lunes, septiembre 14, 2009

"No te quedes cerca de un edificio alto contra el que se haya chocado un avión"

No sabía que en el 11-S había muerto un periodista. Ahora, con los anuales recuerdos de aquella tragedia, he llegado hasta la historia de Bill Biggart. Esta imagen que encabeza la entrada es una de las fotos que tomó en aquella mañana de septiembre de 2001, antes de que se desplomara la primera de las dos torres y antes de que la caída de la segunda se le llevara por delante. Supongo que su vida sería como la de las más de tres mil personas que murieron entonces. Supongo que cualquiera de los que allí perdieron la vida podría contarme lo más bonito de su existencia, su profesión, su familia o sus pasiones. Pero el caso de Bill (hasta me tomo la licencia de llamarle Bill) me ha emocionado. Quizá sea porque el 11-S me llegó bastante, porque Nueva York es MI ciudad de siempre o por una especie de corporativismo periodístico que me hace sentirme cerca de quienes adoran esta profesión hasta el extremo de jugarse la vida. No lo sé.

En la web, hay una frase de Wendy Doremus, viuda de Bill. "Estoy segura de que si Bill hubiera vuelto a casa al final de aquel día, nos hubiera contado muchas historias, como siempre hacía. Y si le hubiéramos preguntado como había sido realmente aquello, nos habría dicho 'Sigue mi consejo, no te quede cerca de un edificio alto contra el que se haya chocado un avión'". Y leyendo esa frase se me ha puesto la piel de gallina. Igual que mientras iba avanzando por la galería de las fotos que tomó aquella mañana (que se pudieron rescatar de la memoria de su cámara digital), viendo como pasaban los segundos, esperando llegar a su última foto. Vas viendo cómo se iba acercando a las Torres, cómo se metió en el centro de la noticia. Y cuando llegas al final y regresas al principio te vuelve a impresionar su cámara, cómo quedó el aparato que rescataron junto a su cuerpo sin vida. Destrozada. Como su vida y la de los suyos.

9 comentarios:

Casandra dijo...

Uf, es verdad, imaginándolo se le pone a uno la carne de gallina. :-S
La verdad es que es muy curioso que existan personas capaces de jugarse la vida (y perderla) por conseguir un testimonio de una noticia, siempre me ha chocado mucho porque debe ser una lucha titánica entre el instinto de supervivencia y no sé si la curiosidad o la vocación.

Un abrazo!!

Arual dijo...

Impresionante...

Reverendo Pohr dijo...

El instinto natural de supervivencia suele decirte "largaté", pero, en ocasiones, ante la magnitud de los acontecimientos, la mente bien puede quedar omnubilada, embriagada por la fascinación (es más que mera curiosidad) y generando un nivel de incosciencia tal que te expone ante el peligro pero no te importa. La vida está para disfrutarla y aquellos quizá pudieron ser los mejores momento de la existencia de ese reportero. ¿Es más triste morir así que postrado en una cama y con un pañal puesto?

Por cierto, la foto muestra claramente que la parte baja de los edificios están intactos: ¿será cierta la teoría conspiranoica de que fueron derruídos a propósito?

Unknown dijo...

La vida es demasiado bonita como para jugársela por un trabajo...
Un besito, Juan!

Anónimo dijo...

Sinceramente, ese periodista fue un idiota y un imprudente. Si se quedó fue por interés para intentar medrar o por gloria personal. Se puso en riesgo, en una situación de riesgo extremo, para la cual no había necesidad. ¿Habría hecho lo mismo desde 100 o 300 metros más lejos?.... la respuesta es....si.

Si quieres un verdadero testimonio de un valiente de verdad otro 11S olvidado provocado por los intolerantes:

http://www.patriagrande.net/chile/salvador.allende/ultima.alocucion.htm

Un saludo.

Lola dijo...

Muy emocionante tu relato y muy oportuno. Casi, casi te veo, embelesado y sin pensar en el peligro inminente, estando en las mismas circunstancias que ese periodista, periodista hasta el final.
Te mando un abrazo Lola

r dijo...

... si uno no se detiene a pensarlo, lo primero que se le puede pasar por la cabeza al enterarse de que arriesgó su vida por una noticia es: que estupidez.
Pero... en realidad le admiro. Que la pasión por algo, en este caso, por tu profesión, te haga olvidarte de todo... y solo quieras seguir adelante... es maravilloso. Las emociones, cuando son así de arrebatadoras, son maravillosas.
Qué melodramática me pongo cuando quiero! jejej un besito ;)

Jo Grass dijo...

Me horroriza y me conmueve a la vez. Su vida debería valorarse por encima de su pasión profesional, vocacional o lo que sea y, sin duda, por encima de la gloria que pudira obtener con un trabajo de riesgo bien hecho.

¡Qué terrible suceso! Todavía se me eriza la piel al recordarlo; ¡¡¡y todo el planeta contemplándolo mientras sucedía!!!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Casandra, supongo que eso no se sabe hasta que no te ves en una situación así. Yo creo que no sería capaz.

Arual, lo es, sí que lo es...

Reverendo, puede sonar duro, pero yo prefiero morir así, sintiéndome vivo. No necesariamente jugándome la vida, pero sintiéndole. No me creo la teoría conspiranoica. Vi hace años un documental en el que explicaban que lo que pasó fue que el fuego consumió pilares y el peso de lo que había encima hizo el resto.

Bebita, yo creo que la diferencia está en que este fotógrafo no se veía haciendo un trabajo. Estaba viviendo a tope. Y así murió. Pero lo que he dicho algo más arriba, yo creo que no habría hecho lo mismo.

Anónimo, puedo compartir lo de imprudente (aunque no sé si alguien esperaba que se hundieran las torres como lo hicieron; yo no, ni siquiera cuando cayó la primera pensé que le podía ocurrir lo mismo a la segunda), pero no lo de idiota, por lo que he dicho antes. No era su trabajo, era su vida.

Lola, casi me veo yo tambiénm pero me quedo en el casi. No sé si hubiera tenido lo necesario para acercarme tanto.

Raquel, pues creo que has dado con la palabra adecuada: pasión. Este hombre debía de tener pasión por el periodismo, por la fotografía, por tener historias que contar a los suyos y a la gente, y supongo que por eso se adentró tanto en la zona. Un placer leerte por aquí, melodramática o no.

Jo, estoy de acuerdo: la vida tiene que pesar más. Supongo que él tenía otro orden de prioridades que le llevó algo más lejos. A mí el 11-S no se me olvidará nunca y lo vivo como si fuera hoy cada vez que algo me lo recuerda.