martes, julio 10, 2007

Indignidades políticas

Las pasadas elecciones municipales y autonómicas dejaron muchas cosas que analizar, muchos cambios de gobiernos, muchos triunfos y derrotas de uno y otro partido. Pero dejan siempre dos situaciones que cada vez me parecen más vergonzosas y a las que habría que poner coto, independientemente del partido o el gobernante que salga beneficiado.

Leo en la prensa de hoy que el alcalde de Villanueva del Pardillo, del PP, ha decidido subirse el sueldo nada menos que en 15.000 euros anuales. Va a cobrar cada año la friolera de 83.387 euros. ¡¡¡Sólo cinco mil euros menos que el presidente del Gobierno por dirigir el destino de un pequeño municipio!!! Dice que se ha aprobado esa salvaje subida de sueldo, ojo a la explicación, por "el valor de su esfuerzo y responsabilidad". No ha sido el único alcalde en sobrevalorarse de forma escandalosa una vez que los ciudadanos le han dado su confianza. Cunde demasiado este nefasto ejemplo. Hay que frenar las ansias de estos nefastos individuos.

También en la prensa de hoy se leen los últimos coletazos de una de las últimas mociones de censura que se han presentado sólo unas semanas después de que los gobiernos tomaran posesión de sus cargos. Se trata del Ayuntamiento de Leganés, gobernando tras las elecciones por el PP por la falta de acuerdo entre PSOE e IU. Ahora resulta que los dos partidos de izquierdas han solucionado sus diferencias (por la actuación de la dirección general de la coalición de izquierdas, todo hay que decirlo) y han presentado y ganado la pertinente moción de censura. El caso evidencia que las mociones de censura ya sólo persiguen una cosa: el poder. No importa que el gobernante lo haga bien o mal o que el voto del municipio en cuestión vaya en contra del cambio. No importa. Sólo importa la silla.

Es obvio que quien tiene el poder para evitar en el futuro estas indignidades políticas es quien más manda. Los líderes de PSOE y PP, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, debieran ponerse de acuerdo para reformar la Ley Electoral y para dar las órdenes precisas que nos ahorren a los ciudadanos estos bochornosos espectáculos. Sí, ya sé que ha sonado ingenuo. Un pacto entre los dos principales líderes políticos para acabar con el juego del poder por el poder. Qué cosas digo, iluso de mí...

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