Era previsible. Todos lo veíamos venir, todos menos los que mandan en el fútbol español, ese que se cree privilegiado, por lo visto tocado por la mano de Dios para evitar todos los problemas que se reproducen en el fútbol del resto de los países. Se veía venir que en el Betis - Sevilla que se jugaba ayer, Día de Andalucía para más inri, se iba a montar una importante. Pero nadie ha hecho nada antes. Y veremos si se hace algo después, porque yo estoy casi seguro de que esto se quedará en un cierre del estadio bético por un par de partidos que el Comité de Apelación dejará en sólo uno. Y eso si hay suerte. Por supuesto, la próxima vez que jueguen estos dos equipos, volverá a haber declaraciones estúpidas y algún que otro incidente.
Lo vivido ayer en Sevilla fue indignante, conclusión perfecta de una historia de odio entre dos clubes cuya convivencia en la misma ciudad y en la misma categoría, visto lo visto, es peligrosa. Tienen unos dirigentes impresentables, que se dedican a fomentar odio, a armar follón, a creerse habitualmente por encima de los demás. Ellos son los auténticos responsables de todo lo que pasó ayer. De lo que ordenaron y de lo que provocaron. Ayer, desde luego, ganaron por goleada los dirigentes del Betis: ordenaron no dar entradas a los seguidores del Sevilla; ordenaron a los empleados del club que utilizaran productos más o menos tóxicos (por lo menos molestos) para limpiar el vestuario visitante; colocaron el busto del ínclito Lopera justo detrás del presidente del Sevilla, que hace pocos días, en el anterior partido liguero, no quiso salir fotografiado junto a él; y negaron la acreditación al director deportivo del Sevilla, Monchi.
No es que la directiva del Sevilla se haya portado mucho mejor. El pasado día 10, cuando ambos equipos se enfrentaron en partido de Liga en el Ruiz de Lopez, José María del Nido demostró su escasa talla como presidente y su nulo sentido de la deportividad. Se negó a recoger un obsequio del Betis con motivo de su centenario y el motivo que argumentó fue no salir retratado junto al busto de Lopera. Aquí es donde las informaciones son más confusas, pero se ha llegado a decir que hubo algún que otro empujón entre miembros de ambas directivas. Luego, aunque se veía venir, decidió acudir al palco del Ruiz de Lopera en el partido de anoche para incendiar un poquito más los ánimos de los energúmenos. Como si lo necesitaran...
¿Y cuál es el resultado de tanta estupidez? Primero, incidentes en las calles. Los seguidores del Sevilla a los que se negó la entrada realizaron diversos destrozos en el mobiliario urbano. Y dentro del campo, además de un más que desagradable recibimiento a toda la expedición del Sevilla (empezando por Del Nido), el botellazo al entrenador Juande Ramos. Partido suspendido y la decisión en manos de los comités, que sin duda contribuirán a que este desaguisado sea todavía mayor.
Hace no demasiado me contaban una, llamémoslo anécdota, que ilustra a la perfección la relación entre los dos clubes sevillanos. Según me relataron, y aunque no puedo confirmar la veracidad de la historia creo a la fuente que me la contó, un ex jugador del Betis bastante conocido, del que no voy a citar el nombre, se compró un piso justo enfrente del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán. En sus ratos libres, por lo visto le entretenía coger su escopeta de perdigones y disparar al escudo del Sevilla.
Digo que se veía venir, y lo peor de todo es que tuvimos un adelanto el pasado fin de semana del que apenas se ha hablado. Antes del derbi madrileño que se disputó en el Vicente Calderón, los indeseables de siempre provocaron destrozos en unidades móviles de diversos medios de comunicación. Y dentro del campo, cuando marcó el Atlético, algunos aficionados llegaron a romper una valla de protección. A eso hay que añadir los constantes lanzamientos de objetos en casi todos los campos, la violencia y odio con que se suele recibir a equipos rivales, incluso a aquellos con los que no hay querella ninguna y la todavía no remediada presencia de grupos ultra en los campos de fútbol (un ejemplo: ¿os acordáis de que los Riazor Blues se iban a disolver cuando se asesinó a un seguidor del Depor? Pues que alguien explique por qué todavía hay una inmensa pancarta con el nombre del grupo en uno de los fondos de Riazor).
El fútbol español está tan expuesto como el italiano a la violencia de los fanáticos y radicales. Algún día volverá a pasar algo mucho más grave que lo vivido ayer en Sevilla (ejemplos tenemos en España, desde el chaval muerto en Riazor por una bengala al asesinato de Aitor Zabaleta junto al Vicente Calderón) y la gente se rasgará las vestiduras. Prácticamente nadie ayuda a que el fútbol no sea el nido de estos energúmenos. Ni los jugadores, ni los entrenadores, ni los presidentes, ni los comités. Nadie. Basta ya de tonterías y volvamos a lo que nos gusta a todos, el fútbol. Si es que nos dejan...
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