viernes, abril 06, 2007

Lágrimas digitales

En Diamante de sangre hay un detalle que a la inmensa mayoría de los espectadores se le va a pasar, entre otras cosas porque no se ha publicitado. En una de las escenas (no es la de la foto que acompaña esta entrada; simplemente me gustó esta imagen...), el personaje de Jennifer Connelly está hablando por teléfono. Una lágrima recorre el rostro de esta maravillosa actriz. Esa lágrima no es real. Es digital. Está creada por ordenador por expreso deseo del director de la película, Edward Zwick.

Y aquí se abre el debate. ¿Pueden los efectos especiales interferir con el trabajo supuestamente sincero y emocional de los actores o se trata de una transgresión poco ética de la labor de los intérpretes? El diario The London Times ha publicado un artículo sobre este debate y cita a un técnico que prefiere no dar su nombre: "La actuación es algo sobre la honestidad, pero algo como esto hace que lo que veas en la pantalla sea un momento deshonesto. (...) Todo el mundo se siente algo sucio por ésto".

Jeff Hauser, otro experto artesano de los efectos especiales sostiene en el mismo artículo la opinión contraria. "¿Dónde está la controversia? Por lo que he oído, el director decidió mientras montaba la película, mucho después de que finalizara el rodaje, añadir una lágrima a la escena. Si puede hacerlo sin necesidad de volver a rodar la escena, ¿por qué no debería hacerlo? No es un documental ni imágenes de informativos. Es entretenimiento", argumenta.

Conviene hablar de algunos antecedentes. Y voy a recordar dos que fueron en su día algo polémicos. George Lucas ha sido el pionero del uso de las tecnologías digitales en el cine. Cuando estrenó La amenaza fantasma se publicó (y criticó) que había incluso cambiado a actores de sitio en algunos planos. Antes ya se habló de este tema con algunos anuncios publicitarios que utilizaban las imágenes de actores ya fallecidos (recuerdo ese precioso anuncio del Ford Cougar con Steve McQueen y la música de Bullit). Entonces se dijo, a modo de advertencia, que en el futuro podrían hacerse películas con actores ya desaparecidos o incluso con intérpretes de jóvenes.

Soy un firme partidario del uso de las tecnologías en el cine. No veo la polémica por ningún lado y defiendo sin dudarlo a Edward Zwick. Además del inmenso ahorro de tiempo y de dinero que supone utilizar el ordenador para cambiar un detalle como éste, es importante tener en cuenta la escasa relevancia que tiene la modificación. Pero, ojo, eso mismo sigue abriendo un peligro importante para el futuro.

Los efectos especiales han llegado ya a un nivel tan increíble y realista que se puede hacer cualquier cosa en una película. Se puede cambiar cualquier detalle, se puede incluir, añadir o quitar cualquier cosa de la pantalla. El cine es un arte colectivo, en el que son muchas las personas que tienen que colaborar para que veamos lo que finalmente se proyecta. Y el peligro es que el cine acabe siendo una visión personal de un director que trabaje en contra de otros profesionales. Quizá un actor quería expresar algo y el director lo cambia para expresar lo contrario. Y aquí sí que estaría en juego la honestidad de la actuación. Pero todavía no se ha dado nada parecido y este ejemplo no es tan alarmante como cree ese técnico sin identificar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo quiero que una peli me emocione (y no en el sentido solo de llorar, también de reír o pasarlo bien), me da igual si el actor mientras lloraba pensaba en la muerte de su perro, en que lo ha dejado la novia o si la lágrima es de bote o digital... sabemos lo que es el cine.
Para ver actores siempre estará el teatro.

Anónimo dijo...

Creo que no es algo nuevo, en "un puente hacia terabithia" creo q una lágrima q aparece en el chico protagonista es digital

yo no creo que esto sea algo que está mal siempre y cuando a los actores no se les olvide el resto. De hecho incluso les permite concentrarse más en las demás cosas implicadas en la situación que tienen que interpretar, en lugar de estar pendientes del abanico q les hace llorar, o de ponerse a pensar en algo triste para hacer aflorar las lágrimas.

No es algo muy estendido pero seguramente lo empiecen a utilizar más frecuentemente.

Saludos