jueves, octubre 26, 2006

Una historia de la Real



Hay dos fechas muy importantes en el devenir de mi corazón realista que tengo grabadas en la cabeza. La primera es el 18 de febrero de 1988. La segunda, el 15 de mayo de aquel mismo año. Son dos de los primeros partidos que yo vi a la Real en un campo de fútbol. El primero fue en el Santiago Bernabéu. ¡Cómo impresiona esa campo, y mucho más cuando eres un chaval de nueve años! La Real jugó contra el Real Madrid las semifinales de la Copa del Rey. 1-0 en la ida. Aquel equipo se plantó sobre el campo y ganó 0-4. El Bernabéu aplaudió aquel día a la Real (no recuerdo algo parecido y no creo que lo vea nunca más en mi vida) y a mí, a mi corta edad, se me puso la piel de gallina. El segundo día fue el Madrid el que visitó a la Real en San Sebastián. Era la primera vez que entraba en el campo de Atotxa, aquel viejo y entrañable campo, y eso dejó aún más huella en mí, una huella que muchas de las personas que me conocen todavía no han alcanzado a comprender. Aquel día no ganamos, empatamos a dos, pero como si lo hubiéramos hecho. ¡Qué bonito era el viejo Atotxa, qué bonito era ser de la Real, aquel equipo que Gorka Reizabal acuñó como el más pequeño de los grandes y el más grande de los pequeños!
Y cuánto han cambiado las cosas. Pasan los años, uno se lleva muchas decepciones, algunas alegrías, pero lo esencial ya no cambia. Soy de la Real y lo voy a ser siempre. Más cuando pasan las cosas que pasaron ayer. Mi Real perdió 4-1 en Málaga contra un Segunda División en la primera eliminatoria de la Copa. No es que eso sea noticia, la Real no se ha portado excesivamente bien en esta competición en los últimos años y no pasa una eliminatoria contra un equipo de Primera desde aquel día en el Bernabéu. Ya ha llovido, sí.
En quince días se juega el partido de vuelta. Y entonces no me va a importar si el árbitro vuelve a jugárnosla como en la ida, no me importa que el equipo no esté jugando bien, no me importa que el Málaga defienda con uñas y dientes esos tres goles de ventaja. No me importa. Ese día, el 8 de noviembre, quiero ver a la Real en el campo. A esa Real que tanto me ha hecho disfrutar en toda mi vida. Quiero ver orgullo en los jugadores de mi equipo. En una preciosa entrevista que ha publicado 'Marca', Michael Jordan explica que siempre jugaba los partidos al máximo, porque tenía la sensación de que siempre habría una persona que le viera jugar por primera vez a quien no podía defraudar. Pues eso es lo que espero de la Real. Que juegue ese partido al máximo, que se deje la vida en el campo. Los realistas de corazón se lo vamos a agradecer. Pero sólo hay una condición. Queremos ver a la Real. No a once hombres con una camiseta que lleva el escudo de nuestro equipo. Queremos ver a la Real. Y estoy seguro de que muchos de los que saltan al campo la llevan tan dentro como yo. Ahora sólo queda demostrarlo. ¿Y de qué mejor manera que en una competición tan ilusionante como la Copa y en un partido en el que nadie va a dar un duro por la Real? Ojalá el día 9 pueda sentarme delante de mi ordenador y escribir con felicidad, sea cual sea el resultado, que he visto a la Real. Porque, aunque veo casi todos los partidos, hace tiempo que no la veo en el campo.

1 comentario:

Luis dijo...

Hace ya bastantes meses que leo el blog que escribes de la Real (como seguidor que soy de la Real). Durante este tiempo han ocurrido muchas cosas, he conocido a Juan, me he reenganchado al fútbol y a la Real, gracias al blog.

Pero cuando he leído este artículo aquí, me he vuelto a emocionar, que bonito, que manera de expresarlo.

Sigue así Juan, escribiendo siempre, como si fuera ha ser la primera vez que alguien te leyera. Porque yo lo he entendido y me ha trasmitido cosas que para mí son muy grandes.

Un abrazo