Dos son las películas que se han estrenado en los últimos meses en torno a los atentados que sacudieron Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, hace ya cinco largos años. Las dos demuestran que el cine trasciende a veces el mero entretenimiento y se convierte en espectador de la historia. Quizá ni 'United 93' ni 'World Trade Center' sean obras maestras que se recordarán en el futuro como tales (aunque ambas tienen grandes momentos cinematográficos), pero su valor es inmenso. Ambas nos enseñan muchos detalles sobre aquella trágica jornada que fueron imposibles de valorar en su momento. El caos en los aeropuertos, la confusión de la gente dentro de los aviones y de las Torres Gemelas, la lluvia de escombros en las cercanías del lugar de impacto de los dos primeros aviones, la colaboración en las tareas de rescate de profesionales y de ciudadanos anónimos, la tristeza de policías y bomberos por no haber podido ayudar a los atrapados en Nueva York, la desesperación de unos hombres y mujeres por impedir un ataque más, la nula importancia que damos hasta que lo perdemos a un paisaje cotidiano que forma parte de nuestras vidas...
'United 93', de Paul Greengrass, tiene un tono de falso documental, enfatizado por la ausencia de actores de renombre (en muchos casos los intérpretes no sólo no eran profesionales sino que además eran familiares de las propias víctimas de aquel 11-S). Su punto fuerte es contar casi en tiempo real lo que sucedió aquel día dentro de ese avión, el que los terroristas no pudieron hacer estrellar contra su objetivo original, y en los lugares en los que se hizo el seguimiento de aquel vuelo. 'United 93' es una película sobria, quizá incluso fría, muy bien rodada y muy respetuosa con los hechos, también con la imagen que da de los terroristas, alejada del malo clásico sanguinario propio de una película realizada en la época de la Guerra Fría.
'World Trade Center', en cambio, es una película que nace de los sentimientos de dos policías que quedaron atrapados en los escombros de las Torres Gemelas y de la angustia de sus respectivas familias por no saber qué ha sido de ellos. Stone, que ya ha anunciado que rodará una película sobre la invasión estadounidense de Afganistán y la búsqueda de Osama Bin Laden que siguió a los atentados del 11-S, se aleja de polémicas de corte político y, por tanto, del enfoque que dio a sus películas sobre la guerra de Vietnam ('Platoon', 'Nacido el 4 de julio') o las figuras de los presidentes más populares del siglo XX ('JFK', 'Nixon'). La suya es una película pensada para ensalzar la humanidad que muchos descubrieron aquel día.
Las dos películas (ninguna de ellas ha sido un éxito de taquilla y no es de extrañar: si son duras de ver para un español que nada perdió aquel día, hay que ponerse en la piel de las familias de las víctimas o de los ciudadanos estadounidenses) marcan un camino que el cine español todavía no ha seguido. En nuestro país es difícil pensar que se exploren acontecimientos políticos de magnitud sin que se desaten polémicas artificiales. Porque cómo nos gustan las polémicas artificiales en España...
1 comentario:
No es muy común, pero estoy bastante de acuerdo contigo. Pese al precio terrorista que últimamente nos tiene acostumbrados el cine, ambas son dignas de ver en la gran pantalla. Poder observar aquella masacre desde los ojos de sus víctimas es vital para no olvidarnos nunca de lo peor y de lo mejor de nosotros mismos, y aunque parece un mensaje católico americanizado, es la cruda realidad de esta curiosa especie que nos ha tocado vivir.
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