Ayer tuve una conversación sobre política en la que proclamé mi desencanto absoluto por la primacía de la imagen en el mundo político actual. Dije que, si por mí fuera, las campañas electorales no formarían parte de la Ley electoral, las aboliría, las prohibiría. Por su excesivo y nada justificado gasto y por su casi absoluta inutilidad para explicar los proyectos de los diferentes partidos que concurren a unas elecciones. Lo dije también en este blog. La campaña no sirve más que para cruzar insultos, vender imágenes que no siempre se corresponden con la realidad y, sólo cuando sobra algún minuto, esbozar unas propuestas que nadie oye. A los partidos les preocupa la imagen y los medios de comunicación prefieren recoger sólo la imagen y no las ideas.
Como ejemplo, el debate entre Zapatero y Rajoy. Sigo pensando que los debates son necesarios y que debieran estar regulados por ley para garantizar que siempre se celebrara al menos uno entre los candidatos que realmente optan a presidir el Gobierno de España. Esa es una de las muchas reformas que considero necesarias dentro de la Ley Electoral. ¿Pero qué ha quedado del debate? Que si la chaqueta le estaba pequeña a Rajoy, que si Zapatero se lió con algunas palabras, que si la niña de Rajoy, que si el bonobús de Zapatero, que si el decorado era de tal color, que si la estructura era muy rígida... ¿Propuestas? ¿Ideas? Nada de nada. Ese camino no interesó a los políticos y no interesó a los medios.
Me preguntaban por qué tanto hablar de política si no creo en ella. Sí creo en la Política (nótese la mayúscula), pero no en esta política (ahora en miníscula). Podría tirar la toalla, mandar a paseo a todos los políticos, no votar o votar por inercia. Pero no quiero y no lo voy a hacer. Porque, por encima de todo, están mis principios democráticos. Todo en esta vida tiene que ver con la política y, por tanto, es necesario mejorar la política para mejorar otros aspectos de la vida, de la vida de quienes me rodean y de mi propia vida. Y mi lucha por una política mejor va a seguir siendo desde dentro, no como político pero sí como observador implicado. Hay cosas con las que, desgraciadamente, hay que convivir en esta política actual, y una de ellas es la tiranía de la imagen. Pero hay otras que no voy a aceptar nunca.
Y así llego a Gabriel Elorriaga, director de comunicación del PP. Ayer, día 29 de febrero, Financial Times publicó un artículo sobre lo que busca el principal partido de la oposición en estas elecciones. Leslie Crawford, la periodista que firma dicho artículo, comienza así: "Spain’s opposition Popular party hopes to win a general election in nine days’ time by persuading Socialist sympathisers to abstain". O lo que es lo mismo: "El Partido Popular, partido de la oposición en España, espera ganar las elecciones generales dentro de nuevo días convenciendo a los simpatizantes del Partido Socialista para que se abstengan".
Para apoyarse en esa afirmación, cita declaraciones de Elorriaga: "Será difícil aumentar nuestro voto. El PP tiene una imagen muy dura de derechas en estos momentos. Incluso nuestros propios votantes piensan que son más centristas que el PP. Pero sus votantes son menos disciplinados que los nuestros. Por eso estamos dirigiendo nuestro mensaje a ellos. Les estamos diciendo 'vuestro Gobierno no se está ocupando de vuestros problemas'. El resultado electoral dependerá del impacto de ese mensaje".
Jamás, y digo jamás, votaré a alguien que quiere ganar unas elecciones logrando que la gente se quede en casa y no deposite su papeleta en las urnas. La salud de la democracia pasa por que todos, absolutamente todos, expresemos nuestra voluntad política por los medios que nos ha habilitado el Estado de Derecho. Y uno de esos medios, imperfecto sin duda pero necesario, es el voto. Lo que ha dicho Elorriaga es una falta de respeto al ciudadano, al voto individual, al poder del ciudadano, en quien reside la soberanía popular de este país, y a quienes tanto lucharon en este país por devolverle a la gente su derecho a votar. Y por eso (y por otras muchas razones) jamás tendrá mi voto.
6 comentarios:
Pues lo que ha dicho Elorriaga es una verdad como un piano que no se le escapa a nadie (ni siquiera a Zapatero, que está pidiendo ahora un record de participación). Es más, si el voto fuese obligatorio jamás de los jamases ganaría el PP y el PSOE tendría mayoría absoluta una y otra vez... y así hasta el infinito. ¿Por qué? Pues porque el desconocimiento (que sí que tiene mayoría absoluta) lleva a votar al buenismo, al partido de los obreros, de los pobres, de los necesitados, de la alegría... A la izquierda, en fin. Y ya pueden robar todo lo que quieran y hacer ricos por todas partes que, como Chaves, tendrán poltrona para rato. Los votantes de izquierda (para mal de la izquierda y de la política en general) están mucho más convencidos que los de derecha. Y su protesta será casi siempre la abstención. El cambio de voto sería poco menos que herejía.
Aunque no lo creas, amigo Petrarca, coincido contigo en algunas cosas. Coincido en que es cierto que la abstención perjudica a la izquierda. Creo que es obvio y se puede comprobar en la historia(no lo negaba con mi post, pero sí rechazaba que un partido busque lograr la abstención, eso es lo que me parece censurable). Y coincido en que el cambio de izquierda a derecha en el voto parece impensable para la mayoría (aunque yo he comprobado en algunos casos que existe).
Pero no creo, como tú dices, que los votantes de izquierda estén más convencidos que los de la derecha, creo que es más bien al contrario. El votante del PP es fijo, y le da igual que presentes a Rajoy, a Aznar o a Gallardón. Por lo menos hoy en día, no entro a valorar lo que sucedía en el pasado.
El votante del PSOE es más variable, aunque dentro de sus márgenes. Es cierto que pasar de PSOE a PP es complejo, pero hay mucho votante socialista que, por ejemplo, vota a IU por castigo. No sólo se abstiene en esos casos.
Y yo sigo creyendo, en contra de lo que apuntas, que la ceguera no tiene ideología... Considerar la corrupción de izquierdas me parece algo un poco antiguo.
No he dicho que la corrupción sea de izquierdas. La corrupción es lo más democrático de este país y toca a todos los colores. Simplemente sugiero que si Chaves hubiese sido del PP y se supiera de él y de su familia la mitad de lo que se sabe hace tiempo que no estaría donde está. Probablemente dormiría en Alhaurín. Y convencidos hay en todas partes: del PP, del PSOE... Por no hablar de las sectas nacionalistas. Pero el número de votantes del Partido Popular descontentos con su propio partido es inmensamente mayor que el de votantes socialistas molestos con el PSOE. Es lo que tiene la tradicional unidad de la derecha, que deja descontentos a casi todos. ¡Si hasta FJL vota al PP tapándose la nariz!
Yo este año será la primera vez que vote al PP en unas generales. El 2004 iba a votar al PSOE pero se me olvidó el DNI... y mira que me alegro.
Estoy de acuerdo en lo que comentas, Juan. Después de ver el primer debate, me da una gran pereza ver el segundo. Yo esperaba poder escuchar cuáles eran las propuestas de uno y otro, y sin embargo lo que vimos fue un monólogo a dos: uno diciendo que todo está mal, y otro diciendo que todo está bien. Y esto bien condimentado con gráficos por aquí y por allá, en los que lo único importante era ver que o que algo crecía mucho o bajaba mucho, fuese lo que fuese, porque como era imposible analizarlos mínimamente...
Yo voy a votar al PSOE, no con la nariz tapada, pero sin bastante convicción. En Cataluña el PSC tiene un mensaje electoral de miedo al PP, como ya hizo en el referendum para la reforma estatutaria. En mi forma de entender la política, el anuncio electoral de un partido político no puede ser un remix de intervenciones de Rajoy, Acebes, Zaplana, ¡Aznar!... para acabar diciendo: "Si tú no vienes a votar, ellos vuelven". Aunque les acabaré votando, será a pesar de ellos...
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