jueves, diciembre 13, 2007

Responsabilidad

¿Qué tendrá la responsabilidad que casi nadie la quiere coger en tantos y tantos ámbitos de la vida...? ¿Por qué será que casi siempre encontramos otro responsable de los hechos que nos libera a nosotros mismos de esta pesada carga? ¿Cómo es posible que tan poco gente sea capaz de ponerse en el lugar de los demás a la hora de tomar decisiones, desde las más trascendentes a las más triviales?

Son preguntas que me hago muy a menudo porque la conclusión, procedente de la experiencia en el mundo real, es evidente. La responsabilidad es una cualidad muy poco frecuente en las personas. Siempre me ha irritado especialmente la falta de responsabilidad en el ámbito laboral. Me indignaba y me indigna que un jefe no se haga responsable de las decisiones que hay que tomar en un grupo de trabajo, que deje esa responsabilidad en manos de las personas que tiene por debajo.

Me acaban de contar una historia que en otras circunstancias hasta tendría gracia. Una persona está de baja cuando recibe una llamada. Es su jefe. Le dice que ya sabe que está de baja, pero que este domingo le toca trabajar, porque tenía asignado ese día desde hace tiempo y no se puede organizar de otro modo a dos días vista. Se agarra a que la persona que está de baja le había dicho que en una par de semanas podía volver. Alucino con la falta de sensibilidad de este jefe, para empezar. Pero es que además la situación me parece rocambolesca. Si una persona está enferma y no puede ir a trabajar, quien tiene que resolver la situación es ese jefe. Cobra por ello. Pero no, deja el problema y la responsabilidad en manos de otros.

En cualquier caso, últimamente he descubierto que donde en realidad me cansa más la irresponsabilidad es el plano más personal. Porque la gente no deja de sorprenderte, incluso personas por las que hubieras puesto la mano en el fuego. Y por eso no entiendo muchas de las cosas que veo. No acabo de entender por qué la gente no es capaz de comprender que el trato que le da a una persona condiciona necesariamente lo que esa persona piensa de los demás. No entiendo que una antiguo amigo te desprecie (o no aprecie) durante años y de repente quiera actuar contigo como si no hubieran pasado esos años. No entiendo que la gente no sea capaz de sacar diez minutos de su tiempo por hacer algo para una persona a la que quiere. No entiendo cómo es posible dejar que las amistades se pierdan sólo por desidia.

Hoy, precisamente hoy, se cumplen dos años del día en que empecé a darme cuenta de verdad de lo importante que es que haya personas que sean capaces de ponerse en el lugar de uno. Para lo bueno y para lo malo. Y sigo agradeciendo que haya gente dispuesta, siquiera durante un breve instante, a seguir mirando el mundo a través de mis ojos para entenderme.

2 comentarios:

*V* dijo...

Y es que parece que nos cuesta eso de no hacer lo que no nos gustaría que nos hicieran...yo estoy convencida de que, aunque no me de cuenta, me pasa y puedo asegurar que tambien he vivido eso tan "chulo" que es que alguien no se pare a mirar a traves de tus ojos, y el daño que eso hace, claro.
Y lo del jefe...que mamon! sin más, hay que echarle morro, eso está claro!
Un saludo

C.C.Buxter dijo...

La falta de responsabilidad en el mundo laboral es clara: la mayoría quiere las ventajas de un puesto de responsabilidad, pero no las desventajas, y se escae en cuanto puede. A mí me hace gracia que cuando una empresa va mal se reduzcan los costes despidiendo a los empleados subalternos y no a los jefes, cuando: 1.- los jefes salen más caros; 2.- si la empresa va mal no es por el que está en la cadena de montaje (es un suponer) si no por el directivo responsable de fijar los objetivos y los medios de la misma.

Respecto al plano personal...¿qué me dices de esos amigos que cuando tienen pareja no hacen caso a nadie más, pero cuando ya no la tienen te fríen a llamadas y sms para ir a salir por ahí?

"No acabo de entender por qué la gente no es capaz de comprender que el trato que le da a una persona condiciona necesariamente lo que esa persona piensa de los demás". Me ha gustado esta frase, me ha recordado a "¡Qué bello es vivir!": la vida de una persona influye en la de todos aquellos que la rodean.