No suelo coincidir con muchos de los artículos de Arturo Pérez-Reverte, pero el último que ha publicado en XLSemanal, titulado Patente de corso, lo podría haber firmado yo mismo, con las consiguientes diferencias en el estilo (no comparto la afición de Pérez-Reverte por el lenguaje directo y las expresiones malsonantes; y que conste que no lo digo como crítica, no se me sientan ofendidos sus seguidores, simplemente como elemento diferenciador entre su escritura y la mía). Los informativos, los periódicos, las ruedas de prensa de cualquier responsable policial o político que dé a conocer operaciones contra cualquier tipo de crimen o criminal, se están convirtiendo en perfectos manuales para aprender a perpetrar delitos. Nos dan todas las claves para convertirnos en pederastas, en violadores, en terroristas o en atracadores. Nos dicen qué ha permitido a la Policía capturarles, ayudando a otros delincuentes a mejorar su trabajo en el futuro.
Pérez-Reverte lo achaca, probablemente con razón, a los exagerados límites de la libertad de prensa que hay en España. Los medios se sienten capacitados y libres para publicarlo todo. No importa cuánto pueda ayudar a un delincuente ni lo morboso o dañino que sea. Lo importante es dar siempre un dato más que el medio rival. El que sea y a cualquier precio. Los políticos y los policías quizá actúan por otros motivos. Quizá temen acusaciones de falta de transparencia o directamente de ocultación de hechos y datos. Lo que está claro es que nadie se para a pensar en las consecuencias de todo lo que se dice y publica. Y entramos así, una vez más, en el terreno de la irresponsabilidad, ese que domina tantas y tantas facetas de la vida. El próximo pederasta se guardará de poner en sus fotos elementos que puedan ayudar a localizarle. El próximo terrorista evitará los cibercafés para enviar mensajes a sus compañeros. El próximo violador ya sabe qué sustancia echar en la copa para drogar a la mujer a la que pretende agredir. El próximo asesino conseguirá dejar menos huellas que las que normalmente habría dejado sin la instrucción adecuada para convertirse en ese asesino. Y todo gracias a la libre información.
Quien explica un delito hasta extremos tan clarificadores seguramente lo hace para satisfacer su ego. Para dejar claro lo brillante que ha sido al deducir los detalles que han llevado a la captura del delincuente. Pero siempre hay otro delincuente dispuesto a aprender de los errores del anterior. Ese nuevo asesino, violador, terrorista o pederasta, aunque acabe capturado, tiene la capacidad de hacer mucho daño, y éste será mayor cuanto más sepa acerca del delito que piensa cometer. Y eso no lo vamos a evitar precisamente dándole claves de cómo evitar su captura, de cómo cometer bien el delito escogido. Eso es lo que se está haciendo. Y ahora me voy a ver algún informativo, a ver si aprendo cómo cometer un nuevo delito...
5 comentarios:
¿Y cómo sabes que lo que dicen en televisión es verdad? Con todo el montaje que existe en el periodismo, incluidas las coberturas mediáticas (que pasan muchos filtros) y ruedas de prensa (con discursos preparados), ¿realmente todo output es veraz?. Tú mismo lo has insinuado en alguna ocasión: la televisión puede emplearse como instrumento de manipulación.
Aparece un policía chusquero, que igual ni es tan chusquero ni es policía o quizá lo es pero ha sido puesto estratégicamente ahí por alguien. Suena inteligente para el país en que vivimos, verdad? ¿realmente es fruto del empleo del intelecto de un profesional experimentado o es resultado del caos entrópico que alimentan mediocres funcionarios verduleros?. ¿Qué dicen, qué se omite, qué se falsea?.
Si quisiera cometer un delito, lo tendría claro: no miraría para nada la televisión. Verdades a medias, informaciones readaptadas, falsedades entremezcladas con veracidades,... Si no conoces sus "claves", más que informarte, lo que te puede generar es ansiedad y paranoia.
Reverendo, está claro que no tengo certeza (en el fondo, ¿la tenemos de algo?) y que la manipulación es una posibilidad. Pero realmente creo que se da un exceso de información que puede resultar útil al criminal.
Yo me declaro fan incondicional de Arturo Pérez-Reverte, pero sin embargo, en esto no estoy de acuerdo ni con él ni contigo. No digo que puedan haber errores imperdonables (como lo que comenta de inflitrados que tienen que salir echando leches porque alguien la ha cagado, que alguna vez ha pasado) o ¿exceso? de información sobre ADN, huellas y demás cosas del CSI. Sin embargo, como regla general, al menos en materia terrorista, la actuación de la policía y del Ministerio del Interior suele ser correcta.
Si hiciésemos una lista, al cabo del año, de cuántos terroristas han sido capturados "en un control de tráfico rutinario" nos llevaríamos una sorpresa. ¡Joer, cuántas veces se les detiene "por casualidad"! Uno llegaría a la conclusión de que, si se es terrorista, sobre todo tiene que evitar los controles de alcoholemia...
La mayoría de las veces no se dice cuál ha sido la causa de la detención (chivatazos, infiltrados, técnicas de espionaje ilegales), por lo que, cuando se dice, a mí lo que me hace pensar es: ¿por qué lo han dicho? Dejando de lado lo de los cibercafés, que es conocido por todo el mundo (la CIA reveló con todo lujo de detalle los e-mails que se pasaban los de Al-Qaeda), a mí me hizo gracia lo de las matrículas. Pudo ser un dato para humillar a ETA o para vanagloriarse, pero en cualquier caso, ¿te imaginas lo que sentiría en ese momento el tío que falsifica las matrículas de ETA? Ahora mismo, o está en el hoyo o ha debido marcharse muuuuuuy lejos. Quién sabe si no era eso lo que se buscaba...
Ayer me acordé de esta entrada. Estaba viendo uno de esos programas de La Sexta sobre pruebas forenses en casos reales, y salía el de un hombre que había matado a su mujer... inspirándose en una película llamada "Blackout". Según parece, el protagonista mataba a su esposa e hijos y luego ponía el aire acondicionado a tope para tratar de engañar a los forenses, que no podrían determinar exactamente la hora de la muerte. Este hombre hizo lo mismo: mató a su mujer, puso el aire acondicionado y se fue de minicrucero con unos amigos suyos, con la intención de que, al determinar la hora de la muerte, coincidiese con un momento en el que él estaba en mitad del mar...
Sin embargo, Juan, tranquilo: al final lo pillaron y condenaron a 50 años de prisión :-)
C.C.Buxter, ya sabes que siempre me ha encantado la discrepancia argumentada y el debate... Mis críticas van más por lo periodístico que por lo policial y político, que es lo que decía Pérez-Reverte, pero estoy bastante de acuerdo con él en general. No sé es un tema complejo, pero justo el caso que citas después me reafirma en que, por mucho que al final se detenga a la gente, el daño ya está hecho. Podríamos hablarlo horas y horas, je, je, je...
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