Pues no será si será el milagro que esperábamos. No sé si será suficiente para que al final el campeón del mundo de Fórmula 1 vuelva a ser Fernando Alonso. ¡Pero el alegrón que me he llevado a las nueve de la mañana, después de madrugar otro domingo más, al ver que el coche de Hamilton se quedaba atascado en la gravilla de la entrada a boxes ha sido espectacular! Cómo decía uno de los SMS que ponía Telecinco al final de la carrera, no sé de qué me alegraría más dentro de quince días, si de que ganara Alonso o de que perdiera Hamilton... Si no vence el asturiano, desde luego que prefiero que gane Raikonen antes que el inglés.
Sigo pensando que la cosa está complicadísima, porque todos los signos siguen siendo adversos. La desesperación de los comisarios por devolver a Hamilton a la carrera (que no se parece, ni de lejos, a la actitud que tienen con los demás pilotos; pese a todo, la imagen de la grúa recogiendo de la pista el coche del inglés ha sido bien distinta a la que tenemos todos en mente...), las palabras de Ecclestone elogiando sin medida a Hamilton, la extralísima crono final de clasificación en la que el coche de Fernando sospechosamente no iba tan rápido como en las dos primeras rondas las caras de Ron Dennis y los mecánicos de McLaren que no apuntan a que el coche del español vaya a ser de verdad una bala plateada dentro de quince días, cuatro puntos de ventaja que todavía tiene el inglés...
Pero hoy algunos pensaban que íbamos a ver al campeón del mundo y resulta que, si de verdad quiere ganar este Mundial prefabricado y dispuesto para él, el inglés va a tener que sudar ríos de tinta para conseguirlo. Ese, de momento, es el inmenso triunfo de Fernando Alonso (y, por qué no decirlo, también de Raikonen, que sigue teniendo opciones). Digan lo que digan de él, sigue siendo el piloto que me hace vibrar en cada carrera, como cuando ha adelantado a Massa. Lo dije ayer, lo repito hoy: ¡Ánimo Fernando!
Y no puedo acabar sin decir que me he alegrado una barbaridad por Vettel, que ha acabado cuarto ¡con un Toro Rosso! A Vettel le sancionaron hace una semana por tocarse con el intocable Hamilton. Toda la polémica del vídeo de Youtube al menos sirvió para que le quitaran esa sanción. Oírle pegar gritos de alegría tras la carrera ha sido emocionante. Casi tanto como el último gran premio de la temporada. ¿Habrá milagro de verdad...? Brasil, allá vamos...
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