De un tiempo a esta parte, el adjetivo favorito de muchos periodistas es el de "histórico". Todo les parece "histórico", pero en realidad no es así. Hay pocos días verdaderamente históricos. El de hoy lo es. Barak Obama ya es el presidente electo de Estados Unidos. Hoy la Historia tiene uno de esos giros que aparecerá en los libros que estudiarán algún día nuestros descendientes en el colegio, en el instiuto, en la univerdad. "Yes, we can", decían en campaña. "Yes, we did", dicen ahora. Pero ahí veo un gran error. El objetivo no debe ser la Casa Blanca. El objetivo debe ser ese anunciado cambio. ¿Será capaz Obama de responder a esas expectativas? Difícil de decir. Si cree que ya ha hecho algo con ganar estas elecciones, se equivocará. Un lema o una bandera no resuelven los problemas.
Aunque ideológicamente me puedo sentir mucho más cercano a Obama que a McCain, lo cierto es que mantengo dudas sobre Obama. No acabo de tener claro si va a ser ese ángel que se nos ha presentado. Sigo preguntándome cómo es posible que suscite tanto fervor, tanto emoción y tanta confianza, incluso de gente que no sabe ni siquiera lo que defiende Obama. Me asusta la posibilidad de que pueda ser sólo una fachada mediática y de imagen. Lo bueno de esta escéptica percepción mía es que esa sensación es muy fácilmente superable. Obama con sus actos puede hacer que dentro de unos meses acepte que mis temores eran infundados. Lo que está claro es que el simple cambio de personas en la Casa Blanca es ya una mejora. Es imposible llevar adelante una Presidencia peor que como lo ha hecho George W. Bush. Todavía me sigue pareciendo inconcebible que este hombre fuera reelegido hace cuatro años. Y probablemente McCain podrá pensar que Bush tiene buena parte de la culpa de su derrota.
Me ha gustado la sinceridad de Obama en su discurso: "Sabemos los desafíos que nos esperan: la crisis financiera, las guerras en Irak y Afganistán, las hipotecas, las facturas de los colegios o de los hospitales que tienen que pagar padres y madres. (El cambio) no lo haremos en un año. Pero América, lo haremos, os lo prometo". Es imposible cambiar un país en un día, y Obama ya lo dice abiertamente. Por desgracia, el presidente electo no va a tener cuatro años antes de que la gente, en Estados Unidos y fuera de allí, le pidan resultados. Ese puede ser su principal hándicap. Eso y lo corto que le tengan atado otros círculos de poder norteamericanos. Tengo también mucha curiosidad por saber cómo se van a gestionar los próximos tres meses. Porque que nadie pierda de vista que Obama no será presidente hasta el próximo 20 de enero. Hasta entonces, tendremos a Bush de presidente interino, dirigiendo la lucha contra esos desafíos que apunta Obama. ¿Es compatible el cambio con la pervivencia de Bush en la Casa Blanca durante tres meses más?
McCain, por su parte, me deja un motivo de satisfacción, un elemento para seguir creyendo en la política, uno que hace tiempo que no se ve en España. Ha reconocido abiertamente su derrota, no ha lanzado explicaciones surrealistas y se ha ofrecido para trabajar en los problemas que tienen Estados Unidos y el mundo. "Estados Unidos ha hablado, y ha hablado claro", dijo. Y añadió: "Son tiempos difíciles y, aunque siguen vigentes muchas de nuestras diferencias, yo le ofrezco hacer todo lo que esté en mi mano para ayudarle a afrontar los retos que le esperan". Igualito que aquí. Me imagino que no hará falta recordar cómo se gestionó el resultado de las elecciones de 2004 para que se entienda esa comparación. Quizá esta democracia norteamericana, con todos sus defectos y tan denostada aquí en España en demasiadas ocasiones, todavía tenga lecciones que enseñar a nuestros políticos.
La campaña, por cierto, terminó con un nuevo resquemor periodístico. Estoy cansando de ver cómo se convierte la tontería en noticia y la noticia en simple anécdota. Pero ayer La Sexta remató toda esperanza de que el periodismo pudiera triunfar en esta batalla. La noticia fue una entrevista en exclusiva al peluquero de Obama. Como os lo cuento. Finalizada la noticia, Cristina Saavedra preguntó a las enviadas especiales por alguna curiosidad de última hora. Y Mamen Mendizábal comenzó a hablar del sistema de voto, del reparto de delegados por Estado. La votación era la anécdota y no nos habíamos enterado. Madre mía...
2 comentarios:
La reacción de McCain ha sido verdaderamente ejemplar. Me cuesta mucho trabajo verla aplicada al perdedor de las elecciones en España, ¿no crees?
Y respecto a Obama... pues me da la sensación de que, en muchas ocasiones, depositar demasiadas esperanzas en algo o en alguien puede traer consigo mucha, pero que mucha decepción... Pero creo que empeño va a poner. Y que, como tú bien dices, el cambio es lo que cuenta.
A Obama ya se le ha convertido en mito, y es imposible que cumpla lo que se cree que va a hacer (en muchos casos, como dices, sin saber qué promete...). De creer a pies juntillas lo que se escucha de boca de los expertos tertulianos, Obama va a suponer el advenimiento en la tierra del Reino de la paz, la solidaridad y la justicia; nunca más habrá una guerra y los ricos van a regalar su dinero a los pobres.
Fuera bromas, creo que los cambios van a ser poco perceptibles fuera de Estados Unidos, y que donde más impacto va a tener su política es en el interior. ¿Un New Deal en el siglo XXI? Complicado. Externamente, salvo algunos matices importantes, como el cierre de Guantánamo (que ya no es lo que era), la progresiva retirada de Irak (que ya está planificada con el gobierno iraquí) y algunos gesto de multilateralismo, no creo que vaya a ser muy revolucionaria.
¿Obama es el nuevo Kennedy? Espero que no, porque la imagen que se tiene de JFK es más mítica que real.
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