En el Tengo una pregunta para usted que protagonizó en TVE Mariano Rajoy hace unos meses, dijo algo que se me quedó grabado. Dijo que él no veía crispación ni odio en la sociedad española, como reflejo de la situación política. Pues la hay, ya lo creo que la hay. Y cada vez más, por mucho que el líder de la oposición lo niegue sistemáticamente. Eso es lo que verdaderamente me da miedo. Que hay que vigilar lo que dices y lo que haces delante de ciertas personas. A mí la sensación me parece horrible, pero por lo que parece a los grandes gurús políticos y mediáticos, detrás de sus cristales tintados, detrás de su comitiva de guardaespaldas, en sus casas blindadas, no les importa nada lo que le pase al común de los mortales.
¿Ejemplos? Muchos. Pondré un par de ellos. El otro día coincidí con una de las personas más de derechas que conozco. Estando en una terraza, la conversación, en un momento dado, derivó a temas políticos, y yo, a sabiendas de lo que me iba a encontrar, me giré y busqué otros interlocutores para hablar de otras cosas. Cuando salimos de aquella terraza uno de mis amigos, el que estuvo hablando con esa persona, me contó las barbaridades que le dijo, con tono de odio y con insultos varios, despotricando contra los desmanes, las catástrofes y las locuras que está haciendo, a su juicio, el Gobierno socialista. Moraleja, por triste que sea, no se puede hablar de política con según qué personas.
Otro ejemplo. Un amigo, seguidor de la Real Sociedad como yo, se quedó en Valencia por motivos de trabajo después del último partido de Liga. Unos días después, se topó con uno de los policías que nos custodiaron en el campo de Mestalla y le reconoció. Le preguntó qué hacía allí, porque pensaba que todos nos habíamos ido después del partido. Vamos, que por ser seguidor de la Real y estar en Valencia ya tenía que ser vasco en primer lugar (y no lo es) y terrorista en segundo lugar (tampoco lo es, por si alguien tenía dudas). Esa anécdota me recordó a una que viví yo hace algún tiempo, cuando un hombre mayor se sentó junto a mí en el autobús y se puso a silbar Que viva España al ver en mi carpeta el escudo de la Real. Moraleja, no se puede proclamar públicamente que eres de un equipo vasco, procedas o no de Euskadi, si no quieres que alguien piense que eres miembro de ETA.
Otro más. Mueren seis soldados españoles en Líbano. Los medios afines al PP empiezan a contar barbaridades, inexactitudes y abiertas mentiras. Desde la Cope se cuentan insidias. Desde Telemadrid se manipula hasta extremos insospechados. La cadena en la que manda, y mucho, Esperanza Aguirre nos cuenta como un escándalo sin precedentes que los blindados españoles no llevaban inhibidores de frecuencia y poco más o menos que Zapatero es un ser miserable que ha mandado desprotegidos a nuestros soldados. Omiten un pequeño dato: ningún blindado de ningún país destinado en Líbano tiene ese dispositivo. Moraleja, no dejes que la realidad te estropee un buen titular.
Y podría seguir, por ejemplo citando algunas de las respuestas que uno se encuentra en este mismo blog cuando la crítica es hacia el principal partido de la oposición y el único abiertamente de derechas, por mucho que lo niegue, del espectro parlamentario. Hay uno que incluso me expresaba sus dudas de que yo fuera "una persona de bien", siendo seguramente casualidad que el PP llame siempre a manifestarse a ese sector de la ciudadanía, el de los españoles de bien. Señor Rajoy, hay mucho odio, hay mucha crispación en la sociedad española. Y me resisto a creer que no se dé cuenta. Moraleja, le conviene esa estrategia para intentar el asalto a La Moncloa en las próximas elecciones generales.
1 comentario:
Suele decirse constantemente que el punto de partida es el 14-M: el partido por entonces en el gobierno considera que ha perdido injustamente las elecciones. Las malas artes del nuevo partido gobernante han propiciado ese cambio político, engañando a la pobre gente y derrocando al partido sociológicamente hegemónico.
Aparte de este planteamiento pepero repleto de sesgos de sentido común, memoria y racionalidad selectivas y una total y absoluta autocrítica, tampoco creo que aquel fuera el punto de partida de nada. Todo comenzó mucho antes, como bien explicó "Butanito" en el programa de Quintero y como no menos mal reconoció Luis María Anson a los periodistas de la revista Tiempo. Las tácticas empleadas para cambiar un gobierno dirigido por un candidato, a nivel general, tan carismático como Felipe González por otro mucho menos carismático (recordar Legislativas 1993), resultaron a la perfección. Se consiguió el cambio. Y si funcionó entonces, ¿por qué no va a funcionar ahora, con un candidato socialista mucho menos carismático?.
No obstante, hay algo diferente: a mediados de los 90, muchos votantes del PSOE sí creían conveniente un cambio (desgaste, corrupción). En la actualidad, no está nada claro. El cansancio es más genérico. El PSOE no enamora, pero el PP cada vez genera más repulsión (a la hora que resulta cada vez más atractivo para los suyos).
Al final, en la cabeza de muchos ciudadanos que tomen la decisión de ir a votar estará la pregunta: ¿Quién es el menos malo?. Esperaremos la lección.
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