sábado, enero 24, 2009

Libertad de prensa, conspiraciones varias

Libertad de prensa. Libertad de opinión. Cuántas veces se han invocado estos derechos para pisotear otros muchos. Cuántas veces se ha confundido la legítima opinión con una barbaridad, una injuria, una acusación infundada, un intento de liquidar la carrera pública de algún personaje. Y cuánto daño nos hacen estos casos a quienes defendemos con fervor la libertad de prensa y opinión para poder ejercer el periodismo con libertad, con rigor y con sentimiento, sea desde un medio de comunicación importante o desde un modesto blog. Si hay un nombre que podemos asociar a este perjuicio que padecemos los periodistas por comportamientos así, es el de Federico Jiménez Losantos. Hace algunos meses, me congratulé de que fuera condenado por las injurias que dedicó al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Ahora creo que ya es el momento de exigir algo más.

Ayer, Federico Jiménez Losantos lanzó a las ondas su versión de los espionajes cruzados que se están descubriendo en el PP madrileño. Uno de los que al parecer fue espiado es Alfredo Prada, consejero de la Comunidad de Madrid haste hace no demasiadas fechas. Coincidió su salida del Gobierno regional con su entrada en la Ejecutiva nacional del partido de la mano de Mariano Rajoy. Hay quien piensa que esa coincidencia se debe a la oposición de Aguirre a Rajoy. El caso es que Jiménez Losantos dijo de Prada que "se le adjudicó, precisamente, el intento de grabar, de seguir, etc., aparte de intentar asesinar... bueno, de provocar con su incuria un accidente que pudo acabar en el cementerio con Esperanza Aguirre y con Rajoy. Por cierto, ahí no quiero preguntar ¿qui prodest? [¿a quién beneficia?], porque eso sí que ya…".

Se refería, como supongo que todos sabréis, al accidente de helicóptero que sufrieron el presidente del PP y la presidenta de la Comunidad de Madrid en 2005. La pregunta que tenemos que hacer es clara. ¿Puede un comunicador utilizar un micrófono para acusar sin pruebas a una persona de un intento de asesinato? Y la respuesta es obvia. No, no puede. Y no debe. Sobra decir que Jiménez Losantos no se va a detener en nombre de la decencia o la ética periodística, y por eso considero necesario que alguien le ponga freno. No vale invocar la libertad de opinión para decir de forma irresponsable todo lo que le plazca al comunicador de turno. Visto que la Justicia sólo puede imponerle perioódicas multas (tantas como demandas se presenten, dados los antecedentes) y no tiene capadidad de ponerle un final a esta historia, hay tres grupos que podrían detener sus barbaridades radiofónicas: los oyentes, los empresarios y el gremio.

Parece difícil que todo el mundo se ponga de acuerdo en no sintonizar el programa de Jiménez Losantos, más que nada porque hemos llegado a un punto en que el fanatismo está muy extendido, muchos parecen coincidir con las opiniones más radicales del locutor e incluso aplauden que se lancen proclamas como esa por las ondas. Los empresarios de medios de comunicación parecen también disfrutar con comunicadores así. En el caso de la COPE es incluso más sangrante. La emisora de la Iglesia ha decidido, conscientemente, que los principios éticos que propugan para el resto de la sociedad (y que suele derivar en críticas excesivas hacia quienes, conscientemente, no nos consideramos público objetivo de sus mensajes) no son aplicables a sus locutores.

Finalmente, el gremio parece no existir. ¿Por qué las asociaciones de prensa no velan por el buen comportamiento de quienes las representan, de quienes dan la cara ante el público? Sólo salen cuando somos los ofendidos, pero desaparecen cuando tenemos que dar un tirón de orejas a uno de los nuestros. El corporativismo nunca ha sentado bien a la gente, que se lo pregunten a los jueces. El silencio en estos casos es perjudicial para la profesión, que se hunde ante la opinión pública cada vez que un comunicador sobrepasa de una forma tan lamentable las fronteras de la libertad de expresión. No actuar contra alguien que perjudica tanto a los periodistas es una forma de cobardía y una demostración de que el periodismo pasa por un momento delicado.

Por cierto, que este caso de supuesto espionaje cruzado me deja dos incongruencias de esas que me encantan. El pasado miércoles, Gallardón dijo en 59 segundos que la relación con la Comunidad de Madrid es muy buena a pesar de que no haya trato personal entre alcalde y presidente. Qué curioso, ese argumento no le valía a casi nadie para explicar la relación entre España y Estados Unidos con Zapatero y Bush de presidentes... Y El Mundo publica en un editorial que este caso es "una operación mediático-política para destruir la carrera política de Esperanza Aguirre". Lo dice El Mundo, que sabe ya por experiencia lo que es formar parte de una de esas operaciones. Que se lo digan a Felipe González o que se le pregunten a Anson, que sabe diferenciar muy bien las operaciones de acoso y derribo de las conspiraciones...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No puedo con este tipo, se me ocurren multitud de adjetivos para definirlo, ruín, mala persona, mentiroso....
Creo que además los que lo tienen o mantienen en los medios son de la misma calaña o peor
Libertad de prensa sí, pero como siempre oí decir, la libertad de uno acaba donde empieza la de los demás
besitos

Anónimo dijo...

Yo tampoco entiendo que tengamos que seguir tragando con gente como él. Ni que haya personas que sintonicen la COPE, pero esa es otra historia. El caso es que lo que me parece verdaderamente preocupante y alarmante es que habrá gente que, no sólo lo defienda, sino que dirá que está justificado lo que dice, y que es obvio que lleva razón. Y empezarán a señalar con el dedo, o a formar tertulias... basándose en nada. Tenemos un criterio que da pena.

PAblo dijo...

Yo no lo escucho nunca aunque es inevitable que sus exabruptos me lleguen de un modo u otro. Sin embargo, no deja de sorprenderme el tirón mediatico que tiene pues no me resulta raro escuchar a mucha gente de mi entorno -ya sea de un posicionamiento ideológico afín o no- escuchándole todas las mañanas.

Da mucho miedo. A propósito, el título que le otorgaron los de "El Jueves" para mí es merecidísimo.

Impacientes Saludos.

Casandra dijo...

Si te digo la verdad (y conste que no lo estoy justificando) a mí me da la impresión de que este hombre no anda muy bien de la azotea, lo que pasa es que le dan cuerda porque a algunos les conviene. ¬¬

Un besset y que tengas buena semana!! :o)

C.C.Buxter dijo...

Esto que escribes es más grave que lo de Gallardón, porque ya no se trata de injuriar, sino directamente de calumniar, acusando a una persona en concreto de haber cometido un hecho delictivo (y, subrepticiamente, acusar a otra de inducirlo). Claro que, después del 11-M, ¿a alguien le sorprende que diga estas cosas?

Las cuestiones relacionadas con la libertad de prensa son espinosas porque normalmente el remedio suele ser peor que la enfermedad; por otra parte, desde la justicia sólo se puede actuar en cada caso concreto, pero no, por ejemplo, prohibir a alguien que pueda tener un programa en la radio o que escriba columnas en los periódicos. Yo soy partidario de imponer cuantos menos límites mejor a la libertad de expresión.

De los tres elementos que citas, para mí el más importante es el de los oyentes. Por supuesto, hay un grupo de incondicionales que no van a dejar de oírle y que cuanto más gorda la diga, mejor (no hay más que darse una vuelta por algunos blogs para ver las cosas que dice la gente...). Pero hay mucha gente que escucha a Jiménez Losantos sin estar de acuerdo con él sólo por morbo, también para escucharle decir barbaridades; pues bien, para mí esa es la gente que debería dejar de escucharle y de comentar las cosas que dice, ya que lo único que hace es darle más importancia de la que ya tiene.

De lo contrario, uno puede pensar que también los hay del otro bando que necesitan a Jiménez Losantos, aunque sólo sea para criticarle. En Cataluña, sin ir más lejos, un tal Álvaro Vioque ya ha escrito dos libros llamados "Las barbaridades de la COPE" y "Más barbaridades de la COPE" que han sido éxito de ventas y han llegado a traducirse al castellano.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Muchacha, esa tiene que ser siempre la clave, el límite de la libertad. Pero demasiada gente cierra los ojos ante esos límites...

S.Dedalus, me encanta ese apunte final: tertulias basadas en nada. Así tenemos tantas y tantas horas en los medios de comunicación...

Pablo, yo soy incapaz de escucharle. Y eso demuestra que, como dices, sus mensajes te llegan a pesar de eso. Sorprendente, sin duda...

Casandra, si está mal de la cabeza, seguro que hay muchos psiquiatras que le atenderían. Qué publicidad, madre mía... Eso sí, por desgracias es cierto que conviene darle cuerda, sí...

C.C.Buxter, al hilo de lo que le decía a Casandra, tienes toda la razón. Demasiada gente le sigue el juego. Yo caigo también en él, como denuncia pero caigo. Eso sí, tengo claro que no necesito a Jiménez Losantos. La vida es muy rica y el mundo muy peculiar como para perder temas si no estuviera.