Cada vez que sucede algo anormal en las gradas de un estadio de fútbol, como sucedió en Montjuic con los Boixos Nois el pasado sábado, se monta el mismo circo, escucho las mismas reacciones, veo los mismos debates... y el mismo final. La pregunta no es qué va a pasar, sino cuánto tiempo va a transcurrir hasta que se olvide todo, volvamos a esa aparente normalidad y simplemente estemos esperando al nuevo incidente, a la nueva foto, al nuevo debate y a la misma nada. Después de unos cuantos años viviendo como aficionado activo (esto es, que va con cierta regularidad a los estadios de fútbol, en grupo y en solitario), me he dado cuenta de que lo único que sucede en estos casos es un torrente de culpas cruzadas, de reproches inútiles, de polémicas absurdas y de soluciones inexistentes. Nadie busca realmente una solución. Y sin buscarla, no va a aparecer por sí sola.
Lo que nadie quiere entender es que no existe un culpable concreto y localizado de un problema que tiene una responsabilidad muy repartida. Todos podemos poner nuestro granito de arena para que no haya violencia en el fútbol. Pero los únicos que sí ponen el suyo son los aficionados. Los normales, me refiero, porque los hay, ya lo creo que los hay. Esos no tienen privilegios, no les regala nadie entradas, ni tienen la escolta de la Policía en ocasiones en las que la pueden necesitar. A los Boixos Nois del otro día parece que ni les registraron. A mí cuando fui a Valencia a ver a la Real sí me registraron. Y me pude dar por satisfecho, a uno que iba delante mío casi le golpean porque no entendía tanto celo cuando no habíamos hecho nada. Por cierto, aquel día la Real bajó a Segunda y el comportamiento de los que allí estuvimos fue sencillamente ejemplar. Como el de la gente de Valencia, que veía una camiseta txuri urdin y nos saludaba, nos decían que sentían el descenso. Pero eso no sale en televisión, claro.
Hay leyes para combatir estas situaciones, que nadie se engañe. El problema es que en España todo el que se precie tiene una ley que le gusta incumplir. Y el fútbol es un terreno en el que se incumplen muchas. Podemos hablar desde la situación económica de los clubes al apoyo a sus aficionados más violentos. Pero partamos del propio terreno de juego. La trampa está socialmente aceptada. Un jugador se tira dentro del área para forzar penalti y es aplaudido por la masa y por los medios. Un jugador rival es bueno y merece la pena coserle a patadas para detenerle. A los árbitros tampoco les importa que todo esto suceda y hay algunos que incluso disfrutan calentando a la grada. Luego caen objetos, nos llevamos las manos a la cabeza cuando tienen puntería y hasta la siguiente polémica. Si lo ilegal está aceptado en el principio mismo del juego, ¿cómo impedir que sea lo habitual en todos los aspectos colaterales?
Me encanta oír esa pregunta absurda de "qué tiene que pasar para que alguien haga algo". No tendría que pasar nada para poner los medios, pero la triste respuesta es que nada ya puede pasar por encima de lo vivido, porque ya hemos vivido lo más grave que puede suceder, la pérdida de una vida, y a nadie le ha importado demasiado. Hace ya diez años, Aitor Zabaleta murió junto al Estadio Vicente Calderón, asesinado por un grupúsculo denominado Bastión que tenía su sitio en el fondo del Frente Atlético. ¿Pasó algo tras aquello? Absolutamente nada. Sí, hubo un juicio, se condenó a un chaval por el asesinato... pero de la situación de fondo nadie dijo nada. Hace menos años miembros de los Riazor Blues mataron a un aficionado en A Coruña. Cuando sucedió, el grupo radical anunció su disolución. Que me explique alguien entonces a quién pertenece la enorme pancarta con el nombre del grupo que sigue presidiendo uno de los fondos de Riazor. Tampoco hay memoria para eso.
Y si después de un asesinato, nadie ha hecho nada, ¿qué tiene que pasar para que se actúe? Pues eso, nada. Las polémicas ya las olvidaremos en cuanto pase una semana. Y digo yo... ¿Para qué queremos una Secretaría de Estado para el Deporte si no es para cosas como ésta...?
1 comentario:
Las cosas como son: en mi ciudad tendremos defectos como en todos lados, pero no somos violentos. La gente de aquí es muy hospitalaria (hoy he leído en el periódico precisamente que Antonio Gala, que ha estado aquí para un acto, lo decía) y no es agresiva. No tenemos individuos de estos como los boixos nois.
Es que hay algunos que son unos bestias y no tienen espíritu deportivo. No entienden que el deporte no es violencia. Parece que vayan a un combate de valetudo en vez de a un partido de fútbol, joer. :-S
Creo que se debería registrar más, no sólo en el fútbol sino en todos los eventos, como por ejemplo conciertos. Yo si hubiera querido matar a Madonna hubiera podido perfectamente entrar una pistola o rifle al concierto, te lo prometo, nadie nos miró NADA!!! Esto no está bien: no es garantizar la seguridad de los que vamos!!!
Los asistentes debemos poner de nuestra parte, de acuerdo, pero los organizadores deben invertir más en seguridad, por dios!!!
Un besito!!!
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