Siempre he tenido cariño por la película Un día de furia, de Joel Schumacher. Detrás de la trama de la película, veo un aroma de denuncia social, sutil pero a la vez impregnado de sinceridad, que me atrapa. Pone al protagonista en unas cuantas situaciones de la vida reales que todos catalogaríamos de injustas, pero ante las que normalmente no hacemos nada. Y hay un escena que me encanta especialmente. Llega el personaje de Michael Douglas a una hamburguesería con intención de desayunar. La dependienta, con mucha amabilidad, le dice que no es posible. "Lo siento, ya no servimos desayunos. Ahora servimos el menú de almuerzo", le explica. Nuestro protagonista, empeñado en desayunar, pide que llamen al encargado, y éste le da un nuevo dato esclarecedor. "Hemos dejado de servir desayunos a las once y media", le dice. Michael Douglas mira su reloj. Son las 11.33. Y entonces saca un arma y siembra el pánico.
Como podéis imaginaros, yo no llevo un arma, así que no he tenido los problemas que acontecían al bueno de Michael Douglas en la película, pero sí he tenido un momento similar hoy. Voy a la biblioteca a devolver un libro. Veo en la puerta un cartel que reza "El próximo día 17 de diciembre, la biblioteca permanecerá cerrada de 13.30 a 16.30. Disculpen las molestias". Vaya, justo hoy. Miro el reloj. Las 13.28. Como nada me lo impide y la puerta está abierta, decido entrar. Llego al mostrador y, como soy un tipo educado, saludo con un "buenas tardes". "Está cerrado", es la repsuesta que encuentro en la amable dependienta. Sin molestarme en explicarle cómo me ha sido posible romper las leyes de la física y penetrar en la biblioteca cerrada, le explico que venía a devolver el libro si fuera posible y lo dejo en el mostrador. Lo coge con cierta incomodidad. "Hasta las cuatro y media no te lo puedo hacer", añade con toda la sequedad que le es posible. Y es entonces cuando me acuerdo de Un día de furia. Pero no, no he tenido una reacción como la de Michael Douglas. Simplemente lo he dejado correr y me he ido.
Nunca he sido capaz de entender a esa gente que trabaja de cara al público y hace de los gestos maleducados y despreciativos una forma de vida. Ojalá alguien les enseñe el poder que tiene una sonrisa a tiempo, un gesto amable, una respuesta comprensiva...
12 comentarios:
Lo que creo es que ese tipo de gente no entiende muy bien el significado de "atención al público". Una vez iba a coger el metro y, como no tenía tarjeta, me encaminé hacia el mostrador para comprar una; a cinco escasos metros de él, cuando el dependiente vio que me acercaba para cometer tan horrendo acto, decidió colgar a toda velocidad el cartel de "cerrado". No he visto la película a la que te refieres, pero te aseguro que si en ese momento tengo una pipa a mano no hubiese podido evitar hacer valer mis derechos por una vía desacostumbrada...
Pues que idiota la de la biblioteca, a cierta gente no se le debería permitir trabajar de cara al público, porque no tienen educación.
Bss.
Es el tipo de gente que me incomoda, que quitaría de mi vista. Y bien sabes que por dos minutos siempre puedes hacer un gran favor, a cambio de nada, que es como tiene que ser, a cambio de hacer tu trabajo.
Yo con este tipo de sensaciones me quedo con cara de pez.
besote juan!
Es increíble que la gente que vive precisamente de atender a los demás te trate como a una auténtica mierda. Nunca lo entenderé.
Es que hay gente más seca que la mojama, JAJAJA!! En mi trabajo me encuentro de esos algunas veces!! XD
Por fin tengo Internet!! JIJI!! Qué alegría!! :o) Un besito!!
Yo amo a Charles Bronson. Él lo habría resuelto con una mirada.
Yo la hubiese mandado a donde fuese menester y le hubiese recordado que todavía faltaban dos minutos para que dieran y media.
C.C.Buxter, con esos precedentes que me cuentas, creo que disfrutarás mucho de la película, sobre todo de la primera mitad...
Silvia, estoy de acuerdo, es una cuestión de educación. Malos días tenemos todos, pero trabajando de cara al público hay que controlarse.
Bebita, puede ser. Creo que por eso no respondí. Pero digo lo mismo que arriba. Cada trabajo tiene sus peculiaridades. Tú y yo tenemos que vigilar lo que escribimos. Ella tenía que vigilar el trato que da a la gente. A sonreír, a sonreír...
Leyre, con esa misma cara me debí quedar yo, je, je, je...
Noelia, ya somos dos... Pero el caso es que siguen pasando esas cosas...
Casandra, pues nada niña, paciencia con esos ejemplares que te encuentras. Ya te había dicho que me alegro de tu vuelta al mundo internaútico, je, je, je...
Impenitente, yo siempre he sido más de Harry el Sucio, pero el bueno de Charles me habría venido genial en esa situación...
S.Dedalus, bienvenido a este rincón, que no recuerdo que me hayas comentado antes, ¿verdad...? A veces piensas que eso es lo que se merecen, pero por otro lado luego creo que me sentiría mal de portarme así con esa gente. No sé, es complejo responder...
Ya sabes que tienes mi apoyo total y absoluto en este post!!
Grrr con lo majas que seríamos algunas en trabajos así caramba!!!
Qué poco valora la gente lo que tiene!
"Un día de Furia" es una perfecta ópera de cómo se siente el ciudadano medio, un número más de la Seguridad Social, perdido como mediocridad entre la multitud y formando parte de una sociedad (y sus mecanismos) que no acaba de comprender.
¿Traer un libro dos minutos antes de cerrar?!!! Que insensible eres!! No podías haber pensado que esa persona tenía prisa?!!! Mira que ir a hacerle la puñeta cuando tenía que irse a comer... Y encima dándole trabajo para su retorno.
Suena estúpido, pero eso es lo que debía pensar tu ínclito interlocutor.
Maty, sí, me acordé mucho de ti y de una entrada que escribiste tú hace no mucho sobre algo parecido...
Reverendo, no, no suena nada estúpido. Yo también estoy convencido de que es exactamente eso lo que debía estar pensando la buena mujer...
Hummm...
Aunque es una faena y entiendo el saludable desahogo para el que debe servirte la entrada, tampoco creo que haya que demonizar a la gente que trabaja en "atención al público". Por lo general, no nos ponemos en su pellejo y no nos damos cuenta, agobiados como estamos porque nos resuelvan nuestro problema, que para tratar constantemente con personas directamente no vale todo el mundo y por desgracia hay mucha gente que se ve obligada (no está la cosa en muchos casos para poder elegir) a aceptar estos trabajos sin tener las aptitudes necesarias.
A pesar de mi impaciencia y que no ejerza creo que hay que tener un poco de paciencia con esa gente. Es un trabajo más duro de lo que parece y por lo general no suele estar demasiado bien pagado.
A propósito "Un día de furia" es una película fantástica.
Impacientes Saludos.
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