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Me gusta la vida moderna que tiene la ciudad, que se ve en obras de arte, museos, iniciativas culturales y también en los homenajes que se esconden por los diferentes rincones de Vitoria. La mayor sorpresa que me llevé allí no fue todo lo que sabía que iba a ver, que me gustó, sino una escultura de Ken Follet. Sí, un escritor contemporáneo y, además, extranjero. Me encantan los reconocimientos en vida a las personas del arte y de la sociedad, nunca he entendido por qué hay que esperar a que mueran para homenajearles.
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Y por eso también me encantó ver en el parque de la Florida una escultura dedicada al jazz (un trompetista sentado en uno de los bancos) que Vitoria tanto se ha dedicado a divulgar (su Festival es ya en estas fechas). Todo eso le da a la ciudad un toque moderno sin romper con lo antiguo. Esa ruptura, no obstante, sí está presente en la ciudad con las pasarelas mecánicas que recorren algunos cantones del casco medieval, destrozando alguna de las fotos más típicas de la ciudad.
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Sorprende también, y mucho, el enclave de los lugares de la política vasca. Acostumbrado uno a lo que ofrece Madrid, ver el Parlamento vasco en un parque es una sorpresa grande. Y pensando en lo aislado que está el Palacio de la Moncloa, ver el Palacio de Ajuria Enea en una larga avenida peatonal, rodeada de viviendas y casas antiguas reconvertidas en museos es aún más sorprendente. Casi daban ganas de llamar al lehendakari para que bajara a darse un paseo.
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La debilidad que tengo por las catedrales quedó plenamente satisfecha en Vitoria. Hermosa la catedral nueva, la de María Inmaculada (en la foto de abajo), que se encuentra junto al parque de la Florida, quizá el más bonito espacio verde de la ciudad, junto a zonas muy abiertas que permiten contemplarla muy bien. Hermosísima la catedral antigua, la de Santa María, insertada en la parte más antigua de Vitoria, incluso como parte de su vieja muralla. Esta catedral ofrece un raro placer, que es visitar las obras de su restauración, un paseo de una hora entretenido y didáctico, imprescindible para cualquier visitante. Los tres euros de la entrada se pagan muy a gusto, sabiendo que van destinados precisamente a estas obras de reconstrucción del templo. Para verlo sin andamios habrá que esperar a 2012. Y ya tengo ganas.
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3 comentarios:
Estuve una vez allí y deseo volver ,es maravillosa la ciudad y acogedora la gente,como dices en el artículo una ciudad tranquila,señorial y con muchas zonas verdes además de muchas otras cosas.Una ciudad ideal, recomiendo una visita a la bella Vitoria.
No he estado jamás en Vitoria pero tu post me ha animado a visitarla.
no he ido nunca pero me dan unas ganas de ir mis padres lo han leido y estan planeando el viaj. Por cierto buen argumento me sirvio para un trabajo de sociales y de quimica te felicicto besos
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