El deporte y la justicia. Eso son los auténticos ganadores de la tarde de Fórmula 1 de ayer. Sí, está claro que todos queríamos que ganara Fernando Alonso. Le han hecho tantas putadas este año desde su propio equipo, que quien más quien menos se imaginaba la forma en que iba a saludar Fernando a Ron Dennis si finalmente era campeón del mundo por delante de Hamilton. Pero que gane Raikonen, que no gane un McLaren, que Dennis y Hamilton (y su padre) se queden con la cara con la que se quedaron al final, es lo más justo y lo más deportivo. Siempre me ha gustado ganar a Ferrari por pura admiración, porque es la casa más grande de este deporte (es la misma sensación de ganarle al Madrid, a Federer -un monstruo ese Nalbandián; se cargó a Nadal, Djokovic y Federer-, antes a Estados Unidos en baloncesto...). Pero ayer celebré el título de un piloto de Ferrari. Y Fernando Alonso no tenía en el podio cara de perdedor porque sabe que todo esto es cierto.
Ron Dennis se merece esta humillante derrota. Nunca quiso que uno de sus pilotos, Alonso, tuviera opciones de ganar. Y las tuvo, más que Hamilton, hasta el final, a pesar de que McLaren no le daba los medios para luchar por el título. El trabajo de Dennis ha sido lamentable, ha boicoteado el trabajo de su propio equipo y ha cercenado las posibilidades de sus pilotos, de los dos en realidad, de ganar el campeonato del mundo. Es el causante de que su escudería haya sido multada con un dineral, de haber desperdiciado el trabajo de un bicampeón del mundo en su casa, de haber regalado un título mundial, tanto el de constructores como el de pilotos, que este año tendría que haberse quedado en McLaren. Los ingleses (y los alemanes de Mercedes) sabrán si quieren seguir con un tipo así.
Lewis Hamilton se merece esta humillante derrota. Ha sido un piloto orgulloso y prepotente. Ha menospreciado a Fernando Alonso y ha provocado que su propia escudería no sea campeón ni de constructores ni de pilotos, con sus acciones en la pista y fuera de ella. Se creía el rey del mambo y resulta que perdió dos ocasiones de ser campeón del mundo por ser un tipo arrogante. No podía permitir que Raikonen le adelantara en la penúltima carrera y por eso se cargó el coche. No podía permitir que Alonso le pasara en la última, y por eso perdió posiciones. Dos carrera y sólo sumó dos puntos. Sigo pensando que no es tan buen piloto como mucha gente piensa. Otros como Vetel o Kubica (carrerón el suyo ayer) habrían hecho lo mismo, con más educación y estilo, que el británico, de haber tenido una bala plateada.
La FIA se merece esta humillante derrota. Porque, por segundo año consecutivo, se han quedado sin el campeón que han buscado durante tanto tiempo. El año pasado era Michael Schumacher el destinado a ganar, y no ganó. Este año era Hamilton, y tampoco ganó. Al británico no se han atrevido a sancionarle en situaciones en que los demás pilotos eran fiscalizados, y eso lo han dicho multitud de pilotos de la parrilla, entre ellos incluso Massa, poco amigo de Fernando Alonso. Y la prensa británica también se merece esta humillante derrota. Porque el periodismo no es ser un forofo a favor de tu piloto. Es contar las cosas como pasan y no mentiras interesadas para echar a la opinión pública en contra de otro piloto. Tanto intentar que Alonso aparezca como el malo, y al final es Raikonen quien les deja sin su primer novato campeón del mundo. Y se lo merece ese biógrafo de Hamilton que ya tenía escrito que el británico era campeón del mundo en China. Hala, majete, a volver a escribir el final...
Dennis y Hamilton han conseguido que muchísimos aficionados a la Fórmula 1 se alegren de que se hayan quedado sin título. Muchísimos. En España, casi todos (digo casi todos porque conozco excepciones; tiene que haber de todo en esta vida...). Yo me reuní con un grupo de amigos a ver la carrera, como hacemos siempre en los grandes eventos deportivos. El grito que pegamos todos en la gloriosa salida de Alonso (para los que se empeñaban en recalcar que Alonso no había superado nunca a Hamilton un pista) fue de órdago. Pero mucho más cuando vimos, en la pequeña ventanita de Telecinco (¿os acordáis los primeros tiempos en Renault, cuando a Alonso siempre se le paraba el coche cuando estábamos en la publicidad?), que Hamilton estaba casi parado, aunque luego reanudara la marcha. El "¡¡¡¡¡¡toooooooooooooooooma!!!!!!" que solté se pareció mucho al de Alonso cuando ganó su primer Mundial. Poco a poco asumimos que Fernando no iba a ser campeón, al mismo tiempo que todos asumíamos que lo más justo para la Fórmula 1 y para el deporte era que Kimi ganara. Y ganó. Y lo celebramos.
Este Mundial no podía tener otro final. Y no lo digo sólo por el triunfo del finlandés, sino por la pataleta de McLaren de denunciar a los pilotos de BMW y Williams. Quienes han emponzoñado este Mundial en los despachos, tenían que intentar ganarlo en los despachos. ¡Qué cara hay que tener para buscar un último e imposible favor de la FIA cuando se han aprovechado durante tanto tiempo de sus decisiones! Y quien mejor ha valorado la posibilidad de que ahora le den el título a Hamilton, algo que ojalá no suceda, es el propio Fernando Alonso: "Si pasa algo así, este deporte ya lo acabarían de hundir". Se les podía haber pegado algo del señorío que ha demostrado siempre Alonso, cuando iba ganando y cuando iba perdiendo.
No podía acabar esta entrada sin la foto más graciosa, más ilustrativa, más memorable, más deseada y más aplaudida de todo el fin de semana. Y viéndola, no sé por qué, me sale el mismo grito de Alonso en Brasil hace dos años, el mismo que solté cuando vi que el coche de Hamilton se paraba, el mismo que cuando veo a alguien perder lo que tan poco se merece ganar...
1 comentario:
La foto de Hamilton y Dennis en gloriosa.
El domingo nos salió a todos el veneno que llevamos dentro. No sé que produce más placer, si levantar los brazos como campeón o dislocarte un codo dando cortes de manga diciendo toma, toma.
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