Que el periodismo pasa en España por uno de los momentos más pobres de su historia lo sabemos casi todos los que nos dedicamos o hemos dedicado a esto, ya sea desde los grandes medios de comunicación o desde un simple blog. Son muchos los males que aquejan a la profesión, pero hay uno que la actualidad acaba de poner de manifiesto de forma clara.
German Yanke se ha marchado de Telemadrid por las presiones políticas sobre su trabajo. El hasta ahora director y presentador de 'Diario de la Noche' deja su trabajo alegando "intromisión por motivos políticos en su trabajo cotidiano". En los periódicos que he consultado se apuntan tres motivos para la resolución de esta historia. El primero, que a la dirección de Telemadrid no le ha gustado la cobertura que Yanke ha hecho de cuestiones como la guerra político-mediática por los informes del 11-M que vinculan a ETA con la trágica masacre de Madrid. La segunda, la cobertura que este informativo daba a algunos destacados dirigentes socialistas, como la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, o el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y la tercera, la presencia de algunos colaboradores como Pablo Sebastián, que es quien ha acusado directamente a "la autoridad competente que no es otra que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre".
¿Sorprendidos? Me imagino que no. Muchos medios de comunicación (sí, soy optimista por naturaleza, aunque cada vez menos, y me resisto a poner todos) son ya meros aparatos de partido o de gobierno. El tradicional papel del periodista se pierde en una insatisfactoria tarea de complacer a tal o cual poder político. Las llamadas a los medios desde los centros de poder provocan más efectos que la simple obligación de descubrir la verdad que debiera marcar la profesión del periodista. La autocensura es otra práctica ya de lo más habitual.
Que nadie piense que esto es sólo un ataque por mi parte a medios de comunición o partidos políticos afines a la derecha ideológica. Todos actúan ya de la misma forma y, especialmente en asuntos de gran calado como el 11-M, la tregua de ETA, la política de inmigración o la situación de la educación en España, es prácticamente imposible creer sin más a una sola fuente. El lector, el ciudadano (que a nadie se le olvide, también el votante) se ve obligado a beber de varias fuentes para empezar a tener una idea de cómo es la realidad. Pero casi nadie tiene tiempo para eso, lo que redunda en una alarmante falta de conocimiento sobre la sociedad que nos rodea, en una desidia hasta cierto punto comprensible, en un hartazgo de la clase política y de la periodística, que no en vano son ya dos de los sectores menos valorados por los españoles en las encuestas.
Yo soy periodista. Me encanta ese mundo, ha sido mi vida durante seis años y medio antes de un respiro que he decidido tomarme. Y cada vez me cuesta más entender esta profesión. ¿Estamos a tiempo de salvarla?
1 comentario:
Con toda sinceridad. En los Telediarios de cadenas públicas se llega por designación política. Así qeu sabes que por las mimsa te puede ir. Ni más ni menos es lo que le ha pasado a Yanke.
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