Parece que PSC, ERC e ICV, con José Montilla como presidente, van a reeditar el pacto tripartito de la pasada legislatura en Cataluña. El acuerdo me parece injusto con la sociedad catalana, con las reglas del juego. Y me explico. CiU ha ganado las elecciones. De eso no cabe la más mínima duda. Tras estos comicios no cabían las mismas discusiones de las dos anteriores citas con las urnas, en las que el PSC de Maragall ganó a CiU en votos pero no en escaños (y yo defendí en ambas ocasiones que Maragall fuera presidente con ese aval). Es más, la diferencia de los convergentes con respecto a los socialistas ha sido grande, más que suficiente para gobernar con el mismo margen con el que gobierna, por ejemplo, José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno, por cierto, en un gesto no demasiado valorado ni creído en su momento, se comprometió a no gobernar si el PSOE no era la fuerza más votada en las últimas elecciones generales.
Un pacto para impedir que un partido gobierne lo puedo entender en el caso de que las opciones sean diametralmente opuestas. Por ejemplo, en Madrid. Si PSOE e IU, dos partidos de izquierdas, suman más votos que el PP, opción de derechas, es lícito el pacto. No el camino que a mí me gustaría, pero lícito. Pero en Cataluña este acuerdo deja un gran vencedor: ERC. Hace tres años todo el mundo quiso presentar a la formación republicana como la gran beneficiada de los resultados, pero se equivocaban. Lo es ahora. Y lo es porque no ha dudado en proclamar que le da igual con quien pactar con tal de tener sus sillas en el Gobierno de la Generalitat de Cataluña. Eso no puede ser bueno, porque supone que no es un programa lo que lleva a Esquerra al Ejecutivo, sino las ansias de poder. Y sumando dos y dos, y recordando las polémicas de la pasada legislatura, eso supone que el beneficio de estar en la Generalitat es grande. No hablo de un beneficio en clave electoral, porque todo el mundo sabe que el poder desgasta y la propia ERC ha perdido votos con respecto a hace tres años.
Este acuerdo en Cataluña, siendo legal (que lo es, que a nadie se le ocurra hablar ahora de un gobierno ilegítimo), supone para mí una muestra más de que la política no respeta en absoluto los deseos de los ciudadanos, incluso va abiertamente en su contra. En cualquier caso, lo mejor para todos es que ese Gobierno tenga una feliz andadura, que le vayan bien las cosas y que los problemas sean los menos posibles. A CiU sólo cabe pedirle que no utilice este movimiento del revalidado tripartito catalán para desestabilizar al Gobierno central, que en los convulsos tiempos que vivimos es lo último que se necesita.
2 comentarios:
Ante todo, conste que he votado en blanco y, por lo tanto, no hablo desde la afinidad política con nadie. De hecho, como mal menor (sobre todo ante un eventual pacto CiU-ERC), prefería que el gobierno de la Generalitat fuese sostenido por una mayoría CiU-PSC.
Ahora bien, al hablar de pactos poselectorales se confunden los términos. En España hay un sistema parlamentario; eso significa que corresponde al parlamento (ya sea el Congreso o una cámara autonómica) elegir al presidente. Los votantes EN NINGÚN CASO elegimos a un presidente. Nada hubiese impedido, por ejemplo, que en 2004 el Congreso hubiese elegido presidente (por decir a alguien) del gobierno a Alfonso Guerra; sería un fraude moral porque el PSOE presentaba como "candidato" a Zapatero, pero la ley lo permite.
Otra cosa sería que existiese un sistema presidencialista como, sin ir más lejos, sucede en EE.UU. Allí hay dos elecciones separadas, una a presidente y otra (la de ayer) a representantes parlamentarios, que en nada influyen en la formación del poder ejecutivo.
Partiendo de esta distinción, ¿cuál ha sido la voluntad de los catalanes? La que se ha reflejado en el número de escaños de cada candidatura. Sólo podemos saber qué queríamos los catalanes respecto de lo que se nos preguntó el 1 de noviembre. Todo lo que vaya más allá de esto es pura especulación. ¿Quién dice que en la disyuntiva entre Mas y Montilla ganaría uno u otro?
Por otra parte, y aunque estoy ideológicamente en las antípodas de ERC, no me parece justa la crítica que le haces por estar dispuesta a pactar con cualquiera, si no la extiendes también a CiU, puesto que Mas intentó primero formar gobierno con Montilla y luego, cuando éste le rechazó, acudió a ERC (y con el PP porque no llegaba, que si no...).
Por último, el pacto PSC-ERC-ICV tiene su lógica si tomamos como perspectiva el parámetro de "derecha-izquierda", superando así las discrepancias identitarias.
Muy interesante tu reflexión, c.c.buxter. Efectivamente, no se elige a un presidente, pero una clara mayoría a favor de una lista electoral (como la que ha tenido CiU, como la que tuvo el PSOE en las generales) da una mayor legitimidad para formar gobierno. De hecho, lo que no entiendo es porqué es necesario tener mayoría absoluta para poder gobernar. Lo lógico (sí, ya sé que es utópico utilizar esta palabra) es que las leyes se valoraran por su contenido, no por qué partido la promulga. Y, en ese sistema, CiU podría gobernar en minoría y en solitario.
Critico a ERC y no a CiU precisamente por eso, porque entiendo que el partido más votado es el que debería de estar legitimado para formar gobierno. Esa es la diferencia que hago, aunque asumo por un lado que no todo el mundo piensa como yo y por otro que hay más opciones legales.
Y sí, es cierto que el tripartito es el pacto más razonable desde el punto de vista de la derecha y la izquierda, pero el independentismo de ERC se sitúa en las antípodas de lo que defienden los socialistas.
En cualquier caso, el tema da para mucho debate. E insisto, ojalá le vaya estupendamente porque así ganamos todos, incluso quienes no vivimos ni votamos en Cataluña.
Publicar un comentario