Aunque parezca mentira, ya han pasado 20 años de esta imagen. Se cumple mañana ese aniversario del día en el que Ben Johnson destrozó el récord de los 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos que acogió Seúl en 1988. Pero todavía recuerdo esa carrera como si se hubiera celebrado ayer. Mi favorito era desde hace años Carl Lewis, el atleta que se había llevado cuatro medallas de oro en los Juegos de Los Ángeles, en 1984. Pero cómo corrió Ben Johnson. El canadiense me dejó con los ojos abiertos como platos, alucinado al ver cómo un atleta pulverizaba el récord de los 100 metros, dejándolo en 9,79, sin necesidad de esforzarse hasta la línea de meta. Levantando el brazo en señal de triunfo cuando todavía le faltaban unos cuantos metros para llegar al final. Sabiéndose ganador. Casi un dios del olimpo moderno que ha configurado el deporte.
Y dos días después, aquello se derrumbó. El mito bajó a la tierra al descubrirse que se había dopado. La ilusión por los logros deportivos recibió un estacazo en el corazón. Era sencillamente inverosímil, algo increíble, y mucho más para un crío de diez años como era yo. ¿Cómo era posible que un deportista se dopara, y más en la noble competición que ha sido, es y siempre será la cita olímpica? ¿Para qué necesitaba doparse uno de los mejores si ya tenía lo que sólo unos pocos elegidos tienen? Del "no puede ser" pasas al "claro, así ha ganado". Lo que has visto pasa de ser una maravilla a un fraude. La medalla de oro pasa de ser un premio incomparable a un reconocimiento de la vergüenza. El dopaje existe, la ilusión murió. O al menos sufrió un duro golpe, porque en realidad esa ilusión no puede llegar a morir. Siempre hay un nuevo atleta, un nuevo deportista, que acaba por devolvérmela.
Aunque han pasado 20 años, la enorme impresión que me dejó aquella carrera sigue viva. Hoy sigo pensando que el mayor espectáculo del mundo es la final de los 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos. Hoy sigo poniéndome delante del televisor con la misma excitación que hace 20 años para ver estos segundos mágicos. Hoy hay un campeón olímpico que también batió el récord del mundo en la final con una aplastante superioridad y con un gesto de victoria metros antes, maravillándome como lo hizo Ben Johnson en 1988. Pero Usain Bolt es un atleta limpio. Y ojalá siempre lo sea, para que un crío que ahora tenga diez años no vea roto el recuerdo de una carrera inolvidable y un récord del mundo de 9,69 por la lacra del dopaje.
8 comentarios:
Cosas como el dopaje son de las que hacen que a uno se le quite la ilusión por el deporte. Lo primero que se me viene a la cabeza es ¿de verdad les gusta ganar haciendo trampas?; pero claro, luego uno lo piensa más y concluye que, seguramente, el dinero y la popularidad les compensará... El deporte, al fin y al cabo, también es un negocio, y ya sabemos que en los negocios hay pocos escrúpulos.
Obviamente, yo no me acuerdo de este caso (de hecho, me ha sorprendido que los JJ.OO. fuesen en septiembre), pero asusta comprobar cómo ha cambiado todo en apenas veinte años: de la incredulidad de aquel momento, a la sospecha permanente de la actualidad. Ahora, en cuanto sale un nuevo héroe (salvo que sea patrio, y aún así) lo primero que se dice es: seguro que se dopa. Si uno leía los comentarios a las noticias de los periódicos digitales sobre Michael Phelps o el propio Bolt, era casi imposible no encontrarse con multitud de opiniones en ese sentido. Y si se trata de un ciclista ya ni te cuento...
Calvin Smith fue cuarto en aquella carrera. No lo recordaba.
A Linford Christie (tercero) también lo terminaron cazando.
A Carl Lewis tuvieron que operarle pues de tanta hormona del crecimiento que tomó comenzó a deformársele la mandíbula.
El cuerpo humano da de sí lo que da de sí. El atleta no progresa. Mejoran los métodos de entrenamiento y, sobre todo, progresa la medicina deportiva. ¿Qué es positivo? Lo que dice el COI que es positivo. ¿Tomar sustancias artificiales no prohibidas es ético? Se ve que sí. ¿Seguro? No.
Ah, eso sí. Ben Johnson era malo. Malísimo. Pena de muerte para Ben Johnson. Vamos a rasgarnos las vestiduras.
Hace muchos años que el deporte de élite no es deporte sino espectáculo. El deporte de élite es insano. El deporte de élite es antinatural. Un deportista de élite tiene una esperanza de vida menor que el resto. Si nos preocupase la salud de los deportistas prohibiríamos la alta competición. Ningún médico receta subir al Tourmalet.
Pero sigamos con la doble moal. Exijamos a un atleta que corra los cien en nueve cincuenta. Echémoslo a los leones si no se alimenta de agua y arroz blanco. Usain Bolt no es mejor que Jesse Owens y aquel nunca bajó de diez.
Pues yo no me acuerdo si vi esa final. Supongo que por ahí andaría mientras mi padre o mi abuelo la veían...
Bss.
Doparse se dopa todo el mundo, Phelps y Bolt los primeros, después Indurain y Michael Johnson y finalmente, por supuesto, Ben Johnson y Carl Lewis.
Otra cosa muy distinta es que les pillen, que el COI o los organismos contra el dopaje estén por delante o no de las nuevas moléculas. Pero ¿Cuántos récords del mundo han caido en estos Juegos? ¿Ha mejorado tanto la raza humana o han sido los investigadores?
¿9.69 y 19.30? ¿A la vez...? ¿Superhombre o superdroga? Yo esta vez me quedo con el impenitente.
Me ha conmovido tu entrada de hoy.
De verdad.
La perdida de ilusión en el mundo es algo que llevo mal.
Y hay muchas cosas que pueden devolverla.
:)
Un beso
Y me gusta qeu sigas creyendo en eso:)
Ojalá juan, ojalá. Que penas que los sueños sean rotos por mentirosos y tramposos..
La gloria olímpica. El verse vencedor en carrera, ante miles de espectadores que manifiestan jubilosamente su admiración, subir al podio de los campeones, recibir la medalla de oro. Grandes e inigualables sensaciones por las que mucha gente pagaría (de la misma manera que los drogadictos). Quizá por eso se dopan. No importa
la verdad. En el momento que disfrutas ese instante, ESA es la única VERDAD, ese presente. Si no, que se lo pregunten a Floyd Landis.
Ben Johnson pasó a la historia por tramposo, pero la sombra que se ciñen sobre Lewis, que corrió para club "emparentados" con BALCO, y Florence Griffith, fallecida en extrañas circunstancias. Ambos fueron heroes... quizá falsos heroes, pero heroes. ¿No es eso lo que desea el espectador?. Los estamos recordando ahora, aunque fueran una farsa...
es curioso que hables sobre dopaje y seas de la real sociedad. en el futbol español hay mucha mierda sobre dopaje, pero la real sociedad... digamos que eran los reyes. When they were kings.
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