miércoles, octubre 14, 2009

Terror

Terror. Eso es lo que siento cada vez que veo en la televisión algún programa que decide hacer el experimento de evaluar los conocimientos históricos, culturales y sociales de chavales de instituto. No porque no sepan alguna cosa, algo que no tiene la mayor importancia porque todos tenemos lagunas, olvidos o materias que no dominamos. En realidad, el terror viene de la más absoluta carencia de las nociones más básicas de la realidad en la que viven. De la más absoluta falta de interés por conocer el mundo que les rodea. De la nula curiosidad que tienen por las cosas. Y, sí, ya sé que no se puede etiquear de incultos bárbaros a todos los jóvenes, pero me sigue pareciendo un drama que chicos supuestamente formados e inteligentes desprecian de esta forma el conocimiento.

En el primero de los programas que vi, preguntaron a una serie de jóvenes sobre el Día de la Hispanidad. Nadie sabía que lo que se celebraba era el descubrimiento de América. Uno razonaba, espero que en un tono de broma que yo no capté, que en lugar de celebrar el viaje al nuevo continente de un italiano podríamos colocar esa festividad en el día que España ganó la Eurocopa de fútbol (y digo yo, ¿sabrá el chaval en cuestión que en 1964 ganamos otra...?). Lo más dramático de este primer programa fue cuando le preguntaron a una chica cuándo se descubrió América y empezó a decir "mil... novecientos... cuarenta y dos... No, mil ochocientos cuarenta y dos". Creo que ahí tuve que apagar la televisión. Mi ingenuidad no estaba preparada para escuchar lo que podía seguir a semejante barbaridad.

En el segundo programa, les planteaban diez preguntas sobre diversas materias a un grupo de chavales, de uno en uno y por separado. Cuestionados sobre quién escribió el Quijote, casi nadie lo supo. "Sé que empieza por 'V'", dijo una chica, mientras que otro recurría al consabido "lo tengo en la punta de la lengua" que casi todos hemos utilizado alguna vez para disimular la más absoluta de las ignorancias. Les preguntaron por el nombre del ministro del Interior. Las respuestas fueron de lo más variado: Rajoy (al menos lo fue en su día, pero me da que no estaba esa etapa en la mente de quien respondió su nombre), Camps (¡¿?!), Esperanza Aguirre (¡¡¿¿??!!) y "Zapatero, ¿no...?". Se les pidió que dijeran quienes (sí, quiénes) fueron Ortega y Gasset. Sólo uno pilló la trampa.

Creo que nunca he llegado a estudiar la Guerra Civil, siempre se acababan los cursos antes de que llegáramos a una parte tan avanzada de los programas. Y he comprobado que, hoy en día, es posible que le suceda lo mismo a otros chavales. Sólo así se puede explicar que tengan su capacidad de asimilación de la Historia tan distorsionada como para decir que aquel conflicto bélico empezó en 1975 o que una chica tenga la osadía de responder al entrevistador pidiéndole que le aclare "cuál de las dos" guerras civiles es el objeto de su pregunta.

Una de televisión. ¿Quién es Jaime Cantizano? Como la del equipo en el que corre Fernando Alonso, esa casi todos la acertaron. Pero justo esa pregunta es la que más terror me produjo. Una chica dijo, entre numerosas pausas dubitativas, que era "el representante de la Casa Real en televisión". Si me leen en Zarzuela, ruego me digan dónde puedo mandar el currículum para desempeñar ese cargo. Lo dicho, terror. Porque creo que el terror que me produce ver a alguien pensar que Valladolid está en el terreno ocupado por Tarragona o Córdoba, o que les dé igual decir que Chávez es el presidente de Cuba o Argentina ("es el que le dijo al Rey lo de por qué no te callas", dijo otra, tergiversando la realidad mejor que una televisión autonómica...) es algo que tengo más o menos superado.

Según he ido escribiendo esta entrada, mi terror ha ido creciendo...

8 comentarios:

Arual dijo...

Qué panorama más terrible y real describes!

Anónimo dijo...

Parte de la responsabilidad la tenemos quienes no sabemos hacer que crezca en ellos ningún tipo de inquietud.
No todo es el colegio y los medios de comunicación, la familia, la familia, los padres, los padres...supongo.

*V* dijo...

Pues yo según te iba leyendo no podía parar de reir! jajajaja...
Si Zapatero es el MInistro de interior alguien debería haber preguntado que entonces quién es el Presidente del Gobierno!1.. lo de Aguirre... si es que, que tirón mediático tiene mi niña que hasta la consideran Ministra de Interior!....
De todas formas.. a mi me da miedo arremeter contra estos chavales porque, aunque yo tengo un recuerdo muy optimista de mi pasado, pudiera ser que si hubiese ido a un programa de televisión habría, ahora mismo, pruebas de que quizás nosotros a cierta edad tambien teniamos los datos un pelin confusos!... ¿de qué edad estamos hablando? (y espero que sea inferior a los 15!)

El Impenitente dijo...

Pues de acuerdo con Inés. La cultura general se mama. Si en una casa hay libros y la lectura es un hábito, pues más fácil es que sepan cuándo fue las Navas de Tolosa y ya, de paso, dónde está Despeñaperros. Luego el nivel de exigencia educativo escolar debiera subir. Igualamos por abajo cuando se debiera estimular la excelencia.

Simone Marie dijo...

Realmente es para tener terror y echarse a llorar.
Inés tiene razón cuando dice que muchas veces no hacemos que tengan inquietudes y dejamos todo en manos del colegio..pero también es verdad que antes en el colegio de aprendía mucho más.
Recuerdo que cuando iba al instituto todo el mundo sabía quien había escrito el Quijote, de echo era una de las lecturas obligatorias!

El otro día hablando con mi sobrino de 18 años me dejó de piedra que no tenía ni idea del por qué las mujeres teníamos la menstruación, vamos que sabía que una vez al mes sangrabamos pero debía pensar que porque nos daba la gana porque no sabía realmente por qué era...vaya tela..

Lola dijo...

"El grito" de Munch lo dice todo.
Efectivamente da terror y encima si les preguntas a esos chicos el porque de no interesarse por nada, te responderán que eso para que sirve.
No se adonde vamos pero... es para ponerse a pensar. Un beso Lola

Juan Rodríguez Millán dijo...

Arual, terrible sin duda... Te aseguro que no daba crédito según iba escuchando a los chavales...

Inés, supongo que habría que ver caso por caso, pero para esto, para las inquietudes y la curiosidad siempre he pensado que la solución está en casa. Aunque hablo sin conocimiento de causa, que no tengo hijos...

V, pues no creo que ninguno de los chavales que vi fuera menor de 15 años, pero soy malo para calcular edades... Ya te digo que entiendo no saber una cosa, es normal, pero entendí el problemas de estos chavales (y seguro que otros muchos) como algo más profundo...

Impenitente, ya somos tres de acuerdo entonces. Y también coincido en que la exigencia debe ser mayor. En mi generación había de todo, y ni los más listos eran un problema para los menos listos ni viceversa. ¿Qué había antes que ahora no...?

Bebita, tú no serás vieja ni con 105 años... Yo suelo ser benévolo con los chavales, pero creo que el problema es grave. No es sólo criticarles, es poner los medios para que crezcan en ellos inquietudes. Del tipo que sea, pero inquietudes. No he caído en la tentación de culpar a la ESO porque veo un problema más profundo, en eso estoy contigo.

Simone, aumento con tu anécdota mi sensación de terror... La verdad es que sé poco de la escuela o el instituto actuales, por eso no me atrevo a comparar sistemas educativos. Pero que el tema es serio salta a la vista...

Lola, puse El grito porque creo que me vi con esa boca abierta ante la pantalla... Ojalá pensáramos todos, pero no por modas o exigencias, sino porque de verdad nos interesa.

Reverendo Pohr dijo...

Tú sientes terror, pero más de uno lo que tiene son ganas de reirse, como si programas como éste fueran versiones letradas y sin música del Show de Benny Hill (aunque el humor de Benny Hill se podía considerar inteligente).

Lo más triste de todo es que seguro que hay chavales capaces de dar la talla en dichos programas. Sin embargo, el espectáculo estaba en mostrar la incultura de una parte de la juventud. La televisión, como siempre, dando ejemplo. Tal vez esperaban algún milagroso caso tipo-slumdog millionaire.