Uno de los aspectos que menos soporto del periodismo actual es la impunidad con la que se puede decir cualquier clase de barbaridades. No lo soporto y me preocupa. Antaño, esta noble profesión a la que tanto quise dedicar mi vida profesional se basaba en buscar hechos para conocer la verdad. Ahora hay demasiada gente que tiene una verdad preestablecida y se dedica a buscar los hechos y las afirmaciones más asombrosas que cuadren en esa verdad, por muy falsa que sea.
Ayer acabé viendo algunos minutos del debate sobre la guerra de Irak que se entabló en el programa La noria, de Telecinco. Entre las muchas barbaridades que escuché, barbaridades que no soportarían el juicio de cualquier persona cabal (al margen de su ideología; a los radicales de derecha habría que decirles que en la izquierda hay personas cabales y a los radicales de izquierda que hay personas cabales en la derecha) y que, ni mucho menos, serán capaces de soportar el juicio de la historia, hubo una que sobresalió por encima de todas las demás. "Posiblemente, en Irak hay armas de destrucción masica. Lo que pasa es que no las han encontrado". El autor de esa afirmación, de la que dijo solemnemente responsabilizarse, es Carlos Dávila (en la foto), el recientemente nombrado director de la revista Época.
Cinco años después de la guerra de Irak hay gente que mira ese episodio de la Historia como algo positivo (por la desaparición del régimen del tirano Sadam Hussein) y hay quien lo mira por el lado negativo (por el altísimo coste en vidas humanas, que nadie se ha molestado siquiera en contabilizar con rigor, y por el altísimo coste monetario y sus consecuencias en la economía mundial). Yo soy de los segundos. Quitar del mapa a un dictador no puede ser excusa para tan elevado precio. Pero, dada mi concepción del debate, soy capaz de escuchar y entender los argumentos de unos y de otros, esté de acuerdo con ellos o no. Lo que parece claro es que, a estas alturas, defender con seriedad que en Irak hay armas de destrucción masiva roza la locura. Está probado (y admitido por sus autores) que se falsearon las pruebas sobre esas armas que Colin Powell presentó ante Naciones Unidas. Nadie utiliza ya este argumento. Se habla de la caída de Sadam o de la lucha contra el terrorismo para defender esa guerra. Pero Carlos Dávila es distinto.
Dávila juega con ventaja. Primero porque, hábilmente, coloca ese "posiblemente" en su lapidaria frase. Se agarrará a él por el resto de sus días, ya que no se encontrarán nunca unas armas que jamás existieron. Pero supongamos que un buen día le da por reconocer su error (¿Error...? No se llama error cuando hay voluntad de decir lo que se está diciendo aún sabiendo que no es real, ¿verdad...?) y, aunque sea a regañadientes, admite lo que casi todos los que están implicados en estos hechos ya han admitido, que lo de las armas era una falacia para tratar de convencer al mundo de la conveniencia de esta guerra. Llegados a ese punto, ¿cómo asumirá este periodista la responsabilidad adquirida al lanzar esa proclama? ¿Escribirá una rectificación en el medio en el que esté? ¿Dimitirá de sus cargos? ¿Se retirará de la profesión? ¡Qué fácil es hablar cuando se goza de esa impunidad!
Inventar la realidad es lo más triste que puede hacer un periodista. Pero vivimos en una sociedad que deja impune las afirmaciones falaces que se hacen desde los medios de comunicación. Quizá gente como Carlos Dávila debieran preguntarse por qué la de periodista es una de las profesiones que peor valoración tienen entre los españoles. Si es que no puede ser de otra manera ante episodios como éste... Y mientras tanto, los periodistas de verdad, a seguir entristeciéndonos con la realidad de nuestra profesión, y a seguir luchando por dignificarla. Aunque sea un poquito.
5 comentarios:
Lo que tú dices, roza la locura.
Bss.
"Posiblemente" en China existan armas de destrucción masiva, ¿porque EEUU no inicia una guerra justa y preventiva?
Ah¡¡ se me olvidaba que "posiblemente" Washington no puede ignorar la presencia de China en los negocios mundiales, que "posiblemente" la necesita en su proceso de producción y que teme su notable crecimiento y presencia futura en el nuevo ordenamiento economico mundial. A pesar de todo ello, "posiblemente" no sea tan importante esa guerra justa en contra de la dictadura con respecto a China...
Me gusta sobre lo que escribes y como lo escribes. Un beso Juan.
hola.
he llegado hasta aquí por un comentario que dejaste en el blog de pilix (la vida es asín). Y me ha encantado éste post. me tragué también el programa, ese y tantos otros, en los que supuestos periodistas inventan directamente los disparates que les apetece y los presentan como noticia. y es vergonzoso. y a mí me duele especialmente, porque estudié la carrera de periodismo, hice mis becas, mis prácticas, y he terminado trabajando de administrativa por un sueldo que no llega, ni con mucho, a los denostados mil euritos. porque la otra alternativa era perseguir a la pantoja. qué tristeza. y ahora resulta que programas del "mundo rosa" como la noria, se atreven con temas tan serios como el de irak, coño, que estamos hablando de muchos muertos. y la gente va a decir lo que le sale del rabo, con perdón, en la tele, en hora punta. tienes razón en que Dávila no se retractará. aquí no se retracta ni dios. parece que lo peor que puede hacer una persona pública es arrepentirse y aprender de sus errores.
muchas gracias por el post, me ha encantado.
Silvia, lo malo es que hay demasiados que rozan la locura en sus argumentos...
"Posiblemente", Críptica, "posiblemente"... Gracias por tus palabras.
Dudo, qué razón tienes, que tristeza que el periodismo esté como está, que la gente que se lo curra desde abajo tenga que pasar por sueldos miserables y horarios interminables. Y que tantos periodistas tengan que abandonar su vocación para poder vivir. Gracias por los elogios, y espero que sigas pasándote por aquí.
Personalmente creo que cualquier tema puede tratarse en el espacio que sea, siempre que el debate tenga argumentación coherente y documentada. Aparte de perseguir a la pantoja, nos parezca o no que van a decir lo que les da la gana, al menos son minutos que mueven ficha en la mente de la gente y nos hacen pensar sobre otra cosa que no sea la nueva novia de paquirrín.
Yo también quería ser periodista, ojala me hubiera decidido a estudiar la carrera. Aunque sea por gusto, quizá algún día. Un beso.
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