Este de aquí es Sergi Xavier Martín Martínez. Es el individuo que se dedicó a pegarle a una chica ecuatoriana en un tren de Barcelona. A estas horas todavía desconozco qué habrá decidido hacer el juez con él. Yo lo tengo claro. No veo a este tipo preparado para la vida social. La condena debiera ser ejemplar y ejemplarizante. Pero no quería analizar el caso de fondo, que es tan obvio que poco debate puede haber.
De lo que quiero hablar es de todo lo que ha movido este caso. Porque creo que estamos cometiendo muchos errores en la gestión del mismo. Es obvio que la agresión es deleznable y perseguible, pero estamos dando la sensación de que es la primera vez que pasa. ¿Por qué no queremos darnos cuenta de la realidad? ¿Por qué sólo periodistas e instituciones políticas y judiciales se mueven cuando hay imágenes como en este caso (y a veces ni siquiera cuando las hay)? ¿Por qué no muestran esa buena y justa voluntad siempre?
Los medios de comunicación tienen un enorme poder. Ese es el poder que, a mi juicio, hay que utilizar para denunciar las injusticias sociales como ésta. En este caso, ha sido el poder de los medios de comunicación el que ha generado alarma social y, probablemente, que actúen de otro modo las instancias políticas y judiciales, y eso es una gran noticia. Pero a veces asombra tanto foco sobre un solo caso puntual y tan poca atención sobre otros. Hace no demasiadas fechas, un joven negro fue salvajemente agredido y las lesiones que sufrió le han dejado postrado en una silla de ruedas. Ayer La Sexta Noticias, en la edición que presenta la estupenda Helena Resano, volvió a sacar imágenes de este caso. Pero esta barbaridad, que además tiene unas secuelas físicas irrecuperables, no ha generado la respuesta que sí se ha producido en este otro caso, el de la joven ecuatoriana.
Otro error de los medios de comunicación ha sido recoger las declaraciones de este tipo, que ha hablado como si mereciera la pena escucharle. Quien tiene que oírle es el juez y sólo el juez. ¿Qué interés puede tener escuchar en televisión al protagonista de una agresión física y verbal, racista, machista y sin sentido? ¿Por qué le ponen un micrófono en la boca como si su versión de algo tan repudiable tuviera interés periodístico? ¿Por qué parece que tienen sus palabras el mismo valor informativo que la de la víctima de su agresión? Ya está bien de dar la palabra y escuchar a agresores (lo mismo podría decirse para cualquier criminal, y eso incluye a ETA, pero ya sabemos que hay periodistas más empeñados en criticar al Gobierno o a cualquier institución del Estado que a censurar los comportamientos ilegales; pero ese es otro tema...).
Me parece maravilloso que el ministro de Justicia, Fernández Bermejo, atienda la alarma social que ha provocado este caso y haya dado instrucciones para que la Fiscalía actúe contra este tipo y acabe en la cárcel. ¿Pero de verdad es necesario que se produzca todo este circo para actuar? ¿Por qué la Justicia no se moviliza igual cada vez que hay un trato vejatorio, discriminatorio y violento hacia cualquier ciudadano? Da la sensación de que si no sales en la televisión no eres nadie, y eso puede valer para el famoseo, pero nunca para el ciudadano de a pie. Da la sensación, una vez más, que la Justicia tiene graves lagunas, ya sea por falta de medios o de interés, que provocan que acciones como ésta puedan quedar sin el castigo que merecen si no se da una conjunción de acontecimientos que lo facilite.
Es impresionante ver que el Gobierno ecuatoriano se moviliza para poner todos los medios al servicio de esta chica y su familia (han enviado a la ministra de Exteriores y le han prometido los mejores abogados del Estado), pero ¿de verdad creen los políticos de aquel país sudamericano que es la primera ecuatoriana que sufre episodios como éste? En ese mismo informativo de La Sexta del que hablaba salieron cuatro o cinco ecuatorianos que relataron episodios de agresiones verbales, y estoy seguro de que si nos tomáramos la molestia encontraríamos otros compatriotas suyas que han vivido agresiones físicas como las de esta joven. Puede que incluso peores. Y quien dice ecuatorianos, dice inmigrantes de cualquier otro país. Pero en esos casos nadie se ha movilizado para que los crímenes que han sufrido no queden impunes.
Soy el primero que quiere que este tipo sufra un castigo ejemplar, y ojalá sirva para evitar algún caso futuro como éste. Además de las ya famosas imágenes del tren, su chulesca actitud posterior le delata como alguien que no tiene la más mínima preparación para convivir con otras personas, con el resto de los ciudadanos. Pero este caso revela igualmente una injusticia: la que sufren otras tantas personas agredidas de alguna manera y a las que no prestamos atención. Eso también es desigualdad. Y la culpa es, sobre todo, de medios de comunicación, políticos y jueces. Porque en su mano está prevenir e impedir sucesos como éste.
7 comentarios:
Este caso es un poco como el de Madeleine, dos historias desgraciadamente comunes que se magnifican a consecuencia de la publicidad: Beckham y la cámara de vídeo. Por una parte es repugnante, como todo icono que se toma por la realidad, pero por otra es la única forma de que el común de las gentes se escandalice. Los personajes de novela siempre se sienten más cercanos que los de verdad. Aunque también cansan: al parecer desde hace unos meses ya no se muere ningún deportista practicando deporte.
Aquí si coincidimos plenamente, Petraca, je, je...
Yo me remonto incluso algo más. Hubo un año que nos dio por sacar noticias de que ¡un perro había mordido a alguien! Y eso que en la facultad nos decían que noticia sería que un hombre mordiera a un perro...
Pues, por lo que se, el ciudadano Sergi, ya está tranquilamente en la calle tomando sus birritas... Además, dudo que le pase nada, porque ya salió el psiquiatra de turno que asegura que padece no se qué disfunción de la personalidad que no le permite comportarse de una forma normal...
¡Pues que lo encierren en casa atado con una cadena o lo tiren al contenedor con el gatito de Burger King, pero que deje de destrozar la vida a los demás!
Es que hay gente que no debería tener derechos, y lo peor es que les damos publicidad, que es lo que les gusta.
A mi que le entrevisten no me parece mala idea pero sobre todo para saber que tipo de mierda (hablando mal y pronto) tiene este tipo en la cabeza e intentemos ser cada vez más conscientes de que tenemos que evitar en la educación.
Por supuesto, los medios de comunicación y la elección, a mi entender aleatoria o movida por algo que se me escapa, de las noticias a las que hay que darle bombo son un elemento esencial para que en unos casos se haga más que en otros.
Una pena que siga habiendo personas como este chaval por la vida con tanta mierda en la cabeza, que penita de educación, vaya.
Mr. Semefuelaolla no merece ni un momento más de atención. Solo que se le juzgue y que pague por ello. Bastante desgracia tiene con ser así (tarde o temprano el verdugo se convierte en víctima).
Estoy de acuerdo en que, pese a la publicidad, este no es un caso aislado: la única especificidad es que hay imágenes.
Pero no estoy de acuerdo ni en el papel que parte de los medios de comunicación han tenido, ni en que debería imponérsele una condena ejemplarizante.
Respecto de lo primero, algunos medios de comunicación sí que han dado una información correcta, procurando, ante todo, no convertir a este tipo en un héroe de la violencia juvenil. Sin embargo, otros han hecho precisamente lo contrario: ensalzar su figura a base de repetir, machaconamente, la agresión; de mostrar sus imágenes tomándose unas cervezas o caminando por la calle; y sobre todo, como dices, dándole un micrófono para que pudiera explayarse a sus anchas (supongo, y me temo, que previo pago, en algunos casos).
Y respecto a lo segundo, no creo que deba imponérsele una condena ejemplarizante, sino simplemente la condena que se merece según la ley. Las sentencias judiciales no pueden depender de la importancia mediática que se le dé a un caso u otro; no son los medios de comunicación los que tienen que forzar condenas o absoluciones, sino que cada caso debe ser resuelto aplicando, sin más, la ley.
La repulsión que todos podemos sentir por este tipo es clara, pero si no ha habido lesiones no se le va a poder condenar a prisión. Por eso es por lo que la fiscalía está haciendo malabarismos para imputarle un delito de abuso sexual (esto creo que ya se ha abandonado) o un trato vejatorio (esto puede prosperar más fácilmente).
Sólo un pequeño matiz, C.C.Buxter. Cuando hablo de una condena ejemplarizante, lo que pido es el máximo por los delitos que se le imputen, nada de atenuantes ni eximentes, porque no los veo por ningún lado.
Coincido plenamente contigo en que una sentencia judicial no puede tener nada que ver con lo que diga una sociedad que no tiene por qué saber de leyes y no soy nada partidario de forzar la imputación de delitos. Pero si se le puede condenar a tres años, por poner una cifra, que se le condene a tres años.
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