Quería profundizar yo en el debate que me ha abierto Bebita en el post de hacer unos días sobre la intervención de Zapatero en TVE del pasado lunes. Lo que dice me interesa (como todo lo que suele comentarme o escribir en su propio blog, como todas las aportaciones que me dejáis y que a veces me sugieren nuevas entradas) porque pone el dedo en la llaga de un asunto, la venta de armas a determinados países, que debiera tener más protagonismo del que tiene. Y el tema tiene además muchos puntos de vista posibles, lo que hace el debate mucho más rico e interesante.
Desde luego, desde el punto de vista humano, la cuestión es más que interesante. ¿Debe vender España armamento a países conflictivos? La respuesta que nos saldría a la mayoría es que no, pero creo que hay demasiados matices como para dar esa contestación de forma apresurada. Primero, ¿qué consideramos un país conflictivo? Porque nos sorprendería ver qué países pueden no cumplir los requisitos. Seguimos. ¿Estaríamos dispuestos a romper relaciones comerciales y diplomáticas con un país amigo por negarnos a venderles armas? Y otra pregunta, aún más importante: ¿sería efectiva una medida moral de este calado si sólo la adopta un país? Aquí la respuesta es fácil. Evidentemente no. No quiero mirar hacia la ONU porque ya sé que es una mirada perdida, pero si no hay una actuación global no habrá resultados notables.
Esta semana la polémica se ha centrado en la venta de armas a Israel. Dije entonces que la polémica me parecía algo artificial porque según datos que escuché, las exportaciones a Israel suponen algo menos del 1 por ciento de las armas que España vende a otros países. Teniendo en cuenta el presupuesto militar israelí, la aportación española es ínfima, y sobre todo en equipos de imagen o contramedidas, no en armamento propiamente dicho. No le quito importancia al asunto, que quede claro, pero hay que tener en cuenta los efectos reales de lo que se pide. Si España no vende armas a Israel, Israel no lo va a notar. Sin una acción general, es imposible que haya incidencia. Quizá sirva para tranquilizar las conciencias de algunos políticos, pero se seguirán perdiendo vidas. No nos debiera bastar que la sangre manche otras manos y no las nuestras.
Sin buscar demasiado en Internet, uno encuentra que a finales de 2007 se aprobó una nueva Ley de Control de Comercio Exterior de Material de Defensa y Doble Uso, que entre otras cosas obliga al Gobierno a remitir cada seis meses informaciones por escrito de las exportaciones realizadas, tipo de armas y país de destino. La Ley daba respuesta a peticiones realizadas por distintas ONGs durante los últimos diez años, y todas ellas celebraron el nuevo texto legal como un avance porque era un ataque directo a la falta de trasparencia que durante tantos años ha reinado en este mercado. No obstante, estas organizaciones mantienen sus quejas, por lo que parece obvio que falta mucho por hacer.
En esas quejas, las ONGs denuncian que España sigue vendiendo armas a países como Colombia, Pakistán, Israel o Marruecos. La Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona denunciaba en 1999 que España vendía armas a 17 países que no cumplían los requisitos de la Unión Europea. En 2001, otra información apunta 14 países conflictivos. Parece claro entonces que ha habido avances desde aquellos años, y justo sería reconocerlos también, al margen de que sigan vivas las reivindicaciones. Porque si tenemos una ley con poco más de un año de vida, lo suyo es que se cumpla.
Lo que no me gusta del debate son las desviaciones interesadas (que es lo que para mí hizo Soraya Sáenz de Santamaría con su intervención al día siguiente) y las ingenuidades. Lo suyo sería tratar el tema con seriedad y rigor para encontrar soluciones. Y eso, necesariamente, tiene que englobarnos a todos: ONGs, los diferentes estados, los partidos políticos y los medios de comunicación. En España, creo que fallan mucho los partidos políticos (porque no quieren comprometerse a un debate serio), bastante los medios de comunicación (porque la información parece sesgada y demasiado coyuntural) y no sé muy bien cuánto pero desde luego mucho el Estado (creo que hace falta más información y transparecencia para tener ideas claras).
Yo no soy partidario de vender armas a Israel si su Gobierno sigue empeñado, y va a seguir empeñado, en lanzar ofensivas asesinas como la actual. Pero hay que ser conscientes de que no es un debate "armas sí / armas no". Es un debate que engloba muchos más factores comerciales y diplomáticos que afectan a nuestros intereses como país y a nuestras relaciones con otros estados amigos y con los organismos internacionales de los que formamos parte. Ese es el debate que debemos hacer. Con toda la información y con todas las opiniones.
5 comentarios:
No sé cómo estará en los medios de comunicación, pero yo en las calles sí veo a la gente hablar de la venta de armas a Israel. No es el tema principal, pero algo sí nos ha chocado, por lo que se ve.
Más interesante que el tema de si debemos o no debemos vender, cuya respuesta me parece obvia (pese a todos los contra que has expuesto y pese a que tengas razón en tu argumentación), es el hecho de que Zapatero diga que con esas armas Israel no mata gente. No tengo muy claro si lo dice porque sabe que somos imbéciles o porque es un ingenuo, pero tiene su miga la afirmación.
S. Dedalus, es que esa parte del programa produce asombro a cualquiera. Yo creo que hay una tercera explicación, pero no sabría decir si es más o menos inquietante que las posibilidades que tú apuntas: no sabía realmente lo que decir y eso es lo primero que le vino a la cabeza...
Bebita, tristístimo, tienes toda la razón. Pues no estaría mal que apareciera, pero creo que el cambio tendría que ser tan radical, afectar a tantos intereses, que ese político jamás haría carrera... Pero bueno, soñar es gratis...
Tenemos propensión a hablar de gobiernos, cuando son empresas las que comercian. Ahora bien, uno puede preguntarse ¿y por qué no un embargo a Israel?. Aparte de ser una estrategia esteril (como dice Juan, no tendría efectividad de no mediar acción colectiva), no veo que ningún gobierno de ningún país
vaya a hacer la cama a sus empresas (existen más que incluso median a favor). Eso por no comentar el uso de estrategias que facilitan que ciertos productos resulten más baratos a los consumidores occidentales. Algo me dice que si investigaramos las causas de un huracán, podríamos llegar a encontrar a la mariposa culpable de las antípodas.¿Qué haríamos entonces?
Aunque el tema de mucho pie a la demagogia y la hipocresía, no deja de ser interesante el debate al respecto.
En este, como en otros temas, hay que hablar claro: las armas se utilizan para matar, ya sea de manera defensiva u ofensiva. Ese debería ser el punto de partida de este debate, y no el final: no se puede criticar a quien compra un arma que la utilice, porque es de cajón que va a hacerlo (otra cosa es cómo la utilice).
En la venta de armas los Estados tienen una gran importancia, aunque Reverendo Pohr aclare que los intercambios comerciales son entre empresas, ya que en la mayoría de los casos están intervenidas por el sector público. Y por eso las decisiones que se adoptan no sólo responden a razones comerciales (o en su caso humanitarias), sino también de alianzas geoestratégicas. A España, como país, ¿le interesa que en eventuales conflictos bélicos en Oriente Próximo gane Israel o Irán, por ejemplo? La respuesta es obvia, e igual de obvia es la decisión de a quién deberían venderse las armas.
La otra respuesta que hay que contestar en este debate es: ¿vendemos nosotros las armas o dejamos que lo hagan otros? Porque de una u otra manera, quien necesita armas las va a conseguir. Y si decidimos que no tenemos que vender armas, tenemos que aceptar las consecuencias: no sólo el dinero que deja de percibirse y el posible deterioro de relaciones diplomáticas, sino también la pérdida de los puestos de trabajo que directa e indirectamente dependen de las industrias militares.
Lo dicho anteriormente no significa que yo defienda que hay que vender armas a cualquiera que las quiera, pero como dice Juan, decidir qué país es conflictivo depende de las circunstancias del caso concreto y, en todo caso, de medidas colectivas que aseguren la efectividad del embargo.
Reverendo, yo también pensé en ese matiz, el de empresas y gobiernos, pero tengo entendido que el grueso de las ventas parten del Ministerio de Defensa.
C.C.Buxter, hablar claro... Ojalá se hablara siempre claro. Lo malo de todo esto es que mientras nosotros debatimos, con las manos atadas y sin posibilidad de hacer grandes cosas, se siguen perdiendo vidas inútilmente.
Publicar un comentario