La campaña ya está aquí. Aburrido como estoy de que las campañas electorales duren cuatro años, cansado de escuchar titulares vacíos de los mítines de unos y otros, no voy a valorar el fondo de la promesa (repito, promesa; si ganara las elecciones habrá que recordársela, ¿no...?) que ha hecho Mariano Rajoy de no cobrar el IRPF a quienes ganen menos de 16.000 euros anuales. Pero sí me llama la atención el interés que suscita la propuesta y las reacciones que se han producido. Unos dicen que es imposible, otros se pelean por las cifras (el PP dice, sin dar datos, que el coste sería inferior al de las dos reformas fiscales del Gobierno Aznar, el PSOE que costaría 25.000 millones de euros), otros que beneficia a los ricos... En fin, el aburridísimo debate político de turno, sin entrar en el auténtico fondo de las cosas...
Pero a mí es que lo que me preocupa es otra cosa, un dato que aparece reflejado un par de párrafos más abajo de los grandilocuentes titulares. Dicen que la medida de subir de 9.000 a 16.000 euros el límite para no pagar IRPF afectará a más de siete millones de españoles. ¿A nadie le escandaliza que esa ingente cantidad de ciudadanos gane 16.000 euros o menos cada mes...? ¿Realmente creen que con ese dinero se pueden afrontar los gastos de la vida cotidiana hoy en día...? ¿No es en ese desequilibrio entre los sueldos y el coste de la vida donde deberían trabajar nuestos representantes políticos?
Miro mis nóminas y veo que nunca jamás en mi vida, hasta el día de hoy, y estoy cerca ya de cumplir los 30 años, he cobrado más de 1.600 euros. Y eso contando guardias (en plural) y pagas extras prorrateadas, que sólo tenía 12 pagas anuales. Vamos, una birria de sueldo que no permite ni independizarse, ni meterme en una hipoteca, ni grandes lujos. Siepre he pensado que el verdadero problema de este país no está en los impuestos, no está en los servicios, ni mucho menos en las identidades nacionales. Está en los sueldos, que no suben como el resto de las cosas. A mí se me cae la cara de vergüenza (ajena, claro) cuando leo las informaciones de los beneficios multimillonarios de las grandes empresas. Porque conozco licenciados, con cinco o más años de carrera, que no llegan ni a mileuristas y no se benefician de este estado de bonanza de la economía española.
Ese es el cambio que necesita este país. Ojalá alguien se atreviera a emprenderlo.
5 comentarios:
Hola Juan, lo que ninguno dice y todos callan es que si esos siete millones de personas que quedarían exentos de hacer la declaración, se molestaran en hacerla se encontrarían con la sorpresa de que les saldría negativa. Es decir que todo esto no es más que un engaño y una tomadura de pelo, que encima no solo no nos reducen los impuestos sino que nos devuelven menos de lo que ya nos han retenido.
Saludos,
Edurne
Esta promesa me genera más dudas: ¿es una medida populista para ganar votos o en una cortina de humo para otra maniobra menos popular? (aunque si fuera del PSOE tampoco me faltarían temores). Porque hecha la ley, hecha la trampa y tengo mi dudas de que eso cambie para la clase media (la que más carga sufre dentro de una enorme ambigüedad)
Pues sí... si esos siete millones de españoles apenas pasan de 1.000 euros mensuales, mal vamos. Y si el resto tiene que pagar el pato de los impuestos que suprimen o rebajan, vamos peor todavía...
La verdad es que a mi la medida me ha despertado la misma duda que, imagino, a la mitad de la población ¿que van a sacar ellos y que voy a perder yo? pero, al margen de eso que es evidente que ocurrirá, es verdad que yo ya estoy perdiendo por eso que dices ¿no es alarmante los sueldos que tenemos? sobre todo por eso de que no se equiparen a los precios...
Pero bueno, estamos en campaña, como siempre, y ya se sabe, gana la mentira mejor contada no la más efectiva.
Un saludo
Parece ser que el señor Rajoy está esquivocado, por que su propuesta no alcanzaría a 7 sino a 13 millones de trabajadores. Sabiendo esto, ¿quien le puede dar alguna responsabilidad a este señor?.
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