Nacer en democracia supone dar por sentadas muchas cosas. Muchas cosas que, hace no tantos años, eran privilegios que no todo el mundo tenía. Hoy se cumplen 33 años de la fecha oficial en la que murió el último dictador que ha tenido España. En la cama, por cierto. No en la cárcel o en el exilio. Y recuerdo hoy esos aquelarres franquistas que se montaban en esta fecha, vistos con los ojos de un niño pequeño. Los veía por la tele y mi mente infantil le daba vueltas al asunto. Un dictador era malo por definición, era una de esas personas horribles que hacían cosas malas y que no merecían que nadie estuviera a su lado. ¿Cómo podía entonces haber gente que recordara con cariño a un dictador que estaba muerto? No lo entendía. Como tampoco entendía lo de los Reyes Magos o por qué mi entrenador de fútbol sala, en el primer día de entrenamiento, no paraba de señalarme faltas que yo sabía que no eran. Pero es lo malo de estas cosas, que uno acaba creciendo, leyendo, aprendiendo e interesándose por las cosas de verdad importantes.
No deja de ser curioso que el primer 20-N en el que (se supone) no va a haber concentraciones de recuerdo al dictador (eso no ha cambiado, ser un dictador es objetivamente malo aunque algunos se empeñen en encontrar elementos positivos en un régimen dictatorial), al menos en el Valle de los Caídos, sea el que más debate tiene sobre el franquismo y sus secuelas. Llevamos ya unos pocos años polemizando por la apertura de fosas (ímprobo y necesario trabajo, en cuanto que las familias de los enterreados así lo deseen, que no cuenta con apoyo real de las instituciones), por el juicio de la historia y de los tribunales a la dictadura, por la Ley de Memoria Histórica y por tantos y tantos asuntos colaterales de 40 años de la historia de España. Y si saco alguna conclusión de todo ello es que no estamos en absoluto preparados ni dispuestos para debatir sobre estas cosas como personas racionales. Se ha hecho en todas partes del mundo, pero aquí parece imposible. Ya sabéis, Spain is different.
Quizás dejo que hable aquel crío que no entendía las concentraciones del 20-N, pero lo cierto es que hay cuestiones que no soy capaz de procesar, incluso hoy, tanto tiempo y muchas lecturas después. No entiendo por qué hay tanta gente que se quiere dar por aludida o por agredida cuando se habla de la Guerra Civil o del franquismo. No entiendo cómo dejamos que los represaliados por el régimen sientan un desamparo tan enorme por parte de la Justicia. No entiendo cómo la Justicia utiliza este asunto para gloria personal o como una patata caliente que nadie quiere asumir. No entiendo que el franquismo tenga tantos elementos de homenaje presentes en el panorama urbano o en el callejero de las ciudades sin que a nadie le importe. No entiendo tanta ignorancia voluntaria o malintencionada con respecto a lo que pasó en España desde el alzamiento. De verdad, no lo entiendo.
Quizá, insisto, me dejo llevar por la ingenuidad, pero ¿es posible que a tanta gente no le parezca escandaloso que haya tenido que ser en 2008, 33 años después de los hechos, cuando se certificase judicialmente la muerte del dictador para declarar extinguidas las responsabilidades penales? ¿A tanta gente no le inquieta que en España se produjeran crímenes contra la humanidad que todavía pueden ser juzgados y que no están prescritos ni perdonados por la Ley de Amnistía? Y, quizá con mucha más ingenuidad, me pregunto cómo es posible que todavía se afronte este debate desde posiciones ideológicas, por qué tantas gentes de derechas se tengan que sentir ofendidas ante la búsqueda de justicia o ante el juicio de la Historia. La única forma de afrontar este debate es desde un punto de vista humano. A mí la ideología no me importa cuando hablamos de dictaduras. No hay dictores buenos y dictadores malos.
Parece que 33 años de democracia no han sido suficientes en España como para que se hable de estos temas en absoluta libertad y sin que tu interlocutor no se sienta agredido por la defensa de tus propias ideas. No es el franquismo un tema habitual de discusión, de acuerdo, no es en absoluto una de las preocupaciones actuales de los españoles, pero el problema no está en que no lo sea. El problema está en que no puede serlo. Y no puede serlo porque no hay madurez suficiente para acometer este debate, por mucho que se insista en lo contrario. Medios de comunicación, juristas y políticos lo demuestran día tras día. Y en el aniversario de la desaparición de Franco, no estaría de más que algunos pensaran en ello detenidamente.
8 comentarios:
No, no existen dictaduras buenas o malas. Mejores y peores sí, como las democracias, muchas de las cuales han sido peores que muchas dictaduras. Hoy en mi facultad han convocado una huelga general. Dicen que es por el plan Bolonia, aunque yo estoy seguro que es contra Franco. Hay sed de dictador moribundo.
jejej menuda entradita que me tenías preparada hoy Juan. Si va de resucitados... aquí estoy. Yo he necesitado meses para hacerlo, ojalá hubiera sido al tercer día. Pues eso, que hasta mañana espero. Un beso Juan.
Petrarca....lee tu comentario y piensa un poco....o mucho.... a lo mejor es algo nuevo para ti. Pero si te surgen dudas o nuevas ideas no les tengas miedo.
pens.. pensa... emmm... No, no me viene. Pero tampoco hace falta pensar demasiado para ver la de democracias asesinas que ha habido en América Latina. Y las que hay. Y sin embargo en Portugar recuerdan cariño a Salazar.
"No estamos en absoluto preparados ni dispuestos para debatir sobre estas cosas como personas racionales": Estoy totalmente de acuerdo. Cuando se habla de estos temas renacen los odios, la gente se enfurece (¡como si ella hubiera estado allí entonces, si muchos no habíamos ni nacido!) y no se llega a ninguna conclusión. No sé por qué es así, pero veo que lo es y creo que ante todo hay que ser realistas y reconocer que no podemos hacer razonar a quien no quiere razonar, empeñarnos sería darnos cabezazos contra un muro de hormigón.
Es triste, pero es así. :o( Y creo que la culpa la tiene la ignorancia que hay hoy en día en la sociedad, Juan, porque aunque alguien me va a crucificar por decirlo, está la calle llena de ignorantes y la ignorancia motiva el fanatismo y es muy peligrosa.
UN BESITO!!
Bueno, y añado: mientras la gente siga rechazando la formación seguirá siendo ignorante y estaremos condenados a repetir los mismos errores, ojo. Sólo espero haber muerto cuando llegue ese momento.
Muak!!
Petrarca, no estoy de acuerdo. Una mala democracia siempre será mejor que una dictadura. La base es esencial para hacer un buen trabajo. Y nunca creí en las huelgas estudiantiles, siempre pensé que eran pellas encubiertas.
Críptica, me alegro un montón de tu regreso. El día lo has elegido tú, je, je...
Bebita, estoy contigo. Esa es la mejor muestra del fracaso de toda una sociedad frente al terror de una dictadura.
Anónimo, si lees mis debates en los comentarios con Petrarca sabrás que no suelo estar de acuerdo con él. Pero doy fe de que piensa. Por caminos diferentes a los míos, pero piensa.
Casandra, estemos o no de acuerdo en lo que hablemos (que no siempre lo hemos estado, je, je...), me encanta que compartamos el análisis de base: la ignorancia es terriblemente dañina. Yo no sería capaz de crucificarte por decir una verdad tan grande, niña, aunque es verdad que quien discrepe de ti seguramente utilizará ese argumento para rebatirte.
Es que la educación democrática no se adquiere en 33 años sino que necesita siglos (ej, Inglaterra). En España no tenemos tradición ni educación democrática mal que nos pese porque pasamos de una de una monarquia absolutista a un siglo y medio de dictaduras, dictablandas y enfrentamientos civiles y golpes de estado con lo que así es difícil que un pueblo adquiera esa capacidad y no vea al prójimo como una posible fuente de agravios.
De todos modos, y a pesar de los fantasmas escondidos debajo de la cama de nuestra democracia, considero un progreso no sólo estos 33 años sino que mal que bien se pueda comentar el tema.
Impacientes Saludos.
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