martes, agosto 28, 2007

Sucesiones

En este aburridísimo verano político de 2007, la noticia de este campo que más tiempo ha ocupado a los medios de comunicación ha sido el afán del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, de entrar en la lista de Mariano Rajoy para las elecciones generales y ocupar un escaño en el Congreso en la próxima legislatura. No lo había comentado antes porque, en realidad, me parece un asunto algo aburrido (como todo el verano, insisto; demasiadas vacaciones tienen nuestros representantes públicos...). Pero como este fin de semana me han dicho que tengo algo desatendido este blog, cosa que es cierta, pues allá que voy...

La verdad es que las cuestiones sucesorias no me importan demasiado desde que tuve un pequeño incidente profesional con estas disquisiciones partidistas. Y cuando es en el PP, ando con más cuidado todavía. Situémonos en el verano de 2003. José María Aznar es el presidente del Gobierno y del PP. Javier Arenas es el secretario general del PP. Y estaba de moda hablar de las quinielas sucesorias de Aznar, en las que Rajoy y Rodrigo Rato parecían tener ventaja sobre el resto de nombres. A Aznar no le gustaba que se hablara del tema, pero casi todos los responsables políticos lo tocaban de vez en cuando. Vamos, que necesitábamos pocas excusas para montarnos relatos sobre las posiblidades de uno u otro en función de los gestos, los apretones de manos y las declaraciones.

Entonces Aznar se fue de viaje oficial a América y a Arenas le preguntaron en una de estas típicas entrevistas de programa matinal radiofónico por el futuro del PP. De forma más o menos textual, dijo que "a lo mejor después de las elecciones generales conviene que el presidente del Gobierno y el presidente del PP sean la misma persona". Haciendo uso de mi cerebro (por lo visto, un error), analizo esas palabras y echo cuentas. Es seguro que Aznar no va a seguir siendo presidente del Gobierno porque no iba a ser el candidato. Pero como presidente del PP iba a continuar al menos nueve meses tras la celebración de las elecciones, porque el congreso ordinario del partido estaba previsto celebrarse a finales de 2004 o comienzos de 2005.

Después de un repaso a los estatutos del PP (algo que, probablemente, sólo yo hice, así de ingenuo era entonces), me doy cuenta de que la presidencia del partido sólo se puede conseguir mediante la celebración de un congreso. En otras palabras, sólo había un camino si se quería atender la sugerencia de Arenas (quien, insisto, era entonces secretario general del PP): celebrar un congreso extraordinario después de que Rajoy ganara las generales, que adelantara en meses la fecha del ordinario. Así pues, titulo mi información de la siguiente forma: "Arenas abre la puerta a un congreso extraordinario en el PP después de las generales". Recalco lo de "abre la puerta". No digo "defiende", "exige" o "promueve", ni nada por el estilo.

Me acuerdo perfectamente que le pregunté a la compañera en la que más confiaba qué le parecía el titular. Ella le dio el visto bueno (en realidad lo merecía, no decía nada que no fuera real), pero le dije: "Nos van a llamar". Y efectivamente, después de comer vino a verme el subdirector de la agencia (el director estaba de vacaciones, al igual que mi redactora jefe). "Arenas no ha dicho esto", me dijo, en alusión al titular. Yo le expliqué que, efectivamente, no había mencionado la posibilidad del congreso extraordinario pero que atendiendo a los estatutos del PP era la única vía de hacer efectivo su deseo. "Hay otras formas", me replica, apuntándome que Aznar podría delegar el poder. Pero seguiría siendo presidente, aunque no ejerciera como tal, le repliqué de nuevo. "Estoy hay que cambiarlo". Perfecto, se cambia, que donde hay patrón no manda marinero. Ya teníamos una estupenda información sin fuerza y plegada a intereses que no me quiso aclarar.

¿Qué provocó que el subdirector de mi agencia me ordenara cambiar esa información? Obviamente, una llamada desde Génova, no me cabe la menor duda. Estoy convencido de que a los responsables de prensa del PP (y seguramente no sólo a ellos) no les gustó que hablara de un congreso extraordinario (algo que Aznar había vetado públicamente semanas antes) ni que insinuara una posibilidad de un gobierno bicéfalo (palabra que tanto asusta al mundo político en general desde la bicefalia socialista de Almunia y Borrell) en el PP entre el propio Aznar y el sucesor que designara.

La rectificación de mi noticia tuvo dos consecuencias. La primera, que Arenas fue consciente de que se había equivocado y que la mía era la única interpretación posible. Convocó a los medios a última hora de la tarde para echarse atrás en sus declaraciones matinales. La segunda, que la mayoría de los periódicos que cogieron mi información optaron por la primera, la libre y analítica, y no la mutilada, sesgada y privada de todo razonamiento lógico. Al menos me quedó claro que hay cerebros pensantes en la prensa de provincias, que era para la que yo escribía fundamentalmente, y que tuvieron claro que la auténtica información estaba en la primera que envié.

Desde entonces, no me gusta meterme en los problemas sucesorios de unos y otros. Que digan lo que quieran y que hagan lo que quieran. Porque al final va a ser el poder y no las bases quienes decidan quién va a representar al partido político (que no a sus votantes). La pregunta ingénua de la semana es quién representará el poder en el PP después de las próximas elecciones si Rajoy no consigue ganarlas...

3 comentarios:

Reverendo Pohr dijo...

Saludos!

Para el planteamiento de base, uno podría preguntarse: ¿Para qué quiere un alcalde de la ciudad más habitada de España ser también diputado? ¿se aburre en su trabajo? ¿Cree que no hay militantes en su partido lo suficiente buenos para trabajar como diputados? ¿Es una persona multifuncional e hiperactiva seriamente necesitada de trabajo, mucho trabajo?.

Al parecer la jauría de bestias políticas se desmadran sobremanera cuando aparece un "alimento". Hay que conseguir poder como el que gana un trofeo. Como si lo importante no fuera el ejercicio, sino el ostento de él. ¿Herencia? ¿Sucesión? ¿qué sucesión? Como ocurre en las fiestas: ¿Para qué vamos a marcharnos ahora, si ahora YO me lo estoy pasando de putamadre?

Greetings

Unknown dijo...

Qué interesante la historia del titular. Creo que deberías contarnos más experiencias como ésta: son ilustrativas y nos ayudan a conocerte mejor -y a consolarnos, como el del refrán, al tiempo que nos damos cuenta de que hay mucho retocalíneas suelto por el mundo-.

Besos.

Juan Rodríguez Millán dijo...

No podría estar más de acuerdo, Reverendo...

Gracias, Noelia. Me apunto la sugerencia. No es que tenga muchas historias que se puedan contar, pero alguna que otra sí tuvo su gracia, sí...