lunes, marzo 17, 2008

Yo no llevaría a un niño al fútbol

"Una salvajada. Lo definió muy bien Joaquín Caparrós. El botellazo que Armando recibió ayer en pleno rostro en el Ruiz de Lopera fue brutal. Nos quieren robar el fútbol. La locura se apodera de algunos campos. Algo va rematadamente mal cuando al Athletic le esperan mil personas hora y cuarto antes del partido para llamarles hijos de puta y terroristas. Cuando al técnico de Utrera le mandan al otro barrio en sus cánticos. Cuando el ambiente hostil te cala hasta los huesos. Cuando cualquier minucia del juego es una guerra. Cuando a los periodistas que siguen a los leones también les toca aguantar insultos e intimidaciones. Cuando la violencia de algunos provoca las cargas policiales. No había escapatoria en esa película de terror. El meta de Sopelana fuera de combate. Encuentro suspendido. Y como epílogo delirante, toda la prensa visitante tuvo que hacer el corto trayecto entre el estadio y el hotel en las furgonetas de la Policía Nacional. Ni los más veteranos acostumbrados al castigo en este feudo recordaban algo así. Muy triste. Después, las sanciones son cuestión de puntería. Pues aquí la tienen, ya son dos piezas con Juande Ramos.

(...) Apenas un par de centenares de metros separaban ayer el hotel del Athletic del Ruiz de Lopera. Dos mundos distintos. Los aplausos de un pequeño grupo de hinchas despidieron a los leones en su cuartel general. El que compartieron con el Cajasol de la ACB. Fue cruzar la línea y se desató la hostilidad en estado de puro. Casi un millar de seguidores esperaban para descargar su rabia. El autobús rojiblanco fue recibido con dedos en alto. Graves insultos para Caparrós, que había cargado baterías la noche anterior con la visita de sus hijos. El de Utrera fue el centro de atención. También algunos le señalaban desde la acera a Aitor Ocio al reconocerle. Pero había para todos, como ese soniquete de 'no son españoles, son hijos de puta'. El estribillo se repitió al inicio del choque. Y los jugadores del Athletic tenían que pasar en medio de ese follón. Un pasillo en el que tenían que aguantar estoicamente."

Estos son extractos de la crónica que Alberto García escribió para Mundo Deportivo del partido de fútbol que el sábado no pudieron terminar el Betis y el Athletic de Bilbao. Como todos sabréis, al porterto del Athletic le alcanzaron con una botella en la cara, de forma casi directa en su ojo derecho, y se suspendió el encuentro. El fútbol está enfermo. Pero no sólo por el botellazo. También por todas las escalofriantes situaciones que describe Alberto García en esas líneas, y que yo he vivido en alguna que otra ocasión desde el punto de vista del aficionado. Habrá quien se quiera seguir engañando, pero todo eso que se describe es mucho más habitual de lo que se publica. Insultos, odio, lanzamiento de objetos, agresividad sin límite, fascismo puro y duro. Le pasa a los equipos vascos, al Real Madrid en muchos campos, a todos los que tienen un derbi de máxima rivalidad deportiva, en categorías inferiores... Pasa en muchos sitios. En demasiados.

Llevo años diciéndolo, clamando en el desierto para que alguien ponga remedio a esta triste situación de no poder ir a un campo de fútbol a animar a tu equipo y disfrutar de un deporte tan maravilloso y bonito. La violencia rodea al fútbol sin que nadie haga nada por evitarlo. Es un síntoma de la enferma sociedad en la que vivimos. Todo vale para ganar. Y pisotear al de enfrente a veces está justificado. Además, cuando pasa algún desgraciado suceso como éste, se acaba olvidando. En el Ruiz de Lopera ya tumbaron a Juande Ramos cuando éste era entrenador del Sevilla. ¿Pasó algo? Nada de nada. Se siguen sucediendo los episodios. Y nadie hace nada. Yo sigo yendo al fútbol. Soy así de cabezón por naturaleza. Pero voy con miedo. Miedo a cruzarme con un energúmeno. Miedo a que se dé cuenta de que no soy seguidor de su equipo. Miedo a que tenga el día malo y lo pague conmigo o con los que van conmigo. Y por eso, yo hoy no llevaría a un niño al fútbol. Y me da una pena terrible.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Da penita, sí señor. Que se cuelen estas salvajadas en el deporte -y sobre todo en el deporte más seguido- es inconcebible.

Anónimo dijo...

El fútbol es cada vez lo más parecido a un circo romano. Creo que hace mucho que dejó de ser deporte. Los leones están en las gradas. A mí también me dan miedo Juan.


Saludos.

Mara dijo...

A mi esto me afecta especialmente, pues últimamente parece que estas cosas solo pasan aqui. Lo de Juande fue el colmo y, ahora, apenas un año después, pasa esto.
Yo soy sevillista, pero no antibética. Y cuando me enteré de lo que había ocurrido no pude reprimir un "putos béticos, siempre igual". De hecho lo de putos béticos lo dije varias veces. Ahora me arrepiento. Sin embargo, yo tampoco llevaría a un niño al fútbol y, menos, al Ruiz de Lopera.
Besitos Juan.

Reverendo Pohr dijo...

Como en la obra orwelliana "1984". Una imagen y todos a descargar toda su ira, su rabia, su adrenalina delante de ella. Un estadio parece un lugar dónde poder expresar la irracional animalidad de forma relativamente controlada. Esto no se acaba. Demasiada gente desea que no acabe. Y aquí se consolarán con no llegar a los extremos de Argentina, dónde tienen algún cadaver de postre. Triste, triste.