Zapatero dio ayer la clave. El motivo por el que tiene mi voto más que asegurado. Y no deja de ser gracioso que casi nadie haya reparado en ello. Todas las informaciones sobre la entrevista que ayer le hizo Iñaki Gabilondo en Cuatro se centran en ETA, en la ilegalización de ANV, en la inmigración... Hay hasta quien destaca el chascarrillo de que nunca ha fumado porros o que no tiene ninguna capacidad legal para cesar a Ángel María Villar como presidente de la Federación Española de Fútbol (ojalá la tuviera, ojalá...). Pero nadie, absolutamente nadie, publica lo que para mí marca la diferencia esencial entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Y eso que fue lo primero que dijo en la entrevista.
Gabilondo le preguntó si esperaba ganar las elecciones, la misma pregunta que le hizo a Rajoy hace pocos días, y si está preparado para perderlas. Y Zapatero le respondió que por supuesto que espera ganar, pero que eso depende de los ciudadanos, y que desde luego está preparado para perder porque eso forma parte de la vida democrática. Claro. Tan obvio que asusta. Pero Rajoy no lo ve igual. Rajoy no contempla de ninguna de las maneras la derrota. Y no porque esté absolutamente seguro de sí mismo y de su victoria, no. No se plantea la posibilidad de perder porque no es capaz de asumir las consecuencias, como no fue capaz de asumirlas después de la derrota en las urnas de hace cuatro años.
El PP lleva toda la legislatura sin asumir la derrota, sin comprender que son otros los que están gobernando, echando la culpa al 11-M y a la agitación posterior a los atentados de Madrid. La derrota no es parte para ellos del juego democrático. Siempre es y será que algo ha tenido que desestabilizar, que adulterar el resultado. Rajoy no emprendió la necesaria reforma en su partido y mantuvo en los puestos de responsabilidad a los mismos que le llevaron a la derrota, Ángel Acebes el primero. La culpa no era suya, era de los demás. Y por tanto la derrota no fue consecuencia de la acción libre y democrática de los ciudadanos, sino de una conjunción de hechos éticamente reprobables que nada tuvo que ver con su gestión. Los que votamos a Zapatero lo hicimos engañados, manipulados, según ellos.
Esa es la auténtica diferencia entre Zapatero y Rajoy. El famoso talante. Y se vio en esa respuesta como en tantas otras cosas. Pero echo en falta autocrítica, que no la ha habido en toda la legislatura salvo en contadísimas excepciones. A tenor de lo que explicó Zapatero en la entrevista, todo es maravilloso. Medidas sociales para todos los colectivos, economía viento en popa, una negociación que sólo fracasó por culpa de ETA, una legislatura en la que el único fallo estuvo en la actitud del PP... Sin faltarle razón en esto último (ojalá sea la última legislatura del NO absoluto a todo), el PSOE ha equivocado algunas cosas y haría bien en reconocerlo. No lo va a hacer, claro, y menos ya tan cerca de las elecciones, pero a mí siempre me ha gustado la autocrítica. Nadie es perfecto y reconocerlo es un acierto.
La entrevista me dejó otro pensamiento, digamos inquietante. Como bien decía Petrarca en su comentario de lo que escribí sobre la entrevista a Rajoy en Cuatro, sería espectacular ver a Zapatero en la COPE, entrevistado por Federico Jiménez Losantos. Así podríamos medir el verdadero potencial del presidente del Gobierno ante una encerrona periodística (que, obvia y desgraciadamente, Gabilondo no le iba a hacer; estuvo muy light, muy dentro del guión aunque quiso dar impresión de dureza). Eso sí, tengo la sensación de que quien más intentaría evitar esa entrevista no sería Zapatero, sino Federico...
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