domingo, enero 04, 2009

Podría empezar el año cabreado...

La verdad es que podría empezar el año en este blog cabreado. Cabreado por asomarme a los medios de comunicación y comprobar la impunidad con la que un país, Israel, mata a centenares de personas sin que nadie mueva un dedo. Cabreado porque ya no me importa quién pueda llevar la razón en este asunto, porque ninguna razón ni ningún asunto puede justificar el asesinato indiscriminado de civiles. Cabreado porque Estados Unidos impide una condena de Naciones Unidas, porque Naciones Unidas no sirve para nada o porque el salvador Obama no quiere mojarse en un tema delicado antes de que realmente le toque hacerlo. No vaya a ser que le salpique.

Podría estar cabreado con esa costumbre tan española de convocar huelgas (o realizarlas de forma encubierta e ilegal) en la fecha en la que más destrozo le hace a la gente de a pie, al ciudadano, al pobre tipo que tiene que viajar. Porque hoy son los controladores aéreos y los pilotos de Iberia, pero todos sabemos que podría ser cualquier otro colectivo, y también lo harán con la misma impunidad con la que este año han ensombrecido las navidades de muchos. Porque lo importante parece ser hacer daño a la gente, que lleguen tarde a sus casas en estas fechas o que no se puedan reunir con los suyos. Porque el trabajo se haga siempre de forma irresponsable o que cuando no se haga sea de la forma más dañina posible.

También podría estar cabreado por lo desesperantemente bajo que es el nivel del periodismo español. Por seguir leyendo noticias interesadas y patrocinadas por un poder concreto que pasan por verdades irrebatibles. Por el hecho de que un redactor jefe haya pensado que puede ser noticia de un informativo en televisión una entrevista a tres tipos disfrazados de Reyes Magos. Por la locura que supone que un tipo que pretende titular una información de esta rocambolesca forma, "Zapatero se muestra receptivo ante la posibilidad de que el Estado compense a las autonomías con lengua propia, según Touriño", no sólo se quede tan ancho con esa forma de incluir la fuente, sino que además conserve su puesto de trabajo mientras que hay profesionales como la copa de un pino con el miedo a perderlo o cumpliendo encargos indignos de su categoría.

Incluso podría estar cabreado por la forma en la que algunos tratan a aquellos a quienes llaman amigos, desapareciendo cuando más falta hacen, poniendo en peligro esas amistades por pequeñas idioteces y sin valorar lo que sus amigos o los que quieren serlo hacen por ellos. Podría cabrearme que haya gente que no conteste nunca a un mail, a un SMS o que no acuda a citas previamente establecidas dejando la sensación de que uno no es más que un segundo plato a degustar sólo si falla el primero. Podría cabrearme el pasotismo o incluso el desprecio de la gente hacia quienes, cuando se les piden explicaciones, dicen sentir cariño.

Podría estar cabreado por estas cosas y por muchas más, y este post con el que inicio el año podría ser un lamento. Pero no, no voy a empezar el año (aunque ya sé que es día 4, pero es que no me había asomado todavía por aquí) cabreado. En realidad es que no me apetece. Porque ya se sabe que el que se cabrea tiene dos trabajos, cabrearse y descabrearse. No suelo hacer propósitos de año nuevo. Pero este año voy a hacer uno. No me voy a cabrear tanto por estas y otras cosas que pasan en el mundo y a mi alrededor, que no puede ser sano. Positivismo de año nuevo, vamos...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Feliz año, hombree! Y los cabreos, como dices... para el año que viene!

Anónimo dijo...

Pues no me extraña que te cabrees.Vamos a intentar que los cabreos se oigan y se les caiga la cara de verguenza a algunos.Esto es como lo de el salto de millones de chinos al mismo tiempo¡se nos oiría!
¿Que hacemos?A ver si se te ocurren ideas y me uno.Mientras, yo creo que siempre vale la pena decir lo que nos cabrea y no callarnos que se nos pone una cara...

Casandra dijo...

Puffff, te entiendo. Yo a veces me pongo de mala uva y pego cuatro gritos y ya se me pasa. :-S Pero en efecto es mejor empezar el año sin cabrearse. En la vida las cosas pasan a tu alrededor y realmente es poco lo que puedes hacer. No podemos controlar el mundo. Así que hay que tratar de sobrevivir a él.

En cuanto a lo del bajo nivel del periodismo, en todas las disciplinas ha llegado al poder en estos últimos años un grupo de subnormales profundos mediocres que nos hunden en la miseria. En fin.

UN BESITO!!!! ^_^

Anónimo dijo...

es difícil, con este panorama no empezar el año cabreado
será el instinto de supervivencia...
besitos

Anónimo dijo...

El cabreo no tiene sentido si no acarrea castigo o al menos escarnio de los que provocan el enfado. Por supuesto asumiendo que es causado por una razón objetivamente clara.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Pilix, gracias, que tengas tú también un feliz año. Ya dudo que sea capaz de controlar esos cabreos, ya... Pero ahí está la intención...

Inés, la única idea que se me ocurre es decir y seguir diciendo todo aquello que es injusto. A fuerza de decirlo y de insistir, puede que algo llegue a los oídos adecuados. Callarnos nunca. Por cierto, ¿es la primera vez que me dejas comentario...? Si es así, bienvenida, ahora te devuelvo la visita.

Casandra, pues sobrevivamos, pero peguemos ese grito de vez en cuando. Por nuestra propia cordura... Seguro que tienes razón en que la inutilidad afecta a más sectores, pero el periodismo es el mío, lo veo día tras día y me da una pena horrible... Por eso lo digo de vez en cuando.

Bebita, ojalá que no te cambie el mundo, de verdad. Aunque fíjate, yo todavía creo que algo sí podemos influir en él... Cabreado no. Pero sí con algún que otro grito desesperado.

Muchacha, sí, es difícil, sí... Pero si no lo intentamos nosotros, ¿quién lo va a hacer...?

Anónimo, probablemente tengas razón, pero supongo que los que nos cabreamos de esa forma es porque, en el fondo, no somos capaces de aplicar castigos o escarnios. Difícil cuestión esa...

Anónimo dijo...

Yo me seguiré enfadando. Por esas cosas y por las que no has nombrado pero sé que conoces, sufres y te importan. Me gustaría poder proponerme enfadarme un poco menos, pero sé que no voy a ser capaz.