lunes, octubre 13, 2008

El Rajoy público, el Rajoy privado



A estas alturas todo el mundo habrá escuchado ya lo que dijo Mariano Rajoy sobre el desfile de las Fuerzas Armadas en el Día de la Hispanidad. A estas alturas, quien se haya querido reír de esta afirmación captada por un micrófono indiscreto ya lo ha hecho, y quien quiera disculparle (¿queda alguien...? Porque a este hombre ya le zumban por la derecha y por la izquierda...) también lo habrá hecho. Ya hay quien ha recordado que el año pasado nos mandó a todos un mensaje para que pusiéramos banderas españolas en los balcones y celebráramos con nuestros militares tan insigne día (del que a mí lo que me molestó es que se creyera jefe del Estado para mandar semejante proclama). Y ya hay quien se ha apresurado a recordar patinazos similares (discutible sería el grado de similitud) de otros políticos en general y de José Luis Rodríguez Zapatero en particular (ya se sabe, siguen veniendo el frentismo y el "y tú más").

Pero hay un aspecto que creo que se ha comentado poco de este asunto, y que me parece, por utilizar un latiguillo que le sale muchas veces al propio Rajoy en sus discursos, de capital importancia. En el comunicado aclaratorio que emitió el líder del PP horas después de conocerse el desliz (o el asesor que escribiera dicho comunicado, que cuando se trata de la palabra escrita de un político ya nunca se sabe con certeza...) se explica que considerar "un coñazo" el desfile en cuestión fue una "expresión coloquial propia de una conversación de ámbito privado que ha transcendido de ese ámbito privado al público".

Vamos, que en un discurso público Rajoy jamás se hubiera atrevido a utilizar la palabra "coñazo" y quizás, sólo quizás, se habría aventurado a decir que el desfile es "aburridillo". Será eso, claro. Pero yo creo que la cosa va más allá, y me explico. Creo que es la primera vez (puedo estar equivocado, nunca se sabe dado el nivel de la política española...) que uno de nuestros representantes electos en el Congreso de los Diputados reconoce abiertamente que hay diferencia profunda (de "coñazo" a "máximo respeto, afecto y apoyo a nuestras Fuerzas Armadas") entre lo que dice en público y lo que dice en privado, entre lo que proclama y lo que realmente piensa. Y eso llevado al extremo más radical (sí, es que yo soy muy radical, ya sabéis...), quiere decir que en el discurso público de Rajoy se pueden haber colado como poco tres o cuatro cosillas en las que en realidad no crea en absoluto.

Dicho del líder del partido que hablaba de que España se rompía, se entregaba a un contubernio de nacionalistas y terroristas o repartía carnets de español o "gente normal" (la que iba a sus manifestaciones), la cosa tiene su gracia. Pero tiene aún más cuando me acuerdo del Rajoy que en su día dijo con su propia boquita cosas como que del Prestige salían "hillillos de plastilina" o que tenía "la convicción moral" de que ETA fue la autora del 11-M. Aquella dos fueron frases del discurso oficial, ambas pronunciadas ante los micrófonos de la prensa. Y, claro, también tiene gracia cuando me acuerdo del famoso vídeo con motivo del 12 de octubre de 2007.

La duda me asalta es clara: ¿Cuál es el verdadero Rajoy? ¿El de las "conversaciones de ámbito privado" o el que escucho en mítines, actos y entrevistas? Y como no soy nadie para decirlo, pues me limito a pensar que Rajoy dice únicamente lo que conviene a sus propios intereses, aunque no tenga nada que ver con lo que realmente piensa. Y eso es triste y grave. Porque supone la pica definitiva sobre la confianza que se puede depositar en un político.

Me dirán algunos que también hay dirigentes socialistas que han cometido deslices similares. Y tienen razón. Pero es que ésto no es un análisis para pedir el voto. Esto es un lamento por la política, que está siendo asesinada sin que nadie llame a la Policía para que lo evite. Y esta vez no ha sido el mayordomo el culpable. Ha sido un político. Paradójico, ¿verdad...? Los políticos acabando con la política... Y yo con estos pelos...

2 comentarios:

Roi dijo...

Antes había menos conferencias públicas y menos micrófonos abiertos, pero los políticos siempre han mostrado una cara al público, y COMO TODO EL MUNDO, tienen también una cara privada. El que ahora se le dé más importancia a todas estas gilipolleces de despistes y que los políticos tengan más despistes que antes reflejan la sociedad enferma en la que vivimos, en la que sigue siendo más importante saber de quién es una mancha de semen que saber qué quiere decir que bajen los tipos de interés.

Antes la derecha y El Mundo se volcaban rápidamente cuando uno del PSOE se despistaba en público. Ahora también se vuelca la izquierda y El País. Saldremos de la crisis económica pero de la crisis cerebral que nos lleva a señalar con el dedo al niño que ha dicho caca no saldremos nunca, y lo peor es que cada vez trataremos de sacar más conclusiones absurdas: "hala... ahora en lugar de caca ha dicho mierda!! mu mal!! eso es peor que hez fecal!!!"

Juan Rodríguez Millán dijo...

Roi, largo y tendido podríamos hablar de esto. Por descontado, esto no soluciona los problemas del país, pero no por ello debemos ocultarlo o disculparlo, ¿no?

Ya sabes que defiendo la teoría de la responsabilidad necesaria en lo que uno hace, sea uno médico, periodista, albañil o político. Y un político puede hacer muchas cosas, pero defender una cosa y hacer la contraria no debiera ser una de ellas. Y menos aún admitir que en privado cree una cosa y en público usa otra.

No me interesan las campañas ni los linchamientos, es más, los detesto. Y como ves, yo no critico el desliz. Critico la explicación que da al desliz. Eso es lo inverosímil y lo inaceptable.