jueves, febrero 14, 2008

'Firefly', una serie imprescindible


Creo que nunca me ha enganchado tanto una serie como lo ha hecho ésta, Firefly. Bueno, quizá Friends, pero no tienen nada que ver. Llegué a Firefly por casualidad. Hace unos años, cuando se estrenó la película Serenity, leí que era la secuela de una serie de televisión que, al parecer, era muy buena. Como no conocía la serie ni la había visto, pasé un poco de la película. Años después, no sé muy bien por qué, se me encendió la bombilla. Había terminado de bajarme una miniserie británica escrita por Neil Gaiman, Neverwhere (curiosa, por cierto), y había quebuscar otra. Y me acordé de Firefly. Puse a bajar el piloto. Por curiosidad, porque muchagente decía que era la mejor serie que se había hecho nunca de ciencia ficción. Y con una mezcla de ilusión y escepticismo, lo vi. Y aluciné. Una auténtica maravilla que me obligó a buscar el resto de la serie y, sobre todo, información sobre la misma.

Y entonces llegaron las sorpresas. Resulta que la serie, creada por Joss Whedon sólo tiene 14 episodios, que nunca tendrá más, y que tuvo problemas desde el inicio. Whedon rodó un episodio piloto en formato panorámico y eso no gustó nada a la Fox, que quería un formato adecuado a la pantalla televisivia y decidió no emitirlo, convirtiendo el segundo capítulo en el primero, eliminando la presentación de los personajes y dejando perplejos a los espectadores, claro, que veían que les faltaba información esencial para comprender la historia. Y a pesar de ello, se engancharon. Luego, para más inri, cuando sólo había emitido nueve de los episodios, decidió cancelar la serie. Firefly murió antes siquiera de que se pudiera ver completa su primera y única temporada. Pero ya había conseguido una importante base de fans.

Los que no conocéis Firefly os estaréis preguntando de qué demonios va y qué demonios tiene para gustar tanto, siendo además una serie prácticamente desconocida. Voy a ello. Estamos en el futuro, en el primer cuarto del siglo XXVI. Tras una guerra civil, la Alianza domina la galaxia que tiene aspecto de película del oeste. Un antiguo militar del bando derrotado se ha convertido en capitán de una nave de clase Firefly llamada Serenity y se dedica al contrabando. Junto a él, una tripulación de lo más variopinta. Su número dos es una mujer negra que sirvió en su unidad militar en la guerra. El piloto de la nave, un hombre blanco, es el marido de esta mujer. Una joven sin experiencia pero con mucha intuición es la mecánico de la nave. Y un mercenario completa la tripulación. A la nave suben un predicador y un joven médico con una misteriosa carga y, ambos, un pasado del que huyen.

Primera norma rompedora para una serie de ciencia ficción: respeto a la ley física de que en el espacio no se propagan el sonido, lo que produce unas escenas de acción de una belleza tremenda. Segunda norma rompedora: la historia se rueda cámara en mano para las escenas del interior de la nave, con un estilo de documental de la vida de sus tripulantes. Tercera norma rompedora, esta para toda la ficción televisiva en general: el énfasis de la serie está en el desarrollo de los personajes, sencillamente espectaculares. Cuarta norma rompedora: el estilo narrativo cambia capítulo a capítulo sin por ello perder la esencia, mezcla drama y humor, acción y drama, con una habilidad inusitada. Y si a eso le añadimos la brillante conjunción de la imaginería del western con la ciencia ficción y unos efectos especiales brillantes, más cercanos al espíritu de las miniaturas que al grandilocuente uso de la animación por ordenador, lo que tenemos es una joya.

¿Y por qué se canceló? Buena pregunta. Las audiencias no eran malas, pero las relaciones entre el estudio y Whedon eran tirantes. La Fox no vio un exitazo y decidió cortar por lo sano. Whedon recibió permiso para intentar vender la franquicia a otro canal y tampoco lo consiguió, a pesar incluso de que los fans se acabaron organizando, teniendo amplia presencia en las convenciones americanas de ciencia ficción y creando una asociación denominada Browncoats (Abrigos Marrones). La saga no revivió hasta que se pudo hacer la película, Serenity, una muy digna continuación de la serie que provocó más de un shock en la comunidad de fans por motivos que, obviamente, no voy a desvelar. Y para enlazar los eventos de la inconclusa serie y de la película, se lanzó una miniserie en cómic de tres números titulada Those left behind (Aquellos que se quedaron atrás).

Y hay algo más, absolutamente esencial, para comprender la importancia de Firefly, un documental realizado... por fans. Done the Impossible (Hacer lo imposible) es el título de ese documental y narra cómo los fans consiguieron mantener viva la llama de Firefly a pesar de ser una serie cancelada al poco de nacer. Una anécdota de las que se cuentan en el documental ilustra perfectamente lo que siento con respecto a la serie. Un hombre, cuarenta y muchos o cincuenta y pocos años, cuenta que su hijo, al volver a casa por Navidad, le regaló el pack de la serie en DVD. ¿Una serie de ciencia ficción con aspecto de western? Le dijo que tenía que verla, que era imprescindible. Un año después, en las siguientes navidades, ni siquiera le había quitado el plástico. Y su hijo se enfadó tanto que tuvo que verla. Y le encantó. Y desde entonces se la recomienda a todo el mundo.

Yo hice lo mismo antes incluso de ver el documental. "He descubierto la mejor serie de la historia", le digo a la gente, "Firefly". "No me suena de nada", me suelen contestar. Y sigo recomendándola, cada vez más. Y ahora escribo sobre ella en este blog. De verdad que nunca me había fascinado tanto una serie como lo ha hecho Firefly. De los 14 episodios, cuatro o cinco me han hecho hasta llorar de la emoción. Todos me han encantado por un motivo u otro. Poco a poco me he enamorado de unos personajes maravillosamente bien descritos y desarrollados. De la socarronería de Mal, el capitán de la nave. De la dulzura de Inara, la acompañante. De la simpleza pero al mismo tiempo buen corazón de Jayne. De la sinceridad y bondad vitales de Kaylee. De la fuerza de Zoe. De la simpatía de Walsh. De la preocupación por su hermana de Simon. De la complejidad y sufrimiento de River. De la sabiduría del pastor Book.

Reconozco que no soy un gran seguidor de series en televisión. Me repatea esa costumbre tan española de emitir dos o tres episodios seguidos, de mezclar uno de la primera temporada con uno de la tercera, de cambiar los horarios, de pasarla a la madrugada, de matar a los espectadores a cortes de publicidad continuos y demás maltratos que sufren las series. Hasta que no llegó Internet a mi humilde morada no he empezado a ver series de verdad, como está mandado, en orden y en versión original. Sin Internet, yo nunca habría visto Firefly ni la podría estar recomendando ahora, entre otras cosas porque, si no me equivoco, nunca se ha emitido en España, ni está tampoco editada en DVD. Lo que algunos llaman pirateo a mí me ha permitido ver series que, de otra forma, no habría visto jamás. Es la mayor difusión de la cultura que he visto en mi vida. Y de eso debieran alegrarse, los primeros, los creadores. Pero no. Nos quieren cortar esa vía. Ojalá nunca lo consigan.

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