sábado, diciembre 15, 2012

Incontinencia viral

Otra vez, los medios de comunicación se han equivocado a lo bestia. Carme Chaparro lo cuenta en su blog mucho mejor de lo que yo lo haría, así que no voy a insistir en el relato de cómo durante unos interminables minutos se culpó de la horrible matanza del colegio de Conneticut a un hombre inocente, cuyo mayor delito era ser hermano del verdadero autor. Pero sí tengo claro que esa es una muestra del fracaso de los medios en esta era de Internet en la que la inmediatez se ha convertido en el único argumento a seguir, sin pernsar en las consecuencias. Se ha acabado, ya para siempre, aquello de la comprobación de la información, de la verificación de las fuentes, de asegurar que algo es cierto antes de difundirlo. Ahora lo que importa es llegar el primero y generar impacto. ¿Que no es verdad lo que se dice? Ya se desmentirá y, como mucho, se pedirán las oportunas disculpas.

Pasa en lo más anecdótico (me acuerdo ahora de Manu Carreño anunciando el pasado verano que el Málaga iba a descender a Segunda División B por deudas, cuando todos los organismos oficiales que tenían que ver con esa decisión estaban desmintiéndolo; por supuesto, Manu Carreño sigue en su puesto de trabajo, asumiendo cero responsabilidades por una metedura de pata así), y con casos como este es obvio que también pasa en lo más trascendente. Periodistas, comunicadores y responsables de medios de comunicación no se quieren dar cuenta del daño que pueden hacer. A Ryan Lanza, ese hombre acusado desde los medios primeros y desde las redes sociales después, no le pasó nada, pero imaginad que en un momento dado se llega a cruzar por la calle con el padre de un niño que va a esa escuela norteamericana. ¿Qué habría podido hacer ese hombre? ¿Qué hubiéramos hecho cualquiera de nosotros si tenemos la certeza absoluta (si lo dice la tele, será verdad) de que tenemos ante nosotros a un asesino?

Quizá el resultado podría haber sido similar al de la enfermera de la ya famosa broma de una radio australiana. Será muy divertido eso de ir gastando bromas radiofónicas, pero ¿alguien se para a pensar en las posibles consecuencias de dichas bromas? Obviamente, este caso es extremo. Poca gente se suicidará después de ser objeto de una broma, del calado que sea. Pero hay consecuencias de otra índole que podrían haber sucedido. Supongamos que esta enfermera no se quita la vida. Entonces no se habría producido revuelo mediático. Pero supongamos que la enfermera tiene un jefe severo que decide despedirla por revelar información confidencial. Supongamos que esa enfermera necesita imperiosamente ese trabajo para salir adelante, que tiene una hipoteca brutal, o familiares enfermos a su cargo, o niños pequeños que cuidar. Por unos minutos de despreocupado divertimento radiofónico, acabamos de cambiar por completo y de la forma más estúpida la vida de una persona. Por supuesto que no han cometido ningún delito. Pero olvidamos con frecuencia que muchas acciones reprobables no tienen por qué tener sanción en un código penal.

Eso sin contar con la presunción de inocencia, uno de esos derechos que todos sabemos que no existen ya en esta era de las nuevas tecnologías de la información. Carme Chaparro cita un caso espeluznante que todavía recuerdo. Muere una niña de tres años y rápidamente se informa, se confirma y se insiste en que el asesino es el padrastro de la cría. Se le detiene como sospechoso (que no como culpable). Se dice que la pequeña ha sido violada antes de ser asesinada. Y después se confirma que la muerte se debió a una caída desde un columpio, en la que la chiquilla se golpeó la cabeza. ¿Alguien puede ponerse en la piel de ese hombre? No sé si será una buena o una mala persona. Ni siquiera sé si quería a esa niña o a su madre. Pero además de perder esa vida que tenía antes del accidente porque nada es lo mismo tras una tragedia así, quedó marcado para siempre como un asesino. Lo dice la portada de un periódico. Lo dijeron en la televisión. ¿Eso cómo se repara? ¿No sería necesario tener paciencia y no llegar a conclusiones desde el comienzo?

Durante los seis años y medio que trabajé en una gran redacción, vi bastantes desmentidos de muertes. Hay un atentado de ETA y hay una víctima mortal. No, espera, no se ha muerto. A pesar del error periodístico, grave y en teoría imperdonable (obviamente, la verificación no ha sido correcta porque el hecho no se ha producido), el beneficio de la realidad es evidente. No hay muerto, todos felices. Eso pasa mucho, y los medios digitales se han sumado a esa tendencia de matar antes de tiempo a mucha gente, sean famosos ingresados por motivos de salud o anónimos en accidentes o atentados. ¿Pero qué pasa en casos como este? Vamos a otro caso. ¿Es capaz de imaginarse alguien que acabe probándose la inocencia del padre de Ruth y José, los dos niños de Córdoba que tantos minutos de televisión y tantas páginas de prensa han acaparado por su terrible desaparición? Digo probar su inocencia, no que se pueda demostrar su culpabilidad, que esa posibilidad es diferente. A ese hombre ya le hemos juzgado y condenado social y moralmente antes de que se siente en el banquillo de un tribunal. Y, sí, tiene toda la pinta de ser culpable. ¿Pero estamos dispuestos a asumir las consecuencias de haberle señalado tan claramente si es inocente?

Los medios de comunicación no entienden ahora mismo la situación que viven. Están anclados en el pasado, sin comprender las consecuencias de trabajar en un mundo con semejante inmediatez y, en ese camino, han perdido muchos de sus valores. Por eso es tan difícil ser periodista hoy. Porque al periodista se le empuja a ser el primero en dar una información, nunca a comprobarla y tener la absoluta certeza de su veracidad antes de lanzarla hacia un número incontable de destinatarios, que se multiplicarán en un tweet o un enlace que difícilmente se borrará completamente en caso de error. Tampoco se miden las consecuencias de la publicación de una información, y estoy convencido de que eso es algo que tiene que formar parte del trabajo de un medio de comunicación. Es una conducta irresponsable que, por desgracia, no creo que se vaya a detener. Y provocará episodios truculentos de esos que nos entretendrán durante unos días, unas semanas a lo sumo, y después caerán en el olvido. Hasta que se produzca el siguiente y la incontinencia viral, instigada en primer lugar desde los medios de comunicación, siga haciendo estragos.

6 comentarios:

Speedygirl dijo...

Las redes sociales mal utilizadas son una maldición. Y casi nadie las utiliza bien. Por desgracia.

El Impenitente dijo...

No es la primera vez que hablamos de esto. Sigues siendo un ingenuo (dicho desde el cariño, ya lo sabes). El periodismo, como todo, está sujeto a las leyes de mercado. Los medios son empresas. Oferta, demanda y beneficios. De vez en cuando, siempre tras una metedura de pata, se hacen exámenes de conciencia públicos con mucha solemnidad y boato, pero son mentira. Para que cambie el periodismo tiene que cambiar el mundo. Y me parece que no.

ElQuintoPuntoCardinal dijo...

Ayer en el Intermedio, Iñaki Gabilondo dijo algo así como que el mayor problema del periodismo es que hace demasiado tiempo que los medios de comunicación no tienen tiempo para pensar qué van a contar, porque se pasan el día contando. Contando oyentes, euros...Contando los elementos que les van a llevar a sobrevivir. El periodismo está descolocado.

Y creo que no le falta razón. No considero que sea un problema global lo que le atañe al periodismo, incluso tampoco creo que las empresas de comunicación, en el aspecto que destacas en la entrada, tengan especial relevancia. Es problema de la inmediatez y de las nuevas tecnologías y herramientas de trabajo. Creo que el periodismo se está quedando obsoleto en ese sentido y debería evolucionar para sobrevivir. Ni que decir tiene que los valores del periodismo son el pilar de la profesión y que si nos los cargamos, dejaremos de hacer periodismo para simplemente entretener e intoxicar a la sociedad con desinformaciones.

Las nuevas teconologías ayudan, pero yo pienso que sólo son una plataforma donde "volcar" la información y no un elemento fundamental para desempeñar la profesión.

Saludos.

Sara J. Trigueros dijo...

El impenitente tiene razón: son las consecuencias de la inmediatez. Un periodista tiene dos opciones: ser el primero en dar una noticia o contrastar las fuentes y darla cuando todos se han hecho eco ya de ella. Como la mayoría de las veces la noticia es real, ser el primero es prioritario. Cuando se mete la pata, es muy llamativo, pero en el resto de escenarios el periodista a la antigua usanza (la que debería seguir siendo), que contrasta las fuentes, está en una situación de desventaja. En una situación de desventaja que le impediría realizar su trabajo, porque todos los demás lo harían «mejor» que él.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Speedygirl, sí que es curioso que casi nadie las utilice bien... Reflejo de la vida... Con lo fácil que es hacer las cosas bien...

Impenitente, ya, es que soy un pesado recurrente, je, je, je... Asumo que los medios son empresa. ¿Pero tan difícil es que sean empresas que funcionan bien? ¿O que, al menos, funcionan bien en sus fundamentos aunque luego se tuerzan? Porque no se ha acabado el mundo hoy, que mira que parecía una buena oportunidad para hacerlo de nuevo y esta vez bien...

ElQuintoPuntoCardinal, los que pueden dar tiempo a los medios... son los medios. Tienes razón en que está descolocado, pero solo se puede colocar por sí solo. El caso es que nadie se plantea el reto de hacer las cosas bien pero más rápido. Se asume el "más rápido", pero no el "bien"...

Sara, muchas gracias por tu visita y por tus comentarios, se agradecen mucho y espero volver a verte por aquí. El caso es que las meteduras de pata tienen su gravedad y no se tiene en cuenta. Es verdad que el problema está en la inmediatez, pero no es lo mismo dar un gol o el resultado de unas elecciones que hablar de casos como estos. El cuidado tendría que ser proporcional a la importancia de lo que se dice. Igual tendríamos que colaborar ahí todos, no viendo como "el mejor" al que lo haga más rápido, pero vuelvo a ser ingenuo, ya lo sé...

cessione del quinto dijo...

Pienso que la mayor responsabilidad d los medios de comunicaciòn sea trasmitir las noticias de un modo veraz,lamentablemente en el mundo actual son pocos los que hacen eso.Besos.