Decía Arthur Miller que "el carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha aludido". Supongo que una idea similar es lo que gestó su primera novela, En el punto de mira. Dice la crítica que no es una novela redonda. Que se nota que es una obra primeriza, que da muchas vueltas a situaciones que podría haber resuelto mejor. Que no llega a las cotas de sus obras teatrales, que gozan hoy en día de una fama superior. Después de devorarlo, y desde mi humilde opinión, yo sólo puedo que En el punto de mira es literatura necesaria y mucho más actual de lo que se pueda pensar.
Miller escribió este libro, según él mismo explica en el prologo de la edición que cayó en mis manos, para hablar del antisemitismo que había en Estados Unidos en los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra. Cuánto han cambiado hoy las cosas en ese sentido, que el lobby judío se considera uno de los más poderosos en la mayor superpotencia del mundo. Pero si sustituímos a los judíos de la novela por cualquier otra minoría étnica, social o incluso personal, nos daremos cuenta de que lo que cuenta Miller es de lo más actual. Y esa es la fuerza que para mí, seis décadas después de ser escrita, tiene esa novela, un auténtico estudio sobre las relaciones humanas, el miedo, el odio y la respuesta que un hombre ofrece a una situación que se le va de las manos sin darse cuenta.
El protagonista es un hombre corriente, el señor Newman. Un tipo no especialmente brillante ni dotado en ningún sentido, que trabaja en un departamento de selección de personal de una empresa cualquiera. Su vida, anodina pero bajo control, cambia el día que se ve obligado a ponerse gafas. A partir de entonces, su entorno pensará que tiene el aspecto de un judío y como tal le tratarán, aunque ni lo sea ni quiera serlo. No sólo se queda sin empleo, sino que sus vecinos comienzan a tener recelos de él y el Frente Cristiano le señala como objetivo de sus represalias. Le han etiquetado como judío y le aplicarán la misma y violenta medicina con la que quieren expulsar a los judíos confesos de sus inmaculados barrios. Y todo sucede bajo la atenta mirada de un auténtico judío, un buen hombre, dueño de una tienda, que no está dispuesto a ceder al chantaje pero que quiere llegar a entender sus causas.
El momento culminante de la novela es cuando Newman va a ver a ese judío para recomendarle que se marche del vecindario, que sería lo mejor para todos. El judío se niega y le responde anulando por completo su planteamiento. Le hace ver que lo que siente es un odio que no tiene ninguna razón de ser. Que sus ideas se han visto contaminadas por el odio de los demás. "Cuando usted me mira no me ve. Ve otras cosas. ¿Qué es lo que ve? Eso es lo que no entiendo. Dice que no tiene nada contra mí. Entonces, ¿por qué quiere que me vaya? ¿Qué es eso que ve y que lo pone tan furioso cuando me mira?", le dice. Y no obtiene respuesta. Porque no la hay. Porque la generalización étnica o grupal no se puede aplicar a quien no ha hecho mal a nadie.
¿No es actual esa idea? Pensemos en los extranjeros. Pensemos en los gitanos. Pensemos en los policías. Pensemos en los vascos, en los de derechas o en los de izquierdas. Pensemos en los aficionados del Barça. O del Madrid. Pensemos en los que llevan rastas, el pelo largo o la cabeza al cero. Pensemos en cualquier grupo de cualquier ámbito de esta sociedad en la que nos ha tocado vivir ¿Quién no ha generalizado en alguna ocasión y ha lanzado soflamas del tipo "es que son TODOS unos..."?
"Lo que él deseaba era volver a los viejos tiempos en que el odio no tenía consecuencias", se llega a leer en esta novela. Y al pasar sobrecogido por la realidad de esa frase (convencido de que uno de los grandes males de la sociedad moderna es que pocos piensan en las consecuencias de sus actos), no pude evitar recordar las líneas escritas por Bertolt Brecht. ¿Vendrán algún día a por mí...?
3 comentarios:
No he leído a Miller. Conozco la literatura española y latinoamericana y algo de la francesa, pero jamás he leído literatura norteamericana ni inglesa (manías que tiene una).
Tendré en cuenta tu recomendación para próximas lecturas. ;o)
La verdad es que las generalizaciones además de injustas son estúpidas: son una manera maniqueísta de ver el mundo. :-(
Un abrazo!!
Las conversaciones de ese post no son reales (bueno, sólo alguna), son ejemplos inventados, JAJA!! Lo he llevado al extremo para que quede claro lo que quiero decir. ;o)
Un abrazo!! :o)
Me ha encantado leer esta entrada, tampoco he leido nunca a Miller, siempre hay una primera vez. En la vida siempre hay cosas que aprender, y ésta es realmente importante.
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