"Evidentemente todo el mundo pensaba que en Irak había armas de destrucción masiva y no había armas de destrucción masiva, eso lo sabe todo el mundo y yo también lo sé, ahora". Esto lo ha dicho José María Aznar. Sí, en serio, lo acaba de decir José María Aznar en la noche del miércoles en un coloquio. Aquel que era presidente del Gobierno de España cuando nuestro país apoyo oficialmente la guerra contra Irak con el argumento de que el régimen de Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva. Y, lo digo en serio, es un gran paso para la humanidad ver este tibio reconocimiento por parte de uno de los impulsores de aquella guerra. Reconomiciento, por cierto, que su partido, el PP, todavía no ha hecho en público.
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El 16 de marzo de 2003 se celebró la Cumbre de las Azores, en la que estuvieron el presidente del Gobierno español, Aznar; el de Estados Unidos, George W. Bush; y el primer ministro británico, Tony Blair, los tres artífices del ultimátum a Sadam Husein. El 20 de marzo, sin una declaración previa de guerra, comenzaron los bombardeos y la invasión. Durante esa breve guerra (apenas 20 días) murieron miles de iraquíes (militares y civiles, nadie se ocupó de contar los muertos de ese bando) y 177 soldados norteamericanos y británicos. Allí murieron dos periodistas españoles, Julio Anguita Parrado y José Couso. Éste último perdió la vida por el disparo de un tanque estadounidense al hotel de Bagdag en el que se alojaba la prensa internacional. La Justicia española todavía tiene en marcha el caso.
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La sangría no sólo continuó desde el fin de la guerra, sino que se recrudeció. En octubre de 2006, una revista británica cifró en 650.000 iraquíes los muertos desde el comienzo de la intervención militar. En febrero de 2007 se informó de que los soldados norteamericanos muertos en Irak eran ya 3.090, a los que había que sumar 123 bajas de otras nacionalidades. Los heridos, sólo entre los militares procedentes de Estados Unidos, ascendían a 22.401.
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Los daños de este conflicto no fueron sólo en forma de vidas humanas. Hay estudios que hablan del saqueo, destrozo o pérdida de 14.000 piezas de arte, diez millones de documentos y un millón de libros. Entre lo que se encontró destrozado figura el arpa de Ur, uno de los primeros instrumentos musicales construidos por la mano del hombre. En la invasión se han gastado más de 6.000 millones de dólares mensuales que podrían haber tenido fines mucho más aprovechables, quizá contra el hambre, quizá en la investigación contra el cáncer o el sida, quizá en la lucha ahora tan de moda contra el cambio climático. Hasta 620 ciudades del mundo vivieron concentraciones paralelas para rechazar la intervención militar. La manifestación en Madrid fue una de las mayores que vivió España en su etapa democrática.
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Señor Aznar, le agradezco sinceramente el reconocimiento público de que en Irak no había armas de destrucción masiva. Le habría agradecido mucho más no tener que escribir estas cifras. O, al menos, escribirlas sin tener que decir que aquella guerra que todavía continúa y que ni siquiera sé si acabará algún día contó con el respaldo de España. No hemos conseguido un mundo más seguro, como decía el ex presidente del Gobierno. No, eso seguro que no lo tenemos.
1 comentario:
Quiero recordar que, además de nuestros dos periodistas, siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia perdieron la vida en una emboscada en Irak. Cuatro de ellos estaban a punto de volver a España.
Yo, francamento no sé como se puede tener la desfachatez que tiene Aznar. Encima nos dice que nadie sabía que no había armas de destrucción masiva. Pero bueno, este señor qué quiere, tomarnos el pelo a todos los que salimos a la calle para parar este horror (entre ellos, salío mi madre que tiene 95 años y que me dijo "nunca creí que tuviera que volver a manisfestarme en contra de una guerra, creía que a estas alturas, el hombre habría aprendido algo")
Yo lo que quiero es que El Sr. Aznar pida perdón públicamente por las muertes de nuestros dos periodistas y de nuestros agentes del CNI muertos porque a él se le ocurrio jugar a jujegos de guerra con sus dos amiguitos de las Azores.
Y, yo me pregunto, ¿podrá dormir el ex presidente Aznar plácidamente, sabiéndo que todos los días mueren en Irak decenas de personas civiles, niños, mujeres y hombres que son como todos nosotros. Le gustaría a él no poder tener un día de tranquilidad pensando que te van a tirar una bomba y van a matar a tu familia y a tus hijos sólo por el capricho de tres PERSONAJES, llenos de soberbia que se han erigido en salvadores del mundo.
Mira que estoy harta de salvadores de patrias y mundos. Que se compren un yo-yo para jugar, que con la vida no se juega.
Y a estos tres, ¿Quién les juzgará?
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