viernes, abril 04, 2008

Alegrías de equipo pequeño



Nos lo teníamos que haber olido al ver este spot de ING... El Renault de Fernando Alonso no va. Bueno, sí va, que es un Fórmula 1 y ya quisieran muchos de los fitipaldis que conducen con tanto peligro por las carreteras españolas, pero va mucho menos que demasiados coches de la parilla. Hoy andan un poco escondidos y echando balones fuera quienes publicaban allá por el mes de febrero que Renault tenía un as en la manga (un alerón en forma de W que, como dijo el piloto español después, ni era nuevo ni era una revolución), que Alonso iba a hacer un coche ganador aunque no corriera nada, que se iba a luchar por el campeonato del mundo por mucho que se viera lo contrario en los entrenamientos de pretemporada. Quien más, quien menos se ha sentido algo decepcionado por el comienzo de temporada de Fernando Alonso. Pues yo no.

La explicación es sencilla. Soy seguidor de un equipo de fútbol pequeño. Para mí nunca ha sido una decepción estar tres años sin ganar una Liga. Ni siquiera luchar cinco años casi seguidos por no bajar a Segunda (cuando se consumó el descenso de mi Real Sociedad sí llegamos a las cotas de fracaso, decepción y crisis absoluta, cotas que todavía no hemos abandonado). Las alegrías de un equipo pequeño pueden ser ridículas a ojos del seguidor del equipo grande. Pero, ¡ah, cuando llegan las alegrías! ¡Cómo las celebramos! ¡Qué alegría cada vez que nos salvamos del descenso, cuando ganamos un partido sencillo pero grande, cuando llegamos a jugar en Europa o cuando, por un milagro de la vida, luchamos por ganar la Liga! Nuestras alegrías, al final, son más grandes, aunque la celebración no saque a un millón de personas a la calle.

Hoy Fernando Alonso, a pesar de ser el piloto que más gana de toda la parrilla, representa el sentimiento de ese equipo pequeño. Su lucha es por entrar los sábados en la Q3, entre los diez mejores, y conseguir al menos un punto en la carrera los domingos, esto es, cruzar la meta al menos en octavo lugar. Alonso no ha ganado ninguna carrera este año, y a lo mejor no la gana. Pero verle en la primera carrera adelantar a un McLaren fue un subidón. En la segunda carrera logró un punto. No parece mucho, ¿verdad? Pues Felipe Massa, con un Ferrari, todavía no sabe lo que es eso en esta temporada. Lo que sucede es que Alonso nos ha acostumbrado muy mal con esto de estar tres años seguidos luchando por el campeonato.

Con esos años de éxitos, Alonso ha conseguido fidelizar a mucha gente. Ha logrado una base de aficionados a la Fórmula 1 que hace años no existía en España. Yo sigo enganchado. Y si consigue adelantar el octavo y meterse en los puntos, también lo celebraré. Es lo que tiene ser seguidor de un equipo pequeño... Pero, ojo, que los equipos pequeños también tienen sus momentos de gloria. ¿Sabíais que el Getafe hace cuatro años estaba jugando en Segunda División? Pues ayer empató a uno en Munich, frente al Bayern, con un gol en el último minuto. ¡Y cómo lo celebraban! Era el partido de ida de los cuartos de final de la Copa de la UEFA. Vamos, que todavía no han ganado nada, pero no me digáis que no merecen la pena las alegrías de equipo pequeño...

3 comentarios:

Patricia dijo...

Cuando he leído el título del post creí que hablarías del Geta! a medida que avanzaba en el texto no me podía creer que no nombraras la azaña de ayer... menos mal que al final sí que lo has hecho jajjajaja
Ayer, hasta yo, que no soy en exceso futbolera, me vi el partidito del Geta contra el Bayern y grité (y hasta salté, pero no se lo digas a nadie) cuando marcaron gol en el último minuto!

Anónimo dijo...

Jejej te comprendo muy bien Juan. Pues no sufro yo por mi Real Murcia. Qué penita. Pero ahí estamos apoyando la lucha¡ Un beso muaaaaacks¡

Camilo dijo...

Aunque yo no sea de un equipo pequeño (sino del mejor club del mundo y el universo conocido... y el desconocido también XD) te comprendo. Cuando aquel año el Madrid y la Real se jugaron la liga en la última jornada la alegría se repartió en ambos barrios. ¡Ay si el ganador hubiera sido el que no fue! Ganar por obligación está bien, pero mejor es triunfar cuando nadie se lo espera.