Zaplana se va. Deja el Congreso de los Diputados para ganar un millón de euros en la antigua empresa pública y privatizada Telefónica. ¿Mi primera conclusión? Que no le voy a echar de menos. Pero nada. Ni una pizca. Ni siquiera por los viejos tiempos. De verdad que no. Que Zaplana deje la política es una de las mejores noticias que he escuchado en los últimos tiempos. Y razones me sobran para pensar así. Por cierto, poner la foto en la derecha de esta entrada no es una casualidad.
Pocos recuerdan que Zaplana adquirió notoriedad en esto de la política gracias a una tránsfuga socialista que le dio la alcaldía de Benidorm. Una tránsfuga que, por cierto, sigue trabajando como asesora para cargos locales del PP valenciano (su marido ya no tiene tanta suerte; le despidieron en noviembre del año pasado. "No me han dado ninguna explicación. Creo que después de 12 años merecía algo más". "No sé si hay un trasfondo político en la decisión de no renovarme el contrato. Soy un profesional, no un político", dijo entonces). Primero de sus dudosos movimientos en esto de la política.
Y es que Zaplana siempre ha estado en el ojo de la polémica por numerosos embrollos de todo tipo, pero pocas veces se ha visto salpicado en serio. Mucha gente habla de su relación en los chanchullos y deudas millonarias de Terra Mítica ("no va a costar ni una peseta", dijo el entonces presidente valenciano, hoy el déficit es millonario), de sus relaciones con el mundo inmobiliario más especulativo y salvaje, de sus costosos relojes (de los que no hablaré, no sea que me gane una querella)... Pero nunca nadie ha conseguido que se le condene en los tribunales de Justicia. Como por ese lado no parece haber nada que rascar, siempre me ha interesado más su faceta mediática. Él, como presidente de la Generalitat Valenciana, trató de lograr un holding de medios de comunicación a su servicio. Pocos se resistieron al influyo de Zaplana y continuaron batallando desde la resistencia. Quizá éste fuera el modelo que Aznar quiso establecer para el Estado (quizá Urdaci nos lo quiera aclarar algún día...) y por eso nombró a Zaplana ministro y portavoz del Gobierno.
Para la historia quedará el comunicado nada improvisado de Zaplana en la jornada de reflexión de las elecciones de 2004, grabado en las oficinas de la agencia EFE con un fondo simulado para que pareciera un edificio gubernamental. Para la historia tendrán que quedar, irremediablemente, sus delirios sobre el 11-M, compartidos con muchos colegas de la derecha política y mediática, en especial su comparecencia ante la comisión parlamentaria que investigó los atentados (donde se dedicó a lanzar numerosas acusaciones al PSOE en lugar de dar datos de lo sucedido durante el Gobierno del que formó parte, algo que ayudara a que algo parecido no vuelva a suceder jamás). Quedan, sin duda, los cuatro años de oposición salvaje que ha protagonizado como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados.
Y queda la sospecha de una maniobra que, tengo la impresión, está más que calculada. Resulta que Zaplana renunció a serguir como portavoz en el Congreso. Muchos pensaron que se iba antes de que le echaran (lo que suceda con Acebes en el Congreso del PP de junio se podrá interpretar de forma parecida). Rajoy hablaba de nombrar "su" equipo y todos sabíamos que Zaplana era del equipo de Aznar. Lo de "diputado raso" no se lo creyó nadie. Yo, desde luego, no. Y ahora lo confirma marchándose gracias a una oferta laboral que no me puedo creer que se gestara de la noche a la mañana. A Esperanza Aguirre le ha dado un disgusto (y se lo notaba al dar sus primeras impresiones sobre este asunto) porque era un apoyo más que probable para su causa (la enemistad de Zaplana con Camps es otro indicio de lo que puede suceder en el futuro en el PP), en el caso de que finalmente decida ser alternativa a Rajoy.
No creo que sea el último en marcharse. Que no tengan cargo alguno el fichaje estrella de la precampaña, el hombre que iba a salvarnos de la catástrofe económica, Manuel Pizarro, y el político que se encargó de la redacción del programa electoral, Juan Costa, son señales más que inequívocas de que hay descontento en las filas populares. Como se le multipliquen a Rajoy los diputados rasos, sólo va a tener dos caminos: la renovación absoluta del PP (¿se atreverá?; ¿será posible que lo haga?; ¿le dejarán?) o la rendición absoluta al ala dura del partido que sobreviva (con o sin Esperanza Aguirre a la cabeza). Los próximos meses siguen presentándose llenos de incógnitas en la vida del Partido Popular...
Zaplana se va. Dice que temporalmente, aunque yo espero que sea algo más definitivo. No hace falta desearle suerte, porque estoy seguro de que su suerte ya se la ha buscado.
1 comentario:
A ver si el próximo es Acebes y nos quedamos todos un poco más tranquilos.
En fin...
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