No me dan los días y tengo abandonado Un mundo peculiar. Tenía que pasar con una agenda tan repleta como la mía, pero en el fondo no quiero. Así que aprovecho la excusa que me da Doctora (de El día de la espectadora y Paso de Twitter) para quitar las telarañas que había ya por aquí. Esta amiga bloggera, a la que he venido siguiendo desde hace ya algunos años y por varios blogs anterior a los dos que tiene ahora y a la que deberíais leer si queréis reíros un rato, me da el Premio Liebster, que se supone que sirve para dar a conocer nuevos blogs. Como tengo esa faceta de búsqueda, lectura y seguimiento algo abandonada, me voy a saltar la tercera de las normas del premio, la de nominar, pero sí voy a plantear esas once nuevas preguntas para que quien quiera pueda hacerlo en sus blogs o en los comentarios.
Las normas, como decía, son éstas:
1. Nombrar, agradecer y seguir al blog que te nominó.
2. Responder a las once preguntas que te han planteado.
3. Nominar a 11 blogs con menos de 100 seguidores y dárselo a conocer.
4. Plantear 11 nuevas preguntas.
Y las preguntas que plantea Doctora, con sus correspondientes respuestas son las siguientes:
1. Si tuvieras que cambiarle el nombre a tu blog, ¿cuál le pondrías?
Puf, pues la verdad es que ni la más remota idea. Lo de poner nombres se me da fatal. Me cuesta mucho y le doy incontables vueltas para al final ni siquiera acabar satisfecho con lo que elijo. Por eso todos mis blogs tienen nombres a los que no termino de verles la gracia, no me parecen redondos ni tan carismáticos como tendrían que ser, pero como son míos les acabo cogiendo cariño. De verdad que ni idea. Así que me seguiré quedando con Un mundo peculiar sólo por no tener que volver a pensarlo.
2. Conoces a tu pareja ideal, te enamoras y el sentimiento es mutuo, pero de pronto un día te dice que en su opinión todos los que escriben blogs son unos gilipollas, ¿qué haces?
Pues, con todo el cariño del mundo, reírme de ella primero y, espero, con ella después. Porque dado que mi identidad bloggera es pública, firmo con mi nombre y apellidos reales y le dedico tanto tiempo a esta tarea, me resultaría imposible que mi pareja ideal no supiera de la existencia de este y mis otros rincones de la blogsfera. Ahora, si me dices que no tiene ni idea y que cree de verdad que todos somos gilipollas... no sé yo si sería mi pareja ideal, ¿no?
3. Entre no volver a escribir un blog nunca o no volver a tener sexo oral nunca, ¿qué elegirías?
Pues como servidor se tiene por un caballero y no habla de ciertas cosas, voy a esquivar muy sutilmente la pregunta. Lo único que se me ocurre decir, para que cada cual interprete y haga las elucubraciones que quiera (que alguien me enseñó una vez que eso del misterio tiene su gracia), sólo diría que la necesidad de escribir nace antes que la del sexo oral y a día de hoy estoy bastante seguro de que también muere después (si es que llega a morir alguna vez).
4. A partir del mes que viene la única forma de escribir un blog es pagar una mensualidad, ¿cuánto es el máximo que estarías dispuesto a pagar?
A día de hoy, cero. La gracia de los blogs está precisamente en su accesibilidad. Y ya hay opciones de pago para quien quiere sacar más de este mundo. Pero puestos a pagar por un blog, para eso prefiero comprar un dominio y montar una página web a lo grande.
5. Aparece un nuevo comentarista en tu blog, parece muy majo y educado, pero acaba todos sus comentarios diciente "Viva España, viva el rey, viva el orden y la ley", ¿qué haces?
Investigo, voy a su blog o busco otros comentarios suyos, veo si es una coña hacia mí, hacia el mundo entero, o si va en serio. Y si va en serio, me preocupo levemente, porque realmente no sé qué ve una persona en mi blog para pensar que ese comentario puede ser adecuado. Pero todo de forma discreta, porque cada cual es muy libre de pensar y/o escribir lo que quiera. Es una de las cosas más bonitas de la libertad. Y no por no estar de acuerdo le voy a impedir escribir a nadie nada mientras lo haga con respeto hacia los demás.
6. Si tu blog empezase a hablarte, ¿irías al psiquiatra o lo aceptarías como un amigo más?
He tenido amigos, y sobre todo conocidos, mucho más raros que mi blog, que cualquier de mis blogs en realidad. Así que lo aceptaría como un amigo. ¿Al psiquiatra? Si no he ido a preguntarle si soy yo el loco viendo lo que han hecho algunas personas a mi alrededor, no voy a ir por algo tan sencillo como que mi blog se ponga a hablar...
7. Se planta en tu casa un inspector de hacienda y te pregunta si tienes un blog, ¿le dices la verdad o lo niegas para quitarte de líos?
Si se planta en mi casa un inspector de hacienda no creo que venga a saludarme, a felicitarme por mi trabajo o por cualquier otro motivo lúdico-festivo. Con lo cual, y con toda la educación del mundo, le preguntaría que por qué motivo le importa algo que está fuera de sus competencias. ¿O acaso este maravilloso gobierno liberal que tenemos ya ha legislado sobre esto también para acabar con otro espacio de libertad más en su triste legislatura de expolios y recortes sin fin?
8. Descubres que tu blogero favorito es en realidad Ana Botella, ¿qué haces?
Lo del psiquiatra de la pregunta 6 sería una opción más que probable. Seguir a Ana Botella sin saber que es ella es motivo indudable para ir a una revisión psicológica, psiquiátrica e incluso espiritual. Una persona tan mediocre no tendría que ser capaz de esconder ni uno solo de sus defectos con una personalidad bloggera secreta. Y si lo intentara y me lo tragara, me sentiría realmente mal conmigo mismo.
9. ¿Si te pagasen 20.000 euros te tatuarías el símbolo de Blogger en el cuello?
No me gustan nada los tatuajes, no me gustan nada las iniciativas publicitarias desesperadas, no me gusta poner precio a las acciones humanas. Así que creo que la respuesta sólo puede ser no.
10. De pronto un día se te aparece la Virgen María, te mira fijamente, te dice "Tu blog es una mierda, colega" y desaparece sin más, ¿qué haces?
Una entrada sobre esa aparición. Porque como ha desaparecido sin más no me ha dado tiempo a decirle que las opiniones son libres y que si cree que mi blog es una mierda lo mejor que puede hacer es dejar de leerlo. Anda que no hay blogs como para perder el tiempo en uno que no se disfruta leyendo, ¿no?
11. Crees que en la blogsfera hay demasiados blogs que hablan sobre...
Nunca hay demasiados blogs sobre nada. Que haya oferta, que haya siempre gente dispuesta a compartir sus ideas, sus pensamientos, sus reflexiones y hasta sus idas de olla, me parece algo terriblemente positivo.
Y vamos con las once preguntas que tengo que plantear, y que entiendo que han que tener alguna relación directa o indirecta con esto de los blogs...
1. ¿Por qué decidiste que tu identidad como bloggero fuera pública o secreta?
2. ¿A quién no le has contado que tienes un blog y te sientes terriblemente culpable por no hacerlo?
3. ¿De qué iba esa entrada que has escrito y no te atreviste a publicar? ¿La tienes todavía en borradores o la borraste para siempre?
4. Te llaman por teléfono para decirte que tu blog les encanta y que están dispuestos a comprártelo. ¿Qué precio le pondrías?
5. Tienes ganas de abrir otro blog. ¿Sobre qué quieres escribir en él?
6. ¿Crees que un blog personal es una forma de desahogo, una forma de encontrar gente afín o ninguna de las dos cosas?
7. ¿Te ha salido mal alguna experiencia de desvirtualizar a un bloggero y conocerle en el mundo real?
8. ¿En qué has cambiado desde que escribiste la primera entrada en tu blog hasta el día en el que has escrito la última?
9. ¿Qué crees que tendría que pasarte para que cerraras tu blog y nunca más volvieras a escribir en él?
10. ¿Qué gadget/herramienta/contenido/tontería añadirías a tu blog que no has podido añadir hasta ahora por la razón que sea?
11. Y para acabar de forma positiva, ¿qué es lo mejor que te ha pasado gracias a tu blog?
Como decía, quien quiera contestar, que se sienta libre de hacerlo.
Un Mundo Peculiar
lunes, diciembre 02, 2013
domingo, septiembre 08, 2013
Reflexiones sobre Madrid 2020
Se me amontonan los pensamientos sobre el fracaso de Madrid 2020. El primero es que, de acuerdo con el sentir expresado en las encuestas oficiales que no me creo (las que hablaban del 91 por ciento de apoyo popular) y en contra de las opiniones que al parecer fueron mayoritarias en las redes sociales a lo largo de la jornada de ayer, yo sí quería esos Juegos Olímpicos, como quise los de 2016 o los de 2012 con el mismo resultado. Y son tantos los detalles a analizar, en contra del criterio de nuestro incapaz presidente del Gobierno ("hacer análisis no sirve de nada", dijo), que probablemente necesitaría un suplemento dominical para que cupieran todas. Pero como no tengo ese espacio, me conformaré con volcar aquí una serie de ideas desordenadas con las que intentar que se mitigue la decepción que siento al no poder convertirme en un fan olímpico total en la ciudad en la que vivo.
· Me resulta inevitable la sensación de que el lastre de la candidatura española estuvo en la política y en el nulo manejo de los políticos españoles en esas situaciones. Aunque algunos se quieran dar cuenta ahora de que el COI no es una organización que brille por su transparencia (¿se quejó alguien de eso cuando Barcelona superó así a París, Brisbane, Belgrado, Birmingham y Ámsterdam en 1985 para celebrar los Juegos de 1992?), la única clave para ganar reside en comprar votos, y comprarlos con más garantías que las de las candidaturas rivales. Por supuesto, hay que tener un buen proyecto. ¿Pero es que acaso se llega a la votación final sin ese proyecto?
· La importancia del inglés es capital, por utilizar uno de esos términos que tanto gasta Rajoy en sus discursos. Hoy en día se piden idiomas hasta para trabajar de dependiente. ¿Cómo puede ser admisible que la alcaldesa de la capital de un país haga semejante ridículo en el idioma de Shakespeare o que el presidente del Gobierno sea la nota discordante de toda una delegación al ser el único en hablar en español? Es la mayor utopía de todas, pero es necesario ya crear una serie de condiciones de formación para acceder a cargos de semejante responsabilidad. En el caso de Ana Botella, su suspenso no se limitaría al inglés. Su bochornosa actuación no estuvo sólo en su bajísimo nivel de inglés, que seguro dejó perplejo a más de un miembro del COI, sino en su vacío mensaje o en su tono idiotizante.
· A mi juicio, si hay una responsabilidad clara que se puede achacar a la delegación española, está especialmente en el turno de preguntas y, especialmente, en las dos cuestiones que se nos hicieron sobre el dopaje, porque evidenció que el "todo vale" que se gasta en España para cualquier situación nos pesa después en otros ámbitos. Los inquisidores fueron muy benevolentes con sus preguntas, podrían haber ido a degüello contra la candidatura por motivos sobradamente conocidos (crisis económica, corrupción) y las cuestiones fueron bastante light. Pero las respuestas fueron difusas. Ni sobre el dopaje ni sobre el nuevo modelo se escucharon frases contundentes y creíbles. Nos pusieron la alfombra roja para convencer y Madrid 2020 respondió con un enorme grado de improvisación e irrealidad. Encima cerrábamos las intervenciones. Podríamos haber ido a degüello sin pensar en que las otras dos candidaturas nos la pudieran devolver. Y no lo hicimos.
· España sigue siendo un país especial. No importa la magnitud del fracaso o de la incompetencia, nunca pasa nada. Presidir el Comité Olímpico Español que ha fracasado durante doce años en el intento de lograr unos Juegos para la única gran capital europea que no los ha tenido tiene que tener un coste. Bochornosas actuaciones personales como la de Ana Botella tienen que tener un coste. Pero ahí estuvo al quite el mayor estratega de esta técnica de tirar hacia adelante sin importar la cantidad o importancia de los fracasos, Mariano Rajoy, para decir que no iba a haber consecuencias de ningún tipo. El tipo que llegó a La Moncloa después de perder y perder elecciones generales hace de esa técnica un modelo de actuación al parecer irreprochable. "Así es la vida", dijo. Efectivamente, es así. Dimitir. El verbo existe, viene en el diccionario de la RAE. Pero igual habría que pedir la eliminación del término por caer en desuso.
· Dejemos de considerar periodismo a lo que no lo es. Todos saldremos ganando. Si La Razón decide que el titular de lo acontecido en este asunto es "Tongo olímpico" y se permite el lujo de decir, como se ha publicitado con toda la sorna que merece en las redes sociales, que "la sorpresa agradable provino de Ana Botella, natural, inglés fluido y relajada", hay que colocar este periódico en los quioscos en otro lugar, junto a las publicaciones de humor. Y que me perdonen éstas, porque sin duda su calidad será mucho mayor que la de La Razón. Información y análisis. Eso es lo que hay que exigir al periodismo. Lo demás sobra o tendría que estar en otro ámbito.
· Nos falta respeto personal y social para entendernos. Veo insultante que se menospreciara con simplismo patriotero o ideológico a quien argumentaba con razones que no quería estos Juegos Olímpicos, a quienes pensaban que el país no estaba para sostener esta aventura o los que creían que unos Juegos entran dentro de una lista de prioridades en la que nunca podrían ocupar uno de los primeros lugares. Los ha habido y sus opiniones eran edificantes. Pero tampoco entiendo a la gente que se ha burlado de las ilusiones de tantas personas por vivir unos Juegos en casa. Se puede estar en contra de algo sin reírse de los demás. Y sí, hay personas que han disfrutado riéndose de los demás por este hecho. Allá ellos con sus resquemores personales. Pero el caso es que, en general, no tenemos respeto ni empatía y así hablar, debatir, conversar o compartir opiniones es algo absolutamente imposible.
· Y nos sobra cara dura para aprovecharnos del gasto público. Leo por ahí que la delegación española era la más numerosa. ¿Cuál ha sido el trabajo en Buenos Aires de todos y cada uno de los integrantes de la delegación? ¿Han hecho algo para conseguir votos? ¿O simplemente se han aprovechado de un viaje gratis? Muy sonado ha sido el caso de Amaia Salamanca. ¿Me explica alguien qué hace allí una actriz, con perdón de sus fans, desconocida en el panorama internacional? Una cosa es hacer un vídeo con profesionales conocidos en todo el mundo como Plácido Domingo, Antonio Banderas o Alejandro Sanz y otra muy distinta plagar una delegación olímpica de personas que no se sabe muy bien qué hacen allí. ¿Y periodistas invitados por la candidatura? Los buenos, imagino, ¿no? Menos mal que alguno hay que aclara que, por coherencia personal, no aceptó esa invitación. Y aún con la que está cayendo, cómo le sigue costando a la gente resistirse a los canapés gratis...
· ¿Hay culpables de que no nos den los Juegos? Lo digo porque en 2005 hubo quien se apresuró a apuntar uno: José Luis Rodríguez Zapatero. Fue portada en bastantes medios y señalado, oh, casualidades de la vida, por quien hoy está en sus zapatos de presidente del Gobierno y dice que "no pasa nada". Mariano Rajoy no aparece hoy en la portada de ningún medio de comunicación, no se habla de su papel en el fracaso, ni del de la "Marca España" en esta decepción, ni de la nula influencia internacional de su Gobierno como causa de que Madrid se cayera en la primera votación. Por mucho que se desmienta o se rebata su existencia, otro ejemplo más de la fuerza propagandística que hay en España para culpar siempre de todo a los de un lado del espectro político y tratar de salvar a los del otro.
· Decían muchos por las redes sociales que la derrota de Madrid 2020 tendría que llevar el dinero que se pretendía dedicar a los Juegos a cuestiones básicas como la Educación o la Sanidad. Mira que yo soy ingenuo, pero en esa no caigo. Ese dinero se escapará por otros sitios. Los Juegos no habrían sido más que una fuente más de corrupción y problemas económicos. Ni la principal, ni la peor. Y en contra de lo que sí sucede en otros ámbitos, algunos de los cuales siguen siendo social, política y mediáticamente aplaudidos incluso en el marco de la crisis, habría tenido muchas consecuencias positivas. En cambio, no tener estos Juegos no va a redundar en nada bueno por sí mismo y hace que se pierden oportunidades de imagen, comercio, turismo y deporte. Creo que hemos perdido mucho más de lo que algunos creen que hemos ganado. Obviamente, eso nunca será cuantificado.
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miércoles, agosto 28, 2013
Cómic para todos
No sé si mucha gente mira en la columna de la derecha, pero ahí tengo un enlace a Suite 101, una página en la que subía artículos principalmente sobre cómic. Pues bien, Suite 101, al menos en su versión en español, decidió de buenas a primeras que no aceptaba más artículos y armó un pequeño follón informático, con lo que se acabó la colaboración. ¿Y qué hace un culo inquieto como el mío cuando le dicen que una puerta está cerrada? Fácil, abrir otra. En este caso, un nuevo blog sobre el noveno arte (cómo me gusta referirme al cómic como el noveno arte, sí...). Así nace Cómic para todos. ¿Y qué es Cómic para todos? Pues un sitio en el que habrá reseñas y artículos sobre cómic y sobre lo que tenga que ver con el mundo de las viñetas, textos siempre propios, nada de notas de prensa. También entrevistas. Y sorteos, porque de alguna forma hay que premiar la fidelidad (ya he organizado uno y dentro de nada, ya en septiembre, voy a subir otro). Eso que hay aquí arriba es el logo. Dentro de mi modestia, no va mal la cosa, ya he convencido a 151 personas en Twitter, otras tantas en Facebook y en poco más de un mes casi 1.800 veces alguien ha entrado en la página
En Cómic para todos actúo de hombre orquesta. Lo hago todo. Leo y veo todo aquello sobre lo que escribo. Consigo y corrijo las entrevistas. Gestiono los sorteos. Creo que ya ha pasado la etapa de depender de gente que no conozco. Y es un proyecto sin ánimo de lucro. En otras palabras, no gano un euro con este trabajo. Ni uno. Claro que me gustaría ser millonario escribiendo sobre cómic, pero sé en qué mundo vivo. ¿Y sabéis qué? No me importa. Porque es mi rincón. Y porque lo único que pretendo con él, por mucho trabajo que me dé (y os aseguro que me lo da), es promocionar el cómic. Adoro este arte, esta industria, este entretenimiento. Llamadlo como queráis. Pero el caso es que lo adoro. Me pierdo entre viñetas y me pongo a soñar, y me gusta compartir esas sensaciones. Me gusta hablar de cómic y de todo lo que le rodea. Porque en Cómic para todos sacaré hueco para los libros, las películas, las series, los fan films basados en personajes de la historieta. Cualquier cosa que se me ocurra. ¿He dicho ya que hay sorteos? Que eso suele atraer visitas en otros sitios... Y subo tres entradas cada día. Variadas, con títulos de distintas editoriales, metiendo siempre que puedo alguna adaptación a otro medio. Los viernes, cine, por supuesto.
Sé que los amantes del cómic somos una honrosa minoría en este país, que hay páginas web en España con más gente dedicada a crear un contenido interesante sobre la materia y que tengo el problema de partir prácticamente de cero en un mundo cerrado. Pero me sigue dando igual. Cómic para todos viene a ser mi grito de reivindicación, mi deseo de pediros que leáis con el mismo espíritu con el que devoráis libros, que busquéis vuestros títulos (o que me preguntéis, que yo encantado de ayudar) e incluso vuestros superhéroes. Porque, sí, se puede encontrar un superhéroe aunque sea un género que no le guste a priori a todo el mundo. Eso es Cómic para todos. Y esta entrada es una humilde petición de ayuda. Necesito visitas, seguidores, lectores y amigos. Me gustaría que entrarais en el blog, que le dierais al Me gusta en Facebook, que me sigáis en Twitter. Sobre todo me gustaría que lo hicierais porque os interesa algo de lo que escribo. O por ver si consigo despertar vuestra curiosidad por el cómic. Quién sabe. Igual os convierto en lectores habituales. ¿Os venís? Porque, no sé si lo había dicho, el cómic es para todos.
domingo, agosto 11, 2013
Otra de premios con cuestionario
Si es gratis, ponme dos es el blog de Celia. Hace unos días dejó uno de esos diabólicos cuestionarios que en el fondo tanto me gusta contestar, por simples que sean, y me atrapó con un sencillo chantaje emocional, al recomendar La Sala de Cine, otro de mis blogs que dedico, obviamente, al séptimo arte. Y en realidad yo debería estar hablando de lo que se ha dejado de hablar de Barcenas, de las mentiras demostradas del presidente del Gobierno, de lo lamentable que es todo el follón que se ha montado con Gibraltar o, qué demonios, de que un ministro veranee por segundo año consecutivo en un hotel ilegal cuando el año pasado se lo dijeron y se excuso en que no suele pedir las licencias de los hoteles que visita. Pero hoy vamos a pasar un rato del pataleo y vamos a dar las gracias a Celia haciendo este cuestionario adjunto a su Premio al Feedback por contestar los comentarios, algo que siempre intento hacer cuando subo la siguiente entrada. Vamos allá...
1. ¿Hay algún libro que no seas capaz de terminar?
Tengo cierta cabezonería para los libros, como para las películas, y me cuesta muchísimo abandonar alguno cuando ya lo he empezado. Siempre recordaré uno al que me siento obligado a darle una segunda oportunidad algún día, A sangre fría, de Truman Capote. La culpa la tiene la intensa manía que le cogí al profesor que nos mandó leerla en la universidad, el típico que presume de pillar a quien no se lee los libros que manda y que luego pone sobresalientes a compañeros que no se los leen. No sé si leer las dos primeras páginas de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco, cuenta como libro que he sido capaz de terminar, pero no pasé de ahí...
2. ¿Cuál es tu género literario favorito? La verdad es que en cuanto a novela suelo leer casi de todo, tanto me da que sea un buen drama, una muestra de género negro, ciencia ficción, aventura, histórica... Y en no ficción sí que me suelo decantar ya por temas que me atraigan. Últimamente, y por necesidades del guión, estoy leyendo muchísimo ensayo sobre cómic, cine o televisión.
3. ¿Cuál es tu novela favoritísima del mundo mundial? Pues creo que no me atrevería a decir un título... No soy de los que suelen releer libros, y son muchos los que me han causado impacto. Pero para que no se diga, voy a citar uno poco habitual, o eso creo, en este tipo de preguntas: La tregua, de Mario Benedetti.
4. ¿Y esa peli que no te cansas de ver? Docenas. Desde las que figuran en cualquier lista de las mejores de la historia del cine hasta las mayores frikadas. Lo fácil sería citar cualquiera de Star Wars, pero ahora me es inevitable citar Cantando bajo la lluvia, la película que mejor buen rollo transmite de toda la vida. No sé cuántas veces me habrá emocionado ver a Gene Kelly bailando en la calle o cuántas veces me habrán enamorado las lágrimas de Debbie Reynolds.
5. ¿Por qué te hiciste un blog? Después de una larga etapa en un medio de comunicación grande, era para mí la mejor manera de poder escribir lo que quería, cuando quisiera y de la forma en que considerara correcta. Mis blogs empezaron siendo muy periodísticos, aunque este es el que, aunque poco, ha ido incluyendo más temas personales como esta entrada.
6. ¿Cuál es tu novela distópica favorita? Ahí, con un espacio tan acotado, tengo dudas. Me podría que dar con 1984, de George Orwell, o con Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Ambas me parecen maravillosas y con unos mundos tan opresivos que duelen.
7. ¿Verano o invierno? Invierno. Sin ninguna duda. Para mí, pasar de 30 grados equivale a estar sufriendo por el calor. El sol es para mí como la kryptonita. Dadme una temperatura baja y una manta, que sobrevivo a lo que sea.
8. ¿Te gusta la lluvia? Mezclada con viento, no, porque hay pocas sensaciones que me resulten más odiosas que la imposible pelea por gobernar un paraguas sin que se tuerza o se rompa. Pero cada vez me gusta más una buena tarde de lluvia. No soy de los que se entristecen con los cielos grises.
9. Tus mejores vacaciones: Voy a soltar el topicazo del siglo: están por llegar. Y si son dos semanas en Nueva York en la mejor compañía posible, tienen todas las papeletas de convertirse en las mejores y que nada pueda desbancarlas. Buenos viajes, unos cuantos, pero vacaciones tal y como las suele entender la mayoría de la gente, una semana o dos fuera de casa, no he hecho demasiados. Salvo a sitios especiales, me gusta más ir poco tiempo a un sitio y disfrutarlo a tope, sin llegar a cansarme.
10. Dulce o salado: No tengo mal paladar, así que no le hago ascos a ninguno de los dos conceptos. Pero soy goloso, sí.
11. Escritor favorito: Me pasa como con los libros favoritos, pero aquí con más motivo. La falta de tiempo con tantos escritores que descubrir y títulos que leer hace que no haya caído en mis manos tanto de alguno en concreto como para darle esa calificación sin dudas.
No hay normas, así que quien quiera recoger el cuestionario que se sienta libre de hacerlo. Yo, encantado de leerlo en otros sitios...
domingo, julio 28, 2013
Perplejidad por la información sobre el accidente de Santiago
Si tuviera tiempo escribiría un tratado sobre el tratamiento informativo del accidente de tren de Santiago, que en algunos casos me ha dejado perplejo. Abrumado por la tragedia, no me detuve a pensar muchos detalles que ahora me vienen como flashes a la memoria, que Internet me ayuda a documentar, y que me recuerdan que el periodismo se encuentra ante una peligrosísima encrucijada, en un cruce de muchos caminos de los cuales la mayoría conducen a su autodestrucción. El periodista, mucho más el director de un periódico, ha de asumir una responsabilidad social, y eso se olvida con tanta frecuencia que el dolor profesional ya no es el mismo cuando uno ve ciertas cabeceras, pero hay que seguir lamentando que estas sean las prácticas profesionales. No veo otra forma de entender la primera página de ABC del pasado viernes y de La Razón de este domingo, en las que ambos diarios dan el caso por sentenciado y culpan al maquinista.
Los juicios personales son libres y responden sobre todo ante la persona que los emite, los mediáticos no. Bueno, es evidente que en la práctica lo son, pero no deberían serlo. Los directores de ambos periódicos son terulianos habituales en radio y televisión y se les suele llenar la boca con presunciones de inocencia para aquellos que son de su cuerda, lo que en estos últimos meses obliga a pensar en la corrupción que acecha al PP. Ahí sí hay que esperar a que la Justicia actúe y, si no lo hacemos, somos todos unos impresentables que formamos parte de una causa general orquestada contra el PP. A un hombre anónimo no se le garantiza en la prensa, en esta prensa, la presunción de inocencia. Eso es mucho más grave de lo que parece. Lo peligroso es que nos dé igual. ABC descontextualiza una información para acusar, para dar una imagen que puede o no ser la real. La Razón dicta sentencia. No puede ser. Y más cuando después esos mismos responsables de medios de comunicación abanderan en otros asuntos una dignidad que ellos no manifiestan en materias mucho más sensibles. No, no puede ser.
La prensa económica en su conjunto se equivocó al no valorar este drama como merecía (un día más tarde, ya era su principal tema en la primera página), no supieron ver el alcance de lo que había sucedido, por mucho que el fondo de la noticia no sea de índole económica. Algunas cabeceras no mencionaron lo sucedido, otras lo llevaron a un rincón, y ninguna lo convirtió en su asunto central. Pero dentro de ese grupo de la prensa española me provocó una perplejidad inabarcable la primera página de La Gaceta de los Negocios del día siguiente a la tragedia. Una cosa es equivocarse en la apreciación de una noticia. Otra, muy distinta, es apostar por la propaganda ideológica (anti PSOE, por supuesto) para sustituir esa noticia. La Gaceta, de hecho, convirtió el accidente en el único tema de su primera al día siguiente. Cómo cambian las prioridades en 24 horas.
La televisión evidenció que ya no es el medio prioritario para conocer información de última hora. Y esa evidencia llega por muchos detalles. Ninguna televisión generalista estuvo a la altura de las circunstancias. Ninguna cortó su programación para informar en directo de la tragedia, y ese es un mal que resulta sangrante si se recuerdan otros asuntos por los que sí se altera la parrilla prevista, llegando al extremo de decir al día siguiente en alguna que la diferencia horaria permitió a cadenas como la CNN un mejor seguimiento (traducido eso quiere decir que nosotros nos fuimos a dormir y que, si eso, mañana ya informaremos). No olvidemos que todas las televisiones operan en frecuencias cedidas por el Estado, por lo que no comparto el argumento de que son empresas privadas que pueden hacer lo que quieran. Un medio de comunicación, además de sus finalidades comerciales o de entretenimiento, ha de tener una función social. Si no, no tiene ningún sentido. Pero es lógico que las críticas se centren en TVE por ser la televisión pública. Cuando se cierran redacciones, se recorta el número de profesionales o se les arrebatan los medios para hacer su trabajo, esto es lo que sucede, que la cobertura informativa de un asunto de esta magnitud es necesariamente deficiente. Al margen de eso, se informó mal. Y usar imágenes del accidente de Chinchilla de 2003 fue una decisión lamentable e injustificable.
El debate sobre qué imágenes se pueden usar desde un punto de vista ético surge de forma cíclica cada vez que hay una tragedia de estas características. A mí nadie me va a convencer de que ver cadáveres o personas malheridas es la mejor forma de mostrar un drama de estas dimensiones. Me quedo mil veces con las imágenes de ciudadanos anónimos o bomberos salvando víctimas antes que con las imágenes más morbosas. El País, especialmente en su versión digital, mostró imágenes aéreas en las que se veían cuerpos tirados en la vía con la suficiente nitidez como para ser reconocidos por las personas de su familia o de su entorno. En la argumentación del defensor del lector que tiene ese diario, un comentario de uno de esos lectores decía que tiempo atrás reconoció el cadáver de su hermano por la foto que publicaron de un accidente de coche sólo por la vestimenta. ¿Algún día nos daremos cuenta del daño que publicaciones así pueden hacer? La primera página de La Voz de Galicia, cuya foto he distorsionado, se lleva la palma. Esas son las imágenes que no hay por qué ver. Digan lo que digan quienes criticaron la cobertura de los medios norteamericanos del 11-S, para mí aquella fue una lección impresionante. Ni un solo cadáver se vio.
Y a partir de ahí, por supuesto, se ha desatado el amarillismo. Las preguntas morbosas. La falta de sensibilidad. A un chaval herido, en el hospital, le preguntaron si "se te pasó por la cabeza que no salías vivo de ahí". Las televisiones que no tuvieron el acierto, el valor o la sensatez de cortar sus programaciones para INFORMAR de lo sucedido, llevan ahora varios días haciendo de esto un espectáculo inagotable. Ahora, por lo visto, todo el mundo sabe qué tratamiento psicológico deben recibir las víctimas y sus familiares, todos saben de seguridad ferroviaria, todos tienen derecho a emitir juicios sobre lo sucedido. ¿Información? Qué difícil de encontrar entre esta maraña de comentarios, muchos de ellos gratuitos y desinformados. Se dice por ejemplo que Twitter ha ofrecido la mejor información de este asunto, sobre todo en los momentos iniciales de la tragedia. Y puede ser cierto. Sin duda, su inmediatez supera todo lo que pueda ofrecer la televisión. Pero hoy por hoy es imposible distinguir qué fuentes de información son fiables y cuáles no. Absolutamente imposible, salvo que se conozca al informador y se tenga confianza en él.
Hay muchísimos más aspectos sobre este asunto, pero me quedo con dos más. Resulta asombroso que Renfe tardara tres horas en anunciar oficialmente, con un comunicado de tres líneas, que se había producido el accidente. Renfe podría haber sido el centro de información de este asunto, tendría que haberlo sido, y su comportamiento fue como si con ellos no fuera la cosa. Y no quisiera olvidarme de la impresentable equivocación de la gente de prensa de Moncloa, que se limitó a coger un modelo, hacer un corta y pega insensible, y mezclar la tragedia de Santiago con el terremoto de Gansu. Eso sí que tendría que causar, más que perplejidad, absoluta indignación. Luego muchos minutos de silencio, muchas condolencias obligadas. Pero tardar cinco minutos en redactar un comunicado real y sentido, no. Eso no. Que estamos en julio, era ya de noche, y por lo visto todo puede esperar al día siguiente.
Los juicios personales son libres y responden sobre todo ante la persona que los emite, los mediáticos no. Bueno, es evidente que en la práctica lo son, pero no deberían serlo. Los directores de ambos periódicos son terulianos habituales en radio y televisión y se les suele llenar la boca con presunciones de inocencia para aquellos que son de su cuerda, lo que en estos últimos meses obliga a pensar en la corrupción que acecha al PP. Ahí sí hay que esperar a que la Justicia actúe y, si no lo hacemos, somos todos unos impresentables que formamos parte de una causa general orquestada contra el PP. A un hombre anónimo no se le garantiza en la prensa, en esta prensa, la presunción de inocencia. Eso es mucho más grave de lo que parece. Lo peligroso es que nos dé igual. ABC descontextualiza una información para acusar, para dar una imagen que puede o no ser la real. La Razón dicta sentencia. No puede ser. Y más cuando después esos mismos responsables de medios de comunicación abanderan en otros asuntos una dignidad que ellos no manifiestan en materias mucho más sensibles. No, no puede ser.
La prensa económica en su conjunto se equivocó al no valorar este drama como merecía (un día más tarde, ya era su principal tema en la primera página), no supieron ver el alcance de lo que había sucedido, por mucho que el fondo de la noticia no sea de índole económica. Algunas cabeceras no mencionaron lo sucedido, otras lo llevaron a un rincón, y ninguna lo convirtió en su asunto central. Pero dentro de ese grupo de la prensa española me provocó una perplejidad inabarcable la primera página de La Gaceta de los Negocios del día siguiente a la tragedia. Una cosa es equivocarse en la apreciación de una noticia. Otra, muy distinta, es apostar por la propaganda ideológica (anti PSOE, por supuesto) para sustituir esa noticia. La Gaceta, de hecho, convirtió el accidente en el único tema de su primera al día siguiente. Cómo cambian las prioridades en 24 horas.
La televisión evidenció que ya no es el medio prioritario para conocer información de última hora. Y esa evidencia llega por muchos detalles. Ninguna televisión generalista estuvo a la altura de las circunstancias. Ninguna cortó su programación para informar en directo de la tragedia, y ese es un mal que resulta sangrante si se recuerdan otros asuntos por los que sí se altera la parrilla prevista, llegando al extremo de decir al día siguiente en alguna que la diferencia horaria permitió a cadenas como la CNN un mejor seguimiento (traducido eso quiere decir que nosotros nos fuimos a dormir y que, si eso, mañana ya informaremos). No olvidemos que todas las televisiones operan en frecuencias cedidas por el Estado, por lo que no comparto el argumento de que son empresas privadas que pueden hacer lo que quieran. Un medio de comunicación, además de sus finalidades comerciales o de entretenimiento, ha de tener una función social. Si no, no tiene ningún sentido. Pero es lógico que las críticas se centren en TVE por ser la televisión pública. Cuando se cierran redacciones, se recorta el número de profesionales o se les arrebatan los medios para hacer su trabajo, esto es lo que sucede, que la cobertura informativa de un asunto de esta magnitud es necesariamente deficiente. Al margen de eso, se informó mal. Y usar imágenes del accidente de Chinchilla de 2003 fue una decisión lamentable e injustificable.
El debate sobre qué imágenes se pueden usar desde un punto de vista ético surge de forma cíclica cada vez que hay una tragedia de estas características. A mí nadie me va a convencer de que ver cadáveres o personas malheridas es la mejor forma de mostrar un drama de estas dimensiones. Me quedo mil veces con las imágenes de ciudadanos anónimos o bomberos salvando víctimas antes que con las imágenes más morbosas. El País, especialmente en su versión digital, mostró imágenes aéreas en las que se veían cuerpos tirados en la vía con la suficiente nitidez como para ser reconocidos por las personas de su familia o de su entorno. En la argumentación del defensor del lector que tiene ese diario, un comentario de uno de esos lectores decía que tiempo atrás reconoció el cadáver de su hermano por la foto que publicaron de un accidente de coche sólo por la vestimenta. ¿Algún día nos daremos cuenta del daño que publicaciones así pueden hacer? La primera página de La Voz de Galicia, cuya foto he distorsionado, se lleva la palma. Esas son las imágenes que no hay por qué ver. Digan lo que digan quienes criticaron la cobertura de los medios norteamericanos del 11-S, para mí aquella fue una lección impresionante. Ni un solo cadáver se vio.
Y a partir de ahí, por supuesto, se ha desatado el amarillismo. Las preguntas morbosas. La falta de sensibilidad. A un chaval herido, en el hospital, le preguntaron si "se te pasó por la cabeza que no salías vivo de ahí". Las televisiones que no tuvieron el acierto, el valor o la sensatez de cortar sus programaciones para INFORMAR de lo sucedido, llevan ahora varios días haciendo de esto un espectáculo inagotable. Ahora, por lo visto, todo el mundo sabe qué tratamiento psicológico deben recibir las víctimas y sus familiares, todos saben de seguridad ferroviaria, todos tienen derecho a emitir juicios sobre lo sucedido. ¿Información? Qué difícil de encontrar entre esta maraña de comentarios, muchos de ellos gratuitos y desinformados. Se dice por ejemplo que Twitter ha ofrecido la mejor información de este asunto, sobre todo en los momentos iniciales de la tragedia. Y puede ser cierto. Sin duda, su inmediatez supera todo lo que pueda ofrecer la televisión. Pero hoy por hoy es imposible distinguir qué fuentes de información son fiables y cuáles no. Absolutamente imposible, salvo que se conozca al informador y se tenga confianza en él.
Hay muchísimos más aspectos sobre este asunto, pero me quedo con dos más. Resulta asombroso que Renfe tardara tres horas en anunciar oficialmente, con un comunicado de tres líneas, que se había producido el accidente. Renfe podría haber sido el centro de información de este asunto, tendría que haberlo sido, y su comportamiento fue como si con ellos no fuera la cosa. Y no quisiera olvidarme de la impresentable equivocación de la gente de prensa de Moncloa, que se limitó a coger un modelo, hacer un corta y pega insensible, y mezclar la tragedia de Santiago con el terremoto de Gansu. Eso sí que tendría que causar, más que perplejidad, absoluta indignación. Luego muchos minutos de silencio, muchas condolencias obligadas. Pero tardar cinco minutos en redactar un comunicado real y sentido, no. Eso no. Que estamos en julio, era ya de noche, y por lo visto todo puede esperar al día siguiente.
miércoles, julio 17, 2013
Dimisión
El primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Jancker, dimitió este mismo mes de julio por las irregularidades durante años por parte de los servicios secretos del país. Las escuchas afectaron al propio Jancker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. Jancker era el primer ministro europeo que más tiempo llevaba en su cargo, nada menos que 18 años.
También en este mes ha dimitido el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Seiji Maehara. Aceptó una donación de 50.000 yenes, el equivalente a 435 euros, procedente de una ciudadana coreana. La legislación de su país prohíbe recibir donaciones de ciudadanos extranjeros. Maehara llevaba en el cargo desde septiembre de 2010, y con anterioridad había sido ministro de Transporte.
En febrero de 2012 renunció a su cargo Chris Huhne, ministro de Energía británico. El motivo de su renuncia fue que se inició su procesamiento por una infracción de tráfico cometida en 2003, que intentó ocultar y después negó que se hubiera producido. Huhne superó los límites de velocidad, fue sorprendido por un radar, y pidió a su mujer que asumiera la infracción para que no le retiraran a él el carnet de conducir.
Liam Fox, ministro de Defensa británico, dimitió en octubre de 2011. Lo que le llevó a tomar esa decisión fue el escándalo que se generó tras descubrirse que su amigo y padrino de boda, sin ningún cargo oficial que lo justificara, le acompañó en 18 viajes oficiales al extranjero y mantuvo con él 22 reuniones en el Ministerio sin justificación oficial.
La dimisión de la ministra de Educación alemana, Annette Schavan, llegó en febrero de 2013. El motivo, la decisión de la Universidad de Düsseldorf de anular el título de doctora de Schavan por las acusaciones de plagio en su tesis. Ocupó el cargo de ministra durante casi dos legislaturas completas. En marzo de 2011, otro ministro alemán dimitió por el mismo motivo. Karl Theodor zu Guttemberg fue desposeído de su doctorado en Derecho por la Universidad de Bayreuth.
Allá por el año 1993 dimitió el ministro presidente de Baviera, Max Streibl. El detonante de su marcha fue que había aceptado que un amigo empresario le costease unas vacaciones en Brasil y en Kenia. Ese hecho no constituía delito, pero la presión social ante un comportamiento que se consideró inapropiado acabó provocando su dimisión.
En mayo de 2008 dimitió el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, Maxime Bernier. Adoptó esta decisión al reconocer que que se dejó olvidados unos documentos confidenciales de la OTAN en el domicilio de su entonces compañera sentimental, que además había sido en el pasado miembro de la asociación de los Ángeles del Infierno.
Petr Necas, primer ministro checo, dimitió el mes pasado tras verse salpicado por un escándalo de espionaje ilegal y corrupción en el que poco antes había sido detenida su jefa de gabinete, Jana Nagzyoba, acusada de abuso de poder por espiar a la esposa del primer ministro saliente. Necas llevaba en el cargo desde 2010 y se le conocía dentro de su partido como Don Limpio. El anterior jefe del Gobierno, Mirek Topolanek, dejó el cargo tras perder una moción de censura planteada por sus críticas a judíos, homosexuales y la Iglesia y tras ser fotografiado desnudo y en compañía femenina en una de las fiestas de Silvio Berlusconi.
En otros países, la gente dimite. Spain is different. Dimisión ya.
jueves, junio 27, 2013
Ser crítico de cine
Después de la anterior entrada, en la que me quejaba de los inconvenientes que uno se puede encontrar en un photocall, y aún a riesgo de parecer que el mundo de la información está lleno de crápulas, toca habla del crítico de cine. Vaya por delante la advertencia: en este mundo, como en cualquier otro, hay profesionales como la copa de un pino. No pretendo aquí demonizar una profesión, censurar a unos compañeros trabajadores (cobren o no por ello, que a mí eso me da igual), ni generalizar hacia lo negativo la experiencia. Y es que ser crítico de cine mola y está lleno de ventajas. Cine gratis, pensarán algunos. Y sí, es cierto, el crítico de cine no paga por ver las películas que después evalúa. ¿Soy crítico de cine por no pagar? En absoluto. Llevo ya casi siete años escribiendo sobre cine en mi blog, La Sala de Cine, y de vez en cuando también lo hago en Suite 101 y lo hago porque no entiendo mi vida sin el séptimo arte. Desde crío ha sido parte de mi experiencia vital. Idolatro la sensación de sentarme en una sala y ver una película.
Por eso no doy crédito al comportamiento de algunas personas que se dedican a lo mismo que yo, algunos de ellos incluso ganando un buen dinero por ello. Insisto, va en las siguientes líneas lo peor del gremio. Porque ¿de qué otra forma puedo calificar a alguien que va a los pases de prensa a dormir? Si nos ponemos a bromear, me diréis que seguro que la película era malísima. Pero, claro, viene a darme un poco igual la calidad de la película que estemos viendo. Dormirse no es una opción aquí, como no lo es en cualquier trabajo. ¿Cómo me vas a contar qué puedo esperar de un filme si no lo has visto en su totalidad? Dado que desconozco la vida, los esfuerzos y las circunstancias de la gente que me rodea en un pase, puedo llegar a entender un caso puntual. Pasa a ser algo inexcusable cuando se repite o cuando incluso se bromea sobre esa posibilidad antes de un pase con otro compañero ("si ronco puedes darme un codazo"; y sí, ronca y bien alto) y de que se haga realidad, claro.
Pongamos un pase cualquiera, que podría haber sido hoy, hace dos días o la semana pasada. Hasta cinco compañeros han entrado tarde en la película. Una de ellos... una hora tarde. Siempre he entendido la puntualidad como algo esencial y este caso, obviamente, no es una excepción. Al contrario, me parece un requisito. Sé que no sucederá nunca, pero soy un firme defensor de que el cine cierre sus puertas en el momento en que empiece la proyección y nadie pueda entrar. ¿Pero una hora tarde? ¿Para qué entras entonces si ya te has perdido la mitad de la película que venías a ver? Igual pensaba que ver un ratito basta para hacer una crítica. Al menos al entrar en la sala esta compañera decidió agacharse al cruzar la pantalla. Y lo digo porque alguno de los otros cuatro no lo hizo. ¿Que molesta a los demás? Pues no nos queda más remedio que aguantarnos.
Uno tiende a pensar que un pase de prensa tiene que ser diferente de una proyección usual. Que tiene que haber un respeto mayor entre la audiencia precisamente por el hecho de esta trabajando. Suele darse, sí, pero por ejemplo los móviles son tan enemigos del disfrute de un pase de prensa como lo es en una visita cualquier al cine. Lo raro sigue siendo el pase en el que no suene uno. Y lo siento pero me sigue asombrando. Me asombra esa falta de respeto de la gente en general, pero mucho más de profesionales. La explicación benevolente es que son llamadas que tienen que atender estén donde estén. De trabajo, de familia, de lo que sea... Perfecto, eso lo entiendo. ¿Pero tan difícil es hacerlo de una forma en la que no moleste a nadie más? Llamadme sibarita si queréis pero, al margen de no silenciarlo, cuando tengo la atención puesta en la película me parece una molestia más que evitable estar viendo la pantalla del teléfono a quien se sienta a mi lado o en la fila anterior. Por desgracia, el hecho de ser profesionales no altera esa conducta en muchas personas.
En vista de que el spoiler se ha puesto a la orden del día y forma parte del trabajo cotidiano (de eso ya me quejé aquí; qué le vamos a hacer, estoy últimamente muy quejica...), suelo ir a los pases de prensa con la menor información posible, la imprescindible para poder hacer bien mi trabajo. En ocasiones, hay compañeros que ni eso y no deja de sorprenderme. Una muestra con títulos: Monstruos University. La película tiene una broma final después de los títulos de crédito. Forma parte de nuestro trabajo saber que Pixar suele incluir guiños durante o al final de los créditos de sus películas. No era, por tanto, algo inesperado. Pues bien, de todos los periodistas presentes en el pase en el que yo estuve sólo dos nos quedamos a verla. Recuerdo una desbandada parecida cuando vimos Capitán América, película en la que era algo más que previsible que hubiera una escena al final, como la hay en todas las películas que forman parte de la producción de Marvel Studios que desembocó en Los Vengadores. Aquel día la mitad de la sala también se la perdió.
Claro que podría ser peor. Pongamos que en una película cualquiera, sin poner su título ni ubicar la fecha de su pase precisamente para no caer en la trampa del spoiler de la que me quejaba, acontece la muerte de uno de los personajes principales. Ya sabéis, una de esas escenas clásicas en las que el héroe caído consigue despedirse de su amigo/amada/alumno/mentor con un enorme dramatismo. Ahora pongamos que eres un crítico conocido. No de esos cuyo todo el nombre conoce (de los que hay pocos, la verdad), pero sí con un currículum largo en medios importantes. Pongamos ahora que ese crítico se marcha de la sala instantes antes de esa escena y vuelve a aparecer en su interior apenas unos segundos después. Poco tiempo pero suficiente para perderse la escena en cuestión. ¿Qué clase de crítica escribirá ese afamado crítico sobre la película si le falta semejante instante para poder evaluarla? Supongo que la respuesta es que da igual. La moraleja es que viene a ser imprescindible ver toda la película para poder evaluarla, ¿no?
Lo dicho, estoy en plan quejica. Pero como valoro la profesión son cuestiones que de vez en cuando no viene mal soltar.
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