Ayer estuve en el Teatro Coliseum de Madrid viendo el musical de La Bella y la Bestia. Teniendo en cuenta que la película en la que se basa es, para mí, el mejor título de la historia de la animación, uno de los mejores filmes de los años 90 y un clásico instantáneo, el listón estaba muy alto. Pero salí muy contento. Es un muy buen espectáculo, está muy bien interpretado y montado y apenas se da uno cuenta de las más de dos horas que dura (en ningún lado se ofrece esa información, me imagino que para no ahuyentar espectadores: la sesión era a las 20.30 y salí del teatro a las 23.20).
Es un gran trabajo que merece la pena. Hay escenas musicales de la película que tienen muchísimas dificultades en el teatro y las resuelven con nota (especial mención para el número Qué festín -Be our guest en el original-, complejísimo en el fime, uno de sus momentos cumbres de hecho, y muy bien solucionado sobre las tablas). Hay nuevas canciones que no aparecen en la película de Disney y que encajan perfectamente en la obra, incluso para quienes adoramos y veneramos sin duda el clásico animado (que, por cierto, tuve que poner en mi DVD nada más llegar a casa, por una mezcla de nostalgia por el tiempo que llevaba sin verla y ganas de comparar; ¡qué demonios, voy a escribir ahora una entrada sobre ella en mi blog de cine!) hasta el punto de sabernos la letra de muchos de los números.
Me lo pasé realmente bien, y hay algo que me encantó de ver La Bella y la Bestia en el teatro. Es maravilloso escuchar como los más pequeños se reían, se emocionaban, se sorprendían ante lo que iba pasando en el escenario. Me encanta que los más chiquitines sientan tanto esta historia, que tanto me gusta desde que vi la película en el ya lejano año de 1991 (en el que las películas Disney llegaban a España en Navidades cuando en Estados Unidos se estrenaban en verano). Me hubiera gustado tener algún niño al que llevar para que viera el espectáculo. Quién sabe si algún día...
Ahora bien, eso de ir al teatro en Madrid es una aventura. Primero, por los precios. Yo fui invitado, pero mi entrada, en un lateral del teatro (desde el que, por desgracia, se perdían algunos detalles que sucedían en los extremos del escenario) costaba nada menos que 42 euros. Me daba miedo pensar en el gasto de la familia que se sentó delante, una pareja y dos críos... El guardarropa, dos euros más. El programa de mano, otro euro. Y porque no me quise ni acercar al bar, que si no... Creo que en el precio de la entrada hay que buscar la causa de que la gente no vaya más al teatro. El espectáculo merece la pena, el trabajo de todos los que en él participan es magnífico, pero el gasto es inabarcable para mucha gente.
Luego pasamos al capítulo de la educación y cultura españolas. Nunca entenderé cómo la gente es capaz de entrar al teatro (o al cine) con la función ya iniciada. ¡Hubo personas que entraron cuando la obra llevaba ya casi media hora! Ni en esto ni en la puntualidad (la obra empezó con un cuarto de hora de retraso) encontré la seriedad que esperaba en el teatro, al que hace mucho que no iba, y que nunca he visto en el cine. Una de las escenas más graciosas de Spider-Man 2 es el cameo de Bruce Campbell, cuyo personaje, un acomodador de teatro, no deja pasar a Peter Parker a ver la obra de Mary Jane... porque ésta ya ha empezado. Una gran costumbre que habría que adoptar ya en nuestro país, aunque ya sé que eso es absolutamente imposible.
Antes de que empezara la obra, se nos advirtió que la Bestia se enfadaría muchísimo si escuchaba un móvil durante la representación. Y no sonó ni un solo móvil. Bueno, creo que fue lo único que no sonó, porque ruido hubo muchísimo en el patio de butacas. La gente entrando, andando por los pasillos, botellas de agua y no sé si de algo más... Incluso en mi fila, un poco más a la derecha, se montó una tertulia que no podría asegurar que tuviera la obra como tema de debate... Nunca he entendido por qué la gente es tan poco educada, con las demás personas y con los profesionales que están trabajando en el escenario. Supongo que todo esto es el precio que hay que pagar por ir a ver un muy buen y recomendable espectáculo como es La Bella y la Bestia...
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