Anoche pille por casualidad en televisión el programa de Eva Hache en Cuatro. Estaba hablando de José María Aznar y de sus recientes declaraciones en las que admite por fin que no hay ni hubo armas de destrucción masiva en Irak. Marta Nebot le preguntaba a la esposa del ex presidente del Gobierno, Ana Botella, por estas declaraciones. La concejal madrileña le contestó que Aznar fue quien suprimió el servicio militar obligatorio (cosa que, aunque sólo sea por egoísmo personal, le agradezco; yo me libré de la mili con dos prórrogas por estudios...) y que el único Gobierno que envió soldados de reemplazo a una zona de guerra fue el de Felipe González. "Eso no es lo que le he preguntado", le respondió Nebot a Botella, que se limitó a decirle que lo sabía pero que lo que le había dicho era algo que tenía que recordarse.
-
Todos los días hay periodistas que se encuentran actitudes similares. El periodista hace una pregunta y el interrogado responde lo que le da la real gana. Y así se quedan preguntas sin respuesta. Tendemos a minusvalorar el tipo de periodismo como tal que hacen personas como Marta Nebot por su tono cercano a lo humorístico, pero al final son las únicas que se permiten afirmaciones como ésta, que deberíamos hacer todos los periodistas. ¿Por qué nos conformamos con cualquier respuesta si no es una contestación a la pregunta que hemos hecho? ¿Por qué parece que insistir en una pregunta es una falta de respeto y no lo pensamos tanto de no dar una respuesta a lo que quiere saber?
-
Por eso precisamente, elevamos a categoría de héroe al periodista que insiste. Recuerdo una entrevista que Aznar, todavía en La Moncloa, concedió a Luis del Olmo. El periodista le llegó a insistir en cuatro o cinco ocasiones en una pregunta muy directa que el entonces presidente del Gobierno no quiso contestar. La pregunta era por qué Aznar se negaba a conceder una entrevista a Iñaki Gabilondo, entonces en las mañanas de la Cadena SER. Cuando vi las imágenes en televisión, y en medio de la redacción en la que trabajaba, me puse a aplaudir a Del Olmo. Eso fue valiente, porque lo mínimo que te puede pasar al hacer esa pregunta e insistir en ella es convertirte en un vetado más.
-
Aznar, por cierto, suspendió un acto el otro día en Estados Unidos porque iban a acudir periodistas españoles, seguramente con las aviesas intenciones de insistir en este asuntillo de Irak. Todo un adalid de la libertad de prensa nuestro ex presidente del Gobierno, sí señor...
3 comentarios:
Hola!!
En primer lugar quería agradecerte el comentario que dejaste en mi blog. Muchas gracias, pues me hizo mucha ilusión.
He estado ojeando tus blogs y están muy bien, pero el que más me ha gustado yo diría que ha sido éste.
Es cierto que frecuetemente muchos políticos, famosos,etc. evitan las preguntas de los periodistas cuando no saben qué responder o simplemente porque no les da la real gana. A veces sí que es verdad que algunos periodistas hacen preguntas estúpidas (especialmente los del corazón), pero bien es cierto que si el entrevistado no responde a una cuestión es porque le pone en una situación incómoda o embarazosa.
Aznar se creerá que todo lo que él hace está bien. Sin embargo, cuando ve que otras personas saben que esto no es cierto, prefiere hacer como si no existieran. Y de ahí viene esa falta de valoración que tiene hacia los periodistas españoles, debido a que si éstos no comparten su ideología prefiere ignorarlos, ya sea con la palabra (como con del Olmo) o evitando su presencia (como en el acto suspendido en EEUU).
Un saludo ;)
http://anajeronimo88.blogspot.com
Yo me acuerdo de un caso que fue muy claro también, en el programa de Isabel San Sebastián en Antena 3, hace ya muchos años. Carmen Gurruchaga le preguntó a un responsable del PP por qué se eliminaban los salarios de tramitación (el famoso decretazo); el hombre le dio mil vueltas al asunto, sin contestar. Gurruchaga le dijo dos veces que le contestara. "Ya le he contestado", y no dijo nada.
Esto de no contestar es una de las cosas que hacen todos los políticos. Y si no, basta con ver los debates parlamentarios, que más que debates son monólogos: cada uno habla de lo suyo sin tener en cuenta lo que le dicen los demás.
Lo malo de todo esto es que, aunque repreguntes, el entrevistado suele irse siempre por donde a él le da la gana. Total, nadie le obliga ni a responder ni mucho menos a decir la verdad cuando responda. Todo es cuestión de ética... y muchos dirán "¿"eti" qué?".
Publicar un comentario