no suene uno. Y lo siento pero me sigue asombrando. Me asombra esa falta de respeto de la gente en general, pero mucho más de profesionales. La explicación benevolente es que son llamadas que tienen que atender estén donde estén. De trabajo, de familia, de lo que sea... Perfecto, eso lo entiendo. ¿Pero tan difícil es hacerlo de una forma en la que no moleste a nadie más? Llamadme sibarita si queréis pero, al margen de no silenciarlo, cuando tengo la atención puesta en la película me parece una molestia más que evitable estar viendo la pantalla del teléfono a quien se sienta a mi lado o en la fila anterior. Por desgracia, el hecho de ser profesionales no altera esa conducta en muchas personas.

En vista de que el spoiler se ha puesto a la orden del día y forma parte del trabajo cotidiano (de eso ya me quejé aquí; qué le vamos a hacer, estoy últimamente muy quejica...), suelo ir a los pases de prensa con la menor información posible, la imprescindible para poder hacer bien mi trabajo. En ocasiones, hay compañeros que ni eso y no deja de sorprenderme. Una muestra con títulos: Monstruos University. La película tiene una broma final después de los títulos de crédito. Forma parte de nuestro trabajo saber que Pixar suele incluir guiños durante o al final de los créditos de sus películas. No era, por tanto, algo inesperado. Pues bien, de todos los periodistas presentes en el pase en el que yo estuve sólo dos nos quedamos a verla. Recuerdo una desbandada parecida cuando vimos Capitán América, película en la que era algo más que previsible que hubiera una escena al final, como la hay en todas las películas que forman parte de la producción de Marvel Studios que desembocó en Los Vengadores. Aquel día la mitad de la sala también se la perdió.

Claro que podría ser peor. Pongamos que en una película cualquiera, sin poner su título ni ubicar la fecha de su pase precisamente para no caer en la trampa del spoiler de la que me quejaba, acontece la muerte de uno de los personajes principales. Ya sabéis, una de esas escenas clásicas en las que el héroe caído consigue despedirse de su amigo/amada/alumno/mentor con un enorme dramatismo. Ahora pongamos que eres un crítico conocido. No de esos cuyo todo el nombre conoce (de los que hay pocos, la verdad), pero sí con un currículum largo en medios importantes. Pongamos ahora que ese crítico se marcha de la sala instantes antes de esa escena y vuelve a aparecer en su interior apenas unos segundos después. Poco tiempo pero suficiente para perderse la escena en cuestión. ¿Qué clase de crítica escribirá ese afamado crítico sobre la película si le falta semejante instante para poder evaluarla? Supongo que la respuesta es que da igual. La moraleja es que viene a ser imprescindible ver toda la película para poder evaluarla, ¿no?

Lo dicho, estoy en plan quejica. Pero como valoro la profesión son cuestiones que de vez en cuando no viene mal soltar.

martes, junio 18, 2013

El photocall, la pesadilla del fotógrafo

Me encanta la fotografía. No soy ni aspiro a ser un genio en este campo, pero me gusta buscar luces, ángulos e imágenes bonitas. Mi cámara va siempre en la mochila, porque nunca sabes cuándo y dónde vas a encontrar una foto que merezca la pena. Incluso tengo mi blog de fotografía, A través del objetivo, donde voy colgando cosillas de vez en cuando. Más eventos que imágenes artísticas, aviso. Y, a pesar de eso, como fotógrafo tengo una pesadilla: los photocalls. Me gusta el evento como tal, me da la oportunidad de acercarme a profesionales (del cine, más que de otros campos) que de otra manera serían mucho más inalcanzables. Pero es un momento terrible para conseguir buenas fotos y salir satisfecho. Mi admiración hacia los profesionales que hacen allí su trabajo y lo disfrutan. Yo cada vez soy más incapaz, porque salgo cabreado en demasiadas ocasiones. Pero sigo yendo. Masoquismo puro.

No es que yo sea demasiado exigente, no (eso se puede ver, insisto, en mi blog: no soy un genio de la fotografía, aunque cada día intento defenderme un poquito mejor), aunque a veces lamento las condiciones de luz que nos ofrecen para sacar las mejores imágenes en apenas unos segundos. Es, simplemente, que me asombra lo que puede llegar a suceder en un photocall. Para el que no conozca estos eventos, su funcionamiento es tal que así: uno se acredita ante el organizador, que pone una hora para la celebración del evento y otra (suele ser una hora antes) para poder acceder al recinto. Es decir, que hay que guardar una cola antes de entrar y una vez dentro buscar el mejor lugar posible para colocarse, sin ningún orden establecido ni separación de ninguna clase más allá de la distancia entre la jauría de fotógrafos y el protagonista del evento. Guardar cola para conseguir un mejor sitio está muy bien, pero se va al garete cuando te das cuenta de que siempre hay un grupo cerrado que se guarda sitios cuando el colega llega tarde. ¿Para qué entonces la cola? Pues eso. Pero como no somos (no soy) nadie en este mundo, veo y callo.

Como callo cuando, una vez colocado en mi sitio, resulta que al que le han guardado el sitio que hay delante de donde yo me he situado saca su taburete plegable y se sube en él. A su metro ochenta (siempre, siempre, siempre será el más alto de todos los acreditados) suma con el dichoso taburete una barrera insalvable para que yo, desde atrás, pueda tomar fotografía alguna. Él podría tomar buenas fotos sin taburete. Yo, gracias a eso, en absoluto. Gracias por avisar, hombre, no te preocupes, ya me busco otro sitio. Peor, claro, porque la gente ya ha cogido los mejores lugares. Tampoco en eso soy nada exigente. Soy alto y consciente de que hay gente detrás. No veo por qué eso me da derecho a arruinarle el trabajo a nadie, y por eso suelo buscar las filas de atrás e incluso, tonto de mí, me aseguro de no molestar a nadie. Eso, lo de arruinar posibilidades queriendo o sin querer, pasa mucho y, por desgracia, no suele importar demasiado que detrás de uno haya alguien trabajando. Para qué servirá eso del compañerismo.

Y ya no en la colocación inicial, que todavía ahí te puedes buscar otro sitio. Durante el mismo photocall, que apenas dura unos segundos, hay gente que levanta la mano para llamar la atención de nuestro objetivo, aunque así te arruine la mejor foto. Para conseguir ellos la suya, lo que sea. Y cuando la tienen, en lugar de dejarte hueco, algunos se mueven, se giran, se te cuelan en el plano. Lo mismo les da. Por difícil de comprender que sea, también puede suceder que tu presencia por detrás pase totalmente inadvertida. Esa es, indudablemente, la causa de los movimientos del fotógrafo que se coloca delante de ti. A izquierda y derecha. Subiendo y bajando. Y a ti no te queda más remedio que ejercitar la cintura de un extremo regateador y buscar el hueco por donde colar el objetivo. Ojo entonces con no ser golpeado. Y si eres golpeado, mejor que sea por un fotógrafo y no por un cámara de televisión, porque esos tienen un enorme ángulo muerto en el que si hay algo a su lado mejor que se aparte por su propia seguridad. Como si fueran conductores de autobús, que el que se tiene que apartar es siempre el coche pequeño.

Mucho más divertido es cuando delante tienes a un aficionado, que quiere las fotos para su álbum personal. Sí, eso pasa en photocalls, aunque uno asuma que tiene que haber un filtro (y aunque eso a mí me afecte en ocasiones por no trabajar para El País, EFE o Telecinco, trator de representar con toda la dignidad del mundo y a mucha honra a pequeños espacios en Internet, aunque haya gente que me mire por ello por encima del hombro). E incluso puede ser un aficionado con una cámara compacta, cosa que no deja de asombrarme. Qué más da. Y el muchacho, que ha ido allí como fan, incluso con recuerdo en ristre para que le firme el famoso de turno, le dice que el cambia el sitio a un compañero con cámara de televisión que se pone delante y, por supuesto, te cercena toda posibilidad de conseguir una foto decente con comodidad. Y te callas porque, en el fondo, sabes que no estás jugando en las grandes ligas, que dirían los americanos.

Y es que al final esas actitudes cainitas y egoístas son el pan nuestro de cada día en el maravilloso mundo del photocall. Ya sabéis, generalizar es malo y no pretendo hacerlo, porque hay absolutos artistas en el gremio. Y hasta buenas personas. Pero esto es como las meigas, que haberlas haylas. Ahora imaginaos a un tipo grande. No tanto de altura como de cintura. Lo tenéis, ¿no? Ahora imaginadlo con una mochila a la espalda, como en el Metro, pero a lo bestia. Y ahora imaginaos que hay que moverse en el lugar dispuesto para el photocall porque los protagonistas asoman por nuestra espalda. ¿Creéis que este tipo se quita la mochila para no golpear a los demás? Por supuesto que no. Si le comentas que tenga cuidado después de haber estado a punto de caer como consecuencia de su inconsciente movimiento, ¿creéis que pedirá disculpas? Por supuesto que no. Y cuando sucede lo inevitable, y es que golpea a alguien en la cabeza con la cámara, ¿qué creéis que sucede? Pues que encima se pone borde, dice que está haciendo su trabajo y que el agredido tendría que entenderlo. Por supuesto.

Qué bonitos son los photocalls. Y el caso es que seguiré yendo. Lo que decía. Masoquismo puro.

lunes, junio 10, 2013

Sin redefinir la política, todo lo demás es imposible

Pío García Escudero es hoy el presidente del Senado, cámara en la que ocupa un escaño desde 1995. En el año 2000 pidió a su partido un préstamo de 24.000 euros para realizar obras en su vivienda, dañada en un atentado de ETA. García Escudero devolvió el préstamo entregando talones en mano. Ante el juez confesó que nunca declaró ese dinero a Hacienda. Según le dijo al magistrado, porque no sabía que tenía que hacerlo. Lo repito por si ha impactado mucho: el presidente del Senado no sabe que un dinero que le ha prestado el partido y que devuelve con talones hay que declararlo a Hacienda. Al PP todo esto le parece normal, no le importa el origen del dinero e incluso asegura que, de haberlo declarado, García Escudero habría pagado menos en su declaración.

El presidente del Senado es la tercera autoridad del Estado, pero no sabe que cuando uno recibe un préstamo hay que declararlo. La gente pide préstamos y se juega su futuro con ello, en ocasiones hasta su vida. Si no los declara, Hacienda actúa y les pega tal palo que deja tiritando. Si no los devuelve, lo pierde todo. Pero con el hoy presidente del Senado no pasa nada. Ni Hacienda ha dicho que vaya a hacer nada para reclamar el dinero y los atrasos, ni la Fiscalía General del Estado va a perseguir a quien ha cometido un de esos calificados presuntos delitos contra la Hacienda Pública. Ni siquiera él tiene la dignidad suficiente como para reconocer su incapacidad más absoluta para ser la tercera autoridad del Estado o para desempeñar un cargo público de cierto nivel cuando tiene una ignorante de semejante nivel. No pasa nada.

Esteban González Pons es diputado del PP por Valencia. Como tal, su presencia de lunes a viernes en el Congreso de los Diputados es habitual. Y como tal, cobra una compensación de más de 1.800 euros a cargo del contribuyente por trabajar en Madrid teniendo su residencia fuera de la capital. Pero el PP, partido que funciona entre otras cosas con el dinero que cobra del erario público, resulta que le está pagando un piso en Madrid, que casualmente alquila a una empresa vinculada a la trama corrupta de Gürtel. Al PP todo esto le parece normal, hasta el punto de que no es el único piso que tiene alquilado para sus dirigentes, sin aclarar quiénes se están beneficiando de esta práctica. González Pons, por tanto, se embolsa el dinero de compensación por tener que residir en Madrid sin destinarlo a una vivienda.

Menuda sorpresa, tampoco pasa nada en este segundo caso. Al partido no le parece perverso, derrochador y hasta malversador gastar el dinero que cobra de subvenciones públicas en el mantenimiento del status privilegiado de sus dirigentes mientras obliga (que no pide) a que el resto de los ciudadanos vean mermados sus derechos, sus vidas y sus ahorros. Lo suyo no se recorta. La sanidad, la educación y los servicios a los ciudadanos sí. A él no le importa seguir chupando del bote, aunque a los demás, esos que forman la plebe, tengan que buscar entre los botes de la basura. Con esto tampoco pasa nada. Ni la Justicia investiga, ni el partido pone freno a estas prácticas cuando han sido descubiertas. Ofrece oscurantismo y probablemente mentiras que tendrán que tapar con otras mentiras cuando se descubra lo siguiente.

Ya está claro. Ya lo estaba, pero estos dos casos tendría que abrir los ojos de quien los tuviera cerrados. La política española es una cloaca de vividores, de gente que no tiene formación alguna ni sentido común para conocer el funcionamiento elemental de la sociedad en la que viven. Sí, los dos casos son del PP. Y tengo la convicción, avalada en lo que la hemeroteca ofrece día tras día, de que su cloaca es más sucia que la de los demás. Que Gürtel eran tres trajes, sí, eso se decía. Y que eran incompatibles con la corrupción. O con los Jaguars que aparecen en sus garajes o con las tramas que pagan confeti en fiestas de cumpleaños o la iluminación de una boda. Que ahora tenga un poder absoluto en España hace que la situación sea todavía más grave, porque quiere decir que si la política no actuaría nunca para regenerarse, mucho menos lo hará en esta situación.

Sin redefinir la política y todo lo que la rodea, todo lo demás es imposible. Y como los políticos jamás accederán a redefinir la política, todo es, efectivamente, imposible. La gente seguirá sufriendo y ellos viviendo tan a gusto como siempre. Y nos venderán mentiras con sus falsas sonrisas, con sus promesas incumplidas, con sus mentiras demostradas. Y la gente le seguirá votando, les defenderá, les justificará. Incluso les comprenderá. Los medios seguirán escuchando sus absurdos argumentos y sus periodistas no se atreverán a hacerlas preguntas necesarias, o no les dejarán. Ellos seguirán gastándose el dinero que nunca llegará a los demás y su poltrona estará sucia pero seguirá siendo suya. Qué asco da leer casos como los de Pío García Escudero y Esteban González Pons. Pero más asco da pillarles, exponer públicamente cómo sangran al país cuya bandera luego se apropian, y que no pase nada.

sábado, junio 01, 2013

Mou

La mirada de Mou mientras le preguntan.
En unas horas, Jose Mourinho será ya pasado en el fútbol español en general y en el Real Madrid en particular. Yo lo celebro. Me alegra perderle de vista. No voy a echar de  menos nada que tenga que ver con él. Y eso que no soy seguidor del Real Madrid. En sus tres años aquí, he tenido dos experiencias personales con él. La pasada temporada, le vi en la sala de prensa del Santiago Bernabéu después de jugar contra la Real (la foto de aquí al lado es de esa comparecencia). Sin la excusa de manipular sus respuestas o de no conocer las preguntas que se le hacen, en vivo no me gustó su tono, no me gustó su actitud, no me gustaron sus respuestas. Aquel día coronó su actuación, porque es un actor interpretando un desagradable personaje, que nadie se olvide eso, respondiendo en inglés a una pregunta de un redactor de Real Madrid TV que le cuestionó por las facilidades que dio aquel la Real (¡muchísimas!). Le dijo que igual no merecía trabajar allí por hacerle esa pregunta. De eso no hubo difusión alguna, yo me quedé alucinado. La segunda experiencia, del pasado sábado en Anoeta, su huida para no atender a los medios. Y no sólo eso, sino que dejaron que fuera un empleado de la Real el que lo anunciara. Nadie del Madrid salió a dar la cara. Señorío de ese del que hablan, poco. Respeto al trabajo de los demás, ninguno.

Llevo tres años pensando en escribir sobre Mourinho y si no lo he hecho creo que es por mis amigos madridistas. Veréis, alguno de esos amigos vive su madridismo con la misma intensidad que yo mi realismo txuri urdin. Puede que incluso más en algún momento en el que no aguanta el final de un partido tenso y se encierra en el baño, o en el que una derrota le lleva directamente a la cama sin probar bocado. Y en el fondo me da rabia soltar todo lo que se merece el entrenador de su equipo. Ellos ya saben que no es antimadridismo, porque yo tengo pocos antis en la vida, pero es tan fácil malinterpretar lo que uno escribe cuando hay voluntad de hacerlo que siempre acabo pensando que lo mejor es no escribir sobre él y hablar de otra cosa. Esa, la de no hablar de un personaje nefasto para el fútbol por cariño hacia un amigo, es una actitud que se puede permitir un aficionado de a pie, un tertuliano de bar, uno de los 40 millones de seleccionadores que hay en un país. Lo triste es que sea también la forma de trabajar de un medio de comunicación. Sí, ya sé, soy un ingenuo que sigue pensando que la prensa deportiva debería informar. Iluso de mí.

Las primeras de Marca y As.
El caso es que hoy Marca y As (un periódico que lleva ya unas cuantas semanas utilizando la primera persona del plural en sus titulares referidos al Real Madrid) sacan hoy unas primeras planas curiosas. Hablan de lo que han callado. Censuran lo que han jaleado. Es triste pensar que informando en lugar de escribiendo con la bufanda blanca al cuello, muchas de las cosas que ahora lamentan no se habrían producido. No hablaron cuando Mourinho despreció públicamente al primero de sus jugadores, y no lo hicieron porque era Pedro León y no una vaca sagrada. No pidieron una sanción ejemplar cuando le metió el dedo en el ojo a Tito Vilanova cuando éste era segundo entrenador de Guardiola en el Barça, ni se rasgaron las vestiduras cuando su patética sanción de dos partidos, inconcebible en cualquier otro país por escasa, desapareció por un indulto y jamás tuvo que cumplirla. Tampoco levantaron la voz cuando criticó el trabajo de Manolo Preciado por la alineación que sacó en un partido contra el Barcelona. No criticaron todo lo criticable de Mourinho, que es interminable, porque era el Real Madrid. Eso se llama forofismo, no periodismo.

Pero es que ni siquiera el corporativismo, que otras veces sí ha servido para movilizarse, ha motivado una respuesta justa y contundente hacia Mourinho. Tras un leve intento de boicot (del que el propio Mourinho acabó riéndose en la cara de sus protagonistas), asumieron sin rechistar que les mandara cuando le apetecía a un segundo entrenador para cumplir con las ruedas de prensa semanales (algo que en Champions no puede hacer por reglamento), cuando lo que tenía que haber hecho todo el gremio era no cubrir esos simulacros y dejar claro al Real Madrid que el entrenador es el portavoz al que se quiere escuchar (un inciso, yo ya tenía decidido levantarme e irme si en la sala de prensa de Anoeta aparecía Karanka, aunque sé que hubiera sido sólo yo el que lo hiciera). Mourinho es lo que es porque se le ha consentido todo y más. Porque es una persona que sólo sabe manejarse con el poder absoluto, y eso es lo que pretendió conseguir en el Real Madrid, poniendo su figura por encima de un club que ha ganado nueve Copas de Europa y una treintena de Ligas antes de que él pisara el césped del Santiago Bernabéu.

Nunca me ha gustado la forma de ser del Mourinho entrenador. No comulgo con los entrenadores que están más ocupados en el show que en el fútbol. Tampoco he entendido la devoción que algunos sienten hacia él, porque no hay más que ver el nombre, la historia, el presupuesto, los jugadores y la importancia de los equipos (y los arbitrajes, ojo, que las hemerotecas y Youtube hablan mucho...) que ha entrenado para comprobar que no es tan excepcional que gane títulos. Mourinho no haría campeón a un equipo medio, no daría grandeza a uno pequeño, pues ya dijo que él no entrenaría al Málaga, supongo que porque se siente demasiado importante para eso. Mourinho gana con los grandes. Y eso, siento decirlo, es algo esperable. Pero resulta que en el Madrid ha ganado menos que nunca. Menos que en todas sus etapas anteriores. Menos que los demás entrenadores que han estado tanto tiempo como él en el Real Madrid. Y menos de lo que cabe esperar con la colección de estrellas que tiene. ¿El principio del fin de Mourinho y su fama de gran entrenador? Así lo deseo. Es curioso que Guardiola y Pellegrini sean dos de los entrenadores que tendrán la llave la próxima temporada para ir enterrando a un entrenador del que siempre se recuerdan más sus líos que sus logros deportivos. Y eso, después de los números del Madrid la pasada Liga, sí que tiene mérito.

jueves, mayo 23, 2013

¿Comentaristas? Hooligans. Y además malos

Nico Abad. "Periodismo puro".
Me rindo. Asumo que es una tarea prácticamente imposible la de ver una retransmisión deportiva que valga la pena, que me aporte algo más de lo que sacaría de una tertulia de bar. No ya de un partido de fútbol, que esa esperanza ya la había perdido por completo hace tiempo, sino deportiva en general. El pasado domingo no salía de mi asombro escuchando a Nico Abad durante la carrera de Moto GP. Y creo que ahora me asombra mucho más leyendo algunas frases de esta entrevista que concedió cuando se supo que sería él el encargado de esta tarea. "Esto es periodismo puro y duro. Te mandan a un sitio y cuentas lo que ha pasado. La electrónica, los chasis o los motores es cosa de Ángel Nieto, 13 veces campeón del mundo. Él sabe más que cualquier que nos está viendo. Yo voy a contar la carrera, lo que yo vea del Mundial. Es igual que hablar con un reportero de guerra que no ha disparado alguna vez", dice.

Si "periodismo puro y duro" supone decir frases trilladas, repetirlas porque le han gustado a su autor y pegar gritos, efectivamente el periodismo, el deportivo y el que no lo es, tiene un problema muy serio. A uno, ingenuo como pocos, le gusta pensar que el periodista, en primer lugar, tiene que saber de lo que está hablando. Si no lo sabe, parece realmente difícil que lo pueda contar con precisión. Dirá cosas, por supuesto, y hasta es posible que en alguna acierte, pero será del todo imposible que transmita a sus espectadores, oyentes o lectores una idea realista de lo que está pasando. Supongamos que ese aprendizaje del que Nico Abad habla en la entrevista lo ha realizado meticulosamente y ese paso lo ha superado. Lo que parece inexplicable es que culmine la entrada de Marc Márquez en la meta con gritos ahogados de "¡Márquez! ¡Márquez! ¡Márquez! ¡Márquez!" (sí, gritó el nombre cuatro veces). Ahogados porque hay que tener voz para ejercer de hooligan. Y de hooligan porque hay mil maneras de contar la hazaña de un deportista mucho más elegantes que esos gritos.

El problema no está en la forma de narrar, que también, sino en que tan pendientes como están los actuales comentaristas deportivos del hooliganismo, al parecer imprescindible para acometer esta tarea, ni se dan cuenta de lo que sucede... y eso que se supone que justo ese es su trabajo, contarnos lo que sucede. En esa carrera de Moto GP hubo adelantamientos de los que ni avisaron cuando se produjeron, del propio Márquez, por ejemplo, o a Lorenzo. Pegaban gritos cuando se acercaban, pero cuando efectivamente había pasadas (que tampoco vimos gracias a una realización bastante floja) nada de nada. La carrera se siguió mejor con la clasificación sobreimpresionada en la parte izquierda de la pantalla que con los comentarios. En la Fórmula 1 pasa lo mismo. Hooliganismo (no creo ser el único que cree que Antonio Lobato es uno de los motivos del antialonsismo, y sería un tema francamente interesante de analizar porque persigue exactamente lo contrario) y atención al grafismo en pantalla. Ahí me consuela la presencia de Pedro Martínez de la Rosa, al que es un placer escuchar porque se aprende mucho y se sigue la carrera de maravilla.

Futre. "¡Goooooooooool!".
Y ahí entramos en el peliagudo asunto de los comentaristas invitados, esos supuestos expertos a los que uno ya no sabe muy bien qué se les exige. Parece que el amiguismo es el factor determinante. Si no, es poco entendible que Futre fuera el escogido para comentar la pasada final de la Copa del Rey de fútbol. Con un español difícil de entender en muchas ocasiones, resoplando en cada jugada de peligro como si lo estuviera viendo en el salón de su casa, comportándose como un hooligan desbocado (hace no mucho estuvo viendo un partido con el Frente Atlético, visto lo visto sin duda un lugar mucho más adecuado para él) y gritando los goles como si estuviera en la grada. Ya había sido terrible la retransmisión que hicieron Juan Carlos Rivero y Manolo Sanchís en el partido del Real Madrid de las semifinales de la Champions, pero la final de Copa superó todos los niveles de lo lamentable porque, además, es buscado. Como juegan Real Madrid y Atlético, hay que poner a uno de cada equipo. Sus conocimientos, su capacidad de comunicar, lo que aporten... ¿Eso qué más da? Uno de cada equipo y a correr. Y eso, encima, en la televisión pública.

Pero volvamos a ese tema de los conocimientos. ¿Soy el único que tiene la sensación, casi certeza, de que nadie se prepara un partido como debiera? No ya que no sepan de lo que hablan, que también, sino que no reúnen el saber más básico que pueda importar durante la retransmisión. Os pongo en situación. Sevilla - Real Sociedad. En juego, la cuarta posición de la Liga. Real y Valencia comienzan la jornada con los mismos puntos, los levantinos ganan su partido 0-1 a las seis de la tarde del pasado sábado y se ponen tres puntos por delante. La Real empieza perdiendo y remonta, 1-2. Manolo Sarabia, experto en ese partido, dice durante la retransmisión: "creo que la Real tiene al average ganado con el Valencia". ¿"Creo"? Yo, como aficionado o como espectador, puedo creerlo. Tú tienes que saberlo. ¿De qué me sirve que Sarabia crea que el golaverage particular, que es el criterio que decidiría un hipotético empate, es favorable a la Real si voy a tener que consultar otra fuente para saberlo? Pues así con casi todo. Y no hablemos de las continuas confusiones en la identificación de los jugadores o los datos erróneos que se dan en las retransmisiones...

Lara Alvarez, Telecinco sigue sus modas.
Ya parece imposible acabar con este reino de vividores y hooligans en que se ha convertido el mundo de las retransmisiones deportivas, al que además por lo visto hay que añadir una presencia femenina bella a la que tampoco es imprescindible pedirle conocimientos previos. Y no, no es machismo, porque estoy segurísimo de que hay mujeres maravillosas en el mundo de la comunicación, en el del deporte y en cualquier otro; el género no importa lo más mínimo para esto. Esta moda la terminó de instalar definitivamente Sara Carbonero (eso sin contar con las dosis de morbo que añadía su relación sentimental con Iker Casillas) y Telecinco, muy sabia en estas lides, la continuó por ejemplo en las motos con Lara Álvarez. Así que, como nada va a cambiar en este sentido, sólo me queda pedir a los responsables de las emisiones que se planteen seriamente la posibilidad de ofrecer los partidos con una pista de sonido que sólo recoja el ambiente. Para confundir a los jugadores, ya lo hago yo. Me gusta el fútbol con comentaristas, pero quiero eso, comentaristas. Preferiblemente buenos. Pero sólo me dan los malos y los hooligans. Y así, prefiero el sonido ambiente.

miércoles, mayo 15, 2013

Spoilers

Detesto los spoilers. Me cabrea que la promoción de una película (esencialmente una película, pero todo esto es igualmente aplicable a la literatura, el cómic o la televisión) se base en relatar todo lo que uno se va a encontrar durante lo que tendría que ser una experiencia única. Allá cada cual, pero no comprendo que haya páginas web dedicadas a colgar spoiler tras spoiler del próximo estreno como si fuera algo imprescindible y vital para ver una película. Y, por supuesto, comprendo menos que nada que quienes tienen que vender la película en cuestión, es decir, las distribuidoras, lo hagan destripando prácticamente todo lo que acontece en su metraje. Si ya lo sabemos casi todo antes de ver una película, ¿qué sentido tiene ver la propia película? ¿El final? ¿Es eso lo único que nos queda? ¿Y qué hay de la experiencia completa?

Me viene a la memoria Parque Jurásico. España fue uno de los últimos países en los que se estrenó, el 30 de septiembre de 1993, cuando en Estados Unidos se pudo ver el 11 de junio. Obviamente, Internet estaba en pañales y no, no estaba la película disponible para su descarga (creo que eso no llegó a suceder con un gran estreno hasta el Episodio I de Star Wars, en 1999). Antes de sentarme en la sala, no había visto ni un solo dinosaurio. Ni uno. Y eso que en esos meses de diferencia entre el estreno norteamericano y el español vi en incontables ocasiones un vídeo musical con el tema principal de la película (¡enorme el maestro John Williams!) en el que de los dinosaurios se veían garras, hocicos, pisadas... pero nunca uno al completo. Así que cuando vi la película, en el instante que vi el primer dinosaurio me recorrió la espalda un escalofrío. Estaba viendo un dinosaurio de verdad. Y lo estaba viendo como había que verlo, en pantalla grande y conservando la frescura de la sorpresa. Tengo muchos recuerdos así de impagables en el cine. Muchísimos. Y los adoro. Pero esa sensación es hoy prácticamente imposible de revivir.

Quien habla de cine, y hablo de mayorías y tendencias, parecer sentirse obligado a destripar las películas en todos sus extremos. Incluso en los finales. Y no como análisis, sino incluso antes de verlas. No hay control ni medida, ni tampoco responsabilidad para respetar la importancia de la experiencia personal. Recuerdo más de un reportaje en el que aparece el plano final de El planeta de los simios original, ¡incluso un anuncio comercial que lo parodiaba! La pasada semana, el genio que monta las promos de Antena 3 decidió incluir la frase que revienta La isla, de Michael Bay (vale, la película se merece que la revienten, pero eso es otra historia). Los trailers se han convertido en resúmenes de las películas que simplemente esconden los diez minutos finales... y a veces ni eso. Y es que de un estreno de hace un par de semanas (no digo cuál), una de las fotografías promocionales enviadas por la propia distribuidora... ¡era el final de la película!

Hoy no entraríamos a ver El Imperio contraataca, El planeta de los simios, Seven, El sexto sentido, Los otros, La vida es bella, Psicosis (Hitchock venía a implorar en el cartel "no me revienten en el final, ¡no tengo otro!"), La niebla o Mystic River de la forma en la que lo hicimos en su día... y eso que algunas (estoy pensando sobre todo en Los otros) ya llegaron demasiado contaminadas. Hoy Internet se ha convertido en un hervidero de noticias, avances, spoilers, fotografías, escenas completas y hasta descripciones de los finales de todas las películas habidas y por haber, mucho más si son películas con un grupo de aficionados elevado, como puedan ser las de Star Trek, Star Wars, personajes de cómic o grandes franquicias. Y me parece un terrible error del que no soy partícipe nunca (o casi nunca, que todos cometemos errores). Nos estamos cargando la experiencia cinematográfica. Por muchas razones, pero también por ésta.

miércoles, mayo 08, 2013

Todo es ETA

Un sábado por la noche de hace ya unos cuantos años, estaba yo sentado en las gradas del Vicente Calderón viendo un Atlético de Madrid - Real Sociedad. Afortunadamente con una valla de por medio, tenía cerca a un grupo de chavales que no podían tener más de 16 o 17 años que gritaban a los jugadores de la Real todo tipo de improperios. En un momento dado, la Real forzó un córner y se acercó a sacarlo Jesuli. Uno de esos malhablados indocumentados se levantó y bajó como una flecha por las escaleras hasta llegar al punto más bajo de la grada, lo más cerca posible del jugador, se abalanzó sobre la valla y grito a Jesuli con toda su alma: "¡Terrorista!". A Jesuli, nombre futbolístico de Jesús Mora Nieto, nacido en Sevilla. Un niñato que luego le grito "¡Si Franco levantara la cabeza...!". Y ahí lo dejó.

Llevo años viviendo en primera persona la ignorancia de mucha gente (siempre ocupará un lugar privilegiado en mi mente aquel anciano que, viendo en mi carpeta de universitario el escudo de la Real Sociedad, se puso a silbar ante mí y sin vergüenza alguna el Que viva España de Manolo Escobar) por el simple hecho de vestir una camiseta de rayas blancas y azules de un equipo vasco. Gente que no me conoce, pero que aún así piensa con absoluta seguridad que soy un etarra, rodeado de otros tantos etarras que pasan su tiempo libre entre bomba y bomba viendo partidos de fútbol. Como vivimos en unos tiempos en los que si no condenas algo es que lo estás amparando, aprovecho esta ocasión que me brindo a mí mismo en mi blog para decir que jamás he asesinado a nadie. Ni extorsionado. Ni amenazado. Si ni siquiera le he pegado jamás a nadie un puñetazo. No, lo siento, no soy un terrorista, ni etarra ni de ninguna clase. Vamos, que ETA no, como reza la imagen de ahí arriba, que estuve en la manifestación pidiendo la liberación de Miguel Ángel Blanco y he llevado lazos azules en la solapa en algún secuestro perpetrado por estos terroristas. Siento la decepción de aquellos que reducen todo a la más grotesca caricatura.

Esa anécdota con la que arrancaba la protagonizó un chaval que muy probablemente no tenía ni la experiencia ni la formación necesaria para saber de qué estaba hablando. Lo suyo era ignorancia y poca cabeza. Lo más normal es que se dejara llevar por la masa o por ideas que ha escuchado en algún sitio y a las que no ha dedicado la más mínima reflexión. Lo preocupante es que se intuyen unas ganas terribles de que gente con mucho más conocimiento y poder siguen deseando que ETA forme parte del discurso y el debate diarios. Se ha visto estos días. Primero expulsaron a una concursante de Gran Hermano por decir, en broma o en serio, que la única manifestación en la que había participado en su vida, era una pidiendo el regreso de ETA. Saltaron los leones mediáticos sobre ella, AVT mediante, y Telecinco, cadena a la que le gustan tan poquito los follones mediáticos, la echó. Por Internet se pueden encontrar burlas de otros concursantes de Gran Hermano sobre gran cantidad de temas sociales, incluido el asesinato de Marta del Castillo, pero con una polémica por edición parece que sobra.

No defenderé yo a esta concursante, no, ni mucho menos al programa, pero el tema me dio que pensar, sobre todo por lo que sucedió después. Eso, acontecido en uno de los programas emblemáticos de la telebasura española, tuvo más importancia que otro asunto que trascendió con mucha menos fuerza, el hecho de que el director de ABC, Bieito Rubido, dijera del dirigente socialista Eduardo Madina que "simpatiza más con lo que representa ETA que con lo que representa el PP". Madina, por cierto, es víctima del terrorismo. En 2002 estos criminales colocaron una bomba lapa bajo su coche, cuya explosión le causó la amputación de la pierna izquierda a la altura de la rodilla. ¿Consecuencias de este exceso periodístico? Ninguna. Rubido llamó después personalmente a Madina para decirle que había cometido un error, a pesar de que en directo reiteró que había dicho esa frase en muchas ocasiones y que la tenía muy meditada. Eso, en fútbol y con mucha sorna, se vino a denominar "arrepentimiento espontáneo", y el único objetivo que tenía era evitar sanciones mayores. Aquí, lo que había que evitar era la querella del PSOE.

Pero la barbaridad ya está dicha y eso cala en mucha gente. Como el niñato del Calderón. Pero hay mejores ejemplos. El ministro del Interior, nada menos que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, salió ante la prensa para colgarse medallas por una operación contra ETA con seis detenciones en Francia. Curioso, con temas que ahora mismo preocupan mucho más a los españoles que el terrorismo (lo dice el CIS, no yo), el presidente y sus ministros suelen esconderse. Pero, vaya, que me salgo del tema. El caso es que en el turno de preguntas le solicitaron su opinión sobre la prevista reforma de la Ley del aborto, que está generando división incluso entre las filas del PP. Dijo Fernández Díaz que eso se lo contestaría al final de la comparecencia porque tocaba hablar de ETA y no había mucha relación. "Tiene algo que ver, pero no demasiado", añadió. La AVT reaccionó con mucha más tibieza a esto, porque a lo de Rubido nada de nada. Y yo me sigo preocupando ante eso.

Luego llegó el desmentido habitual de los esforzados muchachos de prensa, en este caso del Ministerio del Interior, que saben perfectamente que lo que escribieron no se ajusta a lo que sucedió en la comparecencia de Fernández Díaz, y después el "arrepentimiento espontáneo" del propio ministro. Pero el mensaje cala, sí, y tiene mucha más autenticidad de lo que se atreven a reconocer, ellos sabrán si por simple cobardía o únicamente para seguir manteniendo engañada a gente de la que sólo necesitan su voto. Tras hablar Fernández Díaz, llegó el turno de la portavoz de la asociación antiabortista Derecho a Vivir, Gádor Joya, que dijo lo siguiente: "ETA lo que hace es matar inocentes abanderando una determinada causa como es el independentismo, pues en el aborto también se matan inocentes abanderando una causa que es la de la ideología de género. Al final, las víctimas son las mismas en un caso y en otro, son seres humanos inocentes que mueren como consecuencia de una ideología".

Está muy bien esto de la ideología, pero digo yo que un Estado tendrá leyes para algo. Podemos debatir horas y horas lo que pensamos cada uno sobre el aborto y sobre mil temas más. Pero hoy, en España, el terrorismo es ilegal y el aborto es legal, así que comparar una cosa con la otra no sólo supone una aberración jurídica sino también, y esto es una apreciación de lo más personal, una absoluta estupidez. Pero, claro, ya hemos trazado la analogía. Los que defienden el aborto son ETA. Pero no son los únicos. Los movimientos sociales son ETA. Los que protestan por los desahucios son ETA. Bueno, esos también son nazis, que tampoco es moco de pavo. Los seguidores de la Real y del Athletic ya eran ETA desde hace mucho. Y yo de ETA lo único que sé ahora mismo es que no comete un asesinato desde que el 16 de marzo de 2010, hace más de tres años, cuando acabó con la vida de un policía en Francia, y que en España no hay un atentado mortal desde el 30 de julio de 2009, cuando estos criminales asesinaron a dos guardias civiles en Palma de Mallorca.

Y como a mí me llevan considerando etarra por ser seguidor de un equipo de fútbol desde hace ya unos cuantos años, pues tengo que confesar que no me sorprende que las mentalidades cavernarias de este país crean que todo aquel que les lleva la contraria, algo a lo que por cierto tenemos derecho todos en una discusión (piense lo que piense, yo no negaré jamás su derecho a pensar que un escrache sobrepasa todos los límites de la decencia humana o que el aborto es una aberración en todos los casos). Me cabrea y me preocupa, eso sí. Porque que lo diga un niñato iletrado puede ser hasta una anécdota graciosa (porque había valla de por medio, claro, porque mi reacción seguramente me delató como seguidor realista y no sé cómo habría acabado la cosa de tener ellos acceso a mi posición), pero que lo diga un ministro o el director de un periódico da tintes dramáticos y demasiado grotescos como para no me preocupe el fondo. Y el fondo es que hay gente que puede decir lo que le dé la gana sin que haya consecuencias, casualmente siempre del mismo espectro ideológico y de pensamiento, y otros que no.