Pero no he podido. La foto que tengo que poner es ésta:
Y es que el Getafe perdió... y de la forma más cruel. En el último minuto de la prórroga, después de un esfuerzo casi inhumano y que durante 119 minutos parecía que a terminar con un final feliz. Dicen que es un tópico, pero es que el fútbol es así. Suele suceder que los éxitos no llegan cuando son más merecidos. Y eso es lo que le pasó ayer al Getafe. Jugó, sufrió, disfrutó, contagió su entusiasmo a millones de personas... y perdió. Acabó con lágrimas en los ojos. Quizá los valientes que ayer saltaron al campo no tengan en su vida un momento más hermoso por vivir en un campo de fútbol. Aunque lo mismo el fútbol les devuelve parte de lo que les ha quitado en la final de Copa del Rey del próximo miércoles. Quién sabe. Eso sí, esto dolerá siempre.
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Pero lo de ayer fue una lección de fútbol, uno de esos partidos que generan afición, que hacen que se enganche gente que no gusta habitualmente de este deporte. Ayer nueve millones y medio de personas vimos por la televisión esta hazaña inconclusa. Vimos al Getafe, un equipo que hace cuatro años estaba en Segunda División, plantarle cara a todo un Bayern de Munich. Con diez jugadores desde el minuto cuatro de partido consiguieron la proeza de marcar un gol. El sueño se hundió cuando faltaba sólo uno para acabarse el partido. El Bayern empató y fuimos a la prórroga.
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Cuando se produjo la expulsión, seguro que casi todo el mundo pensó que el Getafe ya estaba eliminado. Y lo mismo sucedió cuando los alemanes marcaron en el 89. Yo no. De verdad. Porque, aunque mi mente estaba en aguantar, no en ganar el partido, creo en los milagros deportivos. El gol de Contra fue un milagro. Aguantar hasta el minuto 89 fue otro milagro. Pero marcarle dos goles más al Bayern en la prórroga fue más que un milagro. Fue un sueño, una locura, una maravillosa locura. Pero los alemanes remontaron. ¡Qué alemanes son los alemanes para esto del fútbol! Ya lo dijo Gary Lineker, aquel delantero que jugó en el Barcelona: el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses y en el que siempre ganan los alemanes. Pero fue en el último minuto. Qué cruel es este deporte a veces...
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Seguro que no mucha gente entenderá esta frase que voy a escribir, pero al final el resultado da igual. La leyenda no se construye a base de victorias. Se hace con sentimientos. Ayer fui del Getafe con una fuerza que, dejando al margen a la Real, claro, no había sentido en mucho tiempo. Y creo que la culpa no es sólo de la modestia de un equipo como el Getafe. Creo que también ha tenido mucho que ver el capitán del equipo, Belenguer. Veréis, el año pasado la Real visitó Getafe en una situación crítica. Cuando ellos marcaron un gol, la gente, mucha gente, demasiada, se puso a cantar "a Segunda, a Segunda". Y eso duele que te lo hagan en el campo de un equipo pequeño. Belenguer, con una deportividad que no le había visto nunca a nadie, pidió a su gente que cesaran esos cánticos, que fueran comprensivos con la Real y con los mil realistas que estábamos en la grada. De chapeau. Por eso, ayer lo sentí con él.
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Y un detalle más que no quiero dejar pasar. Oliver Kahn siempre me ha parecido un auténtico porterazo, aunque por estos lares no cae demasiado bien el alemán. Siempre que ha jugado con equipos españoles se han recordado sus fanfarronadas. Esta es su última temporada en activo, se retira ya. Y, aunque algunos no lo quieran reconocer, es una leyenda. Ayer, cuando acabó el partido, le regaló sus guantes a un aficionado del Getafe. "El público fue correcto y animó 120 minutos a su equipo. Nosotros estábamos naturalmente felices pero también hay que pensar un poco en los otros", explicaba tras el partido. Chapeau también para él. Esto es el fútbol, esto debiera ser siempre el fútbol.
3 comentarios:
Yo ayer era pesimista, estaba todo el rato pensando "ahora ya sí que pierden", aunque deseando equivocarme... Lo pensé cuando expulsaron a De la Red y cuando Ribéry marcó en el minuto 89, claro; pero también lo pensé cuando el Getafe falló dos goles cantados de forma increíble (resbalarse después de regatear al portero y... ¡no ver la pelota cuando estás solo!). Y sobre todo, lo pensé cuando el portero del Getafe cometió ese fallo garrafal.
Aunque distorsionada por el deseo de que ganase el equipo español, la de ayer fue una historia que se repite muchas veces en el futbol: la del equipo pequeño que, después de trabajar mucho y merecer la victoria, acaba cediendo ante el grande. Yo reconozco que esto es lo que pasó con la Liga de 2003: el equipo que mereció ganarla fue la Real Sociedad, pero cuando llegó el momento decisivo, el partido en casa contra el Valencia, empató por un gol de rebote; ahí perdió la Liga. Tú te acordarás mejor que yo...
Con todo, ayer fue un día memorable. Desde que el Alavés perdió la final de la UEFA con el Liverpool 5 a 4, en el último suspiro de la prorróga y con un gol en propia portería, no recordaba nada igual.
Por cierto, estoy contigo en lo que se refiere a Oliver Kahn. Es el típico jugador al que la afición rival odia porque es un fanfarrón... y tiene razones para serlo. Para mí, durante muchos años ha sido el mejor portero de Europa: ¡bastante lo hemos tenido que sufrir en los ya clásicos Madrid-Bayern!
Montando los nuevos muebles de IKEA ayer casi me rompo tres dedos después de romper la cuarta llave "SFLÖNJ"... y es que no se pueden montar muebles con un partido así de fondo... la emoción te lleva a romper tornillos... y después la tristeza hace que los dejes medio terminados...
Una auténtica putada lo de ayer, típico del futbol español eso es cierto. Increible perder así. Aupa Geta!! Ganador moral de la UEFA 2008.
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