Tengo que darle las gracias a Esperanza Aguirre y a su nómina. Sí, como lo leéis. A Esperanza Aguirre y a su nómina. Sí, soy yo, el mismo que desde siempre se ha mostrado tan crítico con la presidenta de la Comunidad de Madrid por tantas cuestiones. Pero al César lo que es del César, a la lideresa lo que es de la lideresa, y es que Esperanza Aguirre y su nómina, así como quien no quiere la cosa, me acaban de demostrar todo lo que no funciona en la política y en el periodismo de este excelso país que es España. Pero todo. Qué anécdota tan completa para reflexionar sobre el país en el que vivimos. Veréis. La cosa empieza hace un año, cuando Aguirre anuncia que se va a bajar el sueldo. A ella misma y a todos sus consejeros. Estamos en crisis y hay que ahorrar, dice. Esto, por supuesto, lo anuncia a bombo y platillo, como está mandado. Pasa el tiempo, y diputados y senadores hacen público su patrimonio, incluyendo sus salarios, como medida de transparencia, en unos días en que la política y los políticos se ven asediados por acusaciones precisamente de falta de transparencia. La noticia es quien gana más, quién tiene más dinero. Lo de siempre.
Pero alguien piensa que puede tener una noticia de verdad, no un chascarrillo de corto recorrido. Como hay senadores que son diputados autonómicos al mismo tiempo, El País contrasta el sueldo que declara Francisco Granados y no coincide con lo que anunció Esperanza Aguirre. Según los datos por el lado del Senado gana más que por las cifras de la Comunidad de Madrid. Se investiga y se encuentra otra partida de la que cobran los dirigentes madrileños. No está en su nómina. Pero es legal. Al día siguiente de publicarse esta información, sale Esperanza Aguirre y muestra en público su nómina como respuesta a esa noticia. El País mantiene su versión pese a la escenografía de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la mayoría de los medios asume como cierta sin más preámbulos la explicación de la dirigente política. Y así llegamos al día de hoy, en este momento de la noche, y después de haber leído unas cuantas noticias sobre el tema. ¿Conclusión? No me he enterado de nada. Así de triste. No sé si Esperanza Aguirre gana ahora más o menos que antes de bajarse el sueldo. No sé si me ha tomado el pelo en público o si dice la verdad. No lo sé. No tengo ni idea. Sólo sé que me queda plenamente demostrado todo lo que va mal en este país.
Va mal que un político presuma en una rueda de prensa de algo que el ciudadano no sabe si es verdad, salvo que realice una ingente labor de investigación. Va mal que los propios políticos articulen formas truculentas para sacar tajada y que lo hagan de forma legal, por muy poco ético que sí sea. Va mal que los periodistas hayamos quedado como simples grabadoras, que repitamos como loros lo que dicen los políticos, olvidando las imprescindibles tareas de contrastar y de valorar la importancia de lo que dicen. Va mal que un político pueda tener la desfachatez de engañar a la gente en público. Va mal que, incluso aportando datos, un lector medio tenga que hacer un máster para entender lo que dice una información periodística. Va mal que en las ruedas de prensa no haya periodistas que repliquen a un político cuando tienen el absoluto convencimiento de que está diciendo una mentira. Va mal que un medio de comunicación omita una verdad por el hecho de que la haya publicado otro medio de comunicación. Va mal que las noticias tengan la misma y escasa importancia que las anécdotas. Va mal los medios busquen las noticias en función del daño que pueden hacer a su protagonista únicamente en función de las siglas políticas que representa. Va mal que, habiendo o sin haber noticias sobre este asunto, los ciudadanos no puedan saber cuánto cobran sus representantes electos. La política va mal. El periodismo va mal.
Todo eso lo he comprobado con Esperanza Aguirre y su nómina. Qué cosas.
5 comentarios:
Por lo menos, y con respecto a los políticos, hay cierto malestar ahora que no hay un duro y, aunque no sé hasta que punto cambiará la cosa, algunos recortes sí que les afectarán en lo que respecta a su lujo y su vida opulenta. Se acabaron las especulaciones y las grandes operaciones urbanísticas. Y no sólo beber agua del grifo, como los extremeños. No sé si irá a mejor pero a peor no puede ir.
A lo del periodismo sí que no le veo solución.
¡En este país van tantas cosas mal!. Lo de los políticos y muchos dirigentes de grandes empresas, supermultimillonarios, ya empieza a dar bastante asquito.
¡Como puede un pais y sus ciudadanos aguantar tantas mentiras y tanta corrupción!. Casos como los de estos politicuchos, los bancos, con Botín a la cabeza, que le parece muy mal que le ponga un pequeño impuesto más, (incluso Celia Villalobos dijo que siempre se los suben a los mismos???)o la CAM, (que es la caja donde guardo mis 30,75 euros), fuertemente politizada por la Generalitat Valenciana, y que la han destrozado por una gestión estrepitosa y encima se han embolsado millonarios despidos.
Esto empieza a ser inaguantable y me pongo de muy mala leche.
Un abrazo y buen artículo como es habitual.
Impenitente, qué triste y qué cierta me ha sonado tu apostilla final...
José Vicente, no me extraña tu mala leche, no me extraña lo más mínimo...
Joder, yo creo que de que todo va jodidamente mal nos hemos dado cuenta mucho antes, pero la verdad es que este caso es uno más de los acojonantes.
A mí me parece muy bien que la crisis también les afecte, pero no es a quien más les afecta. Se pueden bajar los sueldos DE SOBRA. Y si no se los bajan, pues me parecerá mejor o peor, pero coño, que se corten al mentir.
Trilce, ahí anda el problema, en la falta de claridad cuando no directamente en las mentiras y en la propaganda... Se supone que las cuentas son públicas y que tienen que ser auditadas, pero vaya...
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