A pesar del poquito tiempo del que dispuse para pasear, Málaga, al menos en lo más esencial, es una ciudad que se ve con agrado en poco tiempo. La joya de la ciudad, para mí, es la Alcazaba. No hay una sola foto que haya sacado en ese lugar que le haga verdadera justicia, y la que hay justo encima de estas líneas no es una excepción. Esa fortaleza sólo podría captarse como se merece en una imagen tomada desde el aire. Un turista alemán (al que le pedí que me sacara una foto, entendiéndonos en inglés) me dijo dos o tres veces la palabra "magnificent" cuando pasaba por algún lugar de la Alcazaba que le causaba gran impresión. Y tenía razón. Es un sitio magnífico. Cada nueva estancia en la que entraba iba generando más historias y más Historia en mi cabeza.
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Y hay una gran ventaja de índole material que anima a salir contento de allí. El precio para entrar en la Alcazaba es de dos euros, una cantidad mínima que me imagino ayudará a pagar los gastos de mantenimiento y estudio de tan precioso lugar pero que no es una tomadura de pelo para el visitante. Confieso que me da una rabia inmensa pagar precios elevados por entrar a lugares de visita obligada. Los pago casi siempre (¿quién sabe cuándo podrá uno volver a esos rincones...?), pero no me gusta hacerlo. La cultura y la historia de este país debiera ser accesible para todo el mundo, y por eso no me gustan los atracos en las entradas a lugares como éste. El mismo precio tenía el castillo de Gibralfaro (¡qué vistas tan espléndidas de la ciudad, como se puede ver en la primera foto!), y la entrada combinada para ambos era aún más barata. Así da gusto.
Algo más cara era la entrada a la catedral. Y como ya la conocía (eso y el Museo Picasso eran los únicos lugares que ya conocía de Málaga), decidí emplear mi escaso tiempo en la ciudad en otros lugares. Eso sí, como auténtico amante que soy de las catedrales, no pude evitar que mi cámara registrara un buen número de fotos del exterior catedralicio (incluso desde la cómoda terraza en la que comí el sábado admirando el monumento), como ésta que incluyo. No es una de mis catedrales favoritas (Burgos y León pugnan por ese honor), pero es una magnífica pieza de arquitectura del siglo XVI. He leído que la llaman La Manquita porque su segunda torre se quedó a medio hacer en el siglo XVIII por falta de dinero.
Y si algo merece la pena de Málaga es pasear por sus calles. Aquí tenéis la principal arteria peatonal, la Calle Larios (así la llama todo el mundo, aunque el nombre oficial es Marqués de Larios), donde uno se permitió el lujo de degustar algún que otro magnífico helado después de comer en una taberna típica en la calle Granada, un poquito más arriba, después de pasar por la Plaza de la Constitución (donde están colocadas en el suelo reproducciones en metal de las portadas de varios periódicos del día en que se aprobó la Carta Magna). También merece la pena dar una vuelta por el Paseo del Parque, mezclando los olores de la flora y el mar, o por los Jardines de Puerta Oscura.
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Málaga se ha ganado el deseo de volver. Pero habrá que probar en invierno, que el calor andaluz es mucho calor para mí...
4 comentarios:
Qué bonita Malaga! Me alegro de que la disfrutaras...
pues mira tu que yo estuve en Málaga una vez y no me gustó... será que no vi lo que tu has capturado en tus fotos.
Eso si, la calle Larios si la recorrí, y de noche, de juerga, no está nada mal.
Habrá que volver.
Me he muerto de la envidia!!!El Sur tiene una historia preciosa!En Málaga nunca he estado pero me gustaría, todavía me quedan unas cuantas por visitar. Me ha encantado la entrada futbolero!Acalorada, claro, aquí ya sabes que eso...lo echamos de menos.
Besote!
Qué estupenda descripción. Yo conozco Málaga pero de no haber sido así y después de leerte, me iría este fin de semana.
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